Santiago Escobar-Jaramillo

SANTIAGO ESCOBAR-JARAMILLO

Las Memorias conversadas® son historias de vida escritas en primera persona por Isa López Giraldo

Al final de una clase a la que asistió con Dicken Castro gracias a ser finalista del diseño del logo del sello ecológico de Colombia, le dijo: “Veo mi vida como una multitud de disciplinas. Soy arquitecto pero siempre me ha gustado dibujar. Vivo de la fotografía. No me gustaría concentrarme en una sola cosa”. A Santiago Escobar-Jaramillo le gusta viajar a los distintos destinos, pasarla bien, reírse. Le gusta mirar la ciudad en múltiples direcciones, querer a su familia, tener muchos amigos.

ORÍGENES

Mis papás son un par de novios que ríen juntos, viajan y se disfrutan día a día. Tuvieron la habilidad de permitirnos entender que, entre más compartiéramos los hermanos, todo iba a ser más fácil y más bonito.

COLEGIO

En mi época de colegio era muy despreocupado y vivía obsesionado con el fútbol. Era alguien que no había entendido realmente cómo era la vida, cómo acontecían las situaciones pues me encontraba al margen de las relaciones interpersonales para vincularme solo con mis mejores amigos, mi familia y mis dos hermanos menores: Federico, que es economista y abogado, y Pamela, que es ingeniera industrial con maestría en Stanford.

Así pues, provengo de un hogar muy sólido y amoroso, por lo mismo la vida no me afectaba mucho, los problemas no llegaban más allá de algún apodo o de algún partido de futbol en el que no hacía goles, hasta que un día me gradué para estar a los dos siguientes en el ejército.

SERVICIO MILITAR

Esto fue un abrir de ojos, un comenzar a entender que la experiencia emocional y física iba más allá, un descubrir de muchas cosas nuevas. Cuando menos pensé me encontraba disparando en un polígono, escuchaba las balas, acompañado de unos oficiales que gritan, que exigen. Pasados unos meses me mandaron para el Sinaí, pues así se comporta el destino.

Una vez en Egipto, cuando pasé de ser niño a alguien adulto, mi función en la Fuerza Multinacional de Observadores, donde está el Batallón Colombia Nro. 3, fue ser su fotógrafo.

Lo más cerca que había estado a la fotografía fue a través de mi tío sacerdote que tomaba fotos con una cámara muy pequeñita y que compartía diapositivas de toda la familia en las reuniones y fechas especiales.

Cuando llegué donde el sargento, que era gringo, me pasó una cámara con una cantidad de lentes y un manual. Me dio unos días de permiso para que aprendiera a hacer fotos. Me mandaban a cubrir eventos sociales, políticos, deportivos y culturales de la Fuerza. Las fotos que tomaban eran publicadas en la Revista Sandpaper. Me dijo que yo tenía buen ojo y me lo tomé en serio.

Disfruté mucho pues cada semana visitaba las Pirámides de Egipto, Tel Aviv o Jerusalén, donde me encantaba rumbear. Recorrí Europa con mis amigos del ejército.

Regresé a Colombia después de haber recorrido once países, hecho ya todo un fotógrafo y, por supuesto, como soldado. Claramente me cambió la vida, la forma en que me veía mi familia y amigos, incluso las niñas que antes me ignoraban.

La unión familiar y los lazos fortalecidos y cada vez más estrechos, han influido mi trabajo, pues todos tienen que ver con comunidades, trabajos colectivos, pensamiento plural, respeto por el otro, por la diferencia de criterios y de condiciones.

Si bien soy muy feliz viajando por el mundo, el hecho de llegar a la casa de mis padres y quedarme con ellos es lo mejor.

ACADEMIA

Mis papás querían que yo me quedara en Manizales estudiando por ser una ciudad universitaria y cultural. La verdad, me sentía muy cómodo con la idea. Decidí estudiar arquitectura, pues pensé que, como me gustaba pintar, diseñar y tomar fotos, esta carrera me permitiría todo, no así si me hacía fotógrafo.

La arquitectura la siento como la madre ciencia del arte que arropa todos mis gustos e intereses. Siempre me gustó la idea del espacio, de las formas y el hábitat de la gente, que es fundamental.

Si bien mis resultados fueron muy buenos, enfrenté situaciones difíciles por algunos profesores que no entendían mi forma de diseñar ni mis propuestas. Comencé a tener conflictos.

En mi casa disponía de una mesa para dibujar los planos a mano alzada ,pues en este momento no había entrado el computador con los programas especiales, sino sólo hasta el final de la carrera.

Cuando quería descansar del dibujo me dedicaba a construir maquetas a escala. La utopía, el anhelo, era que el conflicto solo habitara en maquetas para lo que disponía de unos soldaditos miniatura que conservo desde mis ocho años, como conservo mi posición crítica frente a la guerra. Me parece un despropósito no poder vivir en paz.

Estas maquetas las enviaba a concursar a Bogotá y fui seleccionado en el Premio Botero en cuatro oportunidades, en otros veinte concursos y en los salones nacionales, en los de Arte Guerrero, los de Casa Cuadrada, algunos internacionales. Así me empezaron a conocer en Manizales como arquitecto pero, además, como fotógrafo.

Recuerdo que, viajaba a Bogotá, me quedaba tres días en el concurso para luego devolverme, pues tenía que seguir estudiando. Recuerdo que la plata que ahorraba diseñando camisetas era para estos viajes y para hacer mis obras.

La experiencia en Egipto me llenó de confianza en mí, con la convicción de que lo que me propusiera lo lograría con esfuerzo y mucho trabajo. Siempre que le pusiera, además, unas pisquitas de talento.

PROYECTO DE GRADO

Al final de la carrera, cuando tenía que hacer el trabajo de grado, decidí hacer un proyecto de arquitectura donde fuera la fotografía el principal medio.

Estudié el Batallón y la cárcel de Manizales, y en esos escenarios hice un estudio de las percepciones espaciales desde la forma, el contexto, el paisaje, el orden, la historia. Jugaban unos componentes muy de la arquitectura, pero que yo los volvía fotografía.

Cuando llegó el momento de presentarme, los jurados frente a el anteproyecto comentaron:

— “Las fotos están muy bonitas, son poéticas, sensibles, pero Usted es arquitecto. La fotografía para la arquitectura es solo un medio para mostrar un espacio”.

Enmudecí, al igual que mis directores de proyecto. Hubo un silencio sepulcral. Sumido en ese silencio regresé a mi casa.

A los quince días debía volver a presentar incluidas las correcciones. Llevé nuevamente mis planchas y las volví a pegar, pues tenía la conciencia de que lo que estaba haciendo era, no solo válido, sino valioso. Consideraba que no tenían por qué limitar mi manera de entender el espacio, la imagen y la forma de expresarme.

Hubo un cambio en los jurados, y estos le dieron otra mirada. Mis directores, entre ellos Andrés Satizábal, aplaudieron el hecho diciendo que los que tenían que cambiar eran ellos y no yo ni mi trabajo.

Obtuve una nota de cinco como mejor trabajo de grado. Fue laureado. Lo mejor, con mi concepto, con mi mensaje. Luego lo puse a concursar en la Universidad Nacional de Colombia en toda el área de Artes y Humanidades para ganar también. Participaron todas las facultades a nivel país.

MAESTRÍA UNIVERSIDAD DE LONDRES

Con este trabajo gané la beca de COLFUTURO para estudiar en Londres una maestría en Fotografía y Culturas Urbanas en Goldsmiths College, Universidad de Londres.

Hacía un frío de crudo invierno y mi llegada coincidía con la inauguración de la famosa grieta Shibboleth de Doris Salcedo en el Tate Modern. Como llevaba conmigo mis soldaditos, decidí intervenir la grieta con ellos. En Colombia tuvo una repercusión grande esta intervención no autorizada y dio pie para que en la maestría me fuera muy bien, para que mi trabajo saliera meritorio y para que me invitaran a exponer en otros lugares.

Fue muy revelador para mí que cuando me metía de lleno en algo lo sacaba adelante y que tenía que confiar en mis instintos.

Vivía con una novia, a la que quería mucho, pero al negarme la extensión de la visa tuve que volver al país. El día que salí del Reino Unido me prometí que, la próxima vez, iría como invitado por ellos, y así fue. A los cuatro años fui como líder fotográfico para National Geographic StudentExpeditions. Fue muy emocionante regresar de esta forma luego de que me sacaron de sus fronteras a las carreras.

Fui contratado para acceder al proyecto fotográfico que hice hace diez años para el African Insect Science for Food and Health – ICIPE en Kenia, Uganda, Tanzania, Etiopía y Sudán.

COLOMBIA TIERRA DE LUZ

Cuando estaba en Londres sentía que la manera como estaban viendo el conflicto en Colombia era demasiado agresiva, de confrontación, de no respeto a las víctimas, de no tenerlas en ningún tipo de discurso oficial ni en los medios ni en la sociedad.

Viviendo allá me invitaron a dictar una conferencia en Buenos Aires y viajé, pero hice escala en Bogotá dos o tres días. Pasé por el Parque de la 93 y había una invasión de desplazados. Primera vez que los medios cubrían el tema del desplazamiento y esto se me volvió una obsesión.

Mi trabajo de tesis fue acerca del desplazamiento y continué esas maqueticas que hacía, ya no en la privacidad de mi casa, sino en espacios públicos, como la grieta de Doris Salcedo, la fachada de Goldsmiths, el metro de Londres, en las calles.

Estuve cinco años en Colombia trabajando con Villegas Editores, con la fortuna de conocer a Benjamín Villegas, persona completamente sabia con un talento descomunal. Para mí es una suerte habérmelo encontrado y le agradezco no solo que me haya dado la confianza para trabajar con él, sino que me hubiera brindado su amistad. Me gusta llamarlo y visitarlo para saber cómo está. Me exhorta a seguir mi camino y siempre me felicita. ¡Eso me emociona!

El primer trabajo fue “Apartamentos Bogotá” y luego “Colombia solidaria” acerca de fundaciones del país. Así pues, vivía el lugar, la gente, la comida, los colores y empapándome de la realidad del país de primera mano.

Como traía conmigo la idea clara de cómo llevar mis maquetas miniatura a escala real, empecé a hacer intervenciones a gran escala con el proyecto “Colombia, tierra de luz” . Me di a la tarea de visitar distintas zonas del país y hacer unos actos simbólicos de reparación a víctimas de violencia, como mi tema central. Tema que era esquivo a la mayoría de los artistas y fotógrafos.

Todo esto de la mano de mi trabajo para el libro Colombia solidaria de Villegas Editores Al mismo tiempo y de la mano “Colombia tierra de luz”.

Cuando era niño, a mis doce años, asesinaron a un tío muy querido, Guillermo. Guillermo fue víctima de la violencia de este país. Todas las noches tuve pesadillas y buscaba consuelo en mis padres hasta que me dijeron:

—“¡Qué podemos hacer hijito! Busca tú la manera”.

Así pues que obró mi imaginación infantil para meterme en un cubo de hielo que me protegía y solo así logré que en mis sueños no me llegaran las balas. Recordé a mi tío, a partir de ese momento, desde el amor y no desde el dolor.

Me pregunté qué pasaría si yo aplicara el mismo gesto creativo de mi obra con las víctimas de violencia, sin representar ni a un partido político ni a un grupo económico, y acercándome a las familias para hacer talleres.

Hay un primer momento que es muy doloroso al compartir la historia de la tragedia familiar. Lo hacen con cautela, con cierta desconfianza y mucha prevención, pero en la medida en que se van tendiendo puentes, todo fluye. Leemos poesía, cantamos, dibujamos, interpretamos mitos hasta intervenir el lugar. Se hace catarsis.

La luz es protagonista porque, no solo evidencia el espacio, lo hace visible y lo muestra, sino que también es un componente espiritual que nos ilumina en lo más profundo como los recuerdos, las emociones, la imaginación, las ganas de superarse.  La fuente lumínica siempre es distinta, en ocasiones hay fogatas, en otras velas, linternas, cintas Led, la misma luna. Luego se necesita un mecanismo que también requiere de la luz para hacerse materia, que es la fotografía.

El primer objetivo es acercarse a las familias y tener los talleres para hacer la foto que luego conservan. Se publica la foto acompañada con la historia, pues no creo que la fotografía por sí misma vaya a crear cambios o a tener alguna repercusión en esta vorágine de imágenes en la que vivimos. Por lo mismo, se apoya en otros mecanismos para comunicarse, en la palabra escrita, en instalaciones, en la maleabilidad. Se imprime algún cambio para que la lectura de la imagen dure más tiempo.

Busco con mi trabajo que la imagen tenga otra temporalidad, otro valor, otro peso, con más protagonistas, con la capacidad permanente de recordar una acción donde las víctimas fueron partícipes, donde ellos tomaron decisiones lo que permite un circuito de lectura muy distinto.

La pregunta es, qué sigue, cómo se puede perdonar, cuál es el tesoro más preciado, cómo se sentirían reparados, qué le quieren regalar a la memoria de otras personas que han pasado por la misma situación.

Hay muchas maneras de hacer justicia e impactar positivamente, en especial a los niños. Esta es una de ellas.

El proyecto ha llegado a muchos lugares como al Centro de Memoria Histórica, al Centro de Memoria, Paz y Reconciliación, a la Oficina para las Víctimas. Estuvo expuesto en la Universidad de Harvard, en MIT, en ocho festivales del mundo, en todos los periódicos y revistas nacionales.

Ha ganado varios premios y reconocimientos. Con Naciones Unidas hicimos en el Parque de la 93 una instalación muy grande donde previamente habíamos hecho un trabajo con comunidades desplazadas y para conmemorar el Día del Refugiado con una urna donde la gente podía dejar un deseo.

Este proyecto se hizo de noche, pues la luz es protagonista. Refleja el calor, el hogar, la familia, la esperanza. Es un concepto muy sencillo, pero el aporte es juntar las diferentes disciplinas como la arquitectura, la fotografía, la poesía.

Ahora trabajo en el libro para ser publicado bajo el sello editorial de la Universidad de Caldas, en el que el editor invitado es José Falconi, de Harvard, el diseñador Arturo Higa, uno de los escritores es Michael Orwick de la Universidad de Connecticut, fundador del Symbolic Reparations Research Project,  Lyle Rexer de School of Visual Arts, María Rocío Cifuentes y Mario Hernán López, profesores de la Universidad de Caldas expertos en conflicto. Mi colega Jorge Panchoga, Andrés Satizábal. Un dream team.

ZOOLOGÍA REAL

Mi proyecto actual hace reflexiones más de la cotidianidad. Aborda temas políticos y sociales. Utiliza animales en forma de refrán como: El pez muere por la boca, Elefante blanco, Aunque la mona se vista de seda mona se queda.

Se trata de una colección de foto libros donde cada libro es un animal, y cada animal es una acción o momento donde alguna persona o grupo de personas está relacionado.

Uno de estos libros va para la colección privada de la Biblioteca del Museo de Houston y varias de sus copias están en manos de importantes coleccionistas del mundo.

Es un proyecto que me viene apoyando Fujifilm Colombia como X-Photographer, algo así como embajador para la marca.

COLECTIVO MÁS UNO

Llevamos unos más de cinco años realizando proyectos y abriendo espacios para la fotografía en el país.

Con mis colegas, Federico Rios y Jorge Panchoaga, que los considero los mejores de la fotografía en Colombia, he realizado campamentos en Nuquí, Chocó, en Puerto Nariño, Amazonas y estamos preparando otros destinos.

Este es un lugar de encuentro para crear y pensar la fotografía, mientras se estrechan lazos con otros fotógrafos de muchos sitios del mundo.

¡Con el Colectivo +1 se vienen muchas sorpresas!

CROMA TALLER VISUAL

Es una escuela, laboratorio y editorial de fotografía sin sede que aprovecha a tantos amigos que visitan el país y donde invitamos a otros para que suplan las necesidades que me planteo entorno a la fotografía como:

— ¿Qué me hace falta aprender? ¿A quién quiero conocer? ¿Con quién me debo vincular?

Junto a mis socios, Jorge y Tania, pensamos que debemos hacer algo con el conocimiento contemporáneo de la imagen y crear nuevas oportunidades. Ya es hora de que nuestras capacidades se vean en otros lugares del mundo.

INQUIETUDES

– ¿Cómo vives esos momentos de inmersión artística, de creatividad?

Cuando entré a la Tate, comencé a recorrer la grieta y sentí que eran muy avasalladores, para mí, esa obra y ese espacio. Por esta razón preferí ver libros en la biblioteca, para volver luego con más tiempo, con más calma.

Encontré el libro de Sebastiao Salgado, fotógrafo documental brasileño muy importante. Observé su trabajo memorable a la edad de veintitrés años, lo que influyó en mi estado de ánimo. Sentí que nunca nada es suficiente, que siempre quiero más y más. Quedé retado.

Salí de la biblioteca para nuevamente encontrarme con la grieta. Fue en ese momento en que se me ocurrió sacar mis soldaditos.

Eran dos mundos muy distintos pero que de alguna manera ponían de manifiesto esos momentos de inspiración, de epifanía. Aquellos donde las cosas salen porque se juntan una cantidad de factores que, en definitiva, lo que hacen es albergar un proceso de creación y potenciarlo.

¿Cuando eras niño tenías experiencias profundas de emocionalidad y sensibilidad artística?

Mi mamá me decía que me fijaba mucho en los detalles. Ellos me capturaban.

Miraba muy detenidamente.

– ¿Tu inspiración reclama cierto blindaje y silencio entendidos como momentos de soledad?

Pienso que es de ida y vuelta pues no tengo un decálogo de cómo llega a mí la inspiración.

En ocasiones cuando estoy demasiado triste, deprimido, como me ocurrió en el pasado y que, conversando con mi prima Juana María Echeverri Escobar, poetisa, me dijo:

— “Hombre solo. Solo estás solo cuando no estás contigo”.

Hice click al escuchar estas palabras y me fui a hacer una obra a la que di por nombre precisamente “Hombre solo” y que es una de las obras importantes que he hecho. Se trata de un bosque de alicates que enfrentan a un hombre que está solo. Es una reflexión acerca del secuestro en Colombia.

Mi trabajo contemporáneo actual, son intervenciones a gran escala que luego fotografío. Me interesa el acto performático, la instalación, el trabajo con las comunidades y todo tiene como resultado La Foto.

Estoy creando un escenario para fotografiarlo pues me interesa la fotografía como mecanismo de comunicación y reflexión.

– ¿Siempre hay un tema en tu producción y no como quien va distraído que solo ve instantes para capturar?

Los temas y casi que los procedimientos o metodologías resultan repetitivos en los fotógrafos porque siempre hay un interés particular sobre algo. En mi caso es el conflicto, el espacio, las relaciones sociales, el paisaje.

El amor y el desamor porque el conflicto lo que hace es crear una fractura y de alguna manera lo que yo trabajo en muchos de mis proyectos es procurar unir, así sea metafóricamente.

No estoy siendo literal pero siempre hay una idea de curar, de sanar, de cubrir, de reparar.

– Como las experiencias de vida y la sensibilidad de quien observa con los ojos del corazón, ¿juega la literatura un papel fundamental que nutre la creatividad?

Por mi interés particular por la política y en lo cotidiano, leer opinión es una manera de nutrirme con palabras, con ideas, con citas, con datos, que siempre están presentes en mi obra.

También me gusta leer poesía, oír música prestando especial atención a las letras y transportarlas a mi obra. Me gusta mucho escuchar a gente sabia.

– Más que preguntarte hasta dónde quieres llegar con la fotografía, la pregunta que me obliga es ¿hasta dónde quieres llevar Tú a la fotografía?

Soy consciente que todas las decisiones que tome, si hacen parte de una estrategia o de un camino o de una seguidilla de eventos van a llegar a buen puerto.

Lo que me interesa es que exista mayor trabajo grupal, trabajo colectivo. Que entendamos que hay una cantidad de temas que no han sido contados o que no han sido visibilizados, por lo mismo debemos crear las condiciones para que así se dé.

Quisiera que a través de la fotografía podamos contar el país en el que vivimos. Que pudieran descubrirse talentos y ojos que antes no habían sido vistos. Que los temas de amor, guerra, el yo, el otro, la familia, que se reciclan cada vez, los contemos desde acá.

¿Qué te define? 

La persistencia y el ser una buena persona.

– ¿Si fueras un objeto inanimado te verías en una cámara?

Sería un lápiz porque me gusta su dinamismo, el cómo se mueve en la hoja. Si le haces presión el trazo es más grueso. Depende del manejo que le des te entregará un resultado distinto. El grafito no ha cambiado nunca, eso me parece bonito.

A mí no me interesa la cámara realmente aunque represente actualmente una marca, no me interesa tanto lo mecánico, el artefacto, sino lo que obtengo como resultado que es la foto.

Obviamente me beneficia tener una buena cámara como las que uso ahora pero la magia de la fotografía está en saber observar, saber entender el contexto, tener estrategia para decirlo, tener visión para proyectarlo.

– Estás haciendo un libro donde los protagonistas son los animales. ¿Con cuál te identificas?

Yo soy el León. Huraño, territorial y melenudo (risas).

REFLEXIONES

La sonrisa es la mejor carta de presentación que puedas tener. No hay nada más sincero, más empático, más afable ni más conmovedor.

Necesito contar, a través de mi fotografía, una historia particular.

Si los fotógrafos no cuentan las historias éstas quedarán incompletas.

Lo bonito de la fotografía es estar ahí para hacer la foto.

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