Mauricio Vélez

MAURICIO VÉLEZ

Las Memorias conversadas® son historias de vida escritas en primera persona por Isa López Giraldo.

ORÍGENES

No soy nadie. Me gusta la luz, la energía, el ser humano, hago parte de los que no somos nada y al mismo tiempo lo somos todo. Cuando se cuenta con un propósito, si este se revela ante nuestros ojos y se entiende con claridad, se concretan los sueños, se comprende la razón de ser de cada circunstancia y se establece un único camino, aún con equivocaciones.

Es bueno dejarse sorprender, agradecer y prepararse para las dimensiones que va adquiriendo nuestra misión por el efecto multiplicador que tiene el trabajar en función de la vocación de vida y de los ideales, y hacerlo con sentido. Soy un canal a través del cual todo se materializa, requiere, eso sí, de un organigrama de pensamientos, de espacio para la creación y para la profundización.

Mi origen está en la constelación de la anaconda que al mismo tiempo es la fuerza de lo femenino, la fuerza creadora y, dentro de ella, hay muchos universos porque trasegamos por vidas paralelas reflejadas en este presente, pero nos cuesta reconocerlo al no darle la verdadera dimensión al pensamiento. Es posible permitirse cualquiera de las dimensiones de temporalidad que dan acceso a otra información, pues el mundo se conecta con todo lo universal.

He pasado por muchas conexiones. La primera que se me reveló, de manera muy profunda, fue la Maya. Luego se despertó en mí una inquietud muy fuerte por la cultura egipcia, tanto que desde muy joven me arriesgué a producir un trabajo de enormes dimensiones en todos estos lugares que han llamado mi atención con el pretexto de tener un contacto directo con los lugares que me inspiran. Sale de mí ese soñador que mueve diferentes poderes, acusando sensatez, inteligencia y coherencia, aterrizado en lo concreto y en lo estético.

Escogí nacer en el hogar perfecto que atendió todas mis necesidades de aprendizaje, de crecimiento y de evolución, de la mano de mi madre, Consuelo Torres, una gran maestra. La vida me empezó a formar y a forjar desde el primer momento porque a los guerreros nos ponen a nacer de una manera particular, sin duda.

Mi madre, de San Carlos – Antioquia, fue hija de la violencia, sufrió en su infancia la guerra entre liberales y conservadores que acabaron con toda su familia para quedar ella como única sobreviviente. Desplazada llegó a Medellín donde fue adoptada por una familia muy humilde. Entonces soy hijo del vientre de una mujer afectada por la adversidad, por el desplazamiento, por la violencia y por un sinnúmero de situaciones dolorosas. Mi papá le llevaba cuarenta años, ya tenía él siete hijos mayores a ella, y luego llegamos otros cuatro, así que para ella las oportunidades fueron pocas.

Crecer en un entorno como este lo llena a uno de herramientas de supervivencia. Jamás me he sentido víctima, la pobreza no es indigna y no la viví como catástrofe sino de manera natural. Tuve una infancia feliz en la que, así como jugué con mis amigos, también trabajé y lo hice desde los tres años, cargué mercados, recogí plata de la calle, recuerdo muy claramente las cantinas, la noche, el ruido, desarrollé la habilidad de entrar a lugares para mí prohibidos. La malicia lo vale todo en esas circunstancias, las defensas se impregnan y lo hacen con fuerza. Me convertí en un sobreviviente, en guerrero, hábil, ágil.

INFANCIA

Mi primer recuerdo es a mis tres años. Salí de mi casa para llegar al sitio en el que nos surtíamos de agua y vimos a dos hombres que peleaban con cuchillos, hoy puedo decir que mi sensación era cercana a la de haber estado en el circo romano, en el que unos celebran, otros se angustian, pero finalmente nadie hace nada. Todos celebraban y nadie le daba el verdadero valor a la vida.

Llegó un momento en el que la familia se separó, cada uno tomó su camino y perdimos el contacto. Mi papá se había desaparecido un día cualquiera porque fue a buscar oportunidades, con el tiempo mi mamá se enteró de que estaba en Cartagena así que nos recogió a todos, que seguíamos regados, y nos llevó con ella a buscarlo. Él vivía en un espacio junto a la plaza de mercado, en una bodega en la que trabajaba comprando los colchones de los barcos cargueros que ya estaban chatarrizados, también las escafandras, ollas industriales, muy grandes, y la madera. Así que todo el entorno cinematográfico estaba allí, era un mundo de fantasía impresionante pues nuestros juegos eran a saltar las montañas de colchones y navegar y capitanear los barcos salva vidas con el ánimo de llegar siempre a un buen puerto.

Considero que las cosas hay que entenderlas como son, hay quienes se culpan por las circunstancias, pero la clave está en entenderlas. Es por esta mentalidad que yo no veo las cosas como desfavorables, tampoco he vivido con anhelo de progreso o con deseos de salir adelante, simplemente me he despertado a diario con el animo de trabajar, de transformar mi mundo, ordenarlo por colores porque para mí todo tenía que estar bonito pese a que vivía en casa hecha de lata y cartón, de piso de tierra, a la que entraban serpientes venenosas que teníamos que eliminar a diario. También viví en la plaza de mercado y cerca a un matadero, en el que trabajaba durante las noches, donde arrié vacas, vi su sacrificio diario, con mis pies descalzos caminaba por ríos de sangre, imágenes me que hacían sentir como viviendo en un purgatorio.

A mis nueve años hacía los mandados de las casas de citas en Cartagena, frecuentados por García Márquez y por Obregón, así me enteré de todas las historias que estas mujeres tenían con ellos, lo que me dio una visión muy amplia de la vida. Mi día normal consistía en levantarme a las cinco de la mañana, ir al matadero, recoger las botellas del trago que habían consumido los mas de quinientos hombres que allí trabajaban. Tres horas más tarde iba a la escuela, a la una llegaba a mi casa, luego salía para la plaza de mercado donde ayudaba a cargar mercados durante toda la tarde, y en la noche volvía a hacer mandados de nuevo en el matadero.

Mi memoria ha sido excesivamente hábil, al tiempo tomaba los pedidos de mucha gente sin anotar las largas listas: “tráeme un paquete de cigarrillos, una libra de arroz, tres huevos, un pedazo de queso, toallas higiénicas, condones, buscapina y trago. Esto hizo que las señoras de los burdeles se encariñaran conmigo. A las once me acostaba a dormir para comenzar de nuevo al día siguiente.

A los once ya no vivía en familia, era independiente, había terminado la primaria y quizás el primer año de bachillerato; a los doce ya administraba una tienda y con empleados a mi cargo. Sí, yo fui un niño diferente, trabajador, responsable, ordenado, con una particularidad en mi alma distinta a la de todo mi entorno, e incluyo a mi familia.

En mi adolescencia conocí otro mundo, vi a mi vecino convertirse en sicario, supe de otro que asaltó un banco, mientras yo disparaba fotos, lo que hice desde los 14 años. Como era tan pilo, siempre se presentaba alguien que quería que yo trabajara en algo distinto, lo hizo mi cuñado cuando me llevó a su finca cafetera. Allí me encontré con sus libros y con su música, entonces me convertí en un devorador de ellos, y ese es el punto de partida de mi proyecto “El Quijote”, pues ahí conocí la obra de Cervantes, de García Márquez y unos tantos mas.

En mi mundo no hubo lugar para nada distinto que para la lectura además mi vida como fotógrafo comenzó en ese lugar. Mi primera cámara estaba esperando por mí, mi cuñado también tenía libros de fotografía que yo observaba con detenimiento y en absoluto detalle. Un día cualquiera un amigo me pidió que le sacara unas fotos pues se iba a modelar a Japón, entonces lo llevé a una cascada muy cerca de donde vivíamos y lo fotografié con la propiedad que solo puede tener un profesional apoyado en lo que había aprendido por observación, lo hice con total determinación y seguridad, y esas imágenes son las que me tienen aquí hoy.

Desde ese momento no he dejado de tomar fotos, nunca he parado, ni por un segundo. Cada día es más impresionante que el siguiente, no es posible que yo le pida más a la vida: un día me dio acceso a los libros, al otro a una cámara, y al siguiente ya estaba retratando personajes de la vida nacional y del mundo, mis fotos llegaron a las portadas de las revistas más emblemáticas, mi trabajo comenzó a darle la vuelta al mundo y, finalmente, vinieron los libros. Conocí personas y produje dinero como nunca pude imaginar que lo haría, en proporciones no soñadas, y la fotografía se convirtió en mi ventana al mundo.

Todo esto me impacta en el sentido de la responsabilidad, porque amo profundamente lo que hago, entonces debo mantenerme al servicio de mi vocación de la mejor forma posible y con la fórmula que aplico desde mis diez años, la de levantarme todos y cada uno de mis días a trabajar. Llevé siempre una vida diferente a la de mis hermanos, no por obligación pues mis padres nunca me mandaron a trabajar, tampoco nunca pasamos hambre, fue mi iniciativa, no me generó angustia, jamás nadie abusó de mí y tampoco experimenté ninguna tragedia.

Cuando se tiene un foco claro lo demás no interesa, cuando ya se es maduro, se es consiente, se conoce el funcionamiento del sistema, ya se tiene mucho terreno ganado. Todas estas experiencias me llevaron a estudiar y profundizar en los diferentes temas que me inquietaban, leí y aprendí sobre las distintas culturas y religiones, esto me sirvió para entenderme mejor pues a mí nunca nada me ha generado impresión, ni susto, ni absolutamente nada.

Volví a Medellín donde mi cuñado me vinculó con un amigo suyo fotógrafo para que me diera clases, me regaló la cámara y sus libros de fotografía. Esto cambió mi vida porque un mes después ya estaba viendo publicadas mis imágenes en la portada de la Revista Aló.

Cuando pasé frente al Museo de Antioquia vi a un fotógrafo con una cámara muy grande haciendo imágenes de un libro, me le acerqué y me ofrecí a ayudarle, no aceptó, continué observando su trabajo, al ver mi interés me habló. Estaba haciendo una fotografía de unas obras de Botero, pero como no le permitieron hacerla en el museo, entonces sacó la reproducción del libro. Me invitó a su estudio porque podrían estar necesitando a alguien como asistente.

Antes de presentarme, organicé todas mis fotos e hice nuevas. A la semana, cuando fui, me asignaron para hacer el trabajo social, “Matrimonios, primeras comuniones etc.”, y en este trabajo podía tener acceso a sus equipos. Quince días más tarde era el matrimonio de Patricia López Ruiz con un lord inglés, una boda fastuosa, muy concurrida, y la cubrí. Era un viernes, el lunes llamaron al estudio de la revista Aló solicitando las fotos realizadas por el estudio, se enviaron a Bogotá y fueron usadas para su portada.

Estas cosas siempre me impulsaron a seguir creciendo, a estar muy concentrado, a ahorrar y con mis recursos comprar más libros, mejores equipos y revistas especializadas del exterior. Comenzaron a llamarme de todos los eventos de relevancia, hasta que mis imágenes llegaron ante los ojos de Darío Arismendi en el periódico el mundo, en donde hice una gran escuela, haciendo todo tipo de fotografía.

El concepto que se impuso en el estudio era el de que una persona iba, la maquillábamos, peinábamos y vestíamos, así fue como aprendí sobre maquillaje, pelo y vestuario. A mis quince años dominaba toda esa estética, también aprendí a comportarme en la mesa, a relacionarme socialmente, lo hice de manera natural, también a través de la observación. Siempre tuve sensibilidad hacia la moda, me gustó comprar ropa de marca, aunque implicara tener menos prendas en mi ropero.

Impuse un modelo de trabajo, no soy el fotógrafo al que llaman para que tome unas fotos, soy yo quien genera toda una puesta en escena, me dediqué a desarrollar proyectos que vendí a las revistas, proponiendo personajes, la manera de hacer mi trabajo y la imagen ha sido siempre propositiva, así fue con todas las publicaciones con las que he tenido la oportunidad de trabajar en Colombia como también en diferentes países.

VIAJE A EUROPA

Decidí ir a Europa a estudiar, entré al universo de la fotografía de otro nivel. Tenía veinte años en un mundo de adultos, Ruven Afanador, ya era reconocido en Nueva York, y era referente lejano, también seguía a los fotógrafos locales como Leo Matiz, Hernán Díaz, Alfonso Murillo y Mauricio Mendoza, ellos como fotógrafos comerciales.

Un día un buen amigo llevó a mi estudio a Amparo Grisales, le hice unas fotos muy bellas y ella se encargó de proponerlas en diferentes revistas en Bogotá, con las que hicieron portadas que me abrieron puertas importantes consolidando mi nombre profesional a nivel nacional.

A mis diecisiete el mundo se me volvió tan grande que ya hacía carátulas de discos, portadas de revistas, la imagen de marcas corporativas como la de Catalina, de vestidos de baño, la de Armonía, Carlos Pinel y tantos otros. La vida exigiéndome ser adulto, ganándome el dinero que me permitieron comprar casa para mi madre y para algunos de mis familiares. A mis veinte ya estaba organizado, tenía mi estudio propio y hasta me permitía coleccionar arte y criar caballos con el fruto de mi trabajo.

Disfruto el proceso de crear más que el resultado final pues ese es la consecuencia, porque me gusta la narración de la historia, el clímax del proceso de producir una imagen.

REGRESO A COLOMBIA

Fui el fotógrafo del periódico El Mundo y el consentido de Darío Arismendi. Pero la situación se complicó con un compañero de trabajo y un mafioso terrateniente de Pablo Escobar que nos amenazó de muerte por un lío de faldas con uno de mis compañeros, celos mal infundados. Cada uno tomó su rumbo, yo decidí volver a Cartagena donde permanecí un tiempo y cuando bajó la marea volví, allá conocí a una mujer que me pidió le cotizara mi trabajo.

En ese momento un estudio en Medellín costaba cien mil pesos, yo le cobré por unos afiches y viáticos el equivalente a cinco millones de pesos de hoy, y los pagó. He sido un hábil negociante con experiencia adquirida en la infancia, esto me permitió ser uno de los fotógrafos más cotizados del país, y todos querían posar para mi lente, quizás por la calidad indiscutible de mi trabajo.

En ese momento de vida y estando en Cali tomé la decisión de casarme con mi novia que tuve desde los quince años, matrimonio que duró diez meses. Fui adoptado por su familia, conocí la unión, el concepto de hogar, el cariño, lo que fue determinante en mi vida. Pero mis constantes viajes deterioraron la relación. Divorciado decidí viajar a la cuna de la moda, de la irreverencia de la imagen, donde me encontré con el universo de las grandes publicaciones, los diseñadores, la moda, y el diseño, necesariamente estoy hablando de Italia, por supuesto.

Organicé mi portafolio con el que fui aceptado en último año de carrera, reconocieron mi talento y un profesor me conectó como asistente de renombrados fotógrafos. El día en que llegué a Italia, una amiga me invitó a una fiesta donde me presentó a un diseñador muy importante que al ver mis fotos dijo: “te falta mucho por aprender”. Ese portafolio jamás lo volví a abrir, construí uno nuevo y reconocí que mi trabajo resultaba muy básico al lado de los grandes, no tenía el nivel del medio que me abría las puertas, yo era tan solo un principiante.

Trabajé con grandes fotógrafos como asiente, uno a quien le guardo espacial cariño es Bob Krieguer, quien era fotógrafo de Uomo Vogue y socia de esta publicación, allí conocí el verdadero mundo editorial al mas alto nivel.

Si bien mis fotos eran buenas, definitivamente también eran ridículas para un entorno cultural como el del mercado italiano. Esta experiencia duró tres años y mi conocimiento me acompañó de regreso al país donde implementé un modelo totalmente disruptivo, con disposición de un estudio para realizar mis producciones, acompañado de maquillador artista, director de arte, en el que se brindaba tratamiento de altísima calidad a nivel de producciones

En ese instante se nace una nueva historia de la fotografía en Colombia, hice todas las portadas, las campañas y revistas, me llamaron de las agencias más importantes de publicidad de ese momento.

Mi profesor en Italia y director de arte de una revista de gran nivel me animó a que viajara a Japón, respaldado por la calidad de mi trabajo y por el manejo que yo le daba al color y que él consideraba único, vivaz. Yo ya hablaba italiano, pero no inglés, entonces decidí que debía ir a estudiarlo en Londres.

Regresé a Colombia a trabajar con miras a conseguir los recursos para mi próxima aventura, realicé proyectos muy importantes que me facilitaron realizar mi viaje de estudio y con miras al siguiente paso que era Japón.

Con todo ya listo fui víctima de un robo en mi casa, la saquearon por completo, lo que me obligó a aplazar mi viaje a Londres, realicé un proyecto de calendario con Amparo Grisales, el mismo que me sirvió de pretexto para ir a Egipto, pues yo sentía un llamado desde hacía mucho tiempo, sabía que en cualquier momento debía pisar esa tierra pues mi conexión con ese lugar era muy fuerte.

Hecho el calendario, viajé a Londres y regresé al país encontrando que había sido un fracaso en ventas, no se logró el punto de equilibrio, estaba endeudado y la única forma de superar esta crisis era trabajando, como sabía hacerlo.

Año y medio más tarde y superada la crisis, volví a considerar el irme a Japón, pero ocurrió que un avión de American Airlines se cayó en Cali, adelantaron las investigaciones de rigor filtrándose que la aerolínea consideraba que los latinos eran borrachos que no sabían viajar, que volaban con exceso de equipaje, cajas, electrodomésticos, y que el peso había causado el accidente. La marca se vio gravemente afectada por el escándalo.

Desde Dallas me llamó la encargada de imagen de la marca que como estrategia había propuesto lanzar una revista escrita en español y portugués, Nexus. Querían en la portada a Betty la fea y a mí para fotografiarla, días más tarde me contrataron con exclusividad para hacer las portadas de la revista que tenía circulación mundial.

Fueron cinco años de dedicación, y entre muchos personajes que pasaron por mi lente cuento a Chayanne que después me llamó para su disco, luego vinieron Alejandro y Vicente Fernández, Mario Vargas Llosa, Celia Cruz, Calatrava, Coello, Fagundes, Fernando Botero, Juanes, Manolo. Y uno de los personajes que siempre quise retratar y se fue antes de que lo hiciera fue Chavela.

Durante ese tiempo también pasaron otra cantidad de cosas maravillosas, ayudé a crear la imagen de marcas como la de Onda de Mar. La proyección fue internacionalizarlas importando modelos, revolucioné nuevamente el mercado. También trabajé con muchas campañas de empresas multinacionales. La tragedia del 11 de septiembre acabó con mi vínculo con American, pues el mundo cambió.

PROYECTO – LIBROS

Seguí trabajando con clientes en Chile, Brasil, Miami, Nueva York, hice la primera película con Simón Brand, me llamaron de Europa, así mi ritmo continuó de manera frenética hasta que conocí en una fiesta a Antonio López, hace 25 años. Él me invitó a la reflexión cuando me dijo:

— Usted tiene mucho talento y está para otras cosas. Debería hacer proyectos más interesantes, como libros, por ejemplo.

En una segunda reunión me dijo que estaba interesado en que le hiciera un libro sobre la infancia y la pobreza en Latinoamérica, temas conectados con una realidad que yo conocía, esto fue una experiencia profunda.

Empecé a sentir que mi mundo se volcaba a la monotonía pues mi rutina era trabajar para recibir plata, decidí entonces viajar a Nueva York en busca de alternativas distintas, de otras posibilidades, pero la crisis económica no ayudó a mi propósito. Fueron tres años de fuerte aprendizaje, de ampliar mi red de amigos, de consolidar relaciones. Desde mi apartamento podía ver la ciudad en todo su esplendor, pero financieramente no estaba resultando rentable, entonces decidí revisar nuevamente mi portafolio.

En uno de mis viajes al país había visitado a Benjamín Villegas para presentarle una idea de libro. Elogió mi trabajo en el que tenía a tantos personajes, pero me dijo que no veía una línea clara, que lo revisara. Volví a Nueva York con una idea que me permitió estructurar mi material con criterio y un lineamiento mas claro.

Tengo un sueno de proyecto escrito desde hace muchos años, El Quijote, su bitácora supera las quinientas páginas, lo he ido construyendo foto a foto, los párrafos que me inspiran la imagen, diseño de la iluminación y el lente a usar. Soldados también lo hice así, consciente del conflicto que quería mostrar, mi mirada, la que conocí en mi infancia.

Cuento con diez libros en proceso pues trabajo en cada uno de forma simultánea. Inicié con Mitad Ángeles, Mitad Demonios, que fue polémico y no pudo comercializarse, continué con Retratos de Sociedad con Benjamín Villegas como editor y socio.

Yo financio mis proyectos, luego invito a las corporaciones para que conozcan el trabajo y lo respalden. El riesgo es alto pues un libro puede costar perfectamente varios millones de dólares, pero la experiencia de recorrer el camino lo justifica. Para que sean viables debo concentrarme en el manejo de relaciones públicas potente, debo también reunirme con los presidentes de las compañías, con el presidente de la República, con políticos y gremios, cuento con un equipo de trabajo muy calificado, y un socio de calidades excepcionales como lo es Benjamín.

Observo cómo a las nuevas generaciones les cuesta ver los caminos que les permitan salir adelante, con ellos comparto mis experiencias y les doy visión de negocio. Se debe identificar el propósito, tener norte, y capacidad de trabajo.

REFLEXIONES
  • ¿Cuál es tu norte?

Oriente. Viajar a la India me nutre, me da claridad, me impregna de espiritualidad, me da la oportunidad de compartir de forma muy cercana con grandes maestros y líderes, jerarcas que tienen tanto para entregar, por eso he ido en diez ocasiones.

  • ¿Cuál es tu mejor destino?

El budismo. Me ha dado mucha identidad, me gustan sus rituales, su disciplina, su pensamiento, su oración, me produce tranquilidad, llama siempre al respeto, a la búsqueda de la felicidad; la religión judía contiene mucha sabiduría, conocimiento profundo, aunque es muy cerrada en sus costumbres; considero que el catolicismo está construido sobre una gran base de confusión y desinformación, al tiempo que admiro la sabiduría de su maestro, Jesús.

  • ¿Qué es imprescindible en tu vida?

Desarrollar la sensibilidad para aprender a escuchar, de esta manera se aprende. Es el origen de mis imágenes, así nacen, pero también de libros.

Alguna vez venía en un vuelo de Nueva York leyendo el Código Da Vinci, por mis inquietudes alrededor de María Magdalena, y en él menciona el Santo Grial. Una vez desembarcado llamé a Daniel Samper Ospina y le sugerí que hiciéramos unas fotos para Soho. De ahí nace la imagen de la ultima cena.

Por lo tanto, se debe estar muy despierto y atento, centrado, dispuesto a escuchar las señales que manda el universo.

  • ¿Qué hay en tus silencios?

En mis silencios siempre hay un viaje profundo que me conecta con lo mas profundo de mi ser… Es un espacio que amo.

  • ¿Qué es una imagen?

Un recurso para comunicar, con una intención estética.

  • ¿Qué es el tiempo?

Vivo en el no tiempo. Para mí es una creación mental, porque no somos nadie.

  • ¿Qué es ser alguien?

El libro de El curso de los milagros, transcrito por un maestro y que dista de la religión, dice que nada significa nada y todo al mismo tiempo. Somos el significado que nos queramos dar. Por lo mismo, eso soy, un desprendido de absolutamente todo y consciente de que no hay beneficio sin sacrificio.

  • ¿Podrías ser alguien distinto?

No. Nunca me lo he planteado.

  • ¿Te debes algo, te has defraudado alguna vez?

No. Porque siempre he tenido la consigna de infinito respeto, de infinito amor por lo que hago, aplicando altos parámetros, con honestidad y compromiso.

  • ¿La vida te quedó debiendo infancia?

Fui un niño muy serio, pero libre y feliz. Mi vida ha sido plena, me ha permitido darme gustos, y no sentirme afligido si algo no se da. Amo lo que hago, a mis animales y abrazo mi talento.

  • ¿Qué es lo que hoy más valoras?

El que cada día lo superfluo me cautiva aún menos, tengo el foco muy claro y activo, valoro a mi gente, mi salud y mi trabajo.

  • ¿Cómo te ves en un futuro lejano?

Igual. Disparando fotos hasta mi último suspiro.

  • ¿Cómo concibes la muerte?

Para mí no viene mucho pues esta es mi última experiencia en la tierra. Me queda divagar el universo.

  • ¿Qué quieres dejar en las personas que se acercan a ti?

Un libro como huella inherente. A mí me habita una definición de gratitud, me parece un descaro pedir ser recordado, ahí interviene el ego, y las vanidades no son necesarias.

  • ¿Qué debería decirse de ti el día de mañana?

Fue un heredero del viento.