Mario Posada García-Peña

MARIO POSADA GARCÍA-PEÑA

Las Memorias conversadas son historias de vida escritas en primera persona por Isa López Giraldo.

Soy una persona agradecida, un católico no muy practicante que en las noches agradece a Dios todo lo bueno que le ha permitido tener y conocer. He tenido oportunidades magníficas como las de estudiar en las mejores universidades del país y en una de las mejores del mundo. Actualmente desempeño un rol directivo en el que busco transmitir las buenas prácticas aprendidas en estas instituciones. Me considero generoso, no solo en lo material, sino con mi tiempo, con mi conocimiento. Me siento muy orgulloso de mi rol de esposo y padre.

ORÍGENES

RAMA MATERNA

Roberto García-Peña, mi abuelo, fue una persona fantástica, un hombre bondadoso, bueno por esencia. Un gran periodista que por más de cuarenta años dirigió el periódico El Tiempo y por más de diez fue su director emérito.

Retirado del oficio siguió siendo el centro de la familia, porque todo giraba a su alrededor. Se casó con Rosita Archila, con quien tuvo tres hijos: Roberto, mi madre Marytluz, y Clarita. Enviudó relativamente joven, a sus sesenta y cinco años, entonces sus hijas lo rodearon de mucho afecto y trece nietos. No lo descuidaron, en parte, para evitar que se volviera a casar. Murió en 1994, y en uno de sus obituarios alguien reseñó que había sido una persona “hecha de pasta buena”.

Rosita, mi abuela nació en Sogamoso, y heredó la chispa y la malicia boyacense que nos transmitió a todos: mi mamá tiene muchos de sus rasgos. Cuentan que fue tan especial o aún más que mi abuelo y más aguerrida. Alguna vez, cuando mi mamá tenía dieciséis años, la abuela la subió al carro y le pidió que manejara sin que ninguna de las dos tuviera noción de hacerlo.

MARYLUZ GARCÍA- PEÑA ARCHILA

Maryluz, mi mamá, heredó del abuelo la capacidad de ser el centro de la familia. Es muy católica, practicante y, por motivación de mi abuela, hace parte del Opus Dei. Esto también la convierte en alguien rigurosamente conservadora, pero para algunas cosas resulta liberal, pues siempre quiso que los hijos viviéramos a plenitud la vida.

Estudió bacteriología en la Universidad Javeriana, pero nunca ejerció. Eso sí, ha sabido mantener las relaciones de amistad con sus compañeras, incluso con las del colegio, a quienes llama: “las niñas de la clase”. Ahora todas cuentan más de noventa años de vida. Tiene también un espacio al que llama “el miércoles de los nietos”, en el que les ofrece un almuerzo especial.

RAMA PATERNA

Era tal la importancia de mi abuelo materno que los abuelos paternos no tuvieron un rol relevante en mi vida. Recuerdo haberlos visitado un par de veces, también acompañé sus funerales, pero sin que hubiera tenido una cercanía en el plano de los afectos. Mi relación con ellos era básicamente de respeto.

Francisco Posada Zárate, mi abuelo, fue un abogado laboralista que infundía respeto, pero no era amoroso. Quizás por la costumbre de ese entonces, los nietos le debíamos pleitesía y debíamos conservar la distancia.

Cristina Díaz, mi abuela, compartió con el abuelo una casa tradicional en Chapinero, de estilo inglés. Como les gustaban las antigüedades, tenían cualquier cantidad de figuras religiosas y santos labrados en madera que nos daban pánico cuando éramos niños. A ella le gustaban los animales, tenía pájaros y una perrita, una Pincher “espantosa” de nombre cucaracha que se movía velozmente en medio de la oscuridad de la casa especialmente durante las noches.

Seguramente mi amor por los animales es heredado de mi abuela, y mi amor por el derecho es heredado de mi abuelo.

JAIME POSADA DÍAZ

Jaime Posada Díaz, mi papá, nació el 18 de diciembre de 1924. Fue un intelectual con una vida muy meritoria que se dedicó a la academia. Estudió Derecho en la Universidad del Rosario.

Estuvo muy vinculado a un grupo intelectual de académicos mayores que él, quienes lo llevaron a ocupar posiciones importantes desde muy joven. A sus treinta y siete años ya había sido secretario privado de Germán Arciniegas en el Ministerio de Educación, y a esa edad fue designado ministro de Educación por encargo del presidente Alberto Lleras. Precisamente, fue Lleras quien le pidió ser el representante de su Gobierno en la misión Kennedy en la Alianza para el Progreso, por lo cual atendió al presidente John F. Kennedy cuando llegó al país. Paralelamente el expresidente Eduardo Santos, propietario de El Tiempo, lo había vinculado al periódico.

Influido por sus amigos, pero también por Baldomero Sanín Cano, se vinculó a la academia. En 1952, siendo muy joven, fundó la Universidad de América que fue reconocida como tal en 1956. Fue uno de los promotores de la Asociación Colombiana de Universidades – ASCUN. Dirigió la Academia Colombiana de la Lengua, fue miembro de número de la Academia de Historia, y asistente asiduo de la Academia de Jurisprudencia, de la Academia de Medicina. Promovió la fundación del Colegio Máximo de las Academias, porque creía en el trabajo colaborativo de la que fue durante mucho tiempo su presidente.

Participó en política.  Alberto Lleras Camargo lo nombró ministro de Educación; fue representante a la Cámara y senador de la República; embajador de Colombia ante la OEA y embajador en Austria.

En los interregnos de la política, dejaba encargada de la rectoría de su Universidad a personas cercanas, pero al regreso la asumía nuevamente. Así ocurrió hasta el día de su muerte, un 2 de julio de 2019.

CASA MATERNA

Mis papás se conocieron en el periódico El Tiempo donde Eduardo Santos les dijo: “Ustedes ya se pueden casar. La fecha ideal será el 30 de enero de 1954. Podemos hacer la fiesta de matrimonio en mi casa”. Y así fue.

Mi mamá se dedicó al hogar para transmitirnos todo su cariño y generosidad. Ejerció el rol de supervisión familiar, del mantenimiento de la casa, del cuidado de nosotros. Y lo hizo de manera muy maternal y cariñosa, porque es muy amorosa. Administró de manera muy organizada incluso los desayunos, almuerzos y comidas para que estuviéramos todos.

El recuerdo que tengo de mi padre es el saberlo estudiando, trabajando, viajando. Por el entorno en que creció, mi papá fue cariñoso, pero a su modo: no era de dar abrazos ni besos. Nos enseñó disciplina, pues siempre lo vi concentrado en sus actividades académicas y en sus responsabilidades como político.

INFANCIA

Vivimos en una casa muy grande de tres niveles a la que se entraba por el piso del medio donde quedaba la sala, el comedor y la cocina. Nuestros cuartos estaban en el nivel inferior y el de mis papás en el superior. Junto a la habitación de mis padres estaba el estudio, un espacio fantástico que papá llamaba “mi biblioteca”. Mi papá no acumuló riqueza material, era muy desprendido, pero sí tenía una obsesión por los libros. Recuerdo verlo leer en las noches y mantener al tiempo tres o cuatro libros en su mesita de noche, no solo en español, sino también en inglés y en francés. Porque, como mencioné, desarrolló él una actividad intelectual muy grande que nos transmitió principalmente con su ejemplo y con su disciplina de trabajo.

Siempre nos vimos muy rodeados de la familia, en todas las fechas especiales. Por mucho tiempo mi abuelo materno alquiló unas fincas muy grandes en donde pasábamos la Navidad y el Año Nuevo con todos los primos. En sus últimos años compró una casa en Girón, Santander, donde tuvieron lugar nuestros encuentros. Si bien él era de Bucaramanga, el origen de su familia estaba en Girón, por eso cuando visito Santander no pierdo oportunidad de visitar los restaurantes y los sitios que recorrimos en esa época.

Fue precisamente en estos espacios en los que nos transmitieron los valores de formación.

HERMANOS

Somos siete hijos. El mayor, Roberto, nació en 1954, siendo mayor a mí dieciséis años. A sus catorce se fue a vivir a la casa de mis abuelos maternos. Su seudónimo, D’Artagnan, mis padres lo explicaban apoyados en el libro Los tres mosqueteros de Alejandro Dumas. Pero en realidad, y mi hermano lo contaba con mucha gracia, lo tomó del nombre de un perro de la casa vecina a la finca de mis papás. Murió muy joven, de cincuenta y cuatro años.

Marcela estudió enfermería en la Javeriana. En 1978 conoció a Alejandro Uribe, médico javeriano, norteamericano de origen colombiano, con quien se casó.

Luis Jaime es comunicador social de la Javeriana. Estuvo vinculado al sector financiero como vicepresidente de recursos humanos del Banco de Colombia y de la Caja Agraria. También fue vicerrector de desarrollo y recursos humanos de la Universidad de América.

Juan Carlos estudió ciencias políticas en la Universidad de los Andes. Desde muy joven demostró su pasión por la política y tuvo una carrera ascendente muy rápida. Fue viceministro del Interior de Horacio Serpa, secretario General de Presidencia en el Gobierno de Ernesto Samper, designado gobernador de Boyacá, cónsul en Venezuela, también en Sevilla. Falleció en el 2018 a sus cincuenta y siete años.

Vicente estudió comercio internacional, pero dio un giro radical a su vida profesional y por más de veinticinco años ha estado vinculado como auxiliar de vuelo en American Airlines.

Después de mí, siendo la menor, nació María Virginia con Síndrome de Down, pero tan leve que le ha permitido llevar una vida tranquila, con autonomía e independencia.

ACADEMIA

GIMANSIO MODERNO

Mi familia estuvo muy vinculada al Gimnasio Moderno. Al ser tantos, la gente que había pasado por el colegio decía que siempre tuvo como compañero a un Posada García-Peña o a un Pardo García-Peña. Rodrigo Pardo García-Peña, bellísima persona, inteligentísimo, periodista, quien muy joven fue canciller de la República en el Gobierno de Ernesto Samper, director de El Espectador, trabajó en televisión mucho tiempo y en la revista Semana.

Recuerdo que, en no pocas ocasiones, cuando salía del colegio llegaba a la casa de mi abuelo Roberto. El hecho es que alcancé a estudiar hasta tercer año de primaria, pero no por mal estudiante, sino porque a mi papá lo nombraron en ese momento embajador en Austria.

AUSTRIA

Esta fue una época fascinante. Austria es un centro cultural en Europa con todo ese misticismo alrededor de la música clásica, de los valses de Strauss. Recuerdo con fascinación haber estado en el Musikverein, escenario musical por excelencia.

Mis papás viajaron solo con los hijos menores, pues Roberto vivía con los abuelos y mi hermana Marcela ya estaba casada. Y recuerdo que vivimos en una casa campestre a las afueras de Viena, en Purkersdorf: la adornaban manzanos, y estaba rodeada de una naturaleza impresionante. Como mi hermano Vicente, estudié en el colegio del sector, que era público.

HELVETIA

Al regreso, y para que no perdiéramos el idioma, nos matricularon en el Helvetia donde fui muy feliz y donde hice amigos para toda la vida. Sigo la tradición de mi mamá reuniéndome con los amigos de la clase, aunque éramos pocos, no más de dieciocho. Recibimos una educación muy digna que parte de la autonomía del ser humano.

Un ejemplo de esto lo viví cuando, siendo zurdo, jamás me dijeron que escribiera con la derecha o que cogiera las cosas de determinada manera. Tampoco pude escribir con pluma, como se acostumbraba, porque arrastraba la tinta y partía las minas.

En los ejercicios de orientación profesional se reflejaba una gran inclinación por las ciencias sociales. Mis materias preferidas fueron la historia, la geografía, la cívica. Recuerdo una anécdota muy simpática de cuando estábamos en Austria. Mi papá me regaló tres mapas en versión rompecabezas: el del mundo, el de Europa y el de Austria. Con esto me aprendí todas las capitales y su ubicación. Desde eso me pareció fascinante la geografía.

UNIVERSIDAD DEL ROSARIO

Si bien tenía claro que quería estudiar Derecho, en algún momento me interesé por la Administración de Empresas, pero mi papá me dijo: “¿Qué empresa va a administrar? ¡No, no, no, estudie Derecho!”.

Mis amigos del colegio se matricularon en los Andes, entonces yo también quise hacerlo, pero mis papás, inflexibles, me dijeron: “Esto claramente no está dentro de las opciones. Nosotros tenemos un vínculo muy fuerte con el Rosario, además la decana es su cuñada”. Y fue precisamente Marcela Monroy, abogada muy reputada, quien me hizo la entrevista de ingreso. Como la veía todos los domingos en los almuerzos familiares, en el siguiente me dijo: “Mi única recomendación es que esté más actualizado”. Desde entonces leo todos los periódicos y revistas, me gustan las biografías y los libros de liderazgo.

Soy abogado de la Universidad del Rosario, especialista en Derecho Tributario, egresado de la maestría en Derecho Administrativo de la misma Universidad, lo cual me hace sentir muy orgulloso de ser rosarista, de contarme como uno de sus egresados y de hacer parte de esa comunidad. Al haber estudiado Derecho, tuve una afinidad muy grande con mi padre.

En el Rosario estudiamos por años completos, no por materias ni por semestres ni por créditos, entonces mis compañeros fueron siempre los mismos. Mis amigos del colegio se burlaban diciendo: “Es que en el Rosario sigue sonando el timbre del recreo”. Y en efecto sonaba.

En ese momento no le di suficiente importancia al hecho de ser colegial ni a obtener buenas notas. Ahora entiendo el simbolismo de una forma muy diferente, en ese entonces preferí disfrutar de mis amigos y de la libertad que significaba haber pasado a la universidad. Tampoco perdí un año, apenas unas pocas materias al comienzo de la carrera.

Muy rápido supe que me gustaba el derecho público, el constitucional, el administrativo. En quinto año conocí el derecho tributario gracias a Juan Rafael Bravo Arteaga, profesor fantástico, de gran prestigio, director de la especialización en ese momento y ahora profesor emérito. Cuando estábamos finalizando el pregrado en 1994, le pregunté si era factible empezar la especialización de inmediato, y así lo hice, sin haberme graduado. No me arrepiento, pues durante mucho tiempo me dediqué a ser consultor y litigante en esta área.

TRAYECTORIA PROFESIONAL

COLEGIO DE ABOGADOS ROSARISTAS

Cuando estaba en cuarto o quinto año, Ximena Betancur de Castro, compañera de estudio, se desempeñó como secretaria ejecutiva del Colegio de Abogados Rosaristas y nos empezó a vincular. Desde entonces hago parte, conformé su consejo directivo y por dos años fui su presidente.

El Colegio en su momento era la única asociación de egresados debidamente conformada, desarrollando actividades académicas y sociales que permiten un gran relacionamiento y un espacio de crecimiento muy importantes. Fue cuando el rector, Hans Peter Knudsen Quevedo, invitó al Colegio a que conformara la Asociación Rosarista, que es de egresados y que continúa vigente. Y tuvimos la oportunidad de presidirla.

Es muy importante la amistad que he construido con Hans, pero también con Víctor Hugo Malagón, su vicepresidente quien ahora también hace parte de la Universidad de América como miembro de nuestra Junta Directiva.

BUFETE DE ABOGADOS

Estando en la especialización de Derecho Tributario Mauricio Plazas Vega, uno de mis profesores, me dijo: “A usted le sobra mucho tiempo. Vincúlese a mi bufete de abogados”. Fue así como tuve la oportunidad de trabajar con uno de sus socios, Rafael Arenas Ángel, inteligentísimo, tan brillante como lo es Mauricio.

Rafael tenía como afición pilotear aeronaves, hacía parte de misiones médicas que visitaban diferentes regiones del país. Pero desafortunadamente, en una de estas misiones, su avioneta se accidentó y él murió. Por eso, hoy en día, el instituto que se dedica al relacionamiento y labores sociales lleva su nombre.

Cuando cambié de módulo en mi especialización, Lucy Cruz de Quiñones, decana de la Facultad, me invitó a que trabajara en su oficina particular que, junto con su esposo Antonio Quiñones, lidera con excelencia profesional. Aquí estuve tres años.

En 1998 Adelanté el programa internacional de impuestos en la Universidad de Harvard y a mi regreso me vinculé por dos años a la firma Parra, Rodríguez y Cavelier. Fue cuando decidí independizarme.

En el 2005 me vinculé en calidad de socio al bufete De la Calle, Londoño y Posada Abogados, con Humberto de la Calle, su hijo José Miguel, Ignacio Londoño y yo como líder del área tributaria. Doce años después mis socios se vincularon a Garrigues, cuando llegó al país, entonces yo seguí trabajando como independiente hasta el 2019.

OTROS ESTUDIOS

Cuando trabajaba en mi firma de abogados en temas de consultoría y litigio en derecho tributario, quise tener la visión del empresario, pero también como decisión producto de la crisis de la mitad de la vida en la que quise darle un giro a mi profesión. Entonces estudié el Executive MBA de los Andes. Este giro fue un poco más radical dada mi función profesional actual y que me llevó a adelantar un doctorado en Administración de Empresas, el mismo que está en curso.

En el ejercicio del Derecho Tributario me acerqué a la Cámara de Comercio de Bogotá. Un amigo, quien trabajaba en su Centro de Conciliación y Arbitraje, me invitó a hacer un curso para secretario de tribunales de arbitramento. Una vez lo terminé, fui el único que superó el 90% requerido para vincularse. Entonces participé de los procesos arbitrales , participando ya en más de veinticinco arbitramentos.

Una de las cosas que más me ha gustado de haber estudiado en el Rosario son sus lecciones de ética y de valores que, si bien me fueron inculcados desde la casa, fueron reafirmados en el proceso de formación profesional y que resultan tan útiles al momento de impartir justicia.

UNIVERSIDAD DE AMÉRICA

En el 2019 fui elegido como rector en la Universidad de América, cargo que ejerzo en la actualidad. De la mano de muchos de mis actuales colaboradores venimos adelantando un proceso de transformación que nos ha permitido posicionarnos como una de las mejores universidades del país, ampliando los programas y el portafolio. Recientemente fuimos reconocidos con el sello Great Place To Work.

FAMILIA

Estoy casado con Inés María Miranda, barranquillera a quien conocí en Cartagena de Indias. Fue profesora de primaria y secundaria de la Escuela Normal Superior de Cartagena. Es una mujer muy estructurada, de sólidos principios, los que vi en mi casa materna. Ha sido un complemento muy importante de seguridad y de tranquilidad en mi vida.

Después de trece años de convivencia celebramos nuestro matrimonio el lunes 30 de enero de 2023, misma fecha del aniversario de casados de mis padres, quienes se casaron por lo católico en 1954. Quisimos formalizar nuestra unión dado el origen católico de nuestras familias, especialmente lo hice por mi madre, para que se sintiera tranquila. Nos casamos en la Capilla San José de la Iglesia de San Ignacio que tiene unos frescos pintados en el techo hermosísimos, tanto que se le conoce como la “Capilla Sixtina de Bogotá”. La recepción la hicimos en la Casa de los Derechos. Esta es una sede preciosa, patrimonio histórico de la nación donde Antonio Nariño tradujo los derechos del hombre, del francés al español, en 1793. Actualmente es sede del Museo de Trajes, único en el país, y que pertenece a la Universidad de América.

Soy padre putativo de Carlos Andrés, futuro rosarista, pues adelanta cuarto semestre de Relaciones Internacionales. Lo conocí a sus diez años y desde que nos vimos sentimos amor mutuo, una fascinación increíble. Es mi razón de existir y de trabajar.

Tengo una familia interracial que seguramente resulta muy llamativa a los ojos de los demás. Nos divierte escuchar los comentarios que hacen o las miradas que nos dan. A los doce o trece años de Carlos Andrés nos encontrábamos los tres haciendo una fila en una entidad financiera cuando una señora se quedó mirándonos y nos dijo: “El muchacho sacó el color de la mamá, pero todos los rasgos y gestos del papá”.

Pero también soy padre perruno, de Gala, de cuatro años, y de su hija Kira de uno y cuatro meses. Son parte fundamental de nuestra familia.

CIERRE

Me siento pleno con mis logros, aunque también he tenido que afrontar situaciones difíciles. Los valores y herramientas adquiridas en la vida me han sido muy útiles para afrontar los retos. Creo que llegué al punto en el que puedo decir que me siento muy a gusto y pleno.