Juan José Echavarría

JUAN JOSÉ ECHAVARRÍA

Las Memorias conversadas son historias de vida escritas en primera persona por Isa López Giraldo.

Soy parte de la llamada tecnocracia colombiana, con un perfil un poco diferente al estándar (la mayoría bogotanos con carrera o postgrado en los Andes). Un ingeniero frustrado, seducido por la economía. Cuento con la fortuna de haber participado en la vida de algunas de las instituciones más importantes del país. Entre otras, Fedesarrollo, la Universidad Nacional, la Federación de Cafeteros, el Ministerio de Comercio Exterior, el Banco de la República, Ecopetrol. Personas muy valiosas que conocí en mi ya larga carrera resultaron definitivas en la vida. Hay que hacer lo que se quiere con pasión pues nunca se conoce el futuro. Siempre he vivido enamorado de mi esposa Lucy y de mis dos hijos Daniel y Enrique.

ORÍGENES

En la industrialización antioqueña seguramente jugaron un papel central la actividad comercial, la renta de la tierra urbana y las minas de oro. El oro como medio circulante confiable. Además, como menciona el historiador E. Hagen: “Es un mito nacional que virtualmente todas las actividades industriales en Colombia son dirigidas por antioqueños… `si no las fundaron, se dice, ahora son sus dueños…’”.

Según entiendo, el primer Echavarría, de origen vasco, apareció por allá por el siglo XVII, en Santa Fe de Antioquia. Cinco generaciones después, don Rudesindo Echavarría Muñoz envió un pequeño barril con oro a una casa comercial en Londres. Lo hizo solicitando el despacho de la misma mercancía provista a otras casas comerciales ya establecidas en la ciudad. Don Rudecindo fundó en 1875 la casa comercial “Rudesindo Echavarría e hijos”.

Jorge Echavarría, mi abuelo, trabajó unos años con su tío Alejandro en Coltejer (fundada en 1908). Luego creó con sus hermanos (los Echavarria gordos), y con otras casas comerciales a Fabricato en 1920. Estuvo a cargo de la compra de la maquinaria en Nueva York, y de su instalación en los años iniciales. Fue el principal impulsor de lo que luego se conoció como El Patronato, un centro de esparcimiento y estancia para las trabajadoras de la empresa. Pero murió muy joven, a los cuarenta y cinco años, en 1934.

Su esposa, Isabel, era hija de Camilo C. Restrepo, un ingeniero encargado de la construcción del Ferrocarril de Amagá, y luego gobernador de Antioquia (1929 -1930). Parece que a Don Camilo le fue bien casando a sus hijas con varias familias pudientes, de empresarios o comerciantes. Porque se casaron con los Obregón, textileros en Barranquilla; los Ángel, comerciantes en Medellín y Bogotá, entre otros. Lo importante para esta historia es que esas fortunas se diluyeron entre muchos descendientes no tan hábiles y a mí me tocó poco. Cuentan, además, que los Echavarría textileros se burlaban de sus primos Echavarría que producían loza, mucho más exitosos en el largo plazo.

Jorge Enrique, mi papá, estudió ingeniería textil. Comenzó su trabajo en Fabricato, pero en 1959 decidió montar con un socio un negocio de importación de aceros y motores suecos. Resultó rentable proveer insumos a la creciente industria paisa durante los 1950s y 1960s, y con ese dinero educó a sus cinco hijos. Un hombre tranquilo y buena gente con gran influencia sobre sus amigos e hijos. “Ustedes hagan lo que les guste en la vida”, decía.

No conocí a mis abuelos, y poco sé de la vida de mi abuelo materno, Juan José Soto. Pero tuve buena relación con mis dos abuelas. Mi abuela materna, Teresa Sierra, familiar lejana de Pepe Sierra, nació en Girardota. Ya viuda le tocó enfrentar una de las primeras invasiones agrarias en los años 1920s en su finca La Palma, productora de caña. Mi mamá Eugenia era una mujer muy bella, paisa tradicional y muy religiosa. Soy el hermano mayor y el único que migró a Bogotá. Los demás son buenos empresarios que nunca pensaron abandonar Medellín. Me crie entre muchos primos y primas.

ACADEMIA

COLEGIO Y UNIVERSIDAD

Estudié kínder y primaria con monjas en un colegio jesuita, y luego pasé al Colegio Benedictino de Medellín con curas catalanes antifranquistas. También estudiaron allí Álvaro Uribe y Sergio Fajardo. Fui buen estudiante y terminé bachillerato muy joven.  La carrera la realicé en la Escuela de Minas, parte de la Universidad Nacional de Colombia.  De dos mil aspirantes pasaban doscientos, lo que garantizaba la excelencia de sus estudiantes. En Minas conocí verdaderos “genios”, las mujeres eran aún mejores, y varios de ellos han sido mis amigos por el resto de la vida. En la Escuela de Minas pude observar la movilidad social en tiempo real: los niños “bien” de Medellín eran los mejores estudiantes al comenzar, pero la situación se invertía al final de la carrera.

BOSTON Y OXFORD

Cursé un año como Estudiante Especial en la Facultad de Business – Economics en Harvard, con mal inglés pero buenas matemáticas de ingeniero. Desde ese entonces me enamoré de la economía. Asistí a conferencias con varios Nobel, y tuve como profesora de Macro a Yanet Yallen, futura Presidente de la FED y actual ministra de Hacienda en la Administración Biden. Años más tarde supe que entre mis compañeros de clase estaban Jefrey Sachs y Larry Summers, dos economistas de enorme renombre en las décadas siguientes.

Obtuve mi maestría en Economía en la Universidad de Boston (me aceptaron las materias tomadas en Harvard), en ese entonces dirigida por Daniel Schydlowsky, con un centro muy fuerte de estudios latinoamericanos. En Boston conocí a José Antonio Ocampo en ese entonces en la Universidad de Yale.

Años más tarde terminaría mi doctorado en Oxford, luego de transitar varios años en el campo de la economía en Colombia. Mi directora de tesis, Rosemary Thorp, es una de las personas que mejor conoce América Latina, y mi amigo y profesor Malcolm Deas continuaría siéndolo por el resto de nuestras vidas. Mi tesis doctoral trató sobre el proceso de industrialización en Colombia. Compartí durante varios meses con Luis Carlos Galán la oficina que Malcolm nos prestó para trabajar. Como menciona Enrique Santos, Galán era “el más joven, valiente y valioso candidato a la presidencia que tenía Colombia”.

TRAYECTORIA PROFESIONAL

Regresé de Boston con mi esposa Mónica Herzig a Bogotá y no a Medellín, pues ella así lo prefería (desafortunadamente duró poco ese primer matrimonio). Mi única carta de presentación provenía de Richard Musgrave, director de la Misión Fiscal durante las Administraciones Pastrana – López Michelsen.

Me entrevistó Miguel Urrutia en Planeación Nacional, y por poco comienzo a dirigir una revista sobre Finanzas Públicas que estaban montando Rudolph Hommes y María Mercedes Cuéllar en el Ministerio de Hacienda, con Rodrigo Botero como ministro. Opté finalmente por Fedesarrollo.

FEDESARROLLO I

Llegué en 1978 a Fedesarrollo, en ese entonces dirigido por Roberto Junguito. Me dijo: “usted es un joven que promete…y le creí”. Las oficinas quedaban en el barrio La Soledad, en la futura sede de campaña de Ernesto Samper. Junguito se retiró pronto, cuando se terminó el apoyo de la Fundación Ford, y le sucedió Antonio Barrera quien nos saludó con el gran discurso: “Soy conservador de la caverna”. No lo era, aunque sostenía que era peor ser liberal. Antonio falleció a los pocos meses y fue reemplazado por Miguel Urrutia.

Miguel decidió que “quien no tenga proyecto, no tiene salario”, un esquema terriblemente duro que permitió sobrevivir a la entidad y convertirse en lo que es hoy día, el think tank más importante de América Latina. El esquema propuesto por Urrutia aplicó para todos excepto para mí, quizá porque yo podría ser un buen asistente de investigación para todos ellos.

Guillermo Perry fue mi primer jefe de proyectos, principalmente en el área de comercio internacional y mi gran amigo el resto de la vida. Yo ganaba un salario menor que Rafa, el mensajero de la entidad, pero trabajar allí fue una excelente inversión.

Fedesarrollo ha sido mi casa toda la vida. Allí me enseñaron economía Carlos Caballero, José Antonio Ocampo, Guillermo Perry y Miguel Urrutia, entre tantos otros. Traje en algún momento a Juan Luis Londoño y a Alejandro Gaviria. Y trabajé con Mauricio Cárdenas, Alberto Carrasquilla, Eduardo Lora, Mauricio Reina, Roberto Steiner y Leonardo Villar. La lista de compañeros de viaje es gigantesca. Cuento a Rodrigo Botero como mi amigo y consejero desde hace décadas.

Todos ellos han transitado entre la academia y los cargos públicos. El gran economista Guillermo Calvo menciona que este grupo de tecnócratas no es común en América Latina donde la gente mejor preparada va a cargos privados a hacer dinero. Con el paso del tiempo he entendido que Fedesarrollo tiene una función diferente a la Universidad, menos especializado en la frontera académica, más inclinado a incidir sobre la política económica en Colombia.

DOCENTE

Desde mi regreso a Bogotá comencé a dictar clases en diferentes universidades. En la Javeriana (el decano era Gabriel Rosas con profesores como Hugo Palacios) y luego en el Externado. El Decano era Enrique Low Murtra, asesinado por Pablo Escobar años más tarde, cuando autorizó la extradición como ministro de Justicia. En el Externado conocí a Jesús Antonio Bejarano, a César González y a Luis Bernardo Flórez, también profesores de la Universidad Nacional (en esos momentos en paro).

En la universidad tuve entre mis alumnos al actual presidente de Colombia, Gustavo Petro: excelente estudiante, nunca muy interesado en mis clases de Comercio Internacional. Para ese momento firmamos una carta con los demás profesores y muchos estudiantes solicitando su liberación de las caballerizas durante el Gobierno Turbay. También comencé a dictar cátedras en Economía en la Universidad de Los Andes. Sumando en términos burdos encuentro que he enseñado a más de cuatro mil estudiantes durante mi vida. Recibí el Premio Portafolio al mejor profesor de Colombia en 2016, y también el premio Encuentro con el Maestro de los exalumnos de Economía de la Universidad de los Andes.

UNIVERSIDAD NACIONAL, 1984-1985

La vida va escogiendo caminos insospechados. Viejos conocidos en el Externado me invitaron a la decanatura de Economía y acepté para acompañar al rector Marco Palacios (conocido por el mundo de Oxford; en los ratos libres adelantaba la tesis para el doctorado en esa Universidad).

Llevé como vice decano a Jorge Iván González, el actual jefe de Planeación Nacional. César González y Luis Bernardo Flórez ocuparían cargos importantes en la Administración Samper. Entre los profesores de planta estaban Ricardo Bonilla y Germán Umaña, actuales Ministros de Hacienda y de Comercio en el Gobierno Petro. Uno de los profesores más lúcidos, Chucho Bejarano, fue asesinado vilmente por las FARC. Entre los logros de ese período quisiera destacar la re-creación del Centro de Investigaciones para el Desarrollo (CID), originalmente instaurado por el gran economista Lauchin Currie, en 1966, el lanzamiento de más de quince libros de los profesores de la Facultad y el fortalecimiento de los sistemas de cómputo en la misma Facultad.

FEDERACIÓN NACIONAL DE CAFETEROS, 1991-1993

De vuelta en Fedesarrollo recibí una llamada de Don Jorge Cárdenas, gerente de la Federación de Cafeteros. Él y el gerente técnico, Álvaro Villegas, me invitaron a dirigir el nuevo Censo Cafetero de Colombia. Quería continuar como investigador en Fedesarrollo hasta que Miguel Urrutia me dijo: “buenísimo que te vayas”. La frase no parecía muy amable, pero Miguel tenía razón.

Se hizo el Censo, y conformamos uno de los mejores equipos de investigación en el país para desarrollar estudios paralelos al Censo. El grupo incluía a Alejandro Gaviria y a José Darío Uribe (quienes recién terminaban sus estudios de economía en el exterior), a Juan José Perfetti, Marión de Libreros y Manuel Ramírez, entre muchos otros.

Entre los trabajos paralelos al Censo, uno fue especialmente importante. Se escogían fincas en todas las regiones cafeteras y luego se contaban las pepas de los árboles. El resultado fue totalmente inesperado: las regiones más productivas del país ya no eran Antioquia y el Viejo Caldas, como se creía, sino Huila, Tolima, la Sierra Nevada y Nariño, todas regiones con bajos salarios.

Este trabajo podría haber servido a la Federación para planear el futuro, solo que fue “engavetado” varias décadas. Pero los incentivos económicos son poderosos y el café terminó moviéndose de todas formas a esas regiones. No es extraño, entonces, que el nuevo gerente de la Federación haya nacido en Huila.

En los meses finales del Censo me informó Don Jorge Cárdenas que el nuevo ministro de Comercio, Juan Manuel Santos, le había llamado insistentemente para que lo acompañara como viceministro: Juan Luis Londoño le había sugerido mi nombre. Gabriel Rosas, mi primer jefe en la Javeriana, me convenció y acepté el nuevo cargo.

MINISTERIO DE COMERCIO EXTERIOR

Reemplacé a Marta Lucía Ramírez, futura ministra de defensa y vicepresidente de Colombia en las décadas posteriores. Juan Manuel Santos conformó un Ministerio dinámico lleno de gente joven y “pila”, como Mauricio Reina, Ingrid Betancourt, Clara Rojas y Miguel Gómez, entre muchos otros (la lista es inmensa). Algunos de ellos serían sus amigos en el futuro, otros lo abandonarían en el camino.

Santos también fue nombrado Designado y supo delegar el manejo técnico del Ministerio. Acompañamos a César Gaviria, a Rudolph Hommes y a Armando Montenegro en la tan criticada apertura económica. Cerramos acuerdos comerciales con México y Venezuela, con Chile y con el Caribe, y adelantamos negociaciones tendientes a ser parte del NAFTA con los Estados Unidos, algo que se logró años más tarde.

ORGANIZACIÓN DE LOS ESTADOS AMERICANOS – OEA

Gaviria me invitó a ser parte de su equipo en la OEA, con la tarea de crear allí una nueva unidad de comercio internacional. Mi esposa Lucy me convenció de aceptar. La vida en los Estados Unidos sería un nuevo reto profesional y una experiencia de vida muy enriquecedora para nuestra familia. Enrique y Daniel tenían doce y diez años en ese entonces.

En Washington estaba todo el “kínder” de Gaviria. Rudolph Hommes en el BID, Armando Montenegro en el Banco Mundial, Fabio Villegas en la Embajada de Colombia ante la OEA, y Gabriel Silva, Miguel Silva, Juan Mario Laserna y César Negrete en la OEA. Estuve en Washington los cuatro años del gobierno Samper en tiempos de calentura política en el país. Lucy obtuvo su Maestría en Ciencias de la Salud y Demografía en John Hopkins, muy útil en su posterior carrera profesional.

FEDESARROLLO II

Decidimos regresar a Colombia a finales de 1998. Mi esposa comenzó a trabajar en la Universidad Externado de Colombia con un grupo de mujeres excepcionales, liderado por Lucero Samudio, en el área de la salud sexual y reproductiva, y yo regresé a Fedesarrollo.

Mauricio Cárdenas renunció como director para ocupar el cargo de Ministro de Transporte en el Gobierno Pastrana, y yo fui nombrado director. Es un cargo muy interesante pero extenuante.

La crisis de 1999 llevó a que las empresas recortaran sus “gastos suntuarios”: la investigación aplicada, uno de ellos. Hay que investigar y escribir en las mañanas, explicar las implicaciones de los trabajos de Fedesarrollo a los periodistas y congresistas a mitad del día, y obtener dinero para financiar la Entidad en las tardes.

Algunos debates fueron acalorados. En particular, argumentamos con Juan Luis Londoño, en ese entonces en la Revista Cambio, que la banda cambiaria acentuaba y perpetuaba la crisis.  Se realizaron múltiples trabajos, pero dos de ellos merecen mención aparte: la Misión Institucional dirigida por Alberto Alesina (q. e. p. d) y la Misión de Impuestos dirigida por James Poterba, Joel Slemrod y Richard Bird. Ambos libros fueron publicados por MIT Press.

BANCO DE LA REPÚBLICA

Ya llevaba cuatro años como director de Fedesarrollo y estaba verdaderamente extenuado cuando recibí una llamada de César Gaviria desde Venezuela (la OEA supervisaba la calidad de las elecciones). Me dijo: “Carlos Caballero renunció como miembro de la Junta Directiva del Banco de la República, me llamó el presidente Uribe, y quisiéramos postularlo para el cargo”.

Sabía que ello significaba entrar a un “convento” donde, como menciona Antonio Hernández, si alguien te llama tiene que ser un miembro de la familia. Las opiniones del gerente y de la Junta como grupo, son las que pesan. Le dije a Gaviria que preferiría ser ministro de Comercio (el Ministro había renunciado), una actitud bastante petulante, pero finalmente acepté.

Al poco tiempo de ingresar a la Junta, competí con otros candidatos por la Gerencia del Banco, pero José Darío Uribe fue favorecido por la votación de los demás miembros. “J” tiene cualidades excepcionales como investigador y había acompañado a los demás miembros de la Junta en los difíciles años 1998 y 1999. Además, José Darío había traído a Colombia el esquema monetario de inflación objetivo que tantos beneficios ha brindado al país.

En la Junta aprendí macroeconomía del mundo “real” (mucho más complicada que la que enseñaba en la Universidad), y trabajé intensamente con muchos de los maravillosos investigadores y técnicos del Banco.

FUNDACIÓN BUEN GOBIERNO

Terminó el período en la Junta, luego de diez maravillosos años (Carlos Caballero había utilizado dos de los doce que normalmente dura un codirector). Estuve dos años en la Universidad El Rosario, trabajando en las áreas de comercio internacional y laboral (informalidad).

El trabajo en Comercio fue publicado luego en un libro con Jorge García, y muestra que la apertura económica de Gaviria duró poco, pues los gremios lograron incrementar nuevamente la protección “por la puerta de atrás”. Los aranceles bajaron, pero se crearon nuevas barreras “paraarancelarias”, permisos de todo tipo para obstaculizar las importaciones. También montamos un proyecto gigantesco sobre informalidad que recién termina.

El presidente Santos me propuso dirigir la parte programática de su campaña de reelección, una decisión arriesgada para alguien con vocación académica. Reuniones interminables con representantes del sector salud, con profesores y expertos en educación, entre muchas otras. En paralelo propuse dictar en la Universidad de los Andes el curso “Problemas Colombianos” con la participación de ministros y académicos y muchísimos estudiantes. En la Campaña conocí el país “político”, complejo y muy diferente al académico.

Santos ganó en segunda vuelta a Oscar Iván Zuluaga, pero no apareció cargo alguno en el Gobierno. Mauricio Cárdenas continuó como ministro de Hacienda y Simón Gaviria fue a Planeación Nacional. Sin embargo, como tantas veces en mi vida, el azar juega un papel importante: si hubiese trabajado en el Gobierno Santos, posiblemente nunca hubiese sido gerente del Banco de la República, el cargo al que todo economista aspira en Colombia.

MISIÓN CAFETERA

El presidente Santos me invitó a dirigir la Misión Cafetera, un ejercicio que normalmente se hace cada diez años en el país. Pero el sector vivía momentos agitados. El precio internacional del café se había descolgado entre 2010 y 2014, y habían manifestaciones multitudinarias de las recién creadas “Dignidades Cafeteras” contra la Federación y contra las demás instituciones cafeteras.

Trabajamos con Pilar Esguerra, Cristián Samper, Eduardo Lora, Roberto Steiner y varios expertos internacionales y miramos cuidadosamente las cifras disponibles en los distintos países cafeteros. Me impactó desde un comienzo que los cafeteros en Brasil celebrasen que los precios eran aún muy altos cuando en Colombia producían gran malestar.

Los mensajes de la Misión fueron claros y simples: el gobierno no debía participar en un gremio privado (los pactos cafeteros terminaron hace décadas); el país debería sembrar todo tipo de café, incluido el café robusta; y debían fortalecerse las instituciones cafeteras regionales.

Sigo pensando que estos mensajes (y muchos otros: la Misión incluía un “decálogo” de propuestas) son cada vez más relevantes. El rifi – rafe reciente entre el presidente Petro y la Federación, es claramente inconveniente; y el café robusta sería una alternativa maravillosa en zonas pobres en guerra. Además, como se mencionó en su momento, Francia produce los mejores vinos del mundo, pero no existe ninguna prohibición de exportar vinos de baja calidad; los compradores internacionales no son tontos.

Las conclusiones de la Misión Cafetera no fueron bien recibidas por los directivos de la Federación ni por los miembros del Comité Nacional de Cafeteros. De hecho, me tocó entregar “la Misión” al presidente Santos cuando él me concedió el Premio Portafolio al mejor maestro del país. Ambos nos reímos y nos sonrojamos un poco. Pero los mensajes fueron válidos en mi opinión. En varias oportunidades me han visitado miembros de los Comités Cafeteros Regionales que consideran muy importante la recomendación relacionada con la descentralización.

BANCO DE LA REPÚBLICA II

Asumí la gerencia del Banco de la República en el 2017 y tuve allí cuatro años maravillosos: como mencioné, ya había estado diez años como miembro de la Junta.

Se adelantaron múltiples reformas en la administración del Banco, se mantuvo la inflación en el rango meta, y se otorgaron enormes utilidades a los Gobiernos Santos y Duque. También se enfrentaron con éxito los años de la pandemia, asumiendo riesgos altos para mantener y fortalecer al sistema financiero. Me retiré en diciembre de 2020, pues no era posible trabajar con energía como gerente y enfrentar la terrible enfermedad de mi esposa Lucy, quien murió pocos meses después.

A pesar de la enorme presión del Gobierno Duque para imponer su propio candidato, la Junta mostró su independencia y nombró a Leonardo Villar. Leonardo fue mi alumno en los Andes y siempre ha sido un gran compañero. Ya ha demostrado con creces su capacidad para desempeñar el cargo de Gerente.

FAMILIA

LUCY WARTENBERG, MI ESPOSA DURANTE CUARENTA AÑOS, Y NUESTROS HIJOS DANIEL Y ENRIQUE.

Mi esposa, Lucy Wartenberg Villegas, con padre alemán, pero más colombiana que cualquiera. Un ser maravilloso que dedicó su vida a promover los derechos de las mujeres en Colombia. El mensaje de sus compañeros de más de quince años en el Fondo de Población de Naciones Unidas – UNFPA, resume su personalidad y sus aportes:

“Sus contribuciones al desarrollo del país y su alto compromiso por defender y avanzar en los derechos de las mujeres, ha sido una inspiración constante y se mantendrá vigente. La recordaremos siempre y sólo tenemos voces de agradecimiento a su labor y aportes. Que la fuerza del espíritu que la caracterizaba, les acompañe en estos difíciles momentos. La recordaremos como a ella le gustaría: alegre, comprometida y libre”.

Recientemente se ha lanzado un premio en su honor, “creado para recordar su vida en torno a los asuntos que la apasionaron profesionalmente y para resaltar su alegría, su irreverencia y sobre todo sus causas”.

Tuvimos un matrimonio maravilloso durante cuarenta años, hasta su muerte. Los ojos de Lucy (y los míos) siempre brillaron con Enrique y con Daniel. Enrique es administrador de empresas de los Andes, y maneja temas de comunicaciones en el sector financiero. Daniel es un abogado brillante, con un carácter parecido al de su madre. Enrique y Juliana y Daniel y Kathy, esperan bebes para los próximos días (Kathy) y meses (Juliana). La hija de Daniel y Kathy se llamará Lucy.

REFLEXIONES

LAS GRANDES DISCUSIONES ENTRE LOS ECONOMISTAS COLOMBIANOS

Necesitamos elevar el nivel de vida de los colombianos (lo cual redundará en menor pobreza) y lograr una distribución del ingreso relativamente equitativa. No lo hemos hecho mal cuando se considera el primer objetivo, al menos cuando nos comparamos con el del resto de América Latina, pero somos uno de los países con peor distribución del ingreso en el continente y en el mundo. La “tecnocracia” colombiana se ha caracterizado por un relativo consenso sobre los métodos para lograr dichos objetivos, y sobre las carencias que aún padecemos.

Los niveles de pobreza podrían ser mucho menores si creciésemos más, obviamente, pero también, si no tuviésemos un desastroso mercado laboral, con niveles de desempleo superiores al 10% (en México y Ecuador son menores al 5%) y una tasa de informalidad por encima de 60% (es 30% en Chile y 36% en Brasil); parece increíble, entonces, que se proponga elevar aún más el costo de generar empleo y crear nuevas barreras a la oferta laboral.

Colombia tiene uno de los peores índices de Gini (distribución del ingreso) en América Latina y en el mundo, básicamente porque el Estado no funciona. El Gini antes de impuestos y gasto es relativamente similar al de Francia, el Reino Unido o los Estados Unidos, pero en esos países hay menor evasión y los impuestos y el gasto son progresivos. En Colombia se evaden la mitad de los impuestos que se deberían pagar, y el gasto en algunos rubros como pensiones es extremadamente regresivo.

 Las discusiones entre el grupo de economistas formados en Fedesarrollo y en el Banco de la República han sido especialmente acaloradas en dos áreas relacionadas con las bondades e impacto de la apertura económica y de regímenes cambiarios alternativos.

Soy de los que piensan que la apertura comercial (el mayor contacto con el mundo en general), una moneda sana, buenas instituciones y la educación, son los factores que en mayor medida han contribuido al crecimiento económico de los países. Explican buena parte del crecimiento en China e India, en los llamados NICS en Asia, y en Chile y Perú en América Latina.

También creo que el actual régimen de flotación cambiaria, que permite al país adoptar una política monetaria contra cíclica (e.g. bajar o subir las tasas de interés cuando es necesario), es conveniente para Colombia.

Pero el debate sobre las bondades del comercio se ha enrarecido recientemente, y no solo en Colombia. ¿Quién iba a imaginar en los años noventa, cuando Colombia firmó la mayoría de sus acuerdos comerciales, que Estados Unidos se convertiría en un país proteccionista a ultranza, con adeptos a “America First” tanto en el partido republicano como demócrata?

No es solo en economía donde el debate se ha enrarecido, y no solo en las áreas señaladas. Para los llamados posmodernistas la ciencia y la verdad no existen, el mundo se divide entre explotadores y explotados, y es muy poco lo que se ha avanzado en nuestros países luego de un enorme esfuerzo. Pero mantengo el optimismo sobre el futuro de Colombia.