Jorge Cárdenas Gutiérrez

JORGE CÁRDENAS GUTIERREZ

Tú prendiste la chispa de mi libro“. Jorge Cárdenas Gutiérrez.

Las Memorias conversadas® son historias de vida escritas en primera persona por Isa López Giraldo.

Me gusta involucrarme en los temas de interés para las personas que me rodean, mis más cercanos. También en temas país. Me dediqué con mi esposa a construir hogar para que nuestros hijos tuvieran oportunidades importantes de vida.

ORÍGENES

Mi origen es antioqueño por lo mismo soy muy familiar. Mis ancestros son de Cundinamarca y de Antioquia.

Mi papá, Rafael Cárdenas Villegas, era robusto, fumador y un poco menos alto de lo que somos nosotros. Hijo del médico municipal, se educó en Medellín siendo de Chocontá. Mi abuelo lo mandó a estudiar desde su bachillerato a la Universidad a Medellín hasta graduarse como ingeniero en la Escuela de Minas. Allí hizo su vida. Su mundo fue el del tabaco y el del cigarrillo. Desde muy joven se vinculó a la Compañía Colombiana de Tabaco. Esta fue la principal empresa antioqueña en materia de industria y comercio con fábricas de cigarros en las principales capitales de Colombia.

La Colombiana, así se le llamaba, fue la primera corporación de inversión en Colombia. Promotora de otras industrias: bancos, seguros y asociaciones de empresarios como la ANDI. Fue pues la Colombiana de Tabaco un interesante centro de trabajo para un profesional joven, como mi padre. Mi padre ocupó varios cargos dentro de la compañía hasta su muerte en 1941. La suya fue una muerte inesperada a sus cuarenta y un años. Dejó una familia en la que yo era el mayor, tenía once años. Mi mamá quedó con cinco hijos más. El diagnóstico de su muerte: un fulminante infarto pulmonar porque mi padre fue un fumador de tres paquetes diarios de cigarrillos. Desde allí yo entendí este riesgo y jamás fumé.

Mi madre, Conchita Gutiérrez Gómez, en ese momento una mujer joven, de treinta años. Se hizo cargo de la familia. Fue precisamente ella quien siempre entendió que fumar en exceso era un grave riesgo, pero no logró que su esposo abandonara ese hábito. Muerto mi padre, ella tomó las riendas de la casa. Mi madre fue ordenada y de buena formación. Se había educado en los colegios de Bogotá de las hermanas de La Presentación. Hablaba francés e inglés, aprendidos en esa época de estudiante.

INFANCIA

Fuimos muchos en la casa y todos muy seguidos. Juan Rafael trabajó en la Coltabaco por cincuenta años, también fumador. Francisco fue médico y se fue a vivir a Estados Unidos. Clara Teresa estuvo muy vinculada a la actividad cultural de Bogotá. Jaime, arquitecto. Sergio, ingeniero agrónomo. Y María Helena, dos años mayor a mí, pero murió muy niña.

Llevamos una vida de campo. Buena parte la pasamos en una casa en El Poblado, cuando este eran fincas. Asistimos a la escuela más cercana hasta que tuvimos que irnos para Medellín para estudiar el colegio formal en primaria y bachillerato.

Vivimos en función del barrio, de los vecinos, de los equipos que formábamos para jugar. Fue una vida muy fácil y sencilla hasta mis once años. Mi padre murió tres días después de matricularnos en el colegio, cuando apenas terminaban nuestras vacaciones en la finca. Este fue un impacto muy grande, también para los hermanos cristianos de La Salle del colegio San José.

Mi padre había ido temprano a su oficina, un poco antes que nosotros. Cuando llegamos, nos encontramos con la preocupación de que se sentía mal. El médico lo había visitado y lo había llevado a la casa en ambulancia. Esto fue muy duro para nosotros que estábamos tan pequeños. No fue fácil verlo salir bien y llegar con angina de pecho. En esa época no se contaba con las facilidades que hoy en día. Lo atendieron con un sistema de ventosas moviéndole el pulmón bajo presión. Murió en la casa dos horas más tarde.

Vi a una mamá muy vigorosa que vistió el luto de rigor. Al tercer día nos acompañó al colegio para presentarnos al rector y a los Hermanos profesores. Y se dedicó con entrega a la familia en la casa en la que ella ya estaba completamente instalada. Su mamá y sus hermanas la apoyaron y acompañaron mucho. Su hermano, José Gutiérrez, empezó a ser figura muy importante en Medellín y mi referente. José le ayudó a organizarse.

Aunque mi papá fue una persona muy responsable, igual mi mamá tuvo que atender los asuntos de bienes y recursos que él le había dejado. La Colombiana de Tabaco también nos apoyó brindándonos los colegios, nos asignó conductor y otras cosas. Mi tío Jorge vino de los Estados Unidos y estuvo muy cerca de nosotros, respaldó muchísimo a mi mamá. En general todos fueron muy observadores de la familia.

ACADEMIA

Fui un pésimo estudiante porque a todos nos comparaban y a mí eso no me gustaba. Uno de mis hermanos era muy sobresaliente lo que nos exigía más al resto. Eso sí, fui de muchos amigos. Participé de equipos deportivos lo que consideraban el distractor de mis responsabilidades. Pero gané los años al tiempo que disfruté de todas las actividades y excursiones. También mantuve muy buena relación con mis profesores y compañeros.

Gran parte de los jóvenes de la Costa Atlántica iban a estudiar a Medellín y llegaban a través del río Magdalena. Conocí a cualquier número de ellos pues además se quedaban durante la época de vacaciones. Esto era así, dado que el viaje era muy largo y demorado, entonces se instalaban en el internado. Yo también estuve interno los dos últimos años de bachillerato. Mi mamá decía que era muy disperso, distraído, y que no iba a salir adelante. Decidió que esa experiencia me iba a formar. Y resultó cierto, pues las disciplinas que imponían me ayudaron mucho. Siendo fiel a mi natural sentido de la amistad y de las relaciones sociales, invité a todos mis amigos a que pasaran con nosotros los fines de semana en la casa y en la finca. Así salíamos a pasear gracias a que los profesores les daban la autorización de ir con nosotros.

En mi casa fuimos muy buenos deportistas, jugamos fútbol, básquet, practicamos el ciclismo, que fueron la gran diversión para mí y para mis hermanos.

Tuvimos excelentes amigos deportistas que luego dirigieron equipos, siendo también profesionales de la medicina, la ingeniería y el derecho. Recuerdo que las pilatunas de los muchachos eran fumar, ahí estaba su desespero especialmente en las noches, pero yo nunca me enredé con ese problema.

No fui distante a las matemáticas ni al álgebra, a la geometría, a la física ni a la química. Materias estas que podían resultar tan complejas. Pero yo las pasaba, porque, además, los profesores fueron sumamente buenos. Hice parte de los grupos culturales, de teatro, era de los que armaba la función. También escribí artículos para el periódico interno. Me interesaba por los temas políticos y generaba discusiones que salían interesantes, pues muchos de mis compañeros pertenecían a familias vinculadas a la política.

Para ese momento en el país se dio el gran debate por la segunda elección de Alfonso López Pumarejo. López compitió con el doctor Carlos Arango Vélez. Esto terminó en que el doctor López renunciara y encargan a Alberto Lleras de la Presidencia. Hubo unos líderes muy importantes en Antioquia que serían los sucesores de López. Como los hijos de sus familias estudiaban en el colegio, hizo que viviéramos muy de cerca esos procesos.

Luego vino la elección del doctor Mariano Ospina Pérez y su gobierno hasta el año 1950 y los grandes conflictos que se dieron después. Yo ya iba a manifestaciones, pues los directorios políticos quedaban alrededor del colegio. Entonces nos acercábamos a escuchar a los grandes líderes de la política del momento.

CARRERA DE DERECHO

Recuerdo que pensaba estudiar Economía, pero eran los primeros años de esa carrera en Medellín. Así que vacilé. El día de la matrícula alguien me dijo que era mucho más sólido ir a la escuela de Derecho tomando cursos de Economía. Tuve muchos diálogos evaluando la posibilidad hasta que tomé la decisión y adelanté mi carrera que me hizo abogado de la Universidad de Antioquia.

Estudiando Derecho me interesé aún más por los temas políticos, aunque nunca estuve involucrado con cargos públicos, sino que lo hice desde la barrera. Me encantó muy especialmente el Derecho Público y Comercial. En aquel entonces comenzaba con fuerza el Derecho Financiero, daban los primeros cursos que se hacían con cierta especialización, y me gustaron también. Por supuesto, pasamos por el Derecho Penal, el Internacional y el Laboral. Fue una buena combinación.

Estudiábamos durante el día, pero muchas veces recibíamos clases al final de la tarde. Esto fue así, pues la mayoría de los profesores eran catedráticos que se desempeñaban en el ejercicio de su profesión. Los días comenzaban tan temprano que desayunábamos con frecuencia cerca de la universidad porque el tiempo no nos daba para almorzar en la casa.

Recuerdo que nos pasaban contenidos en mimeógrafo. Con lo que uno de los compañeros hizo negocio vendiéndole la copia de libros y documentos a los amigos.

Los profesores eran muy accesibles, llegaban quince minutos antes de la clase y se quedaban después. Compartían tinto con los estudiantes, aclaraban dudas, mantenían un diálogo muy permanente. Yo no me perdía conferencia en la Facultad de Economía.

Conformamos un grupo magnífico de profesores y alumnos. Entre ellos recuerdo a Edgar Gutiérrez Castro, el primer director de Planeación. Diego Calle, gran gerente de las Empresas Públicas de Medellín, gobernador de Antioquia y ministro de Hacienda. Jorge Valencia Jaramillo, ministro de Desarrollo, alcalde de Medellín y senador de la República. Y muchos otros distinguidos economistas.

En la escuela de leyes, ya bastante al final de la carrera, dirigí la revista de la Universidad con dos amigos más como responsables. Estuve al frente de la gerencia, un poco en lo literario y en temas de la facultad. Haciendo la tarea de conseguir patrocinadores para que la financiaran con avisos, me encontré con el doctor Gabriel Betancourt Mejía. Gabriel, vue una persona muy importante, años después papá de Ingrid Betancourt y presidente de Peldar.

JUDICATURA

Le puse mucho interés a las figuras del derecho público de la época para tener más familiaridad sobre los temas de gobierno. Desde la carrera, como mencioné, conocí a muchos funcionarios, figuras centrales de los gobiernos departamental y municipal que en su mayoría eran profesores. Recuerdo al doctor Lázaro Tobón. A él lo heredó su sobrino, el doctor Diego Tobón Arbelaez. Diego, muy famoso en el país como banquero, vicepresidente de la ANDI, un gran jurista y persona. También a Miguel Moreno Jaramillo, otra gran figura antioqueña, gente supremamente buena. Así varios otros ilustres profesores como Samuel Barrientos, presidente de la Corte Suprema, Eudoro González, J.E. López. Todos muy reconocidos.

GRADO

Cuando saqué el título, me inscribí como abogado en el Tribunal de Antioquia. Adelanté todos los trámites para que el día en que me graduara pudiera salir a ejercer la profesión. Aunque siempre pensé más en trabajar en empresa o en el gobierno, en alguna cosa de esa naturaleza. El ejercicio profesional no lo vi tan cercano.

Una vez terminé materias hice el año rural. La judicatura fue en Copacabana que para esa época era un pueblo pequeño, muy rural, hoy una ciudad industrial. Fui juez municipal promiscuo y alcancé a ser juez del circuito por pocos meses. Viajaba a diario pues seguí viviendo en Medellín, iba todas las mañanas en mi carro pequeñito que había comprado desde que estaba en la facultad. Atendí problemas generalmente muy simples. Por ejemplo, de linderos que eran comunes, cosas realmente sencillas. Durante ese año me familiaricé con el pueblo, con sus veredas y también con todos los que hacían su rural como odontólogos y médicos.

Siempre pensé que viajaría a los Estados Unidos a estudiar algo que me sirviera profesionalmente. Seguí considerando economía, pero la vida da muchas vueltas.

ICETEX

Gabriel Betancourt me contó del proyecto de lo que sería el ICETEX. Esta iniciativa hacía parte de su vida desde 1950, al final del gobierno del doctor Ospina cuando él era secretario económico de la Presidencia. Él había dejado las bases, la ley y el estatuto para crearla. Esta institución les financiaba a los estudiantes su especialización en el exterior. Gabriel me detalló vida y milagros de cómo financió su colegio y demás. Entonces le pedí un artículo para la revista contando toda la historia para que la gente se enterara y así impulsarlo. Finalmente me dio el aviso, escribió el artículo y construimos una amistad muy estrecha, pese a que él era mucho mayor a mí.

Para entonces se estaba promoviendo un congreso universitario en Medellín del que fui su secretario. Aquí se decidió que uno de los temas centrales sería el del ICETEX. Se conformó un comité de cuatro personas. Hice parte y viajamos a Bogotá para invitar al presidente Urdaneta Arbeláez. A le hablamos del gran interés nuestro en que se promoviera en el Congreso la institución que estábamos organizando. Nos dijo muy amablemente que él no podía asistir, pero que sí lo haría el ministro de Educación. Nos dijo también que a él le gustaría poner en marcha la idea del ICETEX, que entendía bien su importancia. Había un pero, que sólo lo haría si el propio doctor Gabriel Betancur aceptaba ponerse al frente de dicha empresa. Consideraba que él era la persona que haría crecer en grande esa tarea.

A nuestro regreso le transmitimos a Gabriel Betancur el mensaje del presidente, dijo que lo pensaría. Pocas semanas después había renunciado a su cargo como presidente de Peldar y se disponía a iniciar su labor en la organización del ICETEX. Fue pues su fundador, director y gran impulsor. En el Congreso Universitario todos conocieron de esta nueva iniciativa.

MAXWEL SCHOOL

En últimas, fui beneficiario del ICETEX. En 1955 viajé por sugerencia de Gabriel, ya ministro de Educación, a estudiar a la Maxwell School en Syracuse University. El ICETEX autorizaba la compra de dólares porque existía un control de cambios. El apoyo que recibí fue más que una beca.

Terminando los estudios en Syracuse pasé un tiempo en Washington. Aquí mi tío José Gutiérrez Gómez, desempeñaba exitosamente la Embajada ante el Gobierno de los Estados Unidos y la Organización de los Estados Americanos. Allí viví unos meses con mi esposa, Cecilia Santa María. Y nació nuestra hija Patricia Eugenia. También hice varios cursos generales en el Banco Mundial sobre Desarrollo Económico. Cecilia había estudiado en Milwakee y Syracuse. Nos casamos en Medellín en 1957 y regresamos a continuar los estudios.

Gabriel Betancur había estudiado en esa universidad con patrocinio de la Coltabaco. Como gozaba de gran prestigio, nos abrió espacio. Así pues, nos recibieron muy bien, aunque hoy es mucho más complejo y competido entrar a una universidad. Comencé estudios en octubre después de haber tomado por años inglés en mi casa. Al llegar, vi que definitivamente no tenía el idioma, entonces me matriculé en una escuela donde lo estudié tres meses.

A finales de 1958 regresamos a Medellín.

TRAYECTORIA PROFESIONAL

BANCO DE BOGOTÁ

Una vez en el país comencé a trabajar en el Banco de Bogotá en Medellín. Para ese momento Martín del Corral, un prohombre, era su presidente, Augusto Restrepo Garay su vicepresidente, y Mario Villa el gerente regional.

SECRETARIO DE HACIENDA

Estando en el banco fui nombrado secretario de Hacienda del Municipio. Entonces pedí una licencia no remunerada que extendieron después de un año. Así ocurrió durante varios períodos. Jamás volví al Banco de Bogotá. Recuerdo que, entre otros personajes, el doctor Víctor G. Ricardo (padre), entonces ministro de Minas, me decía que para qué iba a volver al banco, que mejor me quedara en el gobierno.

Después de posesionarse como presidente el doctor Alberto Lleras, me trasladaron a Bogotá cuando nombraron una comisión que buscaba reestructurar el gobierno nacional. Ya había nacido Jorge Hernán, el segundo de nuestros cuatro hijos, en el año 1960. Dos años más tarde y ya en Bogotá, nació Mauricio, y en el 68 Eduardo.

Nos adaptamos bien a la ciudad y yo a mi trabajo que compartí con grandes personalidades de Medellín. Me enfoqué en temas de planeación nacional, servicio civil y escuela de administración pública. Se conformó un equipo de altísima categoría, dirigido por Guillermo Bernal. Crearon y dirigí el Departamento Administrativo de Servicios Generales de la Presidencia. Este era una copia del Gobierno Americano. Ese departamento centralizaba el manejo de todos los edificios públicos, la Imprenta Nacional, las compras del gobierno y la flota de vehículos. Se llamó la Ley 19 del 59 que transformó cada Ministerio.

ECOPETROL

Faltando un mes para acabarse el Gobierno de Lleras, me llamaron a ocupar la vicepresidencia financiera de Ecopetrol. Tenía treinta y dos años. Para ese momento se retiraron Fernando Gaviria y Eduardo Suárez, figuras muy importantes. Fue cuando decidimos, Cecilia y yo, cerrar la casa que habíamos dejado abierta en Medellín. Hasta ese momento nos sentíamos en tránsito.

En Ecopetrol fuimos tres vicepresidentes: de Producción, Refinería y Financiero – Administrativo. Esta fue una gran experiencia para mí. Como vicepresidente Financiero recibí la colaboración de muchos funcionarios y directivos de larga trayectoria en la empresa.

Recién llegado a la vicepresidencia se produjo una crisis que condujo a la renuncia del presidente de la compañía, Samuel Arango Reyes. En ese momento la Junta decidió encargarme de la presidencia mientras se designaba una persona en propiedad. Esto que en principio sería algo breve se extendió por cerca de seis meses. Durante ese período y, en medio de una negociación colectiva, se precipitó una huelga. Me correspondió afrontarla, afortunadamente con éxito pues no se frenó la operación. Cuando el doctor Mario Galán Gómez se posesionó, pudo firmar la convención colectiva unas semanas después.

FEDERACIÓN NACIONAL DE CAFETEROS – FEDERACAFÉ

IMPORTANCIA

Hemos escuchado de la Federación Nacional de Cafeteros. De su importante función en el desarrollo de la agricultura, del comercio del café y de su papel como una institución de mucha trascendencia económica. Por eso, hacer parte de su equipo directivo era algo muy importante y afortunado. Este fue el lugar en el que inicié en el café y en particular en la Federación.

La Federación es una institución gremial, creada por los productores de café en 1927. Tiene gran importancia en el manejo de un sector que es fundamental en lo económico, en lo social, pero también en lo internacional. No ha perdido su condición de empresa privada y de organismo gremial. Desde los años cuarenta administra el Fondo Nacional del Café. El Fondo se alimenta de recursos públicos o parafiscales, como son las contribuciones cafeteras, y de los recursos provenientes del comercio del café. Su tarea es no solo privada sino pública y gremial.

Hace parte de entidades y organismos del Estado comprometidos con el desarrollo de políticas públicas. Es el organismo regulador de las políticas cafeteras. Lo hace a través del Comité Nacional de Cafeteros en el cual participa el Gobierno Nacional de forma paritaria con el gremio cafetero.

Es algo que directivos de la Federación y el propio Gremio Cafetero han sabido manejar a lo largo de noventa años. Algo que hoy el país acepta. Además, le sirve de ejemplo para la administración de recursos parafiscales. Por eso, trabajar en una institución con un perfil tan importante y especial era una oportunidad muy valiosa.

Ha sido también muy importante su función en el desarrollo de la agricultura, del comercio del café. Su papel es el de una institución de mucha trascendencia económica. Por eso hacer parte de su equipo directivo era algo trascendente y afortunado.

VINCULACIÓN

Estando en Ecopetrol me citó a su despacho el doctor Arturo Gómez Jaramillo, gerente general de Federacafé.  Para mi sorpresa me ofreció el cargo de gerente auxiliar de la Federación. Le dije que me interesaba. Luego se precipitó la renuncia del doctor Samuel Arango Reyes a la presidencia de Ecopetrol y la huelga. Debido a las ocupaciones del cargo en la ANDI, Galán se tomó cuatro meses para posesionarse como nuevo presidente de Ecopetrol. La Federación amablemente me esperó por seis.

Don Arturo Gómez Jaramillo, había sido nombrado en 1957 para reemplazar a Don Manuel Mejía, un ícono del mundo del café y quien murió repentinamente. Cuando llegué a la Federación en 1963, había puesto en marcha un gran programa de modernización. Venía de Europa donde por diez años representó a la Federación. Traía una visión clara de cómo estaban evolucionando los negocios del café, su comercio, sus empresas en la época de la posguerra. Sab de la necesidad de una relación muy estrecha con países productores y consumidores del café.

Sin saber mucho del tema me integré a un gran equipo. Este lo encabezaban Gustavo Arango Bernal, Gustavo de los Ríos, Germán Valenzuela y Don Mario Aníbal Melo. Don Mario fue el gran apoyo de los gerentes. Tuve desde un principio la confianza de Don Arturo, del Comité Nacional y de quienes conocían en detalle todas las operaciones relacionadas.

VISIÓN REGIONAL

De ese proceso salió una Federación con una gran visión regional del papel de los Comités Departamentales. Estos se vieron fortalecidos con el apoyo a un movimiento cooperativo nacional como puente entre productores e instituciones cafeteras. También se inició un esfuerzo que con los años fue trascendental en la vida del negocio. Me refiero a la imagen de Juan Valdez. Esta fue una iniciativa exclusiva de Arturo Gómez con Andrés Uribe Campuzano, representante de la Federación en la Estados Unidos.

Fue pues, una oportunidad única para llegar a una gran empresa en una posición de liderazgo dentro de la organización. Me involucré por completo para construir toda una vida en el mundo cafetero.

PRIMER GRAN ACUERDO INTERNACIONAL DEL CAFÉ

El momento no era fácil. El doctor Ignacio Betancur Campuzano, una personalidad en el mundo empresarial, se retiraba de la gerencia auxiliar, el segundo cargo dentro de la institución. Lo hizo para asumir la presidencia de la ANDI. Él, por varios meses, había ocupado la gerencia general dado que Don Arturo Gómez se movía entre Washington, New York, Río de Janeiro y Londres. Con sus viajes unía países, gobiernos y diferentes cafeteros para poner en marcha el Primer Gran Acuerdo Internacional de Café. Comenzó a operar en octubre de 1962.

Un capítulo muy importante de los años sesenta fue el Acuerdo Internacional del Café, que estuvo vigente por treinta años a partir de 1962.  El Acuerdo fue producto de los grandes objetivos de la Alianza para el Progreso de las Américas. Esta fue una iniciativa del presidente Kennedy. De ella fueron protagonistas importantes personalidades colombianas como Carlos Lleras, Carlos Sanz de Santamaría y José Gutiérrez.

Alrededor del acuerdo giró la política cafetera mundial durante treinta años. Transformó la vida colombiana porque valorizó el café. Se creó el principio de ser el gran transformador. La decisión de almacenar café obligó al productor a entregar sin costo un porcentaje de su producto. Faena esta bien compleja. Solo se había hecho en el país cuando la Segunda Guerra Mundial cuando fue financiado por el Banco de la República. El Gobierno no puso un peso. La Federación, con su prestigio y con su nombre, comprometió a todos los productores a guardar el 10%. Por supuesto, según el tamaño de la cosecha. Todo de acuerdo con las cuotas de exportación que este fijaba.

Con un talento enorme, los cafeteros se manifestaron. Entonces dijeron: “Vamos a hacer el esfuerzo, pero como compensación se realizará un programa de desarrollo social de las regiones cafeteras. Aquí los Comités Departamentales juegan un papel importante en su formulación y seguimiento”. Los recursos, en parte, eran producto de la venta del café para el consumo nacional que se impulsaría, y otras rentas. Los dineros se aplicarían en proporción a la producción de cada departamento o región cafetera.

MERCADO INTERNO

Y es que el mercado interno no tomaba café, lo mezclaba con panela. En las fincas cafeteras la gente tomaba chocolate, por lo mismo fue necesario educar al consumidor. Como no tenían cafeteras, se les enseñó a las familias a usar la media velada sobre la tasa de café. Luego vino el filtro. Después la cafetera eléctrica. Más adelante, las máquinas europeas que producían café expreso, también las italianas que trabajan bajo presión.

HISTORIA DEL CAFÉ EN COLOMBIA

El café nace en el oriente colombiano. Llegó vía Venezuela por el Orinoco. A Antioquia cuando se acabó la minería de oro que reemplazó ese empleo. Empezó a bajar hasta el Eje Cafetero que se convirtió en la región más importante. Santander, Cundinamarca y Tolima también fueron relevantes.

La etapa cafetera, la de los treinta años del acuerdo del café, fue enormemente trascendente para el desarrollo del país. Cuando se inició este acuerdo el café era vital en la economía colombiana.

PRIMERAS MARCAS

Las primeras marcas en el país fueron Bastilla –Antioquia, Sello Rojo, Colonial, Águila Roja, Almendra Tropical, Universal, etc.. El consumo inició y la Federación se ocupó de apoyar su crecimiento y calidad.

Ordenar el mercado fue labor importante pues había mucho fraude. El café se mezclaba con frijol y otros granos. Se le quisieron dar al mercado nacional las reglas del internacional que estaba más consolidado.

PROEXPORT

Sin desconocer su importancia en el país tomó la decisión de impulsar el desarrollo de otros sectores económicos. Surgió entonces Proexport. Con esta institución se dio un gran plan de incentivos que diversificaron las exportaciones. Se dinamizó el negocio de las flores, palma de aceite, productos industriales como confecciones, banano y otros productos agrícolas.

El café es un porcentaje importantísimo de la exportación. Se hacen esfuerzos muy grandes para mejorar productividad. Para expandir los cultivos dentro de los límites que daba el acuerdo. Lo más importante es que Colombia no es conocida como productor de café, los aplausos y los reconocimientos son casi todos para Brasil.

Ha venido ya una competencia grande. Las organizaciones que se tenían eran muy locales. La Oficina Panamericana de Café que funcionaba en N.Y. y de la cual hacían parte todos los países de América Latina, de México al sur. Debíamos llevar el esfuerzo de promoción de imagen y de consumo al Acuerdo. Se buscaba que no solo fuera un organismo de regulación y de estabilización de precios y tranquilidad para el mercado. Se trabajaba para que fuera también de promoción de consumo. Enfocado en áreas que no lo acostumbraban tomar. Pero también a los países nuevos que no hacían parte.

Cualquier exportación que se hacía no contaba, como a Corea, Japón y a muchos de los países asiáticos. Los socialistas también significaron un problema, pues allí no había un mercado abierto y libre. Este era manejado por el Estado que limitaba enormemente el consumo de café. Consideraban que facilitarlo tenía un costo grande para la economía. Además, le asignaban impuestos altísimos y se veía afectado por las divisas. La misión era abrir estos mercados, no solo llegar a ellos, sino a algunas áreas de Europa como países escandinavos y a España.

En las economías en proceso de crecimiento había que ayudar a impulsar su consumo, así el acuerdo hizo las veces de facilitador. Federación llegó a crear una serie de foros buscando los mecanismos para lograrlo. Se quería darle marca a nuestro producto. Si bien era importante, no podemos olvidar que era genérico. Es decir, no se diferenciaba entre un café suave, robusta o arábico.

POLÍTICAS DE LA FEDERACIÓN

JUAN VALDEZ

La Federación adelantó entonces dos políticas supremamente importantes. Una fue la creación de una campaña permanente financiada con sus propios recursos . Se dirigió inicialmente a los Estados Unidos, después a Europa, para luego extenderla al mundo.

Hablo de la campaña de Juan Valdez que nació en 1960. Tomó fuerza dentro del acuerdo. Se orientó a mostrar los parámetros de la caficultura colombiana. Dejó en evidencia su calidad. Mostró que se trata de una industria familiar. En Colombia no hay grandes conglomerados ni latifundios ni grandes extensiones. Son los campesinos los que están al frente de la producción, son ellos los que le ponen toda la atención a su producto. Juan Valdez es un campesino que está en su finca, con su familia y con su cafetal.

El equipo de mercadeo y comunicaciones, después de adelantar un estudio, decidió que la figura que se debía promocionar era la de un campesino. La mayor dificultad fue encontrar un nombre que los americanos pudieran pronunciar sin problema. Por lo mismo el apellido se escribe con Z.

Después de que se elaborara la imagen y se construyera la campaña inició otro proceso. Don Arturo Gómez y Andrés Uribe Campuzano, entonces representante de la Federación en Nueva York, llegaron a Colombia a presentarla. Se dirigieron a los cafeteros, a los medios nacionales, al gobierno y a todos cuantos tenían que opinar. Pero no gustó mucho, pues no querían proyectar esa imagen tan coloquial, tan rural y campesina cuando consideraban el café una joya, un producto sobresaliente.

Fue realmente un proceso de revisiones. Don Arturo entonces decidió convocar a los mejores publicistas del momento. Eran los años 60. Eran reconocidos Sancho, Época, Ultra y otras firmas. Después de una reflexión de varias semanas, concluyeron que sí, que era muy buena, que no se podía vacilar. Entonces hablaron con los directores de los periódicos para presentar los argumentos.

Cuando salió el primer aviso de Juan Valdez en Nueva York, ocupó la primera página del New York Times. Se trataba de un campesino con una mula apoderados de la Quinta Avenida. Todos los fotografiaron y a todas horas, incluso a las dos de la mañana.

La campaña fue creciendo en la medida en que hubo recursos, con el tiempo se volvió muy importante en el mundo. Después de diez años se movió a otros escenarios. Ya había obtenido los logros que se habían propupuesto. Cuando se consideró que ya había creado una imagen de alta calidad y de una caficultura socialmente justa, se movió hacia otros escenarios. Estos fueron más especiales. Alcanzaron lo cultural, los deportes, los grandes eventos sociales, etc. Porque dio un giro muy importante a escala mundial.

Fue cuando aparecieron los sellos en las distintas marcas de café: “100% café de Colombia”. Realmente un éxito total.  Los tostadores saben que ese sello abre mercados y muestra calidad. Fue tan importante en términos de consumo, que se logró que el café de Colombia tuviera una prima constante en el mercado internacional.

La propaganda era muy bonita. En uno de los programas nocturnos más conocidos de los Estados Unidos y en un momento de crisis de recursos, se decidió suspender el aviso. Este salía de costa a costa. Pero la compañía llamó a decir que estaban tan comprometidos con el aviso que lo dejaron sin costo por tres o cuatro meses. Se patrocinaron el Roland-Garros, los campeonatos de tenis en N.Y. y Londres, además se pusieron servicios de café diarios.  Se llegó a tener la exclusiva en Disney World donde abrió el programa de promoción colombiano Juan Valdez y su mula. Más tarde se llevó la campaña a Japón y a Corea, a toda el Asia, a la China, fundamentalmente a Hong Kong.

MERCADO EN PAÍSES SOCIALISTAS

Otra tarea muy importante fue la de abrir mercado en los países socialistas. Impulsar el mercado en España, en Finlandia, en Escandinavia. Estuvo muy orientado al mundo donde no había moneda dura para comprar el café. Federación envió una misión, primero en los años 59 y 60. Fueron personajes importantísimos que recorrieron todo el mundo socialista.

Se suscribieron convenios comerciales de compensación. El pago se hacía en dólares no convertibles que manejaban los bancos de los Estados y el Banco de la Republica en Colombia. Con estos recursos se hacían compras en los países firmantes de los acuerdos, así fue creciendo el comercio y el conocimiento del café de Colombia.

En el año 1967 se envió a una nueva misión a los países socialistas por iniciativa del presidente Carlos Lleras. Buscaba avanzar y profundizar esas relaciones. El propósito era pasar de lo comercial a las relaciones políticas. Un gran paso, pero difícil, porque en el país había aún mucha sensibilidad por las relaciones con los países comunistas.

Hice parte de la misión junto a Jorge Valencia Jaramillo, Germán Botero de los Ríos, Álvaro Herrán Medina del lado oficial . También a un grupo valioso de empresarios. Logramos muchos avances. La Federación aprovechó para lograr la apertura de centros de promoción del café colombiano en lugares muy significativos de esos países. Me refiero a museos, teatros, etc.

Así se avanzó durante treinta años con el acuerdo internacional. Llegó al punto de que comenzaron a ser países consumidores importantes.

FUTURO DEL ACUERDO

Ahí surgió uno de los problemas para el futuro del acuerdo del café.

En los años 89/90 ya había países importantes como Japón, Corea, donde no contaban las cuotas. Todos los países llamados no miembros ya eran consumidores. Los americanos y los europeos decían que esos países también tenían que hacer parte para que no se hiciera fraude. También para evitar el contrabando de los países no miembros hacia países miembros del acuerdo. Como las fronteras eran tan difíciles de controlar, se fue creando una resistencia que lo desgastó. Las preguntas eran cómo evitar la resistencia, cómo repartir las cuotas, cómo evitar el problema.

Al mismo tiempo, muchos de los productores que nacieron dentro de la época del acuerdo aspiraban a tener su nueva cuota. Esto creó fricciones. El mundo fue cambiando, llegaron otras ideas. Se consideró que los temas del acuerdo ya no eran tan fundamentales, que el mundo tenía que participar de mercados más libres, más abiertos, menos complicados.

En un momento dado se acabó el acuerdo después de agotar mil maneras de resolver. Pero no se logró. Ahí cambió el cuadro cafetero del mundo. Con más café, con más competencia, con muchos países que querían participar y que mandaron los precios al piso. Hicieron pues replantear la economía cafetera en el mundo.

MIENTRAS TANTO EN COLOMBIA

Mientras tanto Colombia construyó una gran infraestructura de investigación, de desarrollo de consumo y de mercadeo. El café acumulado ayudó a que la caída de precios no fuera tan fuerte. Federación paga más caro el café dentro del país basado en los excedentes de recursos. Recursos que se fueron gastando durante una década. Pero no aguantó y en el año 2000 se sumó al precio internacional de mercado.

El gobierno ayudó a pagar una prima para que el golpe no fuera tan grande. Esto implicó un proceso político muy complejo pues no estaba acostumbrado a subsidiar el sector. La caficultura se tuvo que acomodar. Por fortuna, ese gran período, que tanta gente criticaba y descalificaba, demuestra que nada más inteligente y oportuno que haber creado la figura del acuerdo. Este reguló la industria cafetera por años, garantizó volúmenes de exportación y aseguró una estabilidad de precios.

CAMBIOS FUNDAMENTALES

En esos treinta años sucedieron cosas muy grandes. La Federación se volvió inmensamente abierta y democrática. Era una institución tan fuerte y monolítica en su administración, que fue abriendo espacios. Primero para que se eligieran los comités de cada departamento, lo que se hacía internamente. Una parte nombrada por la Federación y otra por los productores. Esto fue cambiando hasta que ya no participó más. Entonces, en los cuatrocientos municipios que producen café, hay un comité que los elige. Así es más democrática la elección, pero también más exigente.

También hay episodios muy importantes de cómo se manejaron las bonanzas cafeteras. Y se afrontaron crisis. lL forma como la Federación contribuyó de manera sustancial a que viniera una apertura de otras exportaciones para diversificar, fue decisiva. Hubo un impuesto directo sobre el dólar del café que tenía un diferencial cafetero. Cuando este valía diez pesos en la calle, a los cafeteros se les pagaba ocho. Ayudó a construir país, a desarrollar proyectos, a brindar una solidez de balanza gradual. Se creó el Decreto 444 de Carlos Lleras Restrepo, un cambio que va subiendo. Pero también creó un estímulo al exportador, CERT.

DESPUÉS DEL ACUERDO

Terminado el acuerdo y durante varios años, se insistió en agotar distintos caminos. Se quiso recuperar reconociendo que era un tema tan sensible que requería cierto entendimiento para ordenar políticas y estabilizar precios. También manteniendo la relación entre países productores y consumidores. Entonces se creó una asociación para llenar el vacío, pero su capacidad no fue suficiente.

Más tarde se restableció, pero nunca fue el mismo. Sse acabaron las cuotas, también los mecanismos de protección a los precios y sin regulación de mercados. Realmente se comportó como un gran foro de diálogo, de intercambio de información, de promoción del consumo y de apoyo entre los países a programas sociales. Buscó estimular su cultivo en condiciones favorables para las comunidades a través de la creación de instituciones y fundaciones.

Surgieron países como Vietnam, gracias a que el presidente Clinton levantó el embargo comercial. Entonces volvió a ser un actor en el mercado internacional desarrollando su caficultura para sumar hoy treinta millones de sacos.  Este desarrollo alteró todas las condiciones del mercado del café.

Simultáneamente Brasil, el país líder por excelencia en producción, amplió sus áreas cultivables llegando a zonas nuevas en tamaños muy grandes y empresarialmente muy fuertes. Mientras Colombia tiene una caficultura de pequeñas propiedades, Brasil crece como productor en áreas nuevas con condiciones económicas muy positivas.

REFLEXIONES

Mi paso por la Federación fue largo, quizás muy largo. Llegué a una Federación con cuarenta años de antigüedad y me correspondió celebrar sus setenta y cinco. La crisis económica y financiera de 1998 afectó muchísimo la institucionalidad cafetera. Las del Banco Cafetero, de la Flota Mercante Grancolombiana y del propio negocio cafetero, obligaron a hacer muchos ajustes. La Federación hizo grandes esfuerzos por sostenerlas, pero las políticas de ese momento no facilitaron una solución de muchos de los problemas.

Sólo hacia el año 2.000, el ministro de Hacienda Juan Manuel Santos, conocedor de los temas cafeteros y muy vinculado con la actividad gremial, apoyó un programa importante. Este permitía una remuneración adicional a los ingresos del productor. Hizo menos difícil la situación de la industria. La Federación pudo mantener otros programas asociados como la investigación y la extensión agrícola.

La Federación se ha distinguido por la estabilidad en su dirección. Ha tenido seis gerentes generales: Mariano Ospina Pérez, Manuel Mejía, Arturo Gómez Jaramillo, Jorge Cárdenas, Gabriel Silva, Luis Genaro Muñoz, Roberto Vélez. Ellos cubren ochenta de los noventa años que celebró recientemente.

Aquí el reto es muy grande, lograr que pequeños productores sean eficientes y conserven la calidad del café.

ENTREVISTA

  • El café colombiano siempre será necesario por su calidad y estabilidad en los negocios.

En el mercado mundial actual no hay un control de oferta, cada cual vende en la forma que quiere, en competencia abierta y buscando su propio espacio. Colombia ha ido modernizando su caficultura para mantenerse en los niveles de catorce millones de sacos. Dentro de ese gran cuadro nosotros estamos en gran reflexión y preguntándonos qué hacer, cómo no salirnos de la caficultura, haciendo un esfuerzo gigantesco tratando de elevar la producción por hectárea.

Nos aporrea muy fuerte el que recolectamos los granos rojos únicamente, para garantizar el sabor y la calidad del nuestro, lo que no ocurre en otros países; cultivamos en ladera mientras que los otros países están en pradera donde pueden mecanizar la recogida.

  • Entonces, ¿qué debemos hacer?

Se debe continuar estimulando variedades de café que resulten más productivas, investigando sobre aquellas que sean resistentes a plagas, implementando tecnología que no dañe nuestra calidad. Colombia va para una caficultura familiar, la del campesino, está volviendo a sus orígenes en vez de crecer pues ya no genera prosperidad como otrora.

No fueron años fáciles de 1998 al 2002. La crisis fue profunda y no fácil de comprender por parte de autoridades y del gremio cafetero. Por primera vez en muchos años la Federación, en vez de ser una institución autosuficiente y con capacidad de apoyar aún la financiación de proyectos del mismo gobierno como lo hizo desde 1958, tuvo que recurrir al apoyo de este.

Los cafeteros se sintieron muy afectados y para ellos el apoyo no fue suficiente.  Todo eso generó un clima difícil y de mucha inconformidad dentro del gremio y más aún en las propias regiones cafeteras, acostumbradas a ver el apoyo de la Federación de los Comités de Cafeteros y de todas las instituciones vinculadas con el sector en proyectos de infraestructura y de desarrollo social.

  • ¿Podemos seguir argumentando calidad en el mercado internacional actual?

El país ha defendido a lo largo de la historia cafetera su calidad, su tipo suave de café y el buen manejo de sus plantaciones.  Eso es valioso y ha sido remunerativo, pero hacia adelante debe repensar si es necesario ser un poco más flexible en calidades. Tener cafés con calidad superior, y otras menos exigentes y aún de café no arábico sino robusta.

El mercado tiene espacios en todos los tipos de café y el consumo está señalando ya un balance entre arábicos y robustas. Todo por las innovadoras formas de beneficio y torrefacción del café.  El tema del cultivo de robusta en el país sonaba mal y había oposición, pero la realidade de hoy es diferente. El ejemplo de Brasil que ha combinado todo tipo de café es materia de observación y estudio.

  • ¿Cuáles son los beneficios del café en la salud?

Sobre el tema de café y salud se han despejado muchas dudas. Hoy ya es claro que el café no afecta ni es causa de problemas como infarto, cáncer, celulitis, etc., lo que en el pasado era materia de preocupación. En eso ha contribuido muchísimo los recursos de Brasil, Colombia y la propia organización internacional del café que invirtieron en estudios serios y con grandes centros académicos y científicos.

  • Su retiro de la Federación se da en un momento complejo.

Cierto, fue en un momento difícil, pero los cambios eran evidentes y muy acelerados y había llegado la hora de que personas nuevas y con ideas nuevas aceptaran asumir el reto de reacomodar el manejo cafetero en la nueva coyuntura.

En lo personal yo estaba tranquilo con lo que había sido mi labor de casi cuarenta años en la actividad cafetera. Se habían superado con éxito épocas difíciles y otras donde las condiciones de precio y mercado fueron muy positivas.

  • Fue entonces cuando cambió de sector.

Por fortuna al momento de salir de la función cafetera el país empezó, con apoyo del parlamento y del gobierno, a interesarse en el tema de los biocombustibles.

Este fue un tema muy cercano porque fui testigo de la evolución del Etanol en Brasil y de cómo ese país había sorteado su crisis del petróleo desarrollando la gran agroindustria del alcohol carburante, llegan a casi un 40% de mezcla con la gasolina a la vez que era una fuente de empleo en el campo y en la industria con millones de hectáreas sembradas en caña de azúcar y sin oposición alguna por conductores y transportadores.

Pensé que mi participación podría aportar, más cuando el gobierno del presidente Uribe estaba realmente comprometido con este proyecto.  La visita del presidente Lula en ese momento a Colombia facilitó que sectores empresariales brasileños se interesaran en el tema y ofrecieran vincularse con empresarios colombianos del sector azucarero ya trabajando en él.  Llegué a formar parte de los grupos que con mayor conocimiento impulsaban esas ideas y esos proyectos.

Todo condujo a que con los doctores Amylkar Acosta y Jorge Bendeck se promoviera la Federación de Biocombustibles y se inició un proceso de educación e información sobre las bondades y conveniencia de esta industria.  Hice parte de esa tarea inicial y fue otra oportunidad de aprender y conocer de un sector importante.

Se hicieron estudios que exaltaban sus bondades y muchos debates para demostrar que no perdía espacio la agricultura tradicional, que no se reemplazaban cultivos, que no se invadían zonas de actividad potencial para la agricultura porque nos concentramos en tierras desaprovechadas o usadas para ganadería supremamente extensiva y a distancias muy grandes que resultaban muy costosas para los cultivadores de otros productos.

Actualmente le compiten el gas natural y los carros eléctricos, es el dilema del transporte. El diesel que se consume en el país y que entrega Ecopetrol a través de las distribuidoras, es supremamente superior en términos de ambiente a la inicial. Con la baja del precio del petróleo, que coincide un poco con cierta parte del gobierno de Santos, el etanol ya no era tan atractivo, entonces hubo que competir en otros términos. Igual sigo vinculado a la Junta y tomando café.

CIERRE

  • Y todo retorna a la familia, en especial cuando se desprende de esas responsabilidades mayúsculas.

Me emociona evidenciar una familia que se ha mantenido muy compacta pese a la desafortunada enfermedad de Cecilia que fue larga. Durante este tiempo la rodeamos, la acompañé a sus viajes para atención médica. Nos unió aún más mientras los nietos crecían y se iban graduando de sus universidades. Pero siempre muy cercanos y amorosos. Como los hijos, que cada uno se fue consolidando en sus tareas.

El ejemplo, que se transmite por generaciones, va dando una cierta escuela. Nos es muy propio el consagrarnos a nuestras responsabilidades, asumiendo con gran interés y entusiasmo cada proyecto, lo que para mí es una satisfacción muy favorable.

Por fortuna, todos mis hijos se han sentido muy plenos con sus carreras y con sus vidas, con una gran vocación de servicio al país, colaborando con la administración pública. Siempre en función de transmitir la inquietud por los temas que nos competen como nación.

  • ¿Dónde halla su plenitud?

En mi familia. Ees mi más grande sentido de vida, sumado al ayudar, al aportar en la realización de tareas que generen impacto en la comunidad. Vivimos en un país en pleno crecimiento y de gran proyección y eso es algo muy satisfactorio pues es el que heredarán las futuras generaciones.

  • ¿Cómo quisiera ser recordado el día de mañana?

Como una buena persona que prestó servicios al país en forma oportuna en los frentes en que actuó. Como alguien que aportó.

  • ¿Cuál debería ser su epitafio?

Cumplí con lo que me tocó, con mi tiempo, con mi gente, con mi obligación.