Martha Penen

MARTHA PENEN

Las Memorias conversadas® son historias de vida escrita en primera persona por Isa López Giraldo.

Soy una mujer que le da importancia a la independencia, al sentimiento de cómo desde mi rol puedo aportar en los diferentes campos. Tengo un sentido bastante amplio de lo que es la equidad, la libertad, la justicia. Creo en la importancia de cultivar relaciones basadas en la lealtad. Me mueven los retos, de eso se trata la vida.

ORÍGENES

RAMA PATERNA

En el siglo XIX, en 1876,  Pierre Penen, mi  tatarabuelo, llegó de Francia contratado por el gobierno colombiano para montar las primeras curtiembres, fundó la Tenería Francesa de Penen Hermanos, compró tierras y se devolvió para su país. Mi bisabuelo regresó casado y con sus cuatro hijos unos años más tarde. Cuando estalló la primera guerra mundial sus hijos hombres se fueron a vivirla. De ellos solo regresó mi abuelo, casado y sin hijos.

Pierre Penen, mi abuelo, se dedicó a la Tenería y en la finca la Bearnesa desarrolló una parte de lo que es hoy el barrio Teusaquillo. La casa principal quedaba en la calle 36, arriba de la carrera 13, construyó otras para alquiler en los terrenos que iban hasta la carrera 19 y de la calle 34 hasta la 39. Pero también tenían tierras en Suba y en La Calera. Fue alguien, por sus orígenes, racionalista, vivió con respeto por la libertad, la justicia y la igualdad. Murió en los años cuarenta por una gastroenteritis.

Marthe Deltieure, mi abuela, fue una persona supremamente agradable, aprendió a hablar y a escribir perfecto en español. Su casa congregaba a todos los amigos quienes se sentían encantados por sus atenciones. Fue benefactora de varias comunidades religiosas, entre ellas los Dominicos. Mis tías paternas, es decir las hermanas de mi papá, quienes estudiaron en el colegio San Fason, fueron de las primeras mujeres que se graduaron en la Universidad Javeriana, Julienne en Filosofía y Letras y Solange en Enfermería. Para la familia era muy importante que la mujer pudiera formarse.

Jorge Fernando Penen Deltieure , mi papá, estudió en el Liceo de la Salle y en el Liceo Francés de Bogotá al que llegó cuando cursaba cuarto de bachillerato. Comenzó estudiando Derecho en la Javeriana, pero se retiró por un desencuentro con el padre Giraldo, su decano, quien le exigió presentara excusas públicas por algún desacuerdo privado. Entonces mi papá se retiró para continuar sus estudios en la Universidad de Salamanca, en España, donde conoció a mi mamá.  Dedicó su vida profesional al servicio del país como juez, luego en la Procuraduría fue el primer procurador de Distrito y el primer procurador delegado para la Policía Nacional que hubo en Colombia. Igualmente, fue procurador delegado para la vigilancia judicial, procurador delegado para la Policía Judicial y terminó su carrera como consejero de Estado en la sección quinta. 

Además de sus hermanas Julienne y Solange tuvo un hermano, Marcel que estudió en la Salle y luego aviación en los Estados Unidos.

Papá murió el 18 de enero pasado a sus casi noventa y siete años. Fue un hombre alegre, con fino humor, buen conversador. Tuvo un gran sentido de familia y sociedad, de responsabilidad, de equidad de género. Fue rebelde cuando no estaba de acuerdo con las cosas. Quiso aportarle a la sociedad en un tema que en la práctica impactó muy positivamente. Mi papá nos dejó un legado muy grande.

RAMA MATERNA

Gabriel Lastra, mi abuelo, de Santander, España, fue capitán de barco mercante. Conoció a mi abuela Asunción en Bilbao, recién casados vivieron en los países vascos y posteriormente se trasladaron a Gijón. Cuando estalló la guerra civil española, mi mamá tenía once años y se encontraba de vacaciones con sus tíos. El abuelo murió muy joven, cuando mi mamá tenía dieciocho años, pues se enfermó en uno de sus viajes al coger una infección que se lo llevó en una semana, a sus tempranos cuarenta. Entonces mi abuela decidió instalarse en Madrid con sus hijos, se volvió a casar y murió de noventa y cinco años.

Para ese momento mi mamá cursaba estudios en la Universidad por un programa especial que le permitía adelantar las materias que quisiera tomar, así se graduó muy rápidamente como actuario mercantil antes de llegar a Madrid. Una vez allí comenzó a trabajar como cabeza de familia, pues su mamá no lo hacía. Se vinculó a una empresa de productos de belleza donde llevaba la contabilidad. Ha sido una mujer muy independiente, toda su vida ha leído hasta tres libros a la semana, con una visión amplia del mundo, la ha acompañado el deseo de perseguir sus sueños hasta alcanzarlos.

CASA MATERNA

Mis papás coincidieron como vecinos de edificio en Madrid, donde se conocieron. Se casaron tres años más tarde, en 1953. Cinco años después vinieron a Colombia para vivir un matrimonio muy bien llevado de setenta y un años, hasta la muerte de mi papá. Fueron el amor de la vida, el uno para el otro, porque se adoraron.

Como anécdota, mi papá siempre recordaba cómo al llegar al aeropuerto de techo de Bogotá, un funcionario de aduanas le quitó a mi mamá unas cerezas muy especiales que le traía a su suegra a quien le encantaban, y empezó a comérselas. Mi papá sintió tal vergüenza con mi mamá al pensar que ella pudiera creer que la traía a un país de salvajes que la recibía de semejante forma. Con los años, estando mi papá en la oficina del director de aduanas, identificó al funcionario cuando por accidente se cruzó, entonces pidió fuera sancionado surtiendo un proceso disciplinario.

PILARES DE FAMILIA

Mis padres tuvieron cuatro hijos de los cuales soy la mayor seguida de Jacqueline, Jorge Gabriel, siete años menor, y María José, la chiquita, trece años menor que yo. Nací en 1960, en una sociedad muy bogotana, cerrada, mojigata, machista. Pero mi papá consideró que las mujeres no estábamos para servirle a los hombres, sino que debíamos ser rebeldes en medio de un entorno y una época como la que nos tocó.

En la casa de mis papás siempre hubo invitados, pues a ellos les gustaba congregar a familiares y amigos. La educación fue un pilar fundamental. Su país era donde estuviera su familia, aunque mi mamá no quiso nacionalizarse. Ella aprendió a cocinar los platos típicos colombianos.

Fueron paseadores por naturaleza. Papá llegaba de su oficina al final de la tarde y le preguntaba a mi mamá: “¿Conchita, para dónde nos vamos? / No sé, Jorge, para Boyacá”. Entonces mamá preparaba una maletica, nos subíamos al carro e iniciábamos un viaje sin destino claro mientras los hermanos nos peleábamos por la ventana.

Viajando nos internamos en el Vichada, conocimos las tribus indígenas. Para mi mamá los Llanos Orientales es lo más maravilloso de Colombia, entonces fuimos repetidas veces. Sufrí todos los paseos porque a mí nunca me ha gustado el campo, pero no tenía opción.

Sin falta mi papá estuvo en casa a la hora de la cena, que servían a las siete de la noche, para conversar entre ellos sobre temas que nos daban una visión de la vida, del mundo, de los libros. Fue mi mamá quien nos enseñó a leer, a declamar poesía. La recuerdo comprándole al  Círculo de Lectores tres libros semanales, que leía: aún hoy lee muchísimo.

INFANCIA

Tuve una infancia feliz, sin dificultades, muy privilegiada, bien cuidada. Sin las tristezas por las pérdidas de familiares, sin conflictos entre mis padres. Con una mamá que vivió la guerra civil y la segunda guerra mundial, para darnos una educación poco superficial: ella no entendía, por ejemplo, cómo en Colombia no capacitaban a las empleadas del servicio doméstico para que salieran adelante, para que aprendieran sus labores de manera profesional, para que ganaran más. Enseñó matemáticas y español en el colegio de Elvira Lleras y  en el Refous.

ACADEMIA

COLEGIO

Esta fue una época que pasó suavemente, nunca tuve dificultades. Si bien no fui noviera, sí muy amiguera, la menor de todas mis compañeras: como mis papás consideraban que uno debía hacer las cosas de acuerdo a la edad, en sexto (grado once) mis amigas iban a discotecas, pero yo no.

Estudié en La Enseñanza con monjas españolas, de la colonia de mi mamá. Cuando mi hermana Jacqueline se cambió, me pasaron con ella al Hispano Inglés, también de monjas españolas, colegio que acabó el año de mi graduación: éramos pocas alumnas por clase.

Tuve una discusión interna sobre si estudiaba Medicina o Derecho, profesiones con las que podía aportar a la sociedad, y me decidí por lo segundo. Me presenté y pasé en dos universidades, la Javeriana y el Rosario. Me entrevistó el padre Giraldo, quien, en la entrevista  me preguntó: “¿Usted viene a estudiar Derecho porque la manda su papá?” Se presentó y continuó: “Soy el padre Giraldo. Ahora dígame, ¿usted es igual de rebelde que su papá?” Así continuó la conversación, por lo que al salir de su despacho le dije a mi papá: “De ninguna manera voy a estudiar acá, si no paso en el Rosario, no estudio, por lo menos no este año”.

PREGRADO – UNIVERSIDAD DEL ROSARIO

Amo al Rosario, Universidad donde pasé cinco años maravillosos. Compartí con un grupo muy homogéneo de amigos. En esa época su estilo era como el de un colegio de antaño. Dependiendo del apellido se estudiaba por la mañana o por la tarde durante los primeros dos años, luego en la mañana. Las clases eran seguidas y eran los profesores quienes llegaban al salón. Estudiábamos mucho, hubo años en los que veíamos trece materias, pero también nos divertíamos.

Me gustaba el Derecho Penal, aunque el Rosario era fuerte en Derecho Administrativo y Derecho Privado. Tomé la profundización de Penal con otra estudiante, porque solo éramos dos, Consuelo Devis y yo. Supe que no iba a dedicarme a esta área porque su ejercicio resultaba emocionalmente muy difícil.

Mi consultorio jurídico fue en Derecho Penal, con profesores como Antonio Cancino y Jaime Bernal Cuéllar. En ese entonces había jurado en los procesos: Cancino los llevaba a nombre suyo, y los estudiantes lo acompañábamos.

Mi primer caso fue el de un joven de dieciocho años, yo tenía veinte, que violó a una niña de cuatro, la edad de mi hermana menor en ese momento. Entonces hablé con mi papá porque no me sentía capaz de defender a ese sujeto, pero me dijo: “Martha, todas las personas tenemos derecho a la defensa. Un buen abogado no es quien saca libre a una persona culpable, sino quien hace que le pongan la pena justa”.

Después de reflexionar, visité al acusado en la cárcel. Cuando lo oí hablar me causó una impresión muy grande al ser él una persona que no entendía que había hecho algo indebido. Creció en condiciones lamentables: en un inquilinato en medio de la violencia y del abuso. Lo más grave fue cuando la mamá de la niña pidió retirar la demanda manifestando que no quería seguir con el proceso. Dijo: “Lo que mi hija vivió ahora, lo iba a vivir después”. El proceso continuó, por supuesto.

Para graduarme debía hacer judicatura y tesis o preparatorios. La primera era obligatoria. Hice mi judicatura como comisario de policía gracias a mi papá quien, a los tres días de pedirle que me ayudara, llegó con el nombramiento. Me dijo: “Este trabajo le va a enseñar a ser buen abogado, pues va a conocer la realidad del país. Pero tenga en cuenta que es la primera y única vez que le ayudo a conseguir empleo, pues lo que tiene que hablar por usted son los resultados, no los contactos”.

Trabajé seis meses en turnos de doce horas, diurnos y nocturnos, en los que me fue evidente la miseria del país, pero no solo en términos de pobreza, sino también la miserableza (sic) humana. Aunque también conocí gente muy buena. Aquí vi las cosas que más me han enseñado en la vida y que agradecí siempre. Luego trabajé en el Ministerio de Justicia, rama de la que dependían las comisarías.

DOCTORADO – UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID

Desde que terminé la carrera quise estudiar por fuera y lo hice con el apoyo de mis papás. Así fue como viajé a España a adelantar mi doctorado en la Universidad Complutense de Madrid, en un momento en que en Colombia no había doctores en Derecho y en que las universidades no tenían centros de investigación, solo el Instituto Ser de Investigaciones y otro que había creado Reyes Echandía en el Externado.

El doctorado en Derecho, en esa época, no se limitaba a una materia, sino que debía tomar como mínimo tres especializaciones para luego hacer la tesis. Fue así como adelanté una especialización en psiquiatría legal; otra en medicina legal y cuando ocurrió el accidente del avión de Avianca en Madrid donde murió Martha Traba, me tocó pues a diario íbamos al Instituto forense tomando clases en vivo. También me especialicé en Derecho Penal Militar, porque en esa época en América Latina se había dado el golpe en Chile, el de Argentina y el de Uruguay, y no se descartaban otros. Tomé otra especialización en Arbitraje Internacional cuando Colombia daba sus primeros pasos en este tema.

Mi tesis fue sobre los derechos de los enfermos mentales durante el internamiento, en un momento en que no se contaba con muchos estudios sobre el particular. Hice el trabajo de campo en hospitales psiquiátricos, comparé lo que era la legislación europea, española y colombiana.

Saqué mi doctorado en tres años. Soy muy práctica, no me enfrasqué en discusiones eternas con los profesores, lo que me ayudó.

Durante mis estudios de doctorado pude reconocer la formación integral, muy humanista, que me brindó la Universidad del Rosario. Nunca consideré quedarme por fuera porque quería retribuirle a mi país, entonces regresé.

TRAYECTORIA PROFESIONAL

ARTHUR ANDERSEN

A mi regreso comencé a trabajar en la Superintendencia de Control de Cambios. Estando ahí fui contactada por un Head Hunter para surtir un proceso de selección para trabajar en la empresa de consultoría  Arthur Andersen. El socio que me entrevistó me dijo que mi área sería la de impuestos, algo que nunca me gustó, entonces le dije: “No me gusta el Derecho Tributario. Le quiero contar que en un año nunca fui a clase, solo fui a presentar los exámenes que pasé con buenas notas, porque saqué cinco, pero no me gusta”. Me invitó a considerarlo, insistió: “Aquí se le va a abrir el mundo, pues va a conocer la visión del cliente, quien está del otro lado”.

Acepté aun sabiendo que iba a ganar menos plata, pero me reté, como me gusta. Me fue muy bien, aprendí todo lo que luego me sirvió en mi ejercicio administrativo, porque me gusta la gerencia, el derecho y la investigación. Allí aprendí de gerencia, de números (lo que no había logrado de la mano de mi mamá, porque nunca me gustaron tanto las matemáticas).

Estas firmas son bastante absorbentes y uno debe tener un equilibrio en la vida, por lo mismo decidí retirarme para montar mi oficina con un socio.

UNIVERSIDAD DEL ROSARIO

En mi oficina me dediqué a temas tributarios y administrativos mientras dictaba clases en la Universidad del Rosario. Estando en estas me invitaron a trabajar en el Centro de Investigación que en ese momento ya estaba montado. Hablé por más de dos horas con el rector Roberto Arias Pérez, quien al final me dijo: “¿Cuándo puede comenzar?”. Le contesté: “Si es mañana es mañana, pero, ¿en qué?, ¿para hacer qué?”. Me contestó: “Ya no la quiero en el centro de investigaciones, sino para que me ayude a reorganizar todos los posgrados de Derecho”.

Después de un tiempo de trabajar en esto me encargó de la Secretaría general de la Universidad en reemplazo de Angélica Uribe, pero sin que dejara la coordinación de los posgrados. Por supuesto, mi oficina fue pasando a segundo plano, entonces le entregué mis casos a mi socio para dedicarme al Rosario.

Como anécdota recuerdo que asignamos una beca para estudiar Filosofía a uno de los estudiantes. Cualquier día llegó un señor furibundo a preguntar por el rector. Al no encontrarlo, pidió hablar conmigo. Lo recibí sin saber quién era, y me hizo la siguiente aseveración: “¡Esta Universidad se tiró la vida de mi hijo!” Yo no entendía de qué me estaba hablando. Continuó: “Ustedes le dieron una beca para estudiar Filosofía, algo que no sirve para nada, cuando yo lo iba a mandar a los Estados Unidos para estudiar otra cosa”.

Resultó que se trataba de un muy reconocido industrial de este país. Le contesté: “Realmente no sé si eso le vaya a dañar la vida o no. Lo único en lo que estoy segura es que, si él estudia algo que le gusta, le va a ir bien y va a ser feliz”. Replicó: “Espero que sí, porque, en adelante, no le voy a dar un centavo”. El joven hizo su carrera con la ayuda de su mamá, ahora es un profesional muy prestante en Alemania, asesor como filósofo de empresas. En la celebración del 350 cumpleaños del Rosario, el señor se acercó, se identificó y me dijo: “Usted tenía razón”.

Cuando eligieron a De Greiff como rector, me nombró vicerrectora de la Universidad. Fui la primera mujer en ocupar ese cargo. Como me gustan los temas gerenciales, hice la primera planeación estratégica, trabajo que se consignó en una de las revistas del Rosario. Por alguna desavenencia con él me retiré.

LEGIS

Coincidió mi retiro del Rosario con una llamada que me hicieron de Legis para dirigir los equipos de profesionales que generan los contenidos. Aquí ya se condensaban las tres áreas de mi gusto: gerencia, derecho e investigación.

Después de dos años me ofrecieron la gerencia general de Legis en Chile. Viajé casada con mi hija mayor. Allá permanecimos cuatro años y medio, tiempo en el que nació mi hijo menor.

Para ese momento Pinochet vivía. Era un país tranquilo, pero con una sociedad atemorizada y muy dividida, machista, racista. No me quise quedar porque era un país en el que no quería educar a mi hija.

Fue difícil trabajar en este medio y rompiendo esquemas. Nuestros auditores eran de la Price Waterhouse, quienes ofrecían un almuerzo mensual para sus clientes. Nos sentábamos en mesas de seis personas y en una de ellas, mientras yo hablaba, me interrumpió uno de los gerentes para decirme: “No entiendo por qué las mujeres no están en la casa, donde debería estar usted”. Le contesté: “Afortunadamente vengo de un país en el que la mujer trabaja hace muchos años, va a la universidad, así que no me quita el sueño lo que usted está diciendo”.  

El regreso ha significado afrontar nuevos retos: la llegada de la tecnología ha impactado el negocio permitiéndonos lanzar el primer chat jurídico con inteligencia artificial.

Los fundadores dejaron una huella indeleble, los accionistas de la segunda y tercera generación están apostándole a la compañía invirtiendo en ella, además, el equipo actual de generación de contenido, de más de setenta personas, está altamente comprometido. Cuento más de treinta años en Legis, aprendiendo, resolviendo, proyectando.

COLEGIO DE ABOGADOS ROSARISTAS

A mi regreso de Chile me acerqué al Colegio de Abogados Rosaristas, me hice miembro y luego su presidente. Aquí me encontré con amigos de la carrera, participé de sus actividades y congresos.

Debo aclarar que el Colegio no es un órgano consultivo del Gobierno, como sí lo es la Academia Colombiana de Jurisprudencia. En la medida en que nos llaman porque existen temas de impacto, analizamos con los expertos sobre la materia, pero no es una tarea permanente. Estudiamos las leyes, capacitamos y actualizamos a los miembros de nuestra agremiación.

Desde la presidencia busqué acercar a la juventud como renovación generacional, fortalecimos la relación con el Rosario, prestamos servicios a la comunidad a través de capacitaciones, trabajamos en equipo para lograr implementar la planeación estratégica que diseñamos. Me postularon para reelección, pero decliné por unos  temas de salud de mi hija, sin embargo continué como miembro de junta directiva por algunos años.

FAMILIA

Me casé hace treinta y dos años. Conocí a mi esposo, Mario Huertas López, en la Universidad del Rosario cuando dictaba clases en los posgrados. Es psicólogo y a través de su empresa desde hace veinticinco años se dedica a temas de psicología económica, neurociencia aplicada a los negocios y prospectiva de marketing. Nació en Pasto. Es generoso, inteligente, creativo, alguien a quien admiro. Somos muy distintos, entonces nos complementamos muy bien.

Tenemos dos hijos, muy amados, inteligentes, definidos en sus vidas.

Silvana de veintinueve años, es científica, ingeniera biomédica de los Andes, con maestría en neuro ingeniería en la Universidad de Twente en los Países Bajos y actualmente adelanta su doctorado en una investigación sobre el Parkinson. Es feminista porque lucha por los derechos de la mujer. Comparte en Instagram su historia de cómo lidiar con el dolor crónico, que padece. Se casó con el ingeniero de sistemas Roberto García Escallón, su novio con quien llevaba diez años. Ahora viven en los Países Bajos.

Jorge Mario, mi hijo menor, de veinticuatro años, estudió música contemporánea, está terminando comunicación social en la Javeriana, es canta autor y tiene un proyecto musical con el nombre artístico de Zuco omg.

CIERRE

Pienso que se debe ser activo hasta el final. Los retos mantienen mi entusiasmo, mi felicidad, mi plenitud. Agradezco a la vida mi origen, por mis padres, por mi esposo y por mis hijos.