TESTAMENTO
POMPILIO IRIARTE
Para el maestro A. Pérez,
quien me invitó a querer la poesía
sin hacer de ella la “verdad”.
Si aprendimos de veras la enseñanza
de quien el alma tuvo del maestro,
no por disimular que era el más diestro,
sino por la honradez y la confianza
con que pedía olvidar lo que enseñaba;
si aprendimos de veras el mensaje
que nos dejó poco antes de su viaje,
la lección, en su caso, nunca acaba:
El hilo de la música –decía–
en la región del aire nos suspende
del silencio del ave que se aleja.
La luz que desde el este trae el día
sin fuegos pirotécnicos, se enciende
con el mismo silencio que nos deja.