Motivo de tristeza no hay ninguno

MOTIVO DE TRISTEZA NO HAY NINGUNO

POMPILIO IRIARTE

Muy próximo a morir, un hombre viejo 

–si por viejo se entiende quien es noble–, 

un hombre sin las ínfulas del roble, 

sin el lugar común del vino añejo; 

un viejo joven si por tal se entiende 

el bien reído abuelo y gran risueño, 

el anciano que nunca frunce el ceño 

y, aunque tenga razón, a nadie ofende; 

este difunto joven saldrá indemne 

del elogio del párroco, solemne, 

quien antes del ritual inoportuno

nos pedirá entre lágrimas de risa: 

“Propongo que por hoy no hagamos misa, 

motivo de tristeza no hay ninguno”.