Francisco Navarro

FRANCISCO NAVARRO

Las Memorias conversadas® son historias de vida escritas en primera persona por Isa López Giraldo

Muchísimas gracias, no merezco esta entrevista pero la acepto.

ORÍGENES

Nací en Yarumal Antioquia.

En mi casa somos cinco hermanos, tengo innumerables primos. Los Navarro Ospina se dedicaron a la política en Antioquia, también teníamos familiares comerciantes.

TRAYECTORIA

Luis Eduardo Ochoa Gutiérrez, pereirano, casado con mi prima doña Alicia Palacio, me llevó a trabajar al Banco de Colombia en Medellín. Luego me dijo que me presentara en el Banco Francés Italiano, que preguntara por el doctor Menotti y que me presentara como su referido. Con sólo decirle que era su recomendado me vinculó de inmediato.

Me pidieron que hiciera una carta dirigida al señor Paul de Walf, un señor inmensamente rico, que tenía acciones en el Banc. Como iba a manejar cuentas corrientes me correspondía escribir a máquina, sin que yo supiera hacerlo. Entonces le di la instrucción a Espinel, el sub gerente, de que la escribiera. Así me gané una felicitación, por eficiencia y rapidez. De ahí salí para la Remington a aprender a escribir a máquina, pues no podía reconocer que no supiera.

ALMACÉN CAPRI

Un cliente del Banco, también oriundo de Yarumal, me propuso que montáramos una almacén en nuestro pueblo. Él tenía uno muy bonito en Medellín. La idea me gustó, la acepté, lo abrimos y con el tiempo lo trasladé a Pereira. Se llamó Almacén Capri, en el que se comercializaba todo tipo de cosas, era una miscelánea.

Una vez haciendo una llamada a Medellín me encontré en la línea a Don Gabriel Cano. Le dije que estaba pidiendo una llamada a Medellín, pero me contestó que eso era Pereira. Se identificó y resultó ser pariente. Le comenté que me quería ir para allá, le pedí que me diera la agencia de Camisas Jarcano para distribuirlas, él aceptó complacido. Hablé con mi socio de Yarumal, sugirió que nos fuéramos para Medellín y dijo que quería trabajar con un cuñado por lo que decidí venderle mi parte de la sociedad.

LICORES DE ANTIOQUIA

Don Luis Echeverry Duque me llamó a decirme que tenía la distribución de Licores de Antioquia en Caldas. Él me conoció mucho a través de Hernando Echeverry, un pariente. Y me ofreció la distribución. En esa época, Pereira pertenecía a Caldas.

Viajé a Pereira, conseguí oficina en la cra 8va entre calles 22 y 23, ahí nos instalamos. Conté con camioneta con chofer. Yo salía a las cuatro o cinco de la mañana con la camioneta llena y no regresaba hasta que estuviera vacía, hasta no haber vendido todo. Tenía un movimiento impresionante, cuando eso no existía el Aguardiente Cristal, así que el Aguardiente Antioqueño se vendía con locura, incluso en todos los pueblos aledaños.

Comenzamos a ampliarnos. Compramos otra camioneta, contratamos otro chofer. Esa época era todo muy sano, yo llegaba sin riesgos a media noche, incluso a la una de la mañana, cargado de efectivo, pero sin riesgo alguno. En ese tiempo eran muy pocos los bancos.

El aguardiente amarillo y otros se fueron a pique y por lo tanto inventaron el Aguardiente Cristal.

CAMISAS JARCANO

La distribución de licores siguió pero se acabó el contrato porque estábamos acabándolos. Así pues, me fui para Medellín nuevamente. Estando alla salió un vendedor de Jarcano, entonces recibí la llamada de Don Gabriel para ofrecerme la distribución de sus camisas. Acepté inmediatamente y regresé a Pereira. Comencé a venderlas, las ofrecí en Bogotá donde obtuve excelentes resultados.

CAMISAS CAMELIA

En un viaje a Salento, un fin de semana y en compañía de don Gabriel, nos encontramos a Don Manuel Mejía Marulanda, dueño en compañía de Don Delfín Cano, de la fábrica Camelia (de Cano Mejía resultó el nombre Camelia).

Don Manuel se dirigía a su finca, pero estaba preocupado por los resultados de la empresa. Entonces le pregunté por el capital invertido, me dijo: “Veinte mil pesos”. Entonces le contesté que yo los tenía y le propuse comprar la parte de Manuel. Fue así como comencé a trabajar como socio de Don Delfín.

Así pasaron cincuenta años. Cuando murieron Don Delfín y Don Manuel, la fábrica ya era muy grande y yo ya me sentía cansado. El dilema para mí fue enorme, la cuestión era decidir cómo cerrar una fábrica con más de ciento treinta personas trabajando en ella. No podíamos dejar a la gente en la calle, personas que podían llevar treinta y hasta cuarenta años trabajando conmigo. En ese tiempo podía contar obreras que comenzaron a los diecisiete años y no alcanzaban la edad de jubilación, porque la fábrica era muy estable con el personal. Debo reconocer que fuimos muy buenos patrones.

Una de las cosas que nadie entendió fue que nosotros regalamos la fábrica. Cuando llegó el momento de decidir, mi hijo, quien es muy inteligente, sugirió que buscáramos una fórmula, a alguien que quisiera la fábrica, y que se la diéramos sin que nos pagaran. Que lo hiciéramos a cambio de que se hicieran cargo del personal, conservando el personal hasta que lograran su jubilación”. Eso hicimos, le presentamos la propuesta a Gino Pascalli, le arrendamos el edificio, continuó con el negocio en la cra 7ma con 39 y 40. Eso ocurrió el 31 de diciembre para que comenzaran el primero de enero sin tener que comparar un alfiler.

El cambio de vida fue realmente duro. comienza el día sin saber qué hacer, pero me queda la satisfacción de dejar a la gente con trabajo, pues muchas fábricas se han cerrado y todos quedan en la calle; cuando los visito me abrazan y eso me llena de emoción en la tranquilidad de que si dejamos el negocio no fue porque no diera resultados sino porque ya los socios habían faltado, como decía yo ya me sentía cansado.

ENTREVISTA

  • Cuénteme de la política en su vida.

La política mía ha sido extraordinaria. Soy conservador al 100%. Pertenezco al Directorio Departamental Conservador. Tejí grandes amistades con Jaime Escobar, Emiliano Isaza. Nunca desempeñé cargos públicos, no los acepté, no me dejaban en mi casa. Nos gustaba la política, pero no detrás de nada. Fui concejal. Pertenecí a muchas Juntas Directivas como la de la Sociedad de Mejoras PúblicasFenalco, la Cámara de Comercio y muchas otras. No hubo Junta de la que no hiciera parte realmente.

  • ¿Cómo conoce a su esposa, doña Blanquita?

Una muchacha pasó por el almacén y me dije: “Esta no es de aquí, esa mona definitivamente no es de aquí”. Reparé con quién iba, la acompañaba una prima de ella que era conocida mía. Entonces la llamé y le pedí que me la presentara. Me dijo: “Blanca está de visita”. Y desde ahí estamos juntos.

Tenemos cinco hijos, cuatro hombres y una mujer, trece nietos. A Francisco, el mayor, le gustaba la política, fue presidente de Telecom, tuvo cargos muy importantes. Y todos son empresarios.

  • ¿Cuál es su mayor satisfacción en la vida?

Haber cumplido con el deber. Tener un hogar muy bonito. Mi señora está muy enfermita, llevamos más de cincuenta años de casados y el matrimonio sigue igual como empezó, muy unidos.

La ciudad nos ha dado muchas cosas que quizás no merecíamos. Me han tenido en cuenta para casi todas las cosas que pasan en Pereira.

¿En qué invierte su tiempo libre?

Me voy para la finquita de Salento, que se la compré a Don Fidel Cano. Es una casa hermosa, muy linda. Me gusta el jardín, sembrar árboles, arreglarla.

  • Usted que ha vivido el progreso de Pereira y que ha participado del desarrollo de la ciudad, ¿cómo la proyecta?

Es impresionante, es increíble. Le digo que yo salgo de pronto en carro con algún amigo y me encuentro con lugares que no conocía. El crecimiento de la ciudad no se compadece con el de ninguna otra del país; el progreso de Pereira es impactante.

  • ¿Podría decir que todos sus proyectos de vida se han realizado o tiene algún pendiente?

Creo que ya cumplí con el deber, estoy muy dedicado a mi esposa. Me encuentro en una edad ideal. Tenemos una familia muy hermosa, unos hijos muy queridos, unos nietos muy amados. Todo nos proporciona una satisfacción muy grande.

Mis relaciones en Pereira son muy grandes, la gente me aprecia, por lo menos me quieren, hay cariño de parte de la gente. Yo me enamoré de Pereira, me quedé en Pereira y de aquí no me voy.

  • Este es el testimonio de una vida ejemplar, de un hombre muy querido por todos en Pereira. Como usted bien lo ha dicho, y como todos se lo reconocemos, usted ha contribuido al desarrollo de nuestra ciudad. Gracias a personas como usted hoy somos lo que somos y tenemos lo que tenemos. Por eso mi invitación, Don Francisco, fue la de que nos acompañara en este espacio que está dedicado a destacar a nuestros líderes y a personas tan importantes y tan de nuestros afectos. Gracias por su tiempo, gracias por compartir con nosotros la historia de su vida, tan valiosa, tan ejemplar.

A usted muchas gracias por tenerme en cuenta, lo que yo no creo merecer.