Angélica Chavarro Franco

Las memorias son conversadas, las historias escritas en primera persona por Isa López Giraldo

Soy una mujer, apasionada, comprometida, perseverante que ha vivido hitos transformadores. Puedo ser yo cuando estoy en lo que amo, fluyo fácil. Si me desconecto me distraigo y me lleno de miedos y angustias. Me define el ser artista, buscadora infinita de respuestas de autoconocimiento, soñadora. Si debo cambiar el camino así lo hago.

ORÍGENES

Horacio Chavarro Jiménez, mi papá, ejerció como comerciante, agente viajero. Susana Franco, mi mamá, estudió secretariado bilingüe en el Colombo, luego se formó como pedagoga, actualmente es terapeuta, es quien alinea mis energías. Tengo una hermana mayor, Adriana, es ingeniera química de la Nacional con un espíritu artístico muy fluido.

PILARES DE FAMILIA

Quedaron en mi corazón la autonomía, los asociados a las virtudes más universales como la honestidad, el respeto, el amor, la lealtad. El ser fieles a nosotros mismos.

PRIMEROS AÑOS

Viví una infancia en soledad, sin referencias concretas de contención, aunque recibí mucho amor. Interactué mucho con mi hermana.

Estudié en un colegio de monjas que me dejó una pelea con la religión en cuanto a dogmas y obediencia. Conservo mejores recuerdos del Teresiano donde recibí una educación mucho más integral. Académicamente me destaqué en algún momento, pero no me gustó nunca competir. No tuve dificultades, tampoco me identifiqué con ningún área.

ACADEMIA

Me gradué sin tener claro qué quería para mí. Mi novio de ese momento había pasado en medicina, me presenté, pero no fui admitida. Comencé a indagar, estudié seis semestres de diseño gráfico donde un maestro me ayudó a descubrir mi pasión por el arte y me motivó a cambiarme a facultad de arte. Entendí que amaba más el color que lo racional, lo expresionista. Todo fue muy intuitivo.

En mi colegio no existía el arte, solo las manualidades Mi contexto familiar y cultural no daba para entender que el arte era una opción de vida. Me presenté y pasé los filtros de la Nacional donde comenzó mi camino de autoconocimiento, pues el arte es muy introspectivo, se da cuando uno está en contacto con sus entrañas.

DECISIONES DE VIDA

Desde esa honestidad comencé a indagar, a descubrirme. Al graduarme, feliz con mi obra y con las propuestas que hacía, aunque muy inmadura, me enamoré, me casé, tuve hijos y me dediqué a la educación sin abandonar el arte sin que fuera mi desarrollo profesional.

Fueron mis hijos quienes me volcaron a las artes. Supe que, si quería que ellos soñaran, yo tenía que hacerlo primero. En la medida en que fueron creciendo, yo también lo hice. Me reconecté con mi arte para encontrar momentos importantes de interiorización.

La obra siempre está permeada por las vivencias íntimas y la mía logra un lenguaje consolidado donde me siento plena e identificada.

PUNTO DE QUIEBRE

Por un meningioma me sometí a una cirugía de cerebro en el 2006 que significó un alto en mi camino. Tuve otra oportunidad al quedar viva y quedar bien. Este fue un accidente que me hizo repensarme, cuestionarme.

Así surge mi deseo de pintar desde las entrañas, de hacer obra para compartir la experiencia que me llevó a tomar conciencia de la importancia de valorar la vida, de respirar, de disfrutar, de vivir en plenitud. Plenitud no significa excluir la insatisfacción, es saber que puedo volver pese a esta, es poder vivir esa dualidad.

MOMENTO SUBLIME COMO ARTISTA

El día que tomé la decisión de dedicarme al arte fue un momento sublime que me llevó a conectarme con el medio.

Luis Guillermo Moreno me brindó la oportunidad de hacer obra de gran formato en su galería, para abrirla. Me enfrentó a una arquitectura que no había manejado, me obligó a salir del bastidor de mi taller a proponer algo, a crear un espacio dentro del espacio. Esto me lo había imaginado y sin planearlo llegó la oportunidad de materializarlo.

Con las instalaciones supe que podía traspasar el límite del espacio mismo desde algo muy genuino y propio. Pude crear una atmósfera que trasmitió la paz que quise reflejar.

También es sublime cuando mi obra se va a nutrir un espacio nuevo.

PROYECCIÓN COMO ARTISTA

Quiero ser infinita como el universo. Estar conectada con la ilusión, con la magia, siendo eterna con mi arte. Quiero que la obra, que ahora es inédita por permanecer en un nicho muy reducido, se conozca.

Ahora quiero crecer de la mano de Beatriz Esguerra, con quien he conectado recientemente y quien cree en la magia de mi trabajo.

FAMILIA

Juan José Castiblanco, mi esposo, es arquitecto de la Nacional, el soñador más fiel al lado de mis sueños. Ama el arte y tomó la decisión de estar conmigo cuando supo que yo era artista. Es mi compañero de vida, de creación, de mi producción artística, me ayuda con planos, haciendo cajas, disponiendo espacialmente mi obra, recomendándome materiales.

Manuel, mi hijo mayor, tiene dieciocho años y acaba de pasar en arte de la Nacional. Pablo tiene dieciséis y hace parte de la liga de atletismo en la que se ganó su primera medalla de plata. Los dos han sido mis grandes maestros, me han ayudado a sanar.