Alejandro Vera

ALEJANDRO VERA

Las Memorias conversadas® son historias de vida escritas en primera persona por Isa López Giraldo.

ORÍGENES

Mi historia se remonta a la ciudad de Cali. Nací en el seno de una familia de profesionales de clase media buscando progresar. Mi papá y mi mamá fueron dos personas privilegiadas en la medida en que, sin ser millonarios, su trabajo les daba para vivir dejándoles algo muy importante como lo es la educación.

Siempre fui más cercano a los abuelos maternos porque mi papá, al ser del Tolima y al vivir en Ibagué, claramente ofrecía una distancia con respecto a los suyos. Contrario ocurrió con la familia de mi mamá que era caleña. Mi abuelo Ricardo, soñaba con un mundo mejor, con un país mejor, que funcionara al derecho, que tuviera mejores perspectivas, tenía una visión de política pública, lo que me llevó a estudiar economía veinte años después. Murió en el mismo año que mi mamá, de noventa y ocho años. Mi abuela tiene cien ya cumplidos y está perfecta. Como decimos los economistas, mi mamá fue el “outlayer” de la familia, al morir joven.

Mi mamá, abogada especializada en temas tributarios y laborales, murió de cáncer de estómago a sus sesenta y un años. Mi papá, biólogo y agrónomo, viajó durante mucho tiempo cuando era joven al Cesar, a la Guajira, al Tolima hasta que la multinacional alemana Schering se lo llevó a Cali donde conoció a mi mamá. Se casaron dos años antes de que yo naciera, en el año setenta y seis. Mi hermana nació en el ochenta y uno.

Pasé parte de mi infancia en la casa de mis abuelos maternos dado el trabajo de mis padres. Todas las fechas especiales y los domingos nos reuníamos en familia, aunque generacionalmente fuéramos muy distantes unos primos de otros.

ACADEMIA

El colegio lo cursé en el Berchmans. Me gradué en la promoción de 1996, que no se caracterizaba por ser muy estudiosa aunque sí ruidosa. Algunos de mis compañeros ha ocupado posiciones en el gobierno local de mi ciudad, otros en el Gobierno Nacional y muchos más en el sector privado. Siempre me distinguí por ser juicioso, de buenos resultados, por ganar medallas y el respeto de mis amigos. Pero esto me obligaba a bajarles las expectativas que tenían respecto a mí, pues eso genera mucha presión, quita el derecho a equivocarse.

Si bien tuve un buen resultado en el ICFES, que para muchos marcaba el derrotero a seguir luego del bachillerato, a muchos de mis amigos les fue mucho mejor. Nunca me frustré por eso, reconocí el valor de los otros. Me gradué como uno de los mejores de la promoción del colegio. Si bien mis padres me acompañaron en todo el proceso, yo atendí siempre mis responsabilidades consultándoles tan solo lo que requería. A mi hermana y a mí nos dejaron la educación como la mejor herencia.

VOCACIÓN

Como todas las áreas del conocimiento me gustaron siempre, no me fue fácil decidir mi carrera. Además, era el momento del furor de las computadoras, del Internet, el que se conectaba al teléfono, era el surgimiento del Windows. Tenía claro que no me gustaba lo relacionado con el campo, quizás por la profesión de mi papá. Tampoco quería ser médico porque la sangre me genera estrés, como me lo generan los muertos. A mi mamá preferí recordarla siempre viva.

Pensé en estudiar Economía. Entonces visité las universidades San Buenaventura, Del Valle y Autónoma de Cali. No quería estudiar economía marxista, tampoco quería la universidad pública porque me quería graduar a tiempo. Me visualicé estudiando en Bogotá donde tenía amigos, pero me dio miedo. Este era un miedo alimentado por mi mamá que me decía cuánto extrañaría las atenciones de casa.

UNIVERSIDAD JAVERIANA

Mi decisión fue estudiar Ingeniería de Sistemas en la Universidad Javeriana de Cali, algo completamente diferente a lo considerado inicialmente. Así lo hice durante tres años completos. Obtuve buenos resultados, pero no me sentí feliz ni cómodo. Llegó el momento en que en el sexto semestre me cuestioné sobre lo que estaba haciendo y vi muy claramente que no era lo mío.

UNIVERSIDAD DE LOS ANDES

Hablé con mi mamá para decirle que quería estudiar Economía en la Universidad de Los Andes, quería ir a la mejor del país. Pensé en hacer una transferencia en el año 99, que finalmente fue aceptada por la Facultad de Economía de los Andes.

Llegué a Bogotá el 30 de julio de 1999 Y jamás he renegado de la ciudad, porque me encanta. Fue la decisión perfecta y el momento ideal, pese a que perdía tiempo frente a lo que ya llevaba en Cali estudiando ingeniería. Además, contaba tres años de noviazgo y aun así decidí instalarme en Bogotá y estudiar en la mejor facultad de economía del país.

En los Andes están los mejores del país, me iba bien, era juicioso, me destacaba en algunas cosas y en otras menos. A mí me gusta el sano equilibrio, no paso derecho preparando algo; prefiero continuar después. Respeto los tiempos en familia y los de descanso.

Una de las clases más emocionantes que yo he tenido en toda mi vida académica fue Teoría y Política Monetaria con mi actual jefe, Sergio Clavijo. Lo más importante fue que aprendí lo que era ser economista, que todo tiene una aplicación y sirve para muchas cosas. De monetaria probablemente no aprendí tanto como después en el trabajo, porque soy un convencido de que uno asimila mejor las cosas en la práctica. Esta experiencia me resultó muy emocionante. A lo que me dedico actualmente me lo enseñó Clavijo en esa clase, en la que no se podía perder detalle.

Si bien no fui monitor como David Salamanca, quien fue director de regulación financiera del Ministerio de Hacienda, ni como Laura Londoño, años después me presenté a una entrevista en con Sergio Clavijo. Me recordó de inmediato y me dijo: “Usted vio clase conmigo, ¿cuánto fue que sacó?”.

LONDRES

Cuando terminé el pregrado viajé a Londres para hacer un intercambio. Debía aprender inglés. Mi grado fue en el 2003, cuando todavía se sienten las consecuencias de la crisis de 1999, entonces conseguir trabajo era dificilísimo. Presentaba entrevistas, pero nadie llamaba. Alguna vez lo hicieron de una comisionista de bolsa, pero pagaban menos de lo que mis papás me mandaban para mi sostenimiento.

MAESTRÍA

Me faltaba un semestre para terminar mi maestría en economía. La había empezado en el último semestre de pregrado. Alberto Carrasquilla fue un gran profesor, me enseñó macroeconomía, Ley, economía y preseminario de tesis. Él es muy técnico y creativo, usando la rigidez de los modelos se inventa cosas, hace argumentaciones que sorprenden a todos. Así fue en el ministerio siempre.

No conseguir trabajo era desesperante y éramos muchos en la misma situación. Así que decidí viajar a Cali por unas semanas en el verano de 2003. Antes de irme, la universidad envió una convocatoria para los que quisiéramos ser profesores asistentes en Introducción a la Economía Colombiana. Apliqué.

ASISTENTE EN LOS ANDES

A mi regreso encontré varios mensajes en el buzón de mi teléfono fijo, pues tuve celular algo tarde. Liliana, la secretaria de Alberto Carrasquilla quien en ese momento era ministro de Hacienda, me dejó saber que había sido elegido como su asistente. Así, empezó una relación de trabajo un poco más cercano que duro por cuatro o cinco semestres. Muchos me decían que le pidiera ayuda para conseguir trabajo, yo preferí esperar a que conociera a mi trabajo.

Pasado más del primer semestre como profesor asistente, Hernán, gran amigo del colegio que trabajaba ya en Hacienda, me animó a hablar con Alberto. Así que fui a la clase magistral que daba los viernes. Lo abordé, aunque con mucho esfuerzo, pues a mí no se me da eso de ser lagarto. Y le pedí que me permitiera incluirlo como referencia en mi hoja de vida. Respondió afirmativamente y con muchísima amabilidad, para mi tranquilidad.

TRAYECTORIA PROFESIONAL

MINISTERIO DE HACIENDA

Semanas después me llamaron a entrevista del Ministerio de Hacienda y logré el cargo al que aspiraba. Trabajé en el Ministerio como asesor, dentro de la oficina Confis (Consejo Superior de Política Fiscal), que hoy hace parte de la Dirección de Política Macroeconómica.

Hacía seguimiento a las entidades públicas del sector petrolero y cafetero como Ecopetrol y el Fondo Nacional del Café. Sacaba las cifras de déficit que apoyan la política fiscal. Trabajé con Juan Pablo Zárate, Verónica Navas, esposa de Juan Carlos Echeverry, Camila Pérez, hoy en Fedesarrollo, quienes fueron mis tres jefes iniciales. Esto hasta el año 2005. Era un servicio militar increíble. Fue iluminante y formador de carácter. Trabajé con gusto casi que hasta dieciséis horas al día.

En ese entonces terminé y me gradué de la maestría en Economía de los Andes. Era abril de 2005.

ANIF

Me hacía feliz trabajar en el gobierno solo que con el tiempo las cosas se empiezan a volver repetitivas. Tampoco tenía mucha opción de avanzar. Mi curva de rendimiento se aplanaba. La clase la dictaba en piloto automático. Me aburrí y comencé a cuestionarme el “¿ahora qué?”. Por una amiga me enteré que en ANIF había una vacante para investigador macroeconómico. Conmigo aplicaron tres personas más del Ministerio y otras tres de afuera.

Ese día fue realmente muy extraño. El fin de semana íbamos en familia para Cartagena. Viajaba al medio día un viernes y me habían citado en ANIF a entrevista a las ocho de la mañana. La vuelta fue única pues debía chequearme a tiempo para el vuelo, ir a la entrevista en saco y corbata, y estar medio día en mi oficina en el ministerio. Aquí vestía informal porque era viernes, y si iba de saco y corbata todo el mundo iba a empezar a preguntar cosas.

Salí de mi casa a las seis de la mañana hacia el aeropuerto a chequear mi maleta para ganar tiempo. El ministerio era mucho más cerca del aeropuerto que mi apartamento. Llegué a ANIF a presentar la entrevista. Fui en taxi hasta mi oficina donde me cambié a jeans. En la tarde, entrando ya al aeropuerto, recibí llamada de Argeniz, la secretaria de Sergio. Sergio me dijo que yo era el elegido. Era finales de mayo y debía comenzar en julio. Acepté y descansé feliz bajo el sol ese fin de semana de puente. Era un nuevo reto y eso me alegraba mucho.

Comencé en ANIF en julio del 2005 como investigador macroeconómico reemplazando a Francisco Mejía, quien se iba a estudiar al exterior. Trabajé hasta agosto del 2007 cuando decidí estudiar en el exterior.

LONDON SCHOOL OF ECONOMICS – LSE

Estudié mi maestría en política pública a la London School of Economics (LSE) en Londres. Había aplicado a cinco universidades: LSE, Princeton, Harvard, Columbia y UCL. LSE era mi primera opción, porque fui aceptado en varias. También apliqué a Colfuturo, ahorré durante el tiempo en que trabajé en ANIF, vendí el carro que me habían regalado mis papás. Con eso viajé.

Me tocó el peor momento porque era cuando la libra esterlina y el euro estaban carísimos, y el dólar súper devaluado. Aprendí a vivir haciéndole el quiebre a lo caro. Estuve el primer año solo, afrontando situaciones muy duras en la universidad. Tuve dificultades en la comunicación con Colombia, la que lograba a través de Skype, pero con pésima señal. Sandra, mi novia, hoy mi esposa, me hacía muchísima falta.

Viajé a Colombia en ese diciembre de vacaciones por la necesidad de compañía, de ver a mi familia, de disfrutar del clima. Me sentía reventado de estudiar.

MATRIMONIO

En este viaje le propuse matrimonio a Sandra. Programamos casarnos al terminar mi maestría, pero yo quería vivir esta experiencia junto a ella. Para aplicar a la visa teníamos que estar casados y así lo hicimos en marzo de 2008.

Sandra firmó en la notaría y mi hermana con poder lo hizo por mí, pues nuevamente me encontraba en Inglaterra. Mis amigos de LSE se dieron cuenta e hicieron fiesta esa noche en un bar cubano, bailamos salsa toda la noche. En el video de graduación de la promoción MPA-LSE 2009 incluyeron estas memorias como uno de los momentos más simpáticos y de mayor recordación para todos mis compañeros. Sandra celebró con su familia.

Sandra viajó en agosto y se quedó un año. Vivimos en una casa que parecía más un inquilinato de siete personas, pero muy agradable. Paseamos, aprendimos a manejar todas las vicisitudes de estar lejos de casa. Compartimos con otras personas, todas muy especiales. Esto nos unió aún más.

REGRESO AL PAÍS

Tuve un segundo año muy interesante, aprendimos mucho, viajamos por Europa y en julio de 2009 volvimos a Colombia.

Busqué trabajo en Londres, pero también en el país. Encontrar trabajo en Londres era casi imposible por la crisis internacional que había estallado en 2007-2008. Los requisitos de residencia no ayudaban mucho.

Caminando Barcelona por La Rambla sonó mi celular. Era Carlos Ignacio Rojas, vicepresidente de ANIF. Me contó que con Sergio estaban pensando en crear el cargo jefe de investigaciones macroeconómicas, y que habían pensado que la persona idónea era yo.

La oferta me pareció espectacular, aunque el salario me dejaba “ras con apenas”. Tenía la deuda de Colfuturo, y ya éramos familia. Pensé en la oportunidad que me ofrecían y la revisé contra un proceso que tenía en el Banco de Bogotá con Camilo Pérez y otro proceso en la Superfinanciera con Camilo Zea. Acepté el trabajo en ANIF para comenzar muy rápidamente. Me llamaba mucho la atención lo que ANIF me ofrecía. Para mí siempre ha sido clave estar pleno con lo que hago en el día a día.

Nos instalamos en la casa de mi suegra mientras liberaban el apartamento que mi mamá tenía arrendado en Bogotá. Así comenzó nuestra vida en pareja y de proyección profesional. Durante los dos años siguientes recibí ofertas interesantes, pero quería mucho lo que hacía en mi trabajo, preferí esperar.

En octubre del 2010 a Carlos Ignacio le ofrecieron la Presidencia de Fiduagraria. Sergio me promovió a ese cargo. Por supuesto, la emoción fue toda y sigue siéndolo.

En ANIF somo un gran equipo que con pocos recursos hace mucho. Las personas con las que he compartido allí me han aportado mucho y nos hemos vuelto una familia. Además, creo firmemente que le estamos aportando mucho a la vida económica del país.

Mis tareas en ANIF cumplen con el sueño que siempre tuvo mi abuelo, construir un país mejor. Él siempre se levantaba todas las mañanas a escuchar las noticas en Caracol y yo soñaba con que escuchara de mis logros, que supiera que estaba cumpliendo su sueño. Porque su sueño luego se volvió mío. Muy al final. desu vida me dijo que estaba muy orgulloso de lo que hacía colmándome de felicidad.

PROYECCIÓN

Si bien me proyecto para volver a trabajar como servidor público, lo tomo con calma, pues es algo que debe pensarse mucho. En las condiciones actuales hay que pensar demasiado en ser ministro o viceministro. La lealtad del jefe y su confianza, llámese presidente o ministro, son definitivas para aceptar una postulación.

Tengo una familia a la que proteger. En 2012 mi vida cambió con el nacimiento de mi hija y quiero darle todas las oportunidades posibles, hacer presencia, disfrutarla y que me disfrute. Uno no sabe qué es el amor verdadero hasta que tiene un hijo, así que los próximos pasos tienen que medirse con mucho cuidado.

Hay tiempo y paciencia, la clave es estar contento y sirviendo a Colombia. Es lo hago todos los días y por eso vivo completamente agradecido.

Publicado por Blogger en El Blog de Isa López Giraldo el 8/10/2017 06:43:00 p.m.