Juliana Barreto

JULIANA BARRETO – JULITA

Las Memorias conversadas® son historias de vida escritas en primera persona por Isa López Giraldo.

Soy producto de dos personajes maravillosos que la vida unió.

ORÍGENES

RAMA PATERNA

Francisco Barreto, mi papá, nació en Ubaté en una familia de ocho hermanos. Siendo el cuarto, fue un emprendedor que a sus diecinueve años dejó de estudiar para que sus hermanos salieran adelante.

Realmente es el gran Shark. Desde los diecinueve años fue gerente de La Enciclopedia Británica en Colombia, República Dominicana y México. Dice: “¡Nada más difícil que vender libros!”. Con el tiempo mi papá vendió carros. Luego montó su empresa Productos La Carreta.

Es absolutamente empírico, parece ingeniero mecánico. Sabe de fórmulas de leche condensada, pero también sabe cómo venderte un tornillo. Es un tipo brillante.

Yo me muero de amor por mi papá y tenemos una muy buena relación, aunque somos tan parecidos que a veces chocamos, me corrige, y yo cuido mucho de él. Es mi inspiración.

RAMA MATERNA

Helena, mi mamá, fue una mujer de bajo perfil, introvertida, entregada al servicio social, porque dedicó su vida a ayudar a los niños menos favorecidos. De familia acomodada, hija de personas muy importantes de Manizales. Varias de sus tías se hicieron monjas, quizás está en sus genes el servicio y amor por los demás. Me pregunto cómo no fue monja.

SUS PADRES

Mis papás se conocieron en el restaurante Arrieros cuando él se encontraba con un amigo y mi mamá con dos amigas.

Ella era tímida, calmadita, usaba gafas gruesas. Sus amigas se comportaron de manera muy coqueta con mi papá. Quedaron todos en salir esa noche. Cuando llegaron por ellas mi mamá asumió que estaban en pareja y no fue. Así que mi papá se devolvió y dijo: “Esto es una salida en grupo. Vamos, acompáñanos”.

A mi papá no le gustaron las amigas de mamá, quienes se mostraron muy interesadas en lo que él tenía y no en quien era. Entonces se puso a charlar con mi mamá. Conectaron muy bien y a los seis meses ya estaban casados. En el intermedio, mi papá se perdió un tiempo porque tenía novia. Resultó que esa novia vivía en la misma cuadra de mi mamá, por lo que a él le dio un pánico tremendo.

Mi mamá hizo su duelo. Pasaron cinco meses y un día mi papá la buscó en su trabajo para decirle: “Mona, quiero casarme contigo”. Entonces ella llegó a su casa a decir que se casaba con un fulano a quien nadie conocía. Es más, mi mamá se casó antes que una de sus hermanas quien estaba preparando su matrimonio con mucho tiempo de anticipación.

Mis papás siempre han sido locos, arriesgados. Vivieron en México casi cuatro años y se demoraron en ser padres. Precisamente regresaron al país antes de 1980 para mi nacimiento.

JAVIER DE NICOLÓ

Mi mamá fue una mujer entregada al servicio social. Trabajaba con el padre salesiano Javier de Nicoló, una institución en este país. Llegó de Italia en los años 70. Mi mamá se convirtió en su mano derecha, pues como pedagoga se encargó de los temas relativos a la educación de los niños, desde sacarlos de la calle después de convencerlos de entrar a instituciones, de aprender a leer, a escribir y diferentes oficios. Ella pensaba que los que no se hicieran universitarios, por lo menos aprendieran un oficio como jardinería o cerámica.

Recuerdo que mi mamá llegaba muy tarde estando levantada desde temprano. Muy a primera hora la recogía una van para sacar niños de las alcantarillas. Entraba al cartucho en carro y no le pasaba nada. Era el único ser del país que podía hacer semejante cosa, ni siquiera el alcalde. Entraba en su carro manejando, la saludaban y le decían: “Helenita, saque a tal muchachita porque se la están comiendo las ratas”. Literalmente eran bebés mordidos por ratas. La vida de mi mamá fue una lucha constante por esos muchachitos, a quienes consideraba hijos.

Una tarde, mi mamá estaba en una reunión en la Alcaldía. Había una excursión a Monserrate con los gamines. Porque así les decía: mis gaminsitos o mis muchachitos. Estaba tan encartada conmigo que le dijo a alguien: “Ve Lucho, llévate a Juliana y me la traes acá por la tarde después de la excursión”. Yo debía tener cuatro años.

A las siete de la noche yo no aparecía. Estábamos en el centro. El caso es que mi mamá empezó a entrar en pánico, aunque ella era muy tranquila, pero con preocupación pensó: “¡Y ahora qué le digo a Pacho!”.

Después de la excursión habían hecho vaca, habían reunido cada uno las tres monedas que tenían para comprarme en la Plaza España unas boticas de caucho. De ellos tengo cartas que me escribieron cuando iba a nacer, regalos cuando nací. Querían que su Helenita tuviera una muchachita.

Nací un 13 de junio y crecí en una finca con caballos en la que nos bañábamos con el agua del riego del río de Bogotá, la cosa más horrible y asquerosa. Pero éramos felices.

Y nací llena en piojos, pues mi mamá me ponía en una caja al frente de estos niños, entre casa y casa. Mi mamá preparaba todos los musicales, y yo siempre estaba disfrazada de burro en una carreta con unos gamines que me cuidaban.

Mi mamá está en silla de ruedas. Cuando murió el padre Javier de Nicoló llegamos a la Catedral Primada. Estando aquí, entre veinte muchachos cargaron su silla y la pusieron como un altar para que nadie la tocara, para que nadie se le acercara. Para ellos, Helenita es como una mamá mágica: la cuidaban, la consentían. A mí me decían: “Juliana, lo que necesite. Acá está mi celular”. Lo que necesite es: mato por usted. Porque es gente muy poderosa de las calles.

Un día, nos iban a atracar en la calle, mi mamá manejaba. El tipo levantó una varilla con la que nos iba a romper el vidrio. Apenas se dio cuenta de que era mi mamá dijo: “Ay, Helenita, perdón. No me di cuenta de que era usted”.

Por todo esto es que creo que soy tan cálida con la gente de la calle. A mí ninguno me da miedo, nunca me ha pasado nada. Cuando se me acerca un indigente, le abro la ventana y le digo: “Mi amor lindo, no asuste a la gente. Venga yo le doy plata, a mí no me vaya a hacer nada que yo soy buena persona”. Les hablo muy tranquila porque nací en eso. No así mis hermanos.

HERMANOS

Soy la mayor de tres hermanos, y tuvimos la infancia más feliz del mundo, muy sana, con unos papás esforzados, trabajadores y amorosos. Somos una familia muy tranquila. Por un tiempo importante vivimos en una finca, en Siberia, por Parcelas de Cota, donde hoy es la fábrica. En ese momento no había nada, no había civilización, solo potreros.

A mi tercer cumpleaños nació Isa, mi hermana, el mismo día que yo. Casi me pudro de los celos, dije: “¡Esta muchachita se robó mi cumpleaños!”. Y comencé a manifestar una serie de comportamientos como hacerme pipí en su coche, la empujaba, le escupía.

Dicen que yo tenía el síndrome del sollozo. Este es cuando los bebés, para manipular a los papás, voltean los ojos y se privan, dejan de respirar por tres minutos, se ponen morados como si estuvieran en un paro cardíaco. Me iban a dar pastillas porque consideraban que era epiléptica, pero un tío de mi papá, que es médico, le dijo: “Eso es puro consentimiento. La próxima vez métanla en la cuna y la dejan acostada. Créanme que no le va a pasar nada”. Efectivamente, la última vez que lo hice, fue el día que me dejaron en la cuna y cerraron la puerta del cuarto.

Soy tan consentida que, trabajando con mi papá y para tener una conversación laboral con él, me toca hacer de tripas corazón, escribirle una carta antes de hablarle porque de otra forma me pongo a llorar. Entonces él se estresa porque soy su bebé, aunque se trate ya de una mujer adulta. Esto pasó pues trabajo como independiente, porque soy consultora, mentora de emprendedores, speaker internacional y miembro del grupo G:100 de Women Economic Forum.

Isa es diseñadora gráfica y emprendedora que trabajó en NY. Por supuesto, es mi amiga del alma, mi confidente, mi todo. Está casada con Juan Camilo Pérez, abogado laboralista, un ser encantador, gran miembro de familia, es soporte para lo que uno necesite. Tienen dos chiquitas, Elisa y Julia por las que yo muero de amor.

A mis cinco años nació Ernesto, un 29 de mayo. Le pregunté a mi mamá cómo funcionaba eso, porque realmente era una coincidencia enorme.

Ernesto es también emprendedor, dueño de Valle Verde, empresa de excursiones equinas. Hace coaching asistido con caballos, es entrenador de caballos. Pero también hace paseos en motos, excursiones de colegios, charlas y eventos. Está casado con María José Matamala, un ser encantador, mi otra hermana. Hoy es el gerente General de Productos La Carreta donde me ha sorprendido con su capacidad de liderazgo y de gestión.

La verdad yo siempre hablo de mis tres hermanos: Isabel, Ernesto y María José, los amo inmensamente. Son padres de Victoria e Irene, niñas de mis ojos. Hace dos años de Pablo, el más chiquito de mis sobrinos. Muero de amor por mis sobrinos, son mi vida.

ACADEMIA

COLEGIO SANTA MARÍA

Inicié en jardín. Con mi hermana estudié en el Santa María, colegio muy tradicional de las monjas benedictinas. Mi hermano asistió al Gimnasio Moderno.

Recuerdo que mi papá se impuso la meta de trabajar desde las cinco y media de la mañana para estar desocupado a las dos de la tarde. Así, cuando llegábamos del colegio era él quien nos recibía, nos revisaba las tareas y nos llevaba a clase de música.

Siendo un papá súper estricto, porque era durísimo, también era amoroso.

Llegábamos del colegio a meternos en los riegos, a montar en bicicleta, a alcanzar duraznos y a recoger los huevos del gallinero.

UNIVERSIDAD JAVERIANA

Siempre quise estudiar Derecho, nunca lo dudé. Pasé en las tres universidades donde me presenté, pero la Javeriana me pareció la más chévere.

Fui necia, me botaron de todas las clases, hablaba. Cuando me ponía una cobija de Avianca, el profesor gritaba que yo me la había robado. Era de las que, cuando pasaban los quince minutos y el profesor no se presentaba a la clase, hacía el bonche. Decía: “¡Listo, nos fuimos!”.

Fui muy líder, buena estudiante, no era la mejor. Tuve un parche de amigos, cinco tipos que me protegieron toda la carrera y son mis mejores amigos de la vida. Creo que me gradué gracias a ellos, porque me obligaban a estudiar, me obligaban tremendamente.

Estando en sexto semestre viví una crisis que hizo que me quisiera cambiar a Comunicación. Mi mamá me apoyó. Entonces fui a hablar con el vicerrector, el padre Álvarez. Le dije: “Luisfer “, / “Novia mía, ¿qué pasó?” / Llorando le conté: “¡No quiero estudiar más esta vaina, odio esta carrera, odio esta facultad!”. / “¿Qué necesitas?” / “Necesito los certificados de notas”. / “¡Ok! Te sales de mi oficina porque aquí no te va a dar nadie esos documentos. Te gradúas de Derecho y punto”.

Me botó en la puerta. Yo berreaba (sic) pensaba: “¡Este abusivo…!”. Pero ese abusivo me hizo graduar de Derecho y se lo agradeceré siempre. Yo a él lo adoro. No estudié comunicación, pero me encanta. Me parece fascinante el tema de medios, del periodismo.

En Shark Tank se reían y me preguntaban si yo había hecho televisión. Soy buena ante las cámaras, espontánea y cero miedosa. Había hecho radio cuando trabajé con carros y me llamaban a hablar por espacios muy largos. Yamid Amat Laserna me invitaba a su programa porque le caía bien. Me decía: “Venga nos acompaña el jueves a hablar por la tarde a la hora del regreso”. Y yo me quedaba hablando con ellos, me fascinaba y me fascina. 

GRADO

Me gradué como abogada gracias a mis amorosos amigos que son mis hermanos del alma, los más duros del mundo de mi generación: Darío Laguado, socio de Brigard & Urrutia; Luis Enrique García de Brigard, quien fue viceministro de educación y ahora disfruta de unos meses sabáticos en Francia con su señora; David López Bruce, que trabajó en Brigard & Urrutia y ahora está vinculado al Nature Conservancy en Washington; Andrés Ordoñez, trabajó en los Estados Unidos mucho tiempo y ahora en Garrigues; Nicolás Cuadros, siempre fue abogado corporativo de la Philips Morris y lo acaban de mandar a Argentina donde vive como un rey en una mansión al lado del Río de la Plata; Jerónimo Silva, trabaja en Pro Bogotá, amoroso también y su hermana esposa de mi primo.

Ellos me hacían llorar porque estudiábamos mucho y yo a las tres de la mañana les decía en medio de lágrimas, que no quería exponer. Me obligaban casi que con látigo y siempre terminaba pasando las materias. Nos pudimos graduar con preparatorios y tesis en solo seis meses.

TRAYECTORIA PROFESIONAL

SOFASA

Ya graduada me llamaron a presentar dos entrevistas, una en Brigard y otra en Sofasa. A mí las firmas de abogados me parecían lo más aburrido, así que me fui para Sofasa de asistente de la secretaria general de la dirección jurídica.

Me regañaron porque yo hablaba con todo el mundo por las mañanas, tomaba café de puesto en puesto, mi método de archivo era que empapelaba todo el patio de fotocopias. Un día el presidente, Luis Fernando Peláez Gamboa, hoy presidente de Renault Argentina, me dijo: “Ve, Juliana, creo que estás en el lugar equivocado. Te vas para recursos humanos”. / “Pero, señor Peláez, tengo veintitrés años”. / “No importa”.

Reemplacé a una vaca sagrada siendo yo una niñita. Pero me fue divinamente, pues yo era muy amiga de todos los comerciales. Nos ganamos el Great place to work durante dos años seguidos, hacíamos las actividades más fantásticas, pista de karts dentro de la fábrica, campeonatos de bolos, disfraces, vestida libre-casual…

Me enviaron seis meses a entrenamiento en planta en Medellín. A mí me estaban entrenando, como decían allá, en el servicio militar para ser presidente. Después de tres años me nombraron gerente nacional de servicio al cliente. Tal cual, cuando llamaban a la última instancia gritando que se les dañó el carro, pues me la llamada la atendía yo.

Fueron cinco ingenieros quienes me enseñaron lo básico para manejar las reclamaciones. En ocasiones se presentaban muertos, heridos, quemaduras, conciliaciones, pero yo esa parte de cliente la manejaba muy bien. Fue un año y medio rápido porque es un puesto de mucha tensión: traquetos me sacaron armas diciendo que si no les cambiaba el carro me podía pasar algo.

De ahí pasé a gerente de ventas de Costa, Centro, Ibagué. Entonces viajé por todo el país.

SU MAMÁ

Estando en ese cargo fue cuando mi mamá se enfermó. Resulta que mi mamá estaba con las defensas muy bajitas por la muerte mi abuela. Recuerdo que ella nos contaba de unas niñas de la calle, prostitutas que tenían tosferina y tuberculosis, cualquier dato adicional lo tengo bloqueado. Yo estaba trabajando en Medellín cuando recibí la llamada de mi hermana para decirme: “Mamá está malita, tiene un dolor de cabeza muy fuerte. Ella dice que no es una jaqueca normal, sino algo más doloroso. Así que nos vamos con ella para el Country”.

Mi mamá empacó un libro, porque sabía que iba para largo. A las once de la mañana me llamó mi tío médico de urgencias para decirme: “Muñeca, mamá está muy malita. Quiero que te subas ya a un avión”.

Yo almorzaba muy temprano, por lo que le hablé con Lili. Lili es la esposa del señor Peláez, con quien vive en Argentina. Ella fue quien me formó, sigue siendo mi mentora, es la más orgullosa de mis triunfos, la que llora cuando lloro, se ríe de mis locuras. Estos dos me han apoyado en todo. Entonces me dijo: “No, mi amor, vamos a buscar tiquete”.

Esa noche llegué al aeropuerto de Rionegro, pero no pude viajar porque se dañó la torre de control. Llamé a mi casa y mi papá me dijo: “Ya salimos de la clínica. Entre que esperes en el aeropuerto o te vayas a dormir un rato, haz lo segundo y coges el primer vuelo. Mientras tanto yo con el ojo hinchado y sin entender qué estaba pasando. 

Al otro día volé, tomé un taxi a la casa de mis papás, me cambié, fui a la clínica y le dije a mi papá: “Pa, listo. Dile a mamá que ya llegué”. / “Es que mamá desde hace doce horas está en coma”.

Entré a verla. Parecía Bart Simpson, con esos ojos que se le salían. La estaban tapando porque el cerebro se hincha tanto que trata de salirse por las cavidades. Le había dado meningitis bacteriana, de las que nadie se salva.

Pasó casi tres meses en la clínica. Cualquier entrada de mi mamá a la clínica es eterna. Yo me levantaba e iba a trabajar hasta Chía y, como a las dos o tres de la tarde, dejaba todo ya arreglado para ir a visitarla. Como había tres entradas al día a cuidados intensivos, buscaba llegar a las de la tarde.  

Un viernes nos dijeron: “A la mamá toca desconectarla”. Firmamos todo. Nos reunimos en casa de mis tíos, lloramos, pedimos pizza. Realmente no sabíamos dónde meternos. El sábado a las seis de la mañana llamaron de la clínica, mi papá contestó, le dijeron: “Helena tiene los ojos abiertos”. De inmediato fuimos todos a la clínica, ingresé con mi papá en el traje que le ponen a uno que es como de astronauta. Nos encontramos al médico de turno quien le dijo a mi mamá: “Helena, si me estás oyendo y quieres vivir, tienes que respirar solita porque te voy a desconectar”. Y mi mamá empezó a respirar. Así empezaron a pasar los días, los meses, los años.

Me acuerdo de que era Navidad, mi papá había comprado una moto, parecíamos una caravana fúnebre: él adelante en la moto, seguido del carro que llevaba a mi mamá acostada en la parte de atrás. La seguíamos mis hermanos y yo y atrás un camión de la fábrica con la cama de enfermo, los tubos de la clínica y demás. Íbamos para la finca a descansar.

Mi papá suele subir a mi mamá en su boogie y pone la silla de ruedas en la parte de atrás. La gente se muere de risa, pero es que mi mamá es la reina de la casa y si ella quiere ir, pues va.

Mi mamá es totalmente sorda porque en una de esas recaídas le dio isquemia, se le calcificaron los nervios cocleares. No camina, no va al baño sola, necesita cateterismo cuatro veces al día, por lo mismo tiene dos enfermeras amorosas y un chofer que le ayudan. Por fortuna, su cabeza es la más perfecta del mundo.

Mamá sabe que yo estoy conversando contigo en este momento, sabe que eres Isa, la amiga de Santi y de mis amigos. Ella sabe todo de mi vida. Es la mamá más presente en medio de su discapacidad. Se ve muy limitada porque no se puede lavar los dientes sola, no puede bañarse sola, pero es la más abuela, la más mamá de todas. Es un ser maravilloso. Es solo amor.

Yo peleé mucho tiempo con Dios por esto que nos pasó. Le digo: “Por qué a una persona que ha sido tan buena con la humanidad le pasa esto!”. Realmente no entendía. Cualquier día, haciendo pilates, Constanza Duque me dijo: “Es que tu mamá dio tanto amor toda su vida que ahora lo único que tiene que hacer es recibirlo”. Ahí como que le encontré sentido.

Si mi mamá es divina, qué decir de su hombre ideal, Francisco Barreto. Han pasado trece años y sigue con ella, la ama, se la aguanta y la adora. Sus niños le siguieron mandando cartas, no perdieron el contacto nunca. Ahora se comunican a través de las redes sociales.

SERVICIO SOCIAL

El tema social siempre me ha tocado el alma. Todo lo que tenga impacto social me trastorna, se me nota inmediatamente que yo quiero ayudar. No soy de las que dice: no des porque es para droga. A mí no me importa. Doy en la calle porque sí, porque no, porque tal vez. Cuando dicen que ese señor siempre pide y se hace el enfermo y la gente se indigna, yo digo: ¿para qué te indignas? Si tú hiciste bien, tu conciencia está tranquila. Siempre he sido muy entregada con eso.

En mi casa era regla el que si tienes saco nuevo, sacas uno viejo y punto. El tema de la caridad no es ir a regalar mercado en una iglesia. La caridad empieza por casa, pues uno siempre tiene un tío llevado, una amiga que se separó. Mi mamá nos decía eso, no solamente refiriéndose a las personas que nos ayudan, sino a familiares y amigos.

SOFASA

Después de ocho años renuncié a Sofasa para estar con mi mamá.

HEAD HUNTER

Me vinculé a un Head Hunter donde fui asociada haciendo los procesos de los grandes ejecutivos del sector automotor. Pasado año y medio viajé a México por sugerencia de una compañera accidental de un viaje. Mi mamá me dijo: “Tú ya me cuidaste seis años. Tus hermanos ya se fueron y volvieron. Vete tú, estudia, trabaja, haz tu vida.

Mi papá, como un papá gallina, me llevó, me alistó apartamento en cuestión de horas, contrató una van, me compró muebles y todos los enseres. En resumen, me trató como a la niña chiquita que he sido. Cuando se fue mi papá, lloré como si me estuvieran arrancando la mitad de mi vida. 

Como mis papás también viví tres años en México donde formaban ejecutivos de carros Porsche. Fui feliz, hice amigos, viví dichosa hasta que conocí a un novio mexicano con el que me iba a casar. Vino a Colombia, lo presenté en la finca ante trescientas personas, pero luego la relación se tornó un desastre. Cuando no funcionó, a mí me dio un oso, una vergüenza: “¡Toda esta fiesta y este mexicano no salió con nada!”. Me dio tanta rabia tanto con él como con el país, que dije: “¡Me largo y me devuelvo a Colombia!”.

DERCO

Me tomé unas vacaciones. A mi regreso ya estaba firmando contrato con DERCO, empresa de uno de mis clientes del Head Hunter. Inmediatamente fui por tres meses a entrenamiento a Chile.

Vender carros chinos era todo un reto, pero me fue muy bien. Soy la que más ha vendido carros chinos en un mes en este país. Hacía ferias llenas de música en el barrio Restrepo con banderines y demás.

En un momento me dijeron: “Juliana, te está yendo tan bien que te vamos a trasladar a Chile”. / “Germán, ¿tú no viste que yo me devolví de México porque quiero estar en Bogotá y me vas a llevar a Chile? Yo no me puedo ir para allá”. / “Ah, bueno. Entonces te puedes quedar con la gerencia de fotocopias”.

Es la primera vez que me echan de un trabajo. Me dio durísimo, lloré tres días seguidos.

FONDO DE INVERSIÓN

Poco después me llamó Luis Enrique García, mi amigo de la Universidad, para decirme: “Oiga, estoy trabajando en un fondo de inversión que compra colegios y necesito a una persona como usted para que me ayude a hacer toda la transición”.

Acepté, pasé feliz, aprendí del mundo educativo. Sobre todo, aprendí una cantidad de estadísticas de ventas, de adquisición de clientes, toda esa data del marketing puro: cuánto vale volver a traer a un cliente, cómo identificar los riesgos y mil cosas más.

PRODUCTOS LA CARRETA 

Al final, mi papá, quien nunca me había dejado trabajar con él porque consideraba que aún no era el momento, me dijo: “¿Sabes? Ya estás lista”.

Comencé a trabajar en Productos La Carreta, lo que significó una dulce experiencia. Se trata de una empresa de dulces en la que hacemos arequipe, leche condensada, salsas de frutas. Somos los mayores fabricantes de dulce al día en el país.

Maquilamos a Carulla, Éxito, Surtimax, Colsubsidio, Alquería, Compensar. Preparamos los rellenos de Dunkin Donuts, las paletas de Crem Helado, los postres de la costa, arroz con leche, cheese cakes, porque enviamos la leche condensada y el arequipe a la Costa. Producimos la leche condensada Levapan. También la materia prima que venden para la limonada de coco de Crepes. Vendemos en Corabastos, en plazas de mercado, en queseras, en salsamentarias.

Este negocio lo empezaron mi papá y mi mamá hace treinta y tres años. Como te conté, mi papá trabajaba en el sector automotriz, pero el día en que nací, le dieron una semana de vacaciones. Este tiempo fue suficiente para que se enamorara tan profundamente de mí que pidió otra semana. Como no se la dieron, decidió renunciar.

Desde ese momento es independiente. Montó establos para ganadería porque tenía un taller de metal mecánica muy grande. Intentó hacer la receta del arequipe de la abuela con mi mamá en un cuarto de dos por dos. Hoy la fábrica tiene tres mil metros cuadrados, ochenta empleados, y nos hemos ganado las mejores Pymes del país, que es lo que me tiene en Shark Tank.

SHARK TANK

El programa buscaba una niña con una personalidad que se adaptara a la televisión y que hubiera trabajado en el sector real, que supiera cómo se trabaja en este país y que trabajara en una empresa propia.

En el programa me daban mucho palo porque dicen que soy la heredera, que yo no he emprendido nada. Pero sí lo he hecho, en muchas cosas, y he internacionalizado la compañía. Como mencioné, mi vinculación con la fábrica es diferente. Les ayudo con algunos clientes, pero todo lo maneja mi hermano Ernesto. Ahora Isa es la responsable de la parte de diseño de producto y etiquetas.

MATRIMONIO

Llegué muy desubicada de México. Todos mis amigos me presentaban gente, pues les afanaba que a esa edad estuviera sola y sin hijos. Pero empecé a darme cuenta de la delicia que es estar sola y en mi apartamento.

En alguna reunión donde mi prima Ana (otra casi hermana), su esposo, José Rafael Arango, me encargó de los vinos. De pronto, llegó un personaje con su novia. Yo estaba en la cocina. Se acercó y me preguntó: “Oye, ¿qué vino estás dando?” / “El que está en unas cajas”. / “¿El blanco ya está frio?” / “No”. / “¿Y cuál abriste? / “Este”. / No, no. Ese es el reserva que se sirve con la comida, por ahora tienes que abrir el crianza. / “¿Entonces qué te tomas?” / “¿Sabes? Yo me tomo un whisky”. / “¿Todo lo que molestaste por el vino y me pides un whisky? No estoy autorizada a dar whisky, pero espera te sirvo alguno.

A la semana le preguntó a mi prima por mí en una reunión en el club. Ella le advirtió que no se equivocara porque me adoraba y yo valía muchísimo. Me hicieron encerrona, me invitaron a comer pizza y él llegó.

Desde ese momento, 19 de diciembre del 2013, no nos separamos. Poco tiempo después supe que era madrastra. Nos casamos dos veces, una en Nueva York nosotros solos y otra aquí no sin antes haberle pedido que porqué mejor no vivíamos juntos porque me asustó la idea de casarme.

NUEVA YORK

Era un 28 de diciembre, llegamos tardísimo. Le dije al taxista: “Señor, vamos para SOHO”. Giró mi doctor Calle diciendo: “No, señor, vamos al Waldorf Astoria”. Punto seguido me dijo: “¿Tú qué crees, que te voy a dejar en un cuchitril? Te vas a casar conmigo en dos días.

El 30 de diciembre era último día hábil del año, iba a subir Trump al poder y la fila en la notaría era eterna, teníamos el turno cuatrocientos. Odié el vestido que había mandado a hacer, lloré a mares, no tenía nada qué hacer. Entonces me dijo mi doctor Calle. “Oye, ¿por qué no te pones el vestido que te regaló Olga Piedrahita? Te sentirías hermosa. Yo te compro algo blanco. No te afanes más.

Nos fuimos a sacar el permiso y a buscar el trapo blanco muertos de la risa. Llegué al hotel por la noche y pregunté por un maquillaje en la habitación para el día siguiente: “Con mucho gusto, vale US$ 700”. Yo ni loca iba a pagar eso, mejor cari-lavada. Tampoco iba a permitir que Calle lo pagara.

En la mañana del día siguiente fui a desayunar algo mientras él hacía algunas diligencias. Me senté en Mc Donalds pensando en cómo organizarme, también en mis hermanos y en mi mamá que debían estar furiosos porque me iba a casar sin ellos. Pregunté y me dijeron: “¿Por qué no te vas a Sephora? Queda a cinco cuadras de acá. Por comprar tres productos te maquillan gratis”.

Me esperaban en el Hotel, Calle y nuestros testigos Juan Carlos y Vivi. Bajé corriendo a Park Avenue donde esperaba por nosotros una limosina. Pensé: “¿Qué es esta lobera? Dios mío. Pero también es una divinidad, disfrutemos”.

Luego fuimos a un restaurante sin reservación previa, y estaba lleno. Nos dijeron que había mesa, pero que se demoraba dos horas. Me fui a hablar con la niña de la entrada, me dijo: “¿Te acabas de casar?” / “Sí”. / “¿De dónde son?” / “De Colombia”. / “Yo voy en breve para Cartagena”. Le hice una lista de lugares a donde tenía que ir. Me dijo: “Espera miro qué puedo hacer por ti”.  En dos minutos teníamos mesa y dos botellas de champaña por parte de la casa.

Todo salía perfecto. Pensaba: este año no nevó. Quería que nevara en Central Park, pero apenas salimos empezaron a caer copos inmensos de nieve, solamente ahí.

BOGOTÁ

En marzo siguiente hice una fiesta para cuatrocientas personas que duró treinta y seis horas. Mis papás pasaron felices. Me pude estrenar mi vestido de novia, el otro que tenía guardado de Olga Piedrahita. Así que tuve dos matrimonios con Calle y vestida siempre por Olga. Además, tenemos dos aniversarios.

A mi esposo lo amo profundamente, nos entendemos a la perfección. Es atento, dulce, pendiente. Ahora un poco celoso con lo del programa, lo que me fascina (por todo el tiempo que me quita). Los otros tiburones del programa lo acogieron de manera magnífica. Se entiende a la perfección con mi papá lo que me es muy importante.

Decidí no ser mamá, quizás por la situación en mi familia y porque mi doctor Calle ya tiene sus hijos.

REFLEXIONES

– ¿Cómo te ves en el corto plazo?

En un futuro me gustaría hacer consultoría en temas de educación para universidades, para emprendimientos. Este país está lleno de ideas y si hay un socio estratégico, personas adecuadas, una idea clara y números correctos, funciona.

Estoy viviendo un momento muy feliz, con muchas expectativas de qué viene, donde soy muy yo, muy en paz.

– ¿Cómo manejas la frustración?

La tolerancia a la frustración mía es pésima. Lloro si el rating no es el que esperaba. Siempre he estado acostumbrada a ser exitosa, a ser la chévere. Entonces cuando caigo mal me da durísimo, de pura consentida. Les digo a mis papás que es culpa de ellos.

– ¿Qué es lo que te genera más ilusión?

Amo a mi doctor Calle. Oigo ese timbre a las seis de la tarde y salgo corriendo como un perro cuando llega el dueño, me le boto y lo abrazo.

Me generan mucha ilusión mis sobrinas, muero por ellas. Amo a mis papás y a mis hermanos: son mi vida entera.

Soy feliz porque tengo a los hijos de Calle que eventualmente vienen a visitarnos.

Me genera mucha ilusión poder ayudar a la gente. Esto de Shark Tank es una nota. Aunque me pintan como la bruja mala. He tenido unas críticas durísimas porque lastimosamente en nuestro mundo si el hombre es el que hace una observación, es el duro, lo admiran, en cambio, si es una mujer, es una mal encarada.

– ¿Qué temas tienes pendientes en la vida? 

Creo que nada. Quizás garantizar protección para mi mamá y dejarla muy organizada, pero ella es una dura que no se vararía. Si me muero hoy me iría absolutamente feliz. Como que ya chequeé todo lo que tenía que chequear y la vida misma se encarga.

– ¿Qué derrite tu corazón?

Me conmueven las personas que sufren mucho. Yo digo, si con las mejores condiciones económicas, rodeado de personas que te apoyan, uno sufre, imagínate alguien en condiciones de pobreza, de vulnerabilidad. A mí esas historias me patean.

– ¿Cuál es tu idea del mundo ideal?

Es que mundo ideal no hay, tal vez donde existiera un poco más de equidad.

– ¿Y tú estado ideal?

En el que estoy hoy, exactamente como estoy: tranquila, con mis tiempos, mi marido, mis papás, mis sobrinas, familia, amigos, y amigas. No lo cambio por nada.

– ¿Qué es el tiempo en tu vida?

Algo que se pasa muy rápido, o a veces tan despacio que deseo que sean las diez de la noche rápido para poderme dormir. A veces los días son tan duros que ya la cama es necesaria y cuando llego a ese punto, es una delicia.

El tiempo es tan relativo porque pueden pasar tantas cosas en un instante. Creo que en estos últimos meses me ha pasado de todo. Hay días que son tan largos que no sé si la reunión que tuve fue hoy o ayer por la mañana.

– ¿Qué te gustaría que se dijera de ti el día de mañana?

Que fui una persona amorosa, encantadora de serpientes, la que se sienta con el presidente del banco y con el niño de la calle en la acera a comerse un pan.  

Considero que leo muy bien a la gente, entonces soy muy estricta. Cuando encuentro un desbalance como que me timbra algo. Porque soy estricta, de una sola pieza, que no cede ante cosas que no son negociables.

– ¿Qué te gusta dejar en las personas que se acercan a ti?

Mi sensibilidad social.

PERFIL

Juliana “Julita” Barreto Gutiérrez, una destacada figura en negocios e inversiones en América Latina, ha forjado una diversa y exitosa carrera empresarial. Su perfil profesional se resume en:


– Formación Académica: Estudió Derecho en la Pontificia Universidad Javeriana de Colombia, aunque inicialmente consideró Comunicación. Completó una especialización en Recursos Humanos y Ventas.

– Sofasa – Renault: Inició en Sofasa, ensambladora de Renault, en el área jurídica y luego en recursos humanos. Bajo su liderazgo, Renault obtuvo el reconocimiento Great Place to Work durante dos años consecutivos.

– Experiencia Internacional: Trabajó en México en la formación ejecutiva de Porsche y como gerente de Retail en DERCO, parte del Grupo del Río, convirtiéndose en la persona que más autos vendió en Colombia en un corto período.

– Fondo de Inversión: Participó en un fondo de inversión centrado en la adquisición de colegios, adquiriendo habilidades emprendedoras clave.

– Productos La Carreta: Dirigió “Productos La Carreta”, una empresa familiar de dulces, logrando un crecimiento significativo y liderazgo en el sector.

Shark Tank Colombia: Se convirtió en uno de los “Tiburones” en la versión colombiana del programa, invirtiendo en emprendimientos y compartiendo su experiencia empresarial.

– Mi Jefe es un Niño: Creó este proyecto para apoyar a niños emprendedores, impactados por su experiencia en Shark Tank, brindando apoyo económico y empoderamiento para hacer realidad sus sueños.

– Women Economic Forum: Forma parte del G:100, un selecto grupo promovido por la Women Economic Forum, que reúne a mujeres líderes de todo el mundo. Julita es la única colombiana en este grupo, reconocida por su liderazgo y apoyo al emprendimiento social.

Julita Barreto destaca como una influyente figura empresarial en América Latina, combinando gestión de recursos humanos en empresas multinacionales con la promoción de emprendimientos familiares y su compromiso con el empoderamiento de jóvenes emprendedores, además de su participación en redes internacionales. Su liderazgo y compromiso con el cambio social son evidentes en su trayectoria.