Eisenhawer Angrino

 

EISENHAWER ANGRUINO

Las Memorias conversadas® son historias de vida escritas en primera persona por Isa López Giraldo

 

 

Soy un soñador al que le encanta emprender, la música y la fotografía.

ORÍGENES

Mis abuelos paternos fueron campesinos de Florida – Valle del Cauca. En algún momento vendieron su tierra para iniciar negocios en los que lo perdieron todo. Tuvieron ocho hijos de los que mi papá, Luis Alfredo Angrino Calvo, fue el mayor.

Mi papá murió hace dos años, pero fue un hombre alegre, entusiasta, familiar y trabajador de Mayagüez, ingenio azucarero. Luego decidió comenzar a vender electrodomésticos por su cuenta hasta independizarse, pero sufrió amenazas de hombres armados lo que lo obligó a dejar la ciudad con su familia.

Mi abuelo materno, pastor de una iglesia, es de Santander y mi abuela de Bogotá. Tuvieron cinco hijos, mi mamá, Annett Maritza Calvo Castro, la mayor de sus hermanos y prima hermana de mi papá. Se conocieron en Santander y mi papá decidió instalarse con ella en el Valle.

Mi mamá es una persona en extremo positiva, le gusta trabajar en sus propios negocios, es entusiasta y alegre.

Somos cuatro hijos: Jhon Ferley, Eisenhawer, Jineth Bibiana, Juan Pablo y Sharon Stefani. Me parezco mucho a mi papá, difícilmente me enojo, soy de carácter tranquilo, como lo fue él.

INFANCIA – ADOLESCENCIA

Vivimos tranquilamente hasta que a mis catorce años nos trasladamos a Puerto Asís – Putumayo. Todo cambió para nosotros. Llegamos donde un familiar que le había hablado a mi papá de las oportunidades con que iba a encontrarse.

Nos establecimos, pero nos tomó mucho tiempo adaptarnos. Los hijos trabajamos ayudándole a mi papá que abrió local comercial.

Al colegio todos iban en motos o en carros, lo que hacía que el parqueadero fuera más grande que el mismo establecimiento, pues en el pueblo se movía muchísima plata.

Estudiamos hasta terminar el bachillerato y tuvimos que, mi hermano y yo, instalarnos en Bogotá para empezar la carrera. Comenzamos en la San Martín donde sufrimos el impacto de las diferencias sociales. De más de cuarenta estudiantes, tan solo ocho vivíamos en el sur, y nos discriminaron por eso.

Al llegar le manifesté al decano que quería estudiar mecatrónica, pues se me daban bien los números, pero él me orientó hacia la ingeniería industrial. Adelanté hasta tercer semestre cuando, por falta de recursos, tuvimos que trasladarnos a nuestra casa en Cali donde nos reencontramos con mis papás.

Continué por un semestre más la carrera en la Universidad Cooperativa, pero ante las condiciones que afrontábamos tuve que dejarla y dedicarme a trabajar. Me enteré de que en el SENA comenzarían a dictar Comercio Exterior, me presenté con otras novecientas personas de las cuales tan solo pasamos treinta.

Trabajé en el área de mi estudio en Colombina por seis años y estando allá me presenté al ICESI y a la Universidad del Valle para estudiar Administración, pues quería ser empresario. Como pasé en la del Valle, decidí matricularme allí hasta graduarme.

Luego de Colombina trabajé por dos años en una naviera, pero cuando se trasladó para Bogotá nos quedamos sin trabajo. Por fortuna, con mi cuñado ya habíamos comenzado el proyecto del Colegio.

COLEGIO LA FONTAINE

El hermano de mi esposa estudió lenguas y como tesis de grado pensó en crear un instituto de inglés en Siloe. Nos invitó a que lo acompañáramos a materializarlo y así lo hicimos.

Después de muchas reuniones empezamos a concretarlo con la asesoría de la Secretaría de Educación. Averiguamos con varios colegios por el alquiler en fines de semana, pero nos pedían mucha plata y además que dictáramos las clases de inglés rutinarias.

Frente a la miscelánea de mis papás había un colegio que funcionaba en una casa grande, fuimos afinando la negociación hasta que nos ofreció alquilarnos y luego vendernos el Liceo Infantil Luceritos. Compramos el Colegio a finales de 2014 Empezamos a crecer y en el 2017 compramos con crédito bancario una locación construida para dar clases a mujeres cabeza de hogar, mucho más grande, donde vivían como cuidadores los papás de mi esposa.

Para sumar los años de bachillerato, el nombre no favorecía. Hicimos una lluvia de ideas y La Fontaine surgió de un cojín lleno de nombres que tiene mi esposa. Nos pareció sonoro y apropiado por relacionarlo con la fuente del conocimiento.

En el 2016, después de un año de planeación, lanzamos el nuevo nombre, la nueva imagen corporativa, cambiamos el uniforme e implementamos el inglés. Fuimos el primer colegio bilingüe de la zona y de los estratos 1 y 2 de Cali.

Recibimos 45 niños en el 2015 y hoy contamos con 175 y con posibilidades de seguir creciendo. Hemos ganado los premios YLAI: Young Leaders of the Americas Initiative (2016) – Universidad del Valle (primer lugar premio innova – categoría innovación social – 2017) – Recon Colombia (primer lugar – Categoría Educación 2018) y Social Skin 2019.

SOCIAL SKIN

Mi esposa, a quien conocí en la iglesia y con quien tuve una relación de noviazgo de seis años, es graduada de lenguas. Cuando quiso hacer una maestría la orientaron muy bien pues le recomendaron participar en la convocatoria del Grupo Bolívar – Davivienda. Ya teníamos la experiencia de habernos ganado otro premio que otorga la Embajada de los Estados Unidos a través de la cual estudió emprendimiento social. Estudió también Gerencia para la Innovación Social del ICESI y la directora, con quien tuvo mucha empatía, la impulsó a postularse.

REFLEXIONES
  • ¿Quiénes han sido tus mayores referentes?

Richard Branson, quien es filántropo, revoluciona e inspira. Además, fue mentor de mi esposa en sus estudios en los Estados Unidos. De él aprendí que se requiere una columna vertebral que sostenga el negocio, no se puede vivir de las donaciones.

  • ¿Cómo contribuyó Social Skin a tu crecimiento como emprendedor?

Nos ayudó a entender cómo proyectar el negocio. Federico Villar fue nuestro tutor que nos visitó y orientó dado su conocimiento en temas educativos.

Gracias al premio, con los recursos ampliamos la locación con un salón múltiple en una segunda planta que aún no inauguramos debido a la pandemia.

Ahora estamos cambiando la educación tradicional, implementamos la metodología basada en proyectos alrededor de los cuales giran todas las materias, una sala de sistemas con programación para niños y el taller de robótica y carpintería.

Los niños piensan en inglés y en la básica primaria no les enseñamos gramática, pero hablan y entienden de manera fluida.

  • Basado en tu temprana experiencia, ¿qué recomendación le darías a quien quiera iniciar su camino hacia el emprendimiento?

Que comience. Sí, que dé el primer paso. Lo aprendí cuando visité una siderúrgica para presentarle el proyecto y nos mandó a enseñarles a los sobrinos, tener algo qué mostrar, algo medible, antes de ofrecer servicios.

Lo segundo es que facture. No puede ser sostenible un negocio que no dé ni a los gestores.

  • ¿Cómo quieres impactar al mundo?

Mejorando el nivel de la educación básica en Colombia, pues el Estado solo se preocupa de los bachilleres y no de los primeros años de formación. Ya somos un referente en la zona, pues se habla muy bien de nuestro colegio.

  • ¿Cuáles son tus mayores talentos?

La capacidad de soñar en grande, pienso que todo es posible. Además de la música me gusta la fotografía, a la que llegué por una inquietud personal y ahora soy contratado y con ella viajo por todo el país.

  • ¿Cuál es tu código de ética?

La honestidad, la claridad al momento de presentar mi propuesta sin generar falsas expectativas.

Isabel López Giraldo es responsable del contenido de este sitio web. Davivienda actúa como patrocinador de la sección “Jóvenes Talentos”.

Memorias conversadas para Historias de vida por Isalopezgirlado