Carlos Eduardo Botero

CARLOS EDUARDO BOTERO

Las Memorias conversadas® son historias de vida escritas en primera persona por Isa López Giraldo.

Carlos Eduardo es un muy digno representante no solo de nuestra bella y amada Pereira sino de su Colegio Calazans del que son egresados muy destacados profesionales que construyen país, que hacen patria. Como caracteriza a nuestra gente,  su casa materna la conforman miembros de una reconocida y ejemplar familia: trabajadora, empresaria, gente buena.

ORÍGENES

Mi familia paterna tiene raíces muy en las entrañas de la región, con mucho arraigo y sentido de pertenencia. Mi abuelo fue pionero como avicultor, tuvo una empresa de huevos llamada Nutriovo. Mi abuela paterna enviudó muy temprano para sumir la responsabilidad de criar siete hijos, pero su carácter de matrona hizo que lograra salir avante en semejante campaña.

Esta mezcla me sirvió para lo que soy hoy, pues siempre conté con el modelo del esfuerzo y el amor por el trabajo, al mismo tiempo que pude disfrutar de una posición muy privilegiada, pues recibí ese contraste que me es inspirador. Desde muy niño quise crear mi propia huella y definir mi camino. No me preguntes por qué, no te puedo decir que hubiera pasado algo particular.

Soy el hijo mayor de tres hermanos, seguido de Adriana y diez años más tarde nació Andrés. Mi familia es muy numerosa lo que me permitía compartir con todos mis primos en la finca los fines de semana. Los sábados íbamos a misa a las doce del día o a las seis de la tarde y seguíamos para donde mi abuela paterna a encontrarnos todos. El plan era magnífico por muchas razones: la empleada hacía obleas muy deliciosas que vendía y ni qué decir de los “chicharrones con arepa” verdaderos manjares. El domingo el plan era finca materna con los otros primos como Beatriz y Pilar Vallejo, Felipe López y muchos otros.

En mi niñez fui siempre muy introvertido, no exagero si te digo que al extremo, al grado de que mi mamá me llevaba, a mis catorce años, a eventos buscando que me integrara.

ACADEMIA

En el colegio no sobresalía. Me concentré en los deportes especialmente en el baloncesto, natación, gimnasia olímpica y tenis. Mi timidez era tal que en competencia de relevos en el Club del Comercio cuando representaba al equipo de natación del Club Rialto lloré, sentí miedo y afecté el resultado. Tuve la oportunidad de ir a unos juegos panamericanos pero la descarté por introvertido. Me dañé una rodilla jugando baloncesto y ahí lo suspendí. La gente no me cree cuando confieso mi inhibición, mi timidez, pues actualmente en mi labor estoy muy expuesto a los medios, pero me empodero de mi papel y lo saco adelante.

Tuve y conservo muy buenos amigos del colegio como Carlos Alberto Escobar, Felipe Bernal, Julio Gómez, Alejandro Bravo, Juan Pablo Buitrago, Emiliano Isaza (q.p.d.) y muchos otros.

Todos los años tuve dificultades por vencer, pero en grado sexto tuve la oportunidad de irme de intercambio a los Estados Unidos donde descubrí un verdadero gusto por estudiar, por aprender. Estando en Bettendorf Iowa, pueblo de veinte mil habitantes, jugué fútbol americano. A mis diecisiete años, con nivel de inglés del Colombo Americano, a todo lo que me preguntaban respondía “yes, yes, yes”. Ya te imaginarás la experiencia.

Estudié Administración de Empresas en Eafit, con la claridad que me daba el conocer el tema empresarial por mi familia, lo que no me hizo dudar. Fui súper pilo, me eximían de los exámenes en áreas como contabilidad y finanzas. Me había presentado a la Universidad Javeriana donde valía $80.000 pesos el semestre y a Eafit $113.000 siendo en ese momento la mejor universidad en su área. Pude optar por ella, pues mi papá siempre dijo “Yo no les voy a dejar a ustedes sino educación y, si tengo que empeñar la nevera para que estudien, así lo haré”.

Me concentré por completo en el estudio. Al finalizar mi carrera hice un par de semestres de práctica en Frisby, la empresa de mi tío, en un proyecto muy bonito con Coca-Cola Company lo que me permitió trasladarme a Pereira nuevamente. En las vacaciones trabajaba en la empresa de mi abuelo. La segunda práctica universitaria fue en Carvajal para instalarme allí el tiempo que duró. Estas fueron experiencias muy edificantes.

Yo había sido muy inquieto, siempre quise conocer el mundo, pisar los cinco continentes antes de cumplir los treinta años años, y así se me dio. Se me presentaron circunstancias interesantes, pues al terminar la universidad comencé a trabajar en la Fiduciaria del Valle en Medellín. Aquí estuve por corto tiempo, pues a los seis meses me pasé a la Fiduciaria de Suramericana que apenas nacía.

En ese momento sentí la necesidad de volver a Pereira, de compartir más con mis padres y con el proyecto de que a los cinco años tenía que salir a especializarme. Ya en mi ciudad abrí Leasing Suramericana donde permanecí hasta el 96 que es cuando decido salir a estudiar.

TRAYECTORIA PROFESIONAL

Empecé a inquietarme por los temas políticos para participar en la campaña de Rodrigo Rivera a la Cámara de Representantes; con Hugo Muriel atendiendo temas de tesorería. Viajé a Inglaterra donde adelanté una maestría de año y medio en Gerencia Internacional. Y, por supuesto, sentí la necesidad de viajar.

También se me despertó un interés extraño por otros temas que me llevaron a adelantar cursos de Reiki, de sanación con las manos. Dudé si era eso lo que quería para mi vida, lo sopesé con la maestría en negocios; averigüé en Miami y en Inglaterra considerando dedicarme por entero. Viajé en mayo cuando la universidad comenzaba en septiembre para tomar cursos de inglés, me dediqué a viajar dándole la vuelta al mundo en compañía de algunos amigos y decidí finalmente por la maestría en Oxford Brookes University.

Cuando cerraba mis ojos me preguntaba qué quería hacer con mi vida, a qué quería dedicarme. Lo público era un camino claro. Me decía: “Carlos Eduardo, las puertas están abiertas para lo que Usted quiera, sólo decida”.

Regresé a Pereira en octubre cuando ya habían pasado las elecciones a la Gobernación. Entonces, le entrego mi hoja de vida a mi primo Felipe López quien se iba de viaje con Luis Carlos Villegas quien es muy amigo de Carlos Arturo López Ángel. En ese momento las finanzas de Risaralda no estaban en buena condición y el gobernador quería a alguien del sector privado para darle independencia al cargo. Luis Carlos le pidió a Felipe que me preguntara si me interesaría ser secretario de Hacienda de Risaralda.

Sin saber de qué me hablaban fui a una entrevista con el gobernador. Primero no había votado por él porque no me encontraba en el país en ese momento; segundo me preguntó qué sabía de Finanzas Públicas a lo que contesté: “Nada, señor gobernador, pero aprendo”.

Él se arriesgó conmigo y me brindó la oportunidad. Se ganó mi respeto y admiración. Inicié un primero de enero, a mis veintisiete años. El departamento tenía un déficit de $8.000mm de pesos de esa época, un endeudamiento impresionante, lo que me significó todo un reto.

Puedo decir que fue una experiencia más allá de lo profesional pues me permitió conocer todos los municipios de Risaralda. No me sentía sentado en una bomba de tiempo por la arrogancia de la juventud, sólo pensaba en hacer mi tarea. En ese momento los departamentos todos estaban muy enredados y el gobierno de Pastrana con Juan Camilo Restrepo como ministro de Hacienda, prestaban recursos siempre que se reestructurara la nómina y me concentré en eso lo que molestó a sindicatos y a mucha gente lo que me generó un problema de seguridad.

Terminé mi período con gran satisfacción por los resultados y por haber tenido la oportunidad de conocer a un gran ser humano como Carlos Arturo, conocer a su familia, personas muy valiosas.

Él me dejó de gobernador encargado en repetidas ocasiones. En una de ellas fui el gobernador más joven de todo el país en calidad de encargado como me lo dijera el director de Caracol Radio, Herney Ocampo Cardona. Fue una experiencia maravillosa, en una etapa de la vida muy linda, soltero, viviendo en casa de mis papás, con novia, pero con tiempo suficiente para concentrarme en mis responsabilidades y viajes.

Luis Carlos Villegas conoció mi trabajo que coincidió con la Cámara del sector textil que estaban montando en la Andi en el año 2000. Y le envío mi hoja de vida para participar del proceso. Me entrevistó el presidente del Grupo Crystal, Carlos Manuel Echavarría (q.p.d.). Por supuesto, quiso saber yo qué sabía del sector textil, a lo que contesté: “Carlos Manuel, escasamente sé vestirme”. Creo que le llamó la atención que yo no estuviera contaminado en el tema.

Permanecí por espacio de ocho años, de enero a septiembre del 2001 en Medellín para luego trasladarme a Bogotá donde tuve la oportunidad de liderar desde el sector privado las negociaciones del proceso del Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos. Luego, al lado de Luis Carlos Villegas, viajé cada mes durante dos años una semana a Washington a hacerle lobby, ya no en representación del sector textil, sino de todos los industriales. En este momento me casé por primera vez.

Recuerdo que María Isabel Mejía me invitó a considerar lanzarme a la Alcaldía. Hice el ejercicio de conversar con diferentes personajes públicos. Entre ellos Rodrigo Rivera quien en ese momento era presidente del Partido Liberal y a quien le manifesté mi interés. Me recomendó que me sometiera a una consulta, pero yo no estaba dispuesto a ir a las urnas. Ahí cerré ese capítulo de lo público que hoy en día no es opción para mí.

En la Andi conocí a muchos empresarios de Medellín cuando estaba en proceso de retirarse la persona que había liderado Inexmoda por muchos años. En marzo del 2008 la Junta aprobó mi nombre, no por entrevistas, pues me conocían. Nombran a un no antioqueño en este cargo.

Desde que llegué tuve muy claro que Inexmoda no podía dedicarse exclusivamente al tema de ferias; no podía tener solamente dos momentos importantes en el año, enero y julio. Llegué a organizar la casa fortaleciendo temas. Medellín ha sido una experiencia de calidad de vida desde un cargo visible con una tarea que más que habilidades en el mundo de la moda, es una oportunidad de desarrollar experiencias más profesionales desde lo gerencial, cómo crecer, cómo hacer la organización más relevante a nivel nacional. Como le dijera a la Junta: “Debemos buscar cómo quitarnos el carriel”. Estamos en un momento importante.

FAMILIA

Me casé con Cristina Toquica. Luego nació nuestra preciosa Rebeca. Esta circunstancia me asustó un poco, trasladar a mi familia de domicilio significaba todo un reto, pero conté con su respaldo y así procedimos. Más adelante nació Matilde, nuestra segunda hija. Ella y Rebeca son como el agua y el aceite.

No buscaba niño, como dice el viejo refrán: “Desde que nazca sano, lo que venga”. Me ha parecido espectacular tener niñas.

Cristina renunció a Diaco en Bogotá, estuvo vinculada a Eafit, ahora está inmersa en la familia, nuestra prioridad. Mis papás cumplirán en breve cincuenta años de casados y de ellos aprendí siempre el valor de la vida de hogar.

Hemos ampliado nuestro círculo de amigos en la ciudad de Medellín, el colegio de las niñas nos ha regalado nuevos y muy valiosos. Lo público para mí no es opción mucho menos ahora que tengo familia. Mi familia es mi centro, mi eje.

No vivo a las carreras ni bajo la presión del logro, sólo disfruto mi momento de vida cumpliendo mi sueño, el de la construcción de mi propio camino.

Publicado por Blogger en El Blog de Isa el 11 nov 2015