Ramiro Cuello

RAMIRO CUELLO

Las Memorias conversadas® son historias de vida escritas en primera persona por Isa López Giraldo.

Mi comienzo es la conciencia que tengo sobre las cosas y el arte un ejercicio que me revela. 

Ramiro nace el 8 de marzo del año 1958 en Santa Martha. Es el sexto hijo de siete y el menor de los hombres. Creció en medio de un paisaje sin límites que le obligó a mirar hacia el mar en cada atardecer por lo mismo como artista trabaja el principio del infinito.

Su papá fue un hombre muy conservador. Usó siempre corbata durante la Semana Santa y con preferencia por la música clásica. Su lectura obligada y repetida era el Quijote de la Mancha. Escribió cuatro libros de poemas y están pendientes por publicarse tres más, reto que asumió su hermano mayor.

Su mamá una mujer opita de sabiduría infinita, reservada, paciente, artesanal, laboriosa, ambidiestra hoy cuenta noventa y nueve años.

Ramiro se ha visto en riesgo de perder la vida en cuatro momentos diferentes. Uno de ellos fue en Santa Marta cuando el mar lo arrebató de los brazos de su mamá estando él recién nacido.

Cuando comenzó el colegio su mamá ya le había enseñado operaciones básicas de matemáticas y también las letras. En el patio de su casa construía, fundía, martillaba incluso su rodilla lo que los puso en carreras.

Él, con su carácter fuerte, se enfrentaba con guantes de boxeo a los niños vecinos motivado por sus hermanos más inmediatos. En La Morita, teatro de barrio, conoció a Cantinflas, Viruta, Capulina, José Aceves Mejía. Con estas películas lloró a mares.

Estudiaba en el Gimnasio Santa Martha a media cuadra de la bahía y con su hermano, cinco años mayor, se encontraba a la salida para comer ceviche de ostras lo que era un manjar para ellos. La cicatriz de su ceja se la debe al infaltable y divertido baile de twist.

En el San Luis Beltrán estudió con Carlos Vives tercer año de primaria y quisiera reencontrarse con él en algún momento de su vida.

Su abuela paterna muere poco antes de cumplir cien años. Se trataba de una mujer de ascendencia Guajira, de ojos grises, de facciones dulces, de gran carácter. Era fumadora de Piel Roja sin filtro y con el papel laminado del interior de la caja, hacía arte decorando con nácar y conchas de caracol. He ahí sus genes.

Al faltar ella su papá decidió trasladarse a Bogotá donde llega a los nueve años entusiasmado con la expectativa del cambio.

   — Yo soy de movimiento como mis obras. La quietud es lo que más atenta y fomenta la mediocridad.

Siempre fue muy buen deportista, se destacaba en voleibol, beisbol, futbol y tenis de mesa pero para su papá eso no significaba mayor cosa.

Los sacerdotes del colegio organizaron un intercambio cultural con el Sacre Coeur de París en el que medían el talento a través del arte. Fueron preseleccionados diez de sus trabajos para llevarlos al Museo Nacional pero no contó con patrocinio por lo tanto decidió no comprar esa batalla en su casa así que lo dejó pasar.

   — Un buen día me invitaron a visitar la exposición para llevarme la sorpresa de encontrar mi obra expuesta.

Quiso recuperar sus cuadros pero los sacerdotes no se los vendieron al considerar que eran de enorme valor pues tenían la seguridad de su éxito como artista pero graduarse del colegio en el año setenta y cinco para decir que se quiere estudiar Bellas Artes era exponerse a la picota familiar y le significaba comprar una pelea con su papá así pues que estudió Arquitectura.

Uno de sus hermanos que vivía en Europa, un vendedor de ilusiones, lo invitó a irse con él a París pero la vida le tenía otro destino trazado.

Comenzó a estudiar en la Universidad Nacional, acompañó a su papá en la oficina de abogados donde le dedicaba horas de lectura a los códigos. Estudió francés pagando clases particulares.

El estudio de Arquitectura que adelantó hasta terminar en la Universidad Piloto de Colombia, tiene énfasis en urbanismo y le dio mucha perspectiva especialmente en lo referido a la composición, al manejo de las dimensiones, al diseño, al concepto espacial.

   — Descubrí la relación entre el arte y la arquitectura como espacio.

Para Ramiro la Arquitectura es la racionalidad de él como artista pues como lo manifestara, él no obedece a la razón sino a la emoción.

Trabajó en constructora Colón de Colseguros, luego en Oikos donde hizo escuela. Cuando sintió que cumplía su ciclo emprendió con una fábrica de ornamentación pero sentía que estaba perdiendo su norte.

   — Si te descuidas la vida te va durmiendo y uno mismo se va durmiendo con la vida.

Su papá en el último día de su vida, a los noventa y cuatro años, se sentó a escribir su columna para El Siglo. Esto le significó a Ramiro la más grande y valiosa de las lecciones.

Considera que todos por naturaleza somos almas buenas solo que con la razón la pervertimos.

— Es en la esencia donde está ese oculto al cual yo quiero llegar.

Para él los sueños son superiores a las dificultades y han sido éstos los que le dan fortaleza para superar las frustraciones.

   — Para mí el arte es meditación. A través de él me pierdo del tiempo y del espacio. Me lleva a un estado que no puedo aterrizar con palabras.

Se concibe como un receptor de información codificada que reacomoda a nuestra realidad y es un convencido de que no hay creación y de que algunos están más atentos a recibir que otros.

   — Mi obra que es de gran magnitud habla de intangilbes. Busco que el observador se sensibilice sin límites en un espacio del que no es consciente.

Su delirio siempre han sido las manos y dice que le cabe algo de narcisismo en ese sentido incluso llegó a dibujar las suyas con la facilidad del modelaje.

Ha sido un observador de la continuación de líneas de aire y de agua que al chocar producen resultantes diferentes.

Es un muy agudo observador, también muy intuitivo. Se declara no creyente de la razón pues él no es un aterrizado.

— En el momento en que se le aprenda, el verso pierde la gracia. Lo que se mentaliza pierde el encanto.

El romanticismo para él es tener la capacidad de sentir todo lo que se percibe y que resulta alucinante.

Comenzó a tomar conciencia de él cuando evidenció sus primeros trabajos como joven colegial.

— Necesito identificar el motor que me habla para aprender de él y de esa forma poder comunicarme emocionalmente con el observador de mi obra.

Es en un estado del alma particular en el que se vuelve más sensible porque cuando está plano está muerto.

Su primer maestro en cuanto a arte se refiere, fue Andrés Lobo Guerrero decano de la Facultad y profesor de diseño y le dice:

   — “Las ideas suyas son muy buenas pero su trazo y su expresión son tímidos. Usted no cree en lo que está haciendo”.

Cuando comienza a trabajar con él se da cuenta que más que diseñar estaba dibujando, aplicando color, superponiendo líneas hasta llegar a la que le resultara perfecta. El resultado eran cuadros.

Reconoce que le faltó decisión pues ideas no le faltaron nunca, premios internacionales tampoco, así que decidió despertar a su talento. Conoce y se enamora profundamente de Martha Lucía, deciden casarse y se hacen padres.

Viajan a Europa gracias a Santiago Arrubla que lo motivó y le facilitó las cosas. Su gusto por la cocina se potencializó, tomó cursos y al regreso montó negocio de asadores pero lo que llamó la atención fue su talento gastronómico.

Hace diez y siete años sufrió un accidente que cambió su vida y que le hizo cuestionarse:

   — Mi vida no es lo que estoy haciendo. Mi vida es lo que quiero ser.

Ahí comenzó el artista. Ha sido un proceso que le ha permitido redescubrirse, retomar su niño interior con la claridad de sus emociones, muy cerca de su esencia, pleno.

— Cuando me abstraigo, suelo parecer que juego al rol del egoísta, sin barreras, sin limitaciones, libre, soñador, fantasioso.

A través de su arte vende sueños e ilusiones, eso no tangible que se puede apreciar y sentir. Es su aura puesta ahí. Crea un lenguaje que se comunica directo al alma y al corazón. Es un arte no racional.

   — No es lo material lo que pone principio y fin a mi esencia, son mis emociones.

Como el accidente lo confinó un mes a la casa. En el proceso de recuperación decide tomar clases de pintura experimental por invitación de una amiga.

El primer cuadro que pintó y que no conserva, le hubiera costado su destino pues nada ayudó, ni el tipo de pincel, ni la figura que se proponía copiar, ni la base usada. Tampoco le gustó sentir que el resultado de su trabajo fuera un espejo o fotografía del modelo.

— La belleza del arte creativo es que te da otras opciones, otro filtro.

Hizo un segundo viaje a Europa que le despertó muchísimo la sensibilidad, por lo mismo aprovechó su experiencia para concentrarse en la pintura que inicialmente fue de bodegones pero siempre con una identidad diferente, se esfumaban, flotaban, eran etéreos.

Lo que más lo inspiraban eran los desnudos por el encanto de lo sensual acompañados por el protagonismo que dio a las telas, a los pliegues y a los drapeados.

— En algunas de mis obras el pincel acaricia y me genera sensaciones a través de las que descubrí mundos inagotables y no imaginados de mi ser.

Comenzó el camino de inmersión a su conocimiento como artista y a redescubrirse, a cuestionarse, a meterse en ese su mundo que no conoce y que a veces ve oscuro y sin saber si logrará algún día salir de él por su temor a vencer sus miedos y a confrontarse pues el arte lo inunda.

Asistía al Club de los Buhos de profesores de la Universidad Nacional donde hacían exposiciones y como ya tenía un número de obras decidió participar. Se trataba de una colectiva en la que logró ventas dentro de su familia especialmente.

   — Las mejores obras que yo hice como pintor las tiene mi hermana adquiridas en esa exposición.

Los grandes momentos de su vida no los ha disfrutado por estar en función de lo que viene. Su éxito reside en la confianza que tiene en su sensibilidad que le habla y que se expresa a través del arte.

   — No soy otra cosa más que mi aura y mi aura no es otra cosa más que mi ser.

Tuvo una semana en Cartagena con Camilo Calderón y nadie garantizaba que pudiera resistir a la presión que ejercían sobre él para aburrirlo.

   — Empaqué bronceador, pantalonetas de baño y todo lo que pudiera necesitar para disfrutar del mar pero ni siquiera tuve ocasión de pisar la arena.

Del trabajo adelantado con Camilo, resultó la exposición en la Cámara de Comercio que llevó por nombre “Cuerpos paralelos” un concepto que se acerca a la metafísica. Maria Teresa Guerrero le hizo el texto curatorial.

Los nombres de sus exposiciones obedecen a procesos de superación personal sin que se lo propusiera de esa forma pero alguien se lo hizo ver, así la primera fue “Descubrir” era el inicio; “Dualidad” no tenía claro por dónde trasegar en cuanto a color y a la técnica; “Trascender” quería por medio de lo que estaba haciendo ir más allá.

— “Trascender” es un cuadro en el que una mano está rasgando una tela para descubrir lo que está por venir. Este fue mi primer acrílico que reveló un mundo etéreo.

En la exposición de ¿Carrion Vivar? extendió su pintura al muro para evidenciar que no hay límites. Rompía marcos al considerar que las formas son una representación racional y recordemos que él compite con eso.

Llegó al mercado paisa exponiendo en el Dann Carlton de Medellín donde vendió prácticamente toda su obra. “La muerta” la conservan en el restaurante giratorio donde se puede ver.

Generó sus efectos sobre acrílico al que le aplicó espejo, lo sometió a calor y le dio curvaturas para crear movimiento reflejando el posterior de cada lámina pues hacía de fondo, de extensión.

“Cuarenta segundos no es nada” es el nombre de otra exposición magnífica en la que exhibió el “arte que cocinaba”. Allí nació Mayerly, torso de mujer moldeado al calor.

   — Rocío de la Revista Malpensante al publicar un artículo me pidió el nombre de la exposición que yo aún no decidía. Durante nuestra charla le explico que cuento con cuarenta segundos para darle forma al acrílico cuando lo caliento para lograr lo que me proponga con él… Cuarenta segundos no son nada pero lo son todo me dijo.

Cuando comenzó era uno entre cien millones de artistas, luego con cada logro sube en la pirámide.

Su obra tiene una característica evidente en el material, en el movimiento, en el volumen; es totalmente permeable; es un dibujo que se vuelve escultura, que genera espacios virtuales. Son líneas que producen más líneas. Es sutil y delicada. Busca una total introspección para mirar a cada uno en su mundo.

   — Quiero que mi obra sea muy Zen, de meditación, de contemplación, que conecte con el interior de cada ser humano.

Su obra es compleja, no es para todo el mundo, es para gente de muy alta sensibilidad, que conecta desde el alma. Es muy armónica aunque pueda considerarse agresiva pero tienen balance y mantiene equilibrio.

“Gestación” es una obra supremamente femenina Es la evolución de varias mujeres, donde sin encerrar hay recogimiento, allí hay un vientre pero abierto. A ella le corresponde un “Gestor” que la complementa desde lo masculino.

   — Quiero lograr un canto que sea brillante y su espalda opaca donde las líneas comienzan a flotar inconclusas, porque se extienden al vacío.

Cuando se ilumina el acrílico, éste golpea contra el muro y genera fractales y una descomposición de mundos etéreos, ensimismados que capturó en pintura con acrílicos sobre lienzo.

Se encerró cuatro años buscando evolucionar. “El pensador” sobre el que ensayó materiales en formato gigante lo ayudó a reflexionar, hizo cortes que resultaron en líneas con las que hizo volúmenes. Allí se entendió a sí mismo.

   — Me costó cuatro años entender que las líneas son y han sido lo mío. Me tomó ese tiempo reconocer mi camino.

Ha expuesto en Estados Unidos, Panamá, Francia, Italia, México, Corea, Japón y ha gozado de muy buena crítica.

Acaba de llegar de New York donde su obra fue el galardón que otorgó Woman Together lo que significó un altísimo honor pues se trata de una fundación de la ONU que promueve los valores, la ética, la moral y la cultura, para abrir nuevos horizontes al futuro de la humanidad.

Siempre quiso migrar al cristal y hoy puede contarlo como un logro. Pasó de ser el ABC del acrílico a vivir una nueva experiencia para comenzar a ser el ABC del cristal.

Sabía desde el comienzo que ser artista era un estilo de vida que no tenía reversa pero más que asustarse se emocionó y se comprometió con su proyecto.

— “Su don está en las manos” le dijeron…

Publicado por Blogger en El Blog de Isa López Giraldo el 11/01/2016 06:55:00 p.m.