Pablo Arrázola

PABLO ARRÁZOLA

Las Memorias conversadas son historias de vida escritas en primera persona por Isa López Giraldo.

Isa López Giraldo es responsable del contenido de su sitio web en el que Davivienda actúa como patrocinador de la sección Jóvenes Talentos.

Soy huraño, alguien a quien no le gustan las multitudes, pero cariñoso, muy afectuoso. Me fascina el campo, el jardín, el clima frío. También soy espontáneo, creativo, optimista, alegre, disciplinado, pragmático y ordenado, multicanal.

ORÍGENES – RAMA PATERNA

De mi abuelo recuerdo muy poco, vagamente su rostro, y un Jeep Willis destartalado que solía manejar, porque no tengo mayor información ni recuerdos.

A mi abuelita paterna, Beatriz Caro, se le conocía por su tarot como La bruja de Suba. Fue visitada por presidentes, celebridades y vecinos. La consideraban muy acertada en sus predicciones. Tuvo un cuarto misterioso, vestido de cortinas moradas, pleno de esferas de cristal y figuras, cartas de astrología. Mi mirada infantil decía que se trataba de la Cueva de Merlín que mantenía cerrada con una puerta muy gruesa de madera.

Mis abuelos fueron padres de seis hijos: Daniel, Horacio, Bernardo, Catalina, Marian, Javier.

De mi papá, Daniel Arrázola, conservo los más bellos recuerdos de infancia, de juegos magníficos. Lo veía enorme, imbatible. Era muy creativo con las historias que nos contaba en las noches antes de dormir. Los protagonistas de sus cuentos éramos Pablo el valiente y Alejandro el ágil.

Mi papá estudió Zootecnia, pero nunca ejerció su profesión. Tiene alma de artista y hace escultura.

RAMA MATERNA

Mi abuelo, Alberto Amaya, fue el centro de su familia y a quien consultaban sin excepción. Invirtió en una tierra donde cada uno de sus hijos tiene su casa.  La suya es familia de médicos, músicos y literatos, todos multidisciplinares, algo que tal vez me dio un impulso para aventarme al arte y la medicina. Fue otorrino y con su trabajo en una petrolera ayudó a los suyos.

Mi abuelita, Maripaz Pedraza, es un gran referente en mi vida, alguien muy fuerte frente a la adversidad y una persona muy culta. De ella aprendí el gusto por el jardín, ama especialmente sus orquídeas. Tiene una mentalidad muy liberal, es muy abierta para asimilar los cambios generacionales.

Construyeron mis abuelos una familia de nueve hijos. La menor, Lina Patricia Amaya (Peta para todo el mundo, conocido o por conocer), mi mamá, es una artista en medio de médicos. Retratista, paisajista, escultora, logró su obra desde el dibujo con unos trazos perfectos, con un gesto muy propio, con contrastes y difuminado innato que aún hoy envidio.

Pero no se dedicó al arte pese a que había iniciado sus estudios en la Universidad de los Andes, pero interrumpió cuando quedó embarazada, y nuevamente un año más tarde.

Con el transcurso del tiempo se fue alejando del dibujo para dedicarse al diseño arquitectónico y, sin tener formación académica, diseñó su casa y otras varias, también mi taller que adornan la finca de mi abuelo.

CASA MATERNA

Nos educaron en valores, propendiendo por el respeto a la diferencia, a que nada fuera una certeza, a cuestionarnos. Entonces veo el mundo de una forma inédita que comparto con los demás a través de mi arte.

Después de separados mis papás, cuando yo tenía seis años, mi mamá en algún momento se fue a vivir a Honda donde conoció a su segundo esposo, Juan Carlos Zuluaga, con quien he compartido mis últimos veinte años.

Sin lugar a dudas, Juan Carlos ha  tomado el protagonismo como padre a pesar de nuestras diferencias, distancias que con humor y cariño intento hacer más cortas con los días. Con abrazos y besos que, aunque refunfuñe, sé que le gustan.

Juan Carlos es alguien muy conservador que nos transmitió disciplina con su ejemplo de trabajo consagrado. Es incondicional con nosotros, aunque no seamos sus hijos y, por supuesto, con Maria Paz, pachunita, desde siempre, mi hermanita.

INFANCIA

Fui hiperactivo y mi mamá para calmarme me sentaba a su lado en la mesa de trabajo con crayolas y lápices, pero solía intervenir mis dibujos generándome cierta frustración.

Necesité del juego y con los años del deporte, fue así como conformé la liga de baloncesto.

Crecí conectado a la tierra, subiéndome en árboles, jugando con mis primos que no eran pocos, lanzándonos feijoas.

Mi cómplice de juegos y en todos los sentidos de mi vida fue Alejandro y lo ha sido durante toda mi vida. Incluso hoy, a pesar de la distancia, pues lleva poco más de cinco años viviendo como nómada por el mundo tatuando, oficio que ama, y que hace con maestría.

ACADEMIA

Estudié becado en el colegio Liceo Juan Ramón Jiménez. Disfruté muchísimo de biología por los dibujos que hacíamos, con ellos me esforzaba y con el deporte.

Sin que fuera consciente jugaba con todo, porque he necesitado tener algo en mis manos. Armo figuras de papel, recortes.

UNIVERSIDAD NACIONAL

Fue la novia de uno de mis primos, quien definió mi carrera. Cuando debía marcar la Facultad a la que ingresaría, como no lograba decidirme entre arte y medicina, Lina lo hizo por mí.

Llegué a la universidad becado gracias a que el colegio me brindó ese beneficio junto con dos estudiantes que habían sido los mejores académicamente. Yo la recibí por deportes y como reconocimiento a mis calidades personales.

Comencé en la Facultad de Arte de la Universidad Nacional en la que confluyen estudiantes de todas las regiones y estratos del país. Me sentí muy a gusto en la carrera hasta cuarto semestre cuando sentí que no me estaban enseñado nada nuevo, tenía sed por conocimiento. Como no lo recibía, debía encontrarlo por mis propios medios.

Realmente no valoré los espacios que abría la Facultad para producir mi propia creación, para liberar mi mente, para ser auténtico. Pero yo sentí la necesidad de tener una directriz, de que alguien me dijera qué hacer.

En ese momento de quiebre solicité ser aceptado en Medicina sin abandonar el Arte. Tuve que argumentar ante un comité de médicos mi decisión. Fui aceptado y comencé con éxito y con unos horarios muy estrictos.

Me gustó muchísimo la carrera, por lo menos durante los semestres de clases magistrales, en los que pude apreciar el arte que involucra el cuerpo humano, pero no fue igual cuando comenzó la etapa clínica, que es cuando se deja de estudiar medicina, para aprender a ser médico en el proceso que involucra todo lo administrativo del sistema colombiano, no me gustó en lo absoluto, entonces decidí dejarla en pausa y posteriormente renunciar a mi deseo de convertirme en pediatra y consagrarme definitivamente al arte.

ARTISTA

Desde muy pequeño me sentí más cómodo en medio de niños que de adultos. Actualmente disfruto más cuando me acompaño de la infancia.

En mis últimos semestres de arte sentí fascinación por la ilustración. Ahí surgió conceptualmente gran parte de lo que sería mi obra. Quise vivir del dibujo y hasta ahora lo he logrado. Sabía que las posibilidades eran múltiples, como la ilustración de libros infantiles con la que en efecto inicié mi camino.

Comencé también a dibujar en papel de gran formato y cada obra la fui enmarcando para darle otro nivel, un carácter diferente. Para realizar mis dibujos me he apoyado en fotografías tomadas a mis sobrinas, a mi sofi y a las piojitas, en la tierra de mis abuelos.

Envié mi portafolio a diferentes galerías y participé en múltiples convocatorias. Estuve presente en múltiples ediciones de la Feria del Millón, y he podido exhibir mi obra en Paris, Ciudad de México, Lisboa, Madrid y más recientemente en el Folkwang Museum en Alemania.

Mi obra llamó la atención de Beatriz Esguerra con quien llevo varios años trabajando, y construyendo un crecimiento exponencial y enriquecedor.

REFLEXIONES
  • ¿Qué te define como artista?

Mi arte me define, porque en sí mismo es elocuente, una celebración de la vida, existencialista, se pregunta sobre la identidad de manera constante, sobre nuestro lugar en el universo dada esa sensación de insignificancia que me invade.

  • ¿El arte ha dado respuesta a tus inquietudes existenciales?

Totalmente. Sin duda. Pienso aquí en el aforismo del eterno retorno, teoría de Friedrich Nietzsche, que  sugiere que, si la vida ha de repetirse múltiples veces de la manera en que fue vivida, debe vivirse de la mejor manera. Me gusta la incertidumbre desde lo positivo.

  • ¿A qué lugar perteneces y a cuál quieres llegar?

Quiero que el dibujo sea mi norte, continuar explorando el papel, quizás la escultura, y hacerlo desde la Gioconda, que es la finca de mi abuelo donde vivimos en familia.

  • ¿Qué te gusta dejar con tu obra en quien la aprecia?

Quiero transmitir alegría, generar una sonrisa incluso desde la nostalgia.

  • Al evolucionar tu obra, ¿los niños se convertirán en adultos?

Es posible. Mi obra estará en constante transformación, ojalá me lleve a lugares inéditos. Pero por ahora mis dibujos seguirán en la infancia.

  • ¿Quiénes son tus mayores referentes?

Tres personas han sido quienes han hecho de mi obra y de mi vida una aventura fascinante y seguirán siendo mi norte.

Mi mamá, de quien aprendo cada día y a quien me parezco cada vez en todo sentido. Mi hermano, quien ha sido mi cómplice y aliado en todos los sentidos de mi vida. Mi novia, Johanna Klein, a quien adoro y con quien he compartido los últimos diez años de mi vida, con quien he recorrido el mundo en incontables viajes y quien me recuerda cada día el niño que llevo dentro y que se encuentra en cada uno de mis dibujos.

  • ¿Cuál es tu mayor talento?

Conectar con la infancia. Tal vez la disciplina. Y, por supuesto, dibujar.

  • ¿Cómo te gustaría ser recordado?

Como una buena persona, como alguien cariñoso

  • ¿Cuál debería ser tu epitafio?

Una fiesta.

Como artista tengo el poder de aplazar mi segunda muerte, aquella en la que se pronuncie mi nombre por última vez. Sin embargo, espero hacer de la primera, que valga cada segundo.