DANIELA LEÓN MEDINA
Las Memorias conversadas® son historias de vida escritas en primera persona por Isa López Giraldo
Soy una persona muy apasionada por lo social. Me mueve saber que mi paso en la vida va a dejar un impacto positivo en mi entorno, especialmente en Colombia. Me considero una líder positiva. Quiero ser una mujer que impacte a otras mujeres y a las siguientes generaciones.
ORÍGENES – RAMA MATERNA
De mi abuelito, Hugo Medina, poca información tengo. Mi abuela materna, Teresa Rodríguez, bogotana, murió cuando mi mamá apenas cumplía dieciocho años.
A partir de ese momento mi mamá se fue a vivir con Margarita, tía de su mejor amiga, quien de muchas formas la adoptó hasta el día de su matrimonio.
Cuentan que mi abuela era muy generosa, las puertas de su casa permanecían abiertas para todos y compartía la mesa a manos llenas. Le gustó la política, participó en campañas y fue líder de su comunidad.
Con Margarita tuve un vínculo muy estrecho, la tengo por abuela. Es originaria de Norte de Santander y lo reconocía en su carácter: directa, fuerte, pero también sensible y amorosa. Sin vínculo de sangre, amó a mi mamá como a una hija y a nosotros sus hijos como nietos.
Mi mamá, mi mayor referente, mujer determinada y motor de la familia, es muy amorosa, dedicada, responsable, disciplinada. No tiene muchas amigas, pero las cercanas perduran. Ante la adversidad, opta por salir adelante.
Tiene siete hermanos que quedaron en el aire al faltar mi abuela, entonces se dedicó a trabajar y a estudiar. Inició una carrera técnica, luego una profesional, finalmente adelantó su posgrado. En cada etapa académica mejoraba su vida laboral.
Con este ejemplo aprendí que uno se puede trazar sueños y plantearse nuevos cuando los primeros se cumplen, porque el cielo no es el límite. También, que las cosas no se hacen solas, sino que hay que trabajar por los proyectos para materializarlos. Y supe temprano de la importancia de reconocer los logros propios y celebrarlos.
FAMILIA PATERNA
Mis abuelitos, Tránsito y Víctor, boyacense de Jenesano, se conocieron muy niños, de trece y quince años, y su matrimonio duró treinta y tres. Con el divorcio mi abuelita comenzó a sufrir derrames cerebrales con todas sus consecuencias.
La personalidad de mi abuelo quedó consignada en mi papá, Henry León, un ser de luz, infinitamente amoroso que inspira paz.
Mi papá es el menor de seis hermanos y su más cercano es mayor once años, lo que hizo que lo consintieran muchísimo y que llenara de alegría el hogar. Fue el profesor de economía más joven de su Facultad en la Universidad Central.
PADRES
Mis padres se conocieron en la Universidad cuando mi mamá, como su estudiante, llegó una semana tarde al inicio de clases por razones de trabajo. El Banco en que trabajaba la había ascendido a la gerencia.
Se presentó y le pidió a su joven profesor que por favor la pusiera al día. Él le prestó un libro y cuando mi mamá se lo fue a devolver, la invitó a comer pizza. Desde que mi papá la vio, se enamoró. Hoy siguen amándose profundamente.
Es curioso porque mi mamá acababa de terminar una relación de once años. En cambio, cuando conoció a mi papá, un par de meses más tarde se hicieron novios, lo que ocurrió en octubre, en diciembre estaban comprometidos, y se casaron en marzo del año siguiente.
Pero mi papá ha padecido serias enfermedades auto inmunes. A mis tres años le dio Pénfigo Vulgar con pronóstico de tres meses de vida. Alcancé a verlo desde la puerta de su habitación y me impacté con su estado grave.
Fue muy doloroso para mi mamá, pues el panorama era muy gris. Además, lo había dejado de ver por un tiempo importante cuando viajó becado como profesor a España. Al regreso se enfermó para convertirse en un caso de estudio para sus médicos, pues sobrevivió. Pero luego vinieron otras enfermedades también muy graves: soriasis y un cáncer muy agresivo que superó.
INFANCIA
Recuerdo que a mis cinco años pedí con locura una hermana. No quería crecer sola y luego no contar con una tía ni con primos para mis hijos. Pero por responsabilidad genética mis papás tenían descartada la posibilidad de cualquier embarazo.
Ante mi insistencia siguieron una cantidad de protocolos hasta que nació mi hermano Juan Andrés, el mejor regalo que Dios, la vida y mis papás me pudieron dar cuando yo tenía siete años. Claro que fui una niña tan consentida que parezco la menor.
Nos educaron desde la conversación basada en argumentos. Cada vez que tenemos que resolver un problema o tomar una decisión, hacemos “consejo familiar”. Tenemos por tradición reunirnos los domingos, entonces no nos comprometemos con nada diferente.
En medio de esta pandemia almorzamos a la una en punto de la tarde, que es cuando mi hermano termina clases. Antes de ella, cenábamos sin falta. Porque compartimos tiempo de calidad.
Nos educaron con la premisa fundamental de decir la verdad sin importar lo que cueste.
Mis papás me exigieron muchísimo académicamente. Mi papá, como docente, me levantaba a las cuatro de la mañana a repasar lo del día antes de clases y, si mis resultados no eran los mejores, me exigía más.
Cuando estaba en transición saqué un 3.5 en alguna materia. Visité a Margarita, le pedí un borrador de tinta para “corregir el error en la nota de la profesora”. Llegué a mi casa, le presenté la evaluación a mi mamá para que la firmara y, por supuesto, me exigió decir la verdad.
Entonces mis papás me impusieron a confesar mi acción y a presentar una carta en la que el Colegio debía darme la sanción correspondiente y que, según ellos, debía ser una matrícula condicional.
Cuando hablé con la profesora me dijo que no me darían tal castigo, pero que no repitiera semejante hecho porque uno tiene que ser honesto. Mis papás se sintieron muy decepcionados y así me lo manifestaron. Pero la profesora entendió y les hizo ver que quizás me estaban exigiendo demasiado.
Mi papá me dijo: Tú me dices la verdad y yo voy contigo hasta el final, mientras que con una mentira pierdes.
Es así como mi hermano y yo le contamos todo a mis papás y sin filtro, lo que llamaba la atención de nuestros amigos.
ACADEMIA
Estudié en el Anglo Americano y me fue muy bien. Participé en cuanto comité se armaba: en el de las chaquetas para el prom, en el de la ONU, en foros académicos, en la Personería.
Fue así como mis compañeros reconocieron en mí fortalezas para el Derecho. Pero estudié Ciencia Política y Economía en la Universidad de los Andes.
Inicié en Ciencia Política para analizar y entender la realidad del país, de hecho, no me gusta la política y después de estudiarla me alejé aún más. No soy afín a partidos políticos ni a políticos. Me llama la atención lo técnico.
Como podía hacer doble programa inicié con Derecho, pero no me gustó para nada, no se me dio. Fue así como transferí a Economía que me encantó pese a ser una carrera muy pesada.
Cuando terminé Ciencia Política y mientras terminaba Economía, inicié la maestría en Construcción de Paz porque me llamó la atención el tema del conflicto armado, del posconflicto y las sociedades después de un suceso como el que vivimos.
Apliqué a una beca que me permitió terminar la maestría, porque no solamente la pagan, sino que permite ser asistente graduado que equivale a ser profesor asistente. Terminé Economía en 2019 y me gradué de la maestría en abril pasado.
Siempre planeé el paso a paso de mi vida. Desde mis diecisiete años, cuando comencé en la Universidad, ya sabía que me graduaría con maestría pues me la impuse como meta pese a la incredulidad de mis amigas.
Quise trabajar en una organización reconocida y tener impacto social. Al comienzo de la carrera me gustó más Relaciones Internacionales, pero, al hacer la inmersión en sus contenidos, evidencié que lo que quería era aportar al caso colombiano.
A través de una convocatoria de los Andes, me vinculé a la Cruz Roja Americana en Colombia.
Apliqué a cuanta convocatoria me apasionara por sus temas y esta se dio contra reloj.
FUNDACIÓN RED UVA
Paralelo a todo esto creamos la Fundación RedUva en 2017.
Acababa de llegar de un encuentro académico en Harvard representando a los Andes en el modelo de Naciones Unidas cuando me enfrenté al dilema de volver o no hacerlo. Pero la preparación que exige es muy demandante y pese a que me invitaron a repetir terminé en otros temas.
Conversando con Felipe Arias, cofundador de la Red Uva, destacamos la importancia de que como jóvenes tenemos de dejar un grano de arena en Colombia. Como él trabajaba en la oficina de Iván Darío Gómez, y habían estado rememorando lo ocurrido con la Séptima Papeleta que permitió la Constitución del 91 y con ella impactaron muy positivamente al país. La pregunta era: ¿Qué han hecho los jóvenes de hoy?
Hay mucho activismo en los jóvenes que salen a protestar a las calles, pero sabíamos que debíamos hacer algo más. Protestar es válido, pero no debe hacerse sin fundamento, tampoco debe quedarse en la crítica sin construir algo positivo.
Para esa época Fernando Carrillo, procurador General de la Nación, invitó a personas de la sociedad civil a hablar sobre corrupción. Hicimos parte de la mesa cuatro estudiantes mujeres de las universidades Externado, Javeriana, Rosario y los Andes. Pero también Bruce Mac Master por la ANDI y otros gremios, jueces, representantes del sector público, privado y academia. Asistí invitada por la cercanía con Felipe.
Discutimos la temática. Supe que todos quienes participaban habían hecho cosas en torno al tema, pero nosotros solo teníamos la idea de la Red que inició Felipe. Me animó a que la presentara para tantear el ambiente, pues ese era el primer paso por dar.
Expuse que necesitábamos generar un impacto como jóvenes y construir una red que abanderara el problema en discusión y enseñara cómo no ser corruptos y a desnaturalizar lo que hemos padecido por décadas.
Apoyados en la idea general, quisimos unir esfuerzos por parte de estudiantes de universidades, lograr incidencia política, hacer investigación bajo el contexto académico para tener argumentos. Quisimos generar un canal de denuncia indicándole a los ciudadanos la manera de lograrlo, ante quién y cómo hacer seguimiento.
Los asistentes al evento nos animaron a materializar nuestro proyecto tal cual se lo comuniqué a Felipe. Decidimos llamar a sus amigos de la Facultad de Derecho y a mis amigas de Ciencia Política y Economía. El sábado siguiente nos reunimos en el McDonalds de la 127 con autopista..
Decidimos un logo y escogimos los colores de la uva: verde biche y morado, además, para que no nos relacionaran con un partido político. UVA está relacionada con la palabra universidad, porque es una red universitaria.
Iván Darío nos orientó en la manera en que debíamos investigar. Más adelante conocimos a Miguel Cortés del Grupo Bolívar – Davivienda. Nos había concedido cinco minutos que se convirtieron en horas, tiempo en el que le presentamos el proyecto que apenas comenzaba. Nos ofreció talleres de innovación y fue con su equipo que logramos aterrizar la idea que teníamos para convertirla en un proyecto muy estructurado.
Invitamos a participar a voluntarios, así nos abrimos al público. Y obtuvimos muy buena respuesta. En tres años contamos más de noventa y han aplicado más de trescientas personas. Además, ya llegamos a las regiones.
Este no es un voluntariado común. Tiene tres ramas: la línea de investigaciones, la de comunicaciones, y la social.
Además, nos formalizamos ante la Cámara de Comercio. Creamos un programa de educación experiencial en el que se enseña principios y valores anticorrupción a través del juego, y generamos conciencia sobre los actos individuales porque la corrupción no es un tema de terceros ni está distante, sino que debe evaluarse en cada acción personal.
Con la ayuda de psicólogos expertos de la Universidad de la Sabana, abrimos el subtema de evaluación de nuestro programa arrojando resultados muy positivos.
Hemos trabajado con Transparencia por Colombia y con su director nos hemos sentado a pensar en estrategias en pro del país. Con la delegada de participación ciudadana de la Contraloría General hicimos una estrategia de marketing social para que la gente entienda a qué se dedica la entidad a fin de mostrar que en ella trabaja gente valiosa que quiere hacer la diferencia.
Cuando adelantábamos una investigación con el PAE, tuvimos una conexión con la Contraloría y le expusimos el trabajo en el que identificamos sinergias entre lo que el PAE había hecho y lo nuestro.
Nuestras investigaciones se caracterizan por proponer soluciones y ese es nuestro diferencial.
En conjunto con la Contraloría nos reunimos con la ministra de Educación, con su equipo y con los contralores estudiantiles. Presentamos nuestro trabajo y se firmaron compromisos que se están implementando, entre ellos el aumento en el presupuesto del PAE, el incremento de la responsabilidad frente a los temas de transparencia y la conformación de un equipo especializado.
MEDALLA LUIS CARLOS GALÁN
Cuando nos dimos cuenta del premio que se otorga a los jóvenes que luchan contra la corrupción en Colombia con la Medalla Luis Carlos Galán, quisimos aplicar, pero no teníamos nada qué mostrar aún. Nos trazamos entonces una meta clara para lograrlo.
En el 2018 aplicamos para el 2019 y quedamos semifinalistas. Esto no nos dejó contentos entonces lo volvimos a intentar para el año siguiente. Aplicamos, ganamos el primer lugar y la ceremonia será en noviembre.
REFLEXIONES
- ¿Cómo contribuyó Social Skin a tu crecimiento como emprendedora?
Con capacitación y recursos cuando nos ganamos el premio.
Nuestra vida como Fundación es un antes y un después de Social Skin. Juan Giraldo, de Emprende País, nos cambió la manera de pensar cuando nos hizo ver que por trabajar en temas sociales igual podíamos aplicar criterios empresariales y no depender de donaciones.
También nos ayudó a consolidar una estructura organizacional muy fuerte. Tenemos cargos muy establecidos, contamos con Junta Directiva.
Cuando se retiró Felipe con quien lideraba, quedé a cargo de lo que consideramos una familia segmentada por líneas con sus propios líderes: Yenny Medina, Alexa Romero, Santiago Parra, Daniel Villamil. Con ellos trabajo incansablemente para alcanzar nuestros objetivos.
Actualmente pagamos sueldos, lo que era inimaginable hace tres años. Es un gran logro sumado al de vender nuestros servicios. Al contar con un músculo financiero importante hemos podido ampliarnos.
Constructora Bolívar contrató nuestro programa de educación experiencial en el 2019 para aplicarlo en sus conjuntos de vivienda de interés social de Soacha y Bosa, llegando a ciento cincuenta niños, cuando estábamos acostumbrados a grupos de máximo treinta.
Ahora nos contratan como consultores.
- Basado en tu temprana experiencia, ¿qué recomendación le harías a quien quiera iniciar su camino hacia el emprendimiento?
Que se atreva y haga, porque la experiencia enseña. A los emprendedores sociales, que crean que por cambiar el mundo pueden recibir una retribución económica.
- ¿Quiénes han sido tus mayores referentes?
Los tengo segmentados. Las mujeres que lucharon por sus sueños. Michelle Obama por su impacto mundial al ser entregada a sus estudios a través de los que ha contribuido a la sociedad. Frida Kahlo por su historia y que, a pesar de su accidente, persiguió sus sueños, por ser una mujer que habló sin tapujos, sin filtro. Para mí esto es algo fundamental.
En Colombia, Johana Bahamón, con quien trabajé en un proyecto en cárceles en mi práctica de la maestría. Porque tuvo la sensibilidad y la empatía para dejar sus sueños profesionales por lo que mueve su corazón más allá de los estándares sociales.
Internamente mi mamá. Mi mamá es la persona que más me inspira. Me enseñó que debo soñar muy grande y trabajar por mis sueños y cada vez trazarme uno más alto.
Mis otras dos fuentes de inspiración son mi papá pues quisiera irradiar su energía, y mi hermano, porque quiero ser fuente de su inspiración.
- ¿Cómo quieres impactar al mundo?
La red ha logrado impactar no solo a las comunidades, sino la vida de los voluntarios. Cuento casos maravillosos y conmovedores, desde alguien que había pensado en suicidarse y al entrar a la red encontró un propósito en su vida.
Pero también alguien que consiguió trabajo gracias a la experiencia como voluntario en estos temas.
Otra persona a quien la red la cambió y le facilitó su transición a la vida laboral formal. Un ingeniero mecánico que entendió que su sueño era ayudar a los demás.
- ¿Cuáles son tus mayores talentos?
Soy una buena líder, sensible y empática. Aunque lloro por todo y de niña pensé que no debía hacerlo, la sensibilidad y la empatía me han permitido hacer construcciones más fuertes con mi entorno. También mi disciplina que me lleva muy lejos.
Un talento oculto es que me gusta hacer postres y lo disfruto muchísimo.
- ¿Cuál es tu código de ética?
Mi código de ética es la honestidad al saber que la verdad siempre traerá cosas buenas. He aprendido a ser consciente de mis errores y a través de esa consciencia implemento cambios. Nadie es moralmente perfecto, pero la decisión de mejora ya es un gran paso.