Roberto Vélez Vallejo

ROBERTO VÉLEZ VALLEJO

Las Memorias conversadas® son historias de vida escritas en primera persona por Isa López Giraldo

ORÍGENES

Nuestro origen es antioqueño.

Considero que, si algo le marca a uno la vida, son sus papás y sus abuelos.

A mi abuelo todos se refieren como: Señor Don Gonzalo. Nosotros le decíamos “Gonza”. Para todos fue muy especial porque siempre giramos en torno a él. Además, tuvimos una familia muy unida, sin ser numerosa.

Mi abuelo se casó con Mariela Ángel y tuvieron tres hijos: mi mamá, la mayor; Fabio, médico; Amparo, casada con el doctor Javier Ramírez quien también es pereirano.

Mi abuela le hizo comprar una finca en Santa Rosa de Cabal, cerca de las partidas hacia los baños Termales porque en ese entonces no se temperaba en tierra caliente, sino en tierra fría. En ella nos reuníamos con mis trece primos Vallejo, desde el primer día de vacaciones.

Allí encontramos las primeras bases de construcción. Pese a ser tan pequeño, tuve la oportunidad de escuchar el desarrollo de temas como el de la idea de empezar la construcción del Departamento del Risaralda, mucho antes de que eso fuera una realidad.

Mi abuelo no fue un político, sino un hombre cívico, un tipo de personajes que se acabaron en los pueblos y en las ciudades, ya no quedan como él en el mundo. Si uno le tuviera que poner algún título a mi abuelo, sería: El gran veedor cívico de Pereira y de Risaralda.

La casa de mi abuelo era un escenario en el que se reunían con él todos los políticos, todo el que quería un consejo, porque iba a arrancar algún negocio, todo el que necesitaba visión de futuro. Y uno chiquito tenía la oportunidad de oírlo. Fue un hombre muy prudente en la manera como se refería y como conducía sus cosas. Fue realmente alguien muy especial.

Desde ahí tengo la memoria de que siempre nos inculcó valores morales. Y vivió muy orgulloso de sus nietos. Me escribió una vez: “Yo no tengo la plata que otras personas, pero sí un tesoro, que son mis nietos”.

Sin excepción, todos somos universitarios con nivel de pos grado. Esto es muy marcado por la obsesión de mi abuelo de que nos teníamos que preparar, que teníamos que superarnos cada día profesionalmente.

Una cosa muy particular es que “Gonza” nunca quiso que nos metiéramos en política, porque decía que no era limpia.

Esa fue la sombra de mi abuelo. La de un hombre cariñoso, pero también firme, recto y muy dispuesto a dar consejo, una orientación a tiempo.

VIDA EN PEREIRA

Mis tiempos de Pereira fueron los de cualquier otro muchacho. Recuerdo que nos partíamos entre los que vivían en la Circunvalar y los que vivíamos en el Centro. Porque hice parte de ese conglomerado. Vivimos en la calle veinte con carrera octava. Resulta que mi bisabuela les dejó, a mi mamá y a mi tía, un lote en el que cada una construyó su casa. Pero estas parecían más edificios, pues eran de tres pisos.

Nos reuníamos en unas barras gigantescas de cuarenta o cincuenta muchachos, íbamos al Club Rialto, a cine al Teatro Capri, y jugábamos basquetbol que era lo más popular en ese entonces. Buena parte de mis amigos eran mis primos, parientes de toda la “vallejamenta”. Por supuesto, también los del Club, que de vez en cuando los domingos hacíamos fiestas que llamábamos repichingas y duraban hasta las tres de la tarde, pues no nos dejaban a otra hora.

Lo cuento y la gente no lo cree, pero mi papá no me dejaba salir después de las siete de la noche. Tenía la teoría, que era cierta, pero un poco falaz, de que uno después de esa hora no tenía nada bueno qué hacer fuera de la casa. Muchas cosas para hacer, sí, pero nada bueno. Eso tiene mucho de largo y de ancho pues uno tiene que crecer y enfrentarse a las cosas que tiene la vida después de esa hora.

Mi papá era arquitecto de la segunda promoción de la Universidad Pontificia Bolivariana. Cuando llegó a Pereira se asoció y tuvo una firma por cincuenta años con Jaime Villegas, padre de Fabio Villegas. Llevaba por nombre, Villegas Vélez, con la que construyeron medio Pereira. Y fue un hombre muy estricto con sus hijos, cinco hombres: Carlos, Arturo, Jaime, Roberto y Daniel.

ACADEMIA

Estudié en el Colegio Calazans, que había construido mi papá, y lo hizo con las uñas porque los curas no tenían plata. Hubo un movimiento cívico para que los sacerdotes no se fueran.

Al graduarme, y con esa mentalidad pereirana, era claro que nos teníamos que ir de la ciudad pues no había opción de quedarse a adelantar la universidad. Como ya tenía tres hermanos estudiando en Bogotá, entonces mi papá compró un apartamentico, muy chiquito, para que compartiéramos juntos.

Mi hermano estudiaba Arquitectura y mi papá quería que yo estudiara ingeniería, para que siguiéramos sus pasos. Comencé entonces Ingeniería Civil en la Universidad Javeriana. Pero no he sido un hombre que tuviera una inclinación muy clara sobre alguna disciplina o una vocación definida, bien porque, o todo me  gustaba o nada me gustaba. No lo tengo tan claro. Envidio a todos a quienes desde pequeños se identifican con algo, como el médico que en la infancia se revela cuando le pone inyecciones a la muñeca de la hermanita.

Por lo mismo comencé en esa facultad, pero ese primer año de universidad fue un poco tormentoso, entonces decidí pasarme a Economía en la Universidad del Rosario, que fue lo que culminé. Digo que soy economista pero pude haber sido abogado o veterinario, no lo sé, pero, una vez inicié, me concentré.

El Rosario era una universidad muy tradicional y yo, como buen pereirano, usaba el pelo largo y jeans desteñidos, por lo que a la entrada me paraban y tenía que mostrar el carnet para identificarme.

Hice una carrera que fue bastante exitosa. Fui monitor de mi facultad. Hice parte de la Tuna y terminé siendo su director. Cuando mis compañeros me molestan en la empresa les digo que, “desde ese entonces tenía el don del liderazgo”. En mi casa todos somos muy músicos porque mi papá era un bambuquero de tiempo completo.

Fui el mejor estudiante de mi clase. Estuve nominado a secretario de la Facultad, el mayor honor que se recibía. Este cargo lo ocupó Jens Mesa Dishington, también pereirano.

Una vez me titulé, pensé en adelantar un posgrado en Administración de Empresas. Nosotros, los Vallejo, ya teníamos inyectado en el ADN la necesidad de formarnos, un poco por mi abuelo. Viajé a Inglaterra donde primero estudié inglés. Decidí que ese era el lugar apropiado, por el solo hecho de que me gustaban más los grupos de rock ingleses. Siempre fui un rockero.

FEDERACIÓN NACIONAL DE CAFETEROS

Terminé en el año 1985. Llegué en julio a Pereira y en noviembre ya estaba en la Federación Nacional de Cafeteros, que en ese entonces era lo mejor desde el punto de vista del empleador. Era el sol brillante que obnubila a todos.

La oportunidad se dio en un cargo ejecutivo, muy peleado. Pero, por coincidencia, el número dos de la Federación, Hernán Uribe, de Manizales e hijo de don Pedro Uribe uno de los fundadores de esta institución, era muy amigo de universidad de mi papá. El doctor Uribe le dijo a mi papá: “Claro, mándeme a Roberto”. Y aquí vine a dar. Aunque mi abuelo conocía al gerente era muy malo para pedir favores.

Comenzando en la Federación conocí a María Constanza, mi esposa. Inicié en el área comercial e hice toda la carrera. Estuve en la oficina de Nueva York por un año, haciendo entrenamiento. Me casé y me fui para la oficina de Tokio como número dos. Allí estuve casi cuatro años.

EMBAJADA EN MALASIA

A mi regreso el presidente César Gaviria me nombró embajador en Malasia. En estos días, cuando lo estuve visitando en compañía de otro amigo, le dijo:

— ¿Usted sabe por qué nombré a Vélez en la Embajada?

—¿Por qué?

— Le voy a contar. Me puse a pensar, llevo cuatro años de presidente y no he nombrado ningún embajador pereirano. ¡Qué vergüenza! ¿Yo a quién nombro?”.

Pues me nombró a mí que tenía treinta y cinco años.

A esa edad fui a abrir la primera Embajada en Malasia, la que todavía está abierta en el mismo sitio y como la diseñé. Me siento muy orgulloso por eso. Después de diez años regresé con el presidente Pastrana.

Este fue un año y medio fuera de la Federación y, además, el único puesto del que me han botado. Porque, cuando Gaviria se peleó con Samper, nos echaron a todos.

Mi hijo nació en Tokio y mi hija en Malasia.

FEDERACIÓN NACIONAL DE CAFETEROS

En ese momento me llamó Gabriel Silva y me invitó a vincularme nuevamente a la Federación (1996 – 1999). En el 1999 fui enviado a la oficina de Tokio como director para Asia, donde permanecí hasta el 2002 cuando Gabriel me pidió que lo acompañara como gerente Comercial, lo que ocurrió hasta el 2008.

En ese año consideré que ya había hecho los cambios que quería, el más grande de la historia de esta institución, y sentí que debía mirar hacia otro norte.

CONSULTOR PRIVADO

Hice consultorías privadas en productos básicos: café, carbón, cacao, tipo de cambio. Temas que tenía de mi disciplina comercial. En el 2009, cuando cumplí cincuenta años, celebramos con fiestas y a una de ellas asistió un amigo del primer año en Tokio, Luis Guillermo Plata, que era ministro de Comercio.

Conversando, recordamos cuando me hizo visita una vez en Malasia y me dijo:

— Usted es el preciso.

— ¿Para qué? Le pregunté.

—Para que se vaya de embajador a Emiratos Árabes porque vamos a abrir una Embajada. Mándeme la Hoja de Vida.

A dos o tres ofrecimientos ya les había dicho que no, como Procolombia – Proexport, me negaba por mi compromiso en la Gerencia de la Federación. Luego algo me ofreció en el Ministerio, pero en esta ocasión me dio pena negarme, le mandé la hoja de vida y terminé nominado por el presidente Álvaro Uribe, pero nombrado por el Presidente Juan Manuel Santos, embajador de Colombia en Emiratos Árabes.

EMBAJADA EN JAPÓN

Hicimos la tarea y a los tres años se presentó la oportunidad de la Embajada en Japón. La ministra que sabía que yo hablaba japonés, que tenía toda la experiencia, me invitó diciendo que Patricia Cárdenas cambiaba a la de Brasil, entonces me pidió que le ayudara en Tokio. Estuve hasta que el gremio cafetero me reclamó como gerente.

REFLEXIONES

Ese es el acontecer de la vida. Viajar nutre mucho como el vivir culturas tan antagónicas. Uno no es bicultural hasta que no conoce y vive en el Asia. La manera de pensar y de interactuar es distinta, el raciocinio, la sociedad. Solamente hasta que se tiene esa oportunidad, uno no se da cuenta de las verdaderas diferencias.

Yo había vivido ya en Europa y en Estados Unidos, y, al fin y al cabo, es la misma cultura occidental con buena parte de los mismos valores e historia. Pero Asia es totalmente distinta. La equiparo a que te soltaran en Marte donde todo es distinto, primero, porque si hay habitantes allí y son verdes, se es el único que no es verde.

La interacción es muy distinta. La primera vez que llegué a Japón experimenté dos cosas que uno oye pero que le cuesta trabajo imaginarse. Primero, el analfabetismo, que es igual a quien no sabe escribir ni leer, que toma el periódico y lo único que ve son garabatos. Es exactamente lo mismo. Segundo, un poco de autismo, porque no se es capaz de comunicarse con el medio exterior ni el medio exterior con uno, pues no hay conexión.

Es muy curioso, hay que tener una pasta especial para acomodarse a situaciones que no son fáciles. Hay quienes no son capaces de vivir en esa parte del mundo, pero es muy enriquecedor conocer otras culturas, ver cómo interactúan, sus valores, ver cómo se mueve una sociedad milenaria, cómo ha logrado construir un esquema social que le funciona, que la motiva, que la mueve hacia delante.

Trato de pensar cómo sería esto puesto en Colombia, pero ese es un ejercicio que no se debe hacer, pues este es un mundo muy distinto.

Cuando te ofrecen una cargo la pregunta es: ¿Sí estoy preparado? ¿Seré capaz? Pero hay que asumirlo y sacarlo adelante.

He conservado mi esencia, mi arraigo cultural, mis valores pereiranos no los dejo por nada del mundo, ni mi amor por Risaralda. Eso me tiene aquí, pues yo estaba feliz en Tokio.

Todo el mundo me pregunta:

— ¿Usted por qué vino?

—¡Por tonto! Respondo.

Y sí, ese era uno de mis sueños, ser embajador en Japón, pero cómo negarme a una solicitud de Risaralda.

Publicado por Blogger en El Blog de Isa López Giraldo el 1/11/2016 05:47:00 p.m.

Memorias conversadas para Historias de vida por Isalopezgirlado