Juan Sebastián Botero-Páramo Gaviria

JUAN SEBASTIÁN BOTERO-PÁRAMO

Las Memorias conversadas® son historias de vida escritas en primera persona por Isa López Giraldo.

ORÍGENES

Mi nombre es Juan Sebastián Botero-Páramo Gaviria, y con él empieza una historia. Me dedico a contar historias. Botero-Páramo es un apellido compuesto, un solo apellido, la decisión de mi padre y sus hermanos de unir lo que no se une. Su papá, Botero, descendiente de una estirpe conservadora, se casó con Esther, mi abuela, liberal, nieta de un masón del grado 33. Se unió para siempre lo que no se une. Soy cineasta, y la dramaturgia es la base del conflicto.

Me decía mi papá durante la sobremesa del almuerzo, y lo hizo por mucho tiempo, que, si no había un viejo en la casa, tocaba adoptarlo. Tuvimos siempre mucho de dónde escoger con los ancestros antioqueños donde los hijos en las familias se contaban con dos cifras. “Ahí es donde están los cuentos”, decía mi papá, “traiga viejos”. Era un comedor de doce puestos en la mitad de su biblioteca atestada de sus libros en inglés de sus años de estudio en Boston cuando el mundo era ideología y él asistía al entierro de Martin Luther King y marchaba por la libertad de Puerto Rico. Cuentos y más cuentos.

Mi abuelo paterno fue Iván Botero Jaramillo, hijo de Carolina Jaramillo Arango y Eduardo Botero Isaza, originarios de Sonsón – Antioquia, familia de cafeteros que tuvieron que emigrar a Bogotá en la crisis del 29. Eduardo, mi bisabuelo, se reunió en Bogotá con un pariente ministro que les puso tren para que viajara con sus diecisiete hijos.

Mi bisabuela Carolina fue una matrona que murió tejiendo a sus 103 años. Era conservadora, goda, tan goda que entregó sus joyas para la Guerra de los Mil Días. Ya se imaginarán para qué. Hija de Emiliano Jaramillo, nieta de Don Lorenzo Jaramillo el hombre más rentado de Colombia al lado de Pepe Sierra, a finales del Siglo XIX. Sé que esto resulta antipático en un país con tantas diferencias sociales.

Emiliano Jaramillo, el bisabuelo de mi papá, hijo de Don Lorenzo, estudió en Londres piano e inglés, vestía de frac en Sonsón – Antioquia, y se la pasaba leyendo en su biblioteca. Fue un noble en un país sin nobleza, realmente excéntrico.

Mi abuela fue Esther Páramo, bogotana, bisnieta de Lorenzo Pérez de Páramo. Conservamos un recorte de periódico de los años 70 que menciona que su fortuna estaba en el Banco de Londres. No tenía reclamo. Se presenta una fecha con clara expiración para que sus descendiente hicieran presencia.

Don Lorenzo se quitó el apellido Pérez por ser un judío perseguido. Cuentos, cuentos.

Mi padre en su consigna siempre me dijo: “usted puede ser lo que quiera, primero visualícelo y luego constrúyalo”. En su casa nunca nada fue obligatorio, siempre reinó la libertad. Sus tíos fueron más godos, prohibían a sus hijos visitarnos, aterrados por la falta de control y la disciplina de confianza.

Me saca carcajadas la rivalidad de los Botero Jaramillo con los Botero-Páramo. Al final, Botero Jaramillo fueron dos apellidos, Botero-Páramo es uno.

OLGA GAVIRIA SANTACOLOMA

Amo a mi mamá, Olga Gaviria Santacoloma Gaviria Gaviria, una mujer maravillosa, gran partner, con una historia de vida potente, que tú, Isabel, conoces, porque transitamos por esa intimidad de hijos de una tierra que no tiene que revelarse, tampoco ocultarse. Mi madre dice que no desciende de un árbol sino de una palmera, son pocas sus ramas por la endogamia Gaviria.

VÍCTOR GAVIRIA

Me encontré en un Festival de Cine en Cartagena con Víctor Gaviria, le conté que estoy escribiendo una película que habla de la hacienda familiar en la que ocurrieron tantos hechos que quiero contar. Se lo dije porque no puedo desprenderme de ese origen de terratenientes que genera miradas, al final, todo un tema. Un modelo caduco que murió en Francia con su revolución, y que en Colombia vive después de más de dos siglos.

Ahí lo veo, lo oigo en los cuentos, Don Lorenzo… Epifanio Gaviria, el abuelo de mi madre, dueño de “La Elvira”, con Cartago, Valle, como el pueblo de los trabajadores de la finca. Don Epifanio fue el padre de Don Rafael Gaviria Gaviria. Recordar el libro “Ser judío” que nos habla de relaciones incestuosas, porque, partiendo de la raíz, el tío no debería casarse con la sobrina; Epifanio lo hizo. Leyes, tótems, tabúes.

Esta historia se la relaté a Víctor, a quien reconozco que nace, como todo buen cineasta, de la poesía. Se desmarcó de mis ancestros, me dijo que él venía de unos Gaviria sencillos, de un pueblo antioqueño que no recuerdo y que, el casarse entre familia, era un movimiento de la burguesía de fincas, para no tener que repartir nada, ni compartir nada, que todo quedara entre ellos.

Aprendí de un maestro, Abbas Kiarostami, el difunto cineasta iraní, fantástico, con quien rodé un cortometraje bajo su tutoría en Bogotá, sobre la importancia de la selección de un tema. “Teo“, se llama el corto, de mi serie “Muertos. Memorias de muertos, del día más feliz de sus vidas, vida que ya no tienen. Muertos que hablan, sueñan, recuerdan. El segundo cortometraje de esa serie es “El sueño de Marina”. Una minera, desplazada, que llega a trabajar en 1997 a Bogotá, como empleada del servicio donde Don Octavio. Recuerda el día más feliz de su vida, el de ella, el de Marina; el momento en que este señor, le propone matrimonio. Un drama que transita por lo que la OMS, considera uno de los tres flagelos de mayor impacto negativo en el mundo, “la trata de personas”.

La historia que le conté a Víctor Gaviria, mi película, “Bosque de Zorros”, en la que el tema es: “el miedo al otro como raíz del egoísmo”. Habla de los movimientos de dos hermanos, herederos de una hacienda. La acción recae sobre Julia, la esposa de uno de ellos. Huye despavorida de ese entorno al ver la tranquilidad con que su esposo le confiesa que el hijo que espera su cuñada es suyo, que su hermano está al tanto, y que no tiene nada que decir, ya que el hijo, que espera la hermana de su esposa, es de él.

Mi abuela murió dando a luz a mi mamá a los seis meses de embarazo, mi mamá nació desahuciada. Es curioso porque en esas familias el orgullo los marca y normalmente son las “primeras” en manifestar que fueron los “primeros” en llevar el “primer” carro al pueblo y, en este caso, fueron los “primeros” en traer la primera incubadora, por lo menos así lo quieren pensar, entonces, lo dan por hecho. Pero mi tío Germán Gaviria me dijo alguna vez: “¡Cuál incubadora! A Olga, su mamá, la pusieron en una teja para que se calentara, ¡nada de incubadoras, una teja la salvó!” El tiempo distorsiona el cuento, por eso el registro.

Mi mamá decidió instalarse en Bogotá, economista, becaria fullbright con maestría en economía de la universidad de Texas, fue el cerebro de grandes corporaciones, entre muchos cargos de importancia ocupó la vicepresidencia ejecutiva del Banco Andino, fue presidenta de Fonade en dos ocasiones, de la Financiera Mazda Crédito. Es cinéfala motivada por quien hiciera las veces de su papá, el señor Becerra casado con su tía Lorenza Gaviria, que la adoptó después de la muerte de su madre, este señor fue gerente de Cine Colombia en Pereira.

COLEGIO GIMNASIO CAMPESTRE

Me matricularon en el Gimnasio Campestre, un colegio católico-conservador, pues adrede hizo mi padre lo que hicieron con él y fue enviarme a un lugar en el que me enseñaran el opuesto a sus ideales, para que me fueran entregadas las dos versiones y fuera yo el que decidiera con cuál quedarme. Una decisión política la suya, sin duda.

Heredé de mi madre su amor al conocimiento, pero fui rebelde, me volaba del colegio para jugar billar, ping pong, ir a piscinas, correr por el campo, busqué la libertad mientras en el colegio estudiaban, irresponsables. Mi papá,en su sarcasmo me insistía en que el colegio era un torturadero al final lo estaba honrando a él, primero la fuga a la tortura.

AMOR AL CINE

Como mi mamá, amo el cine, la sala de teatro, la pantalla gigante, el sonido, la oscuridad, el soñar compartido, la mística del espacio rodeado de extraños que soñamos juntos durante un par de horas. Ella decidió darle un cambio a su vida cuando yo tenía quince años. Llegó a la cima del éxito para decidir bajar a encontrarse con ella misma. Ahí integré el giro dramático. Renunció a la banca. Volvió a la universidad a estudiar, lo que significó un proceso largo. Aseguro que el propósito fundamental hoy en su vida es el servicio que da de una manera clara e inspiradora.

Reconozco que las historias se cuentan cuando tienen que ser contadas, dice Andrei Tarkvosky, cineasta ruso, cristiano devoto, “ el cine es esculpir en el tiempo”. Cursaba cuarto de bachillerato, 1998, cuando mis padres me mandaron a un internado a Irlanda en el que había claros espacios para el arte, el teatro, el cine y la poesía.

NEWTOWN SCHOOL – WATERFORD

Llegué al Newtown School, en Waterford, colegio protestante en un país muy católico, regido por Cuáqueros, con doscientos años de historia. Se trata de la “comunidad de la amistad”, se hacen llamar “friends” o amigos, comunidad del gran Walt Whitman que respeta a profundidad el sentido de la individualidad y el libre desarrollo de la personalidad.

Los Cuáqueros fueron los que definieron el pensum de la educación en la Revolución Industrial, fueron grandes educadores. El Newtown School, lo llevo en el corazón, aunque fue una experiencia al parecer dolorosa, en su momento, pero que hoy entiendo como los halones del crecimiento. En sus aulas transitaron la cantante de Sinead O’Connor, y los hijos de Ted Hughes, el esposo de Silvia Plath, entre muchos artistas, dándole un “ethos” de inspiración y creación, espacios que hoy creo que deben tener todos los jóvenes.

Mis experiencias de vida me han permitido hacer parte de diferentes grupos y estar en diferentes lugares, me han ido mostrando un curso quizás algo extraño, sin sectarismos, retirándome de lugares y personas, con amabilidad, he podido ir definiéndome y al final encajar como una ficha de rompecabezas.

UNIVERSIDAD DE LOS ANDES

Ante la decisión de qué estudiar y con una fuerte inclinación por las humanidades, me decidí por Psicología en la Universidad de los Andes donde cursé un semestre, pero rápidamente supe que ese no era mi lugar.

UNIVERSIDAD JAVERIANA

Me cambié a Comunicación Social en la Universidad Javeriana con énfasis en Producción Audiovisual.

Durante la carrera hicimos cortometrajes, documentales, escribimos guiones, libretos para televisión. Contamos con muy buenos mentores, uno de ellos me encendió la chispa y la pasión por las historias.

Continué estudios de guión, dirección, cine documental, dirección de actores y producción ejecutiva. “Todo viaja contigo” fue proyectado en el Havana Film Festival de Nueva York. La producción ejecutiva y la música original la hizo María, mi esposa. Se crea buscando un público receptor. Historias, historias.

Fui uno de los tres directores del programa “Historias de vida”, para RTVC, viajé por el país, se produjeron 135 documentales unitarios que se transmite todos los domingos por el Canal Institucional. En el 2018 fue el programa de mayor rating del canal.

Actualmente estoy en desarrollo del largometraje, “Ronda“. Un pueblo de españoles al nororiente de Cundinamarca en el que su gente tuvo un proyecto de ganadería extensiva en los años 60. El nombre proviene de España, de un pueblo en la montaña del que la familia de Esther Páramo, mi abuela, proviene. Ronda es ficción, mi abuela no.

¿Cómo te proyectas?

Viviendo en un lugar más cálido, haciendo películas, con María, siempre con María, mi esposa.

¿Quién es tu esposa?

María Linares, es música de la Universidad Javeriana y compositora de la Universidad de Nueva York. Artista, cantante, productora, compositora, empresaria y gestora cultural. Mis películas tienen siempre su música.

¿Qué lugar te cautiva?

Nueva York, donde la gente se incomoda. Me gusta por el “struggling” la lucha que tiene implícita. La capital mundial de la magia, en palabras que no son mías.

¿Cómo te escapas de este primer plano?

Leyendo, yendo a cine, yendo a cine y leyendo. Troto.

● ¿Cómo es tu familia ampliada?

Tengo dos cuñadas que adoro, Claudia y Mónica, menores que María. Yo vengo de una familia de hombres, somos yo y mi querido hermano Nicolás. Estar rodeado de mujeres fue nuevo para mí, lo disfruto mucho.

¿Cuánto dura tu película más corta?

“Self Portrait” , un autorretrato, con fotos y dibujos. Dura un minuto.

¿Qué significa ser cineasta?

Soñar

¿Cuál es tu mayor talento?

La conversación, todo empieza por ahí.