RAMIRO BEJARANO
Las Memorias conversadas® son historias de vida escritas en primera persona por Isa López Giraldo.
ORÍGENES
Soy un hombre quien desde niño tuvo vocación por ser abogado. Esto fue así siguiendo los pasos de mi padre quien fue asesinado por la violencia política en Ansermanuevo – Valle. Esta es una ciudad cercana a Cartago, zona muy conservadora al grado de que, pasando la margen del río Cauca, queda lo que llaman “la Costa Azul”. Mi padre fue asesinado a sus treinta y un años, yo tenía cuatro y mi hermana cumplía siete una semana más tarde. Esto marcó mi vida y la de todos en mi familia.
Mi madre, para su época fue una mujer culta quien había terminado su bachillerato y sabía escribir a máquina. Era una persona que leía mucho, tenía una cultura general muy amplia y resolvía crucigramas con gran facilidad. Por mucho tiempo trabajó como docente.
BUGA
Viví en Buga hasta mis diecisiete años. Como era un pueblo tan pequeño, la presencia de la memoria de mi padre fue permanente. Después vine a Bogotá a estudiar Derecho en el Externado y nunca más regresé. Yo no conocía la ciudad, nunca la había visitado, porque era absolutamente provinciano. Tomaba el bus que me traería a la capital, recuerdo que era un dos de febrero de 1970 y que estaba con un amigo, y le dije:
— Nunca más volveré a vivir en Buga.
— ¿Cómo así? ¿Por qué lo dice?
— Porque yo siento que pertenezco a otro lado.
ACADEMIA
UNIVERSIDAD EXTERNADO
Mi papá influyó, no solo en la carrera que elegí, sino en la universidad, pues él fue externadista. El Externado me gustó por su talante liberal. Además, ha contado siempre con gran prestigio, mucho más en esa época en que no había facultades de Derecho en provincia.
Mi época como estudiante universitario fue muy feliz, llena de vivencias, de ilusiones, de gran actividad política. Mi vida se desarrolló en el centro de Bogotá. Mis amigos fueron otro universo y yo me sentí muy a gusto, muy adaptado.
Pertenezco a esa generación de los años setenta en la que teníamos una visión del país realmente muy especial y con la que soñábamos los jóvenes de ese entonces. Toda la vida he sido un hombre con filosofía de izquierda. Hice parte de grupos de estudio de gente de izquierda. No concretamente del MOIR, pero sí trabajábamos y en algún tiempo hicimos labores de barrio. Esa fue una experiencia muy grata. Con el tiempo terminé en el Partido Liberal.
GREGORIO BECERRA
Mi formación se la debo, por supuesto, a una actitud temperamental y a lo vivido. Me marcó enormemente Gregorio Becerra, mi profesor en primer año de Teoría Constitucional. Fue también senador de la República por Boyacá. Un hombre de un verbo muy iluminado y muy agradable. Tenía un discurso bastante izquierdista. Un buen número de compañeros nos veíamos representados en él, quien tenía importante influencia política.
ALFONSO LÓPEZ MICHELSEN
Me gradué muy pronto. Sin que sacara cinco en todo, nunca tuve dificultades para pasar los años. Terminando quinto, quizás desde cuarto año, ese periplo de la militancia en la izquierda se intensificó con la candidatura de López Michelsen a la Presidencia, hombre de izquierda, lo que nos cautivó a muchos jóvenes.
CARLOS LLERAS RESTREPO
Es ahí cuando empecé a mirar el Partido Liberal. Un amigo me llevó a la Sociedad Económica de Amigos del País, institución de mucho prestigio fundada por el expresidente Carlos Lleras Restrepo, quien para ese entonces la dirigía. Allí lo conocí, como también a una cantidad de gente de la vida pública. Por fuerza de las circunstancias y en nombre de los estudiantes, terminé haciendo parte de su Junta Directiva, luego fui su secretario.
El presidente Lleras era una persona muy agradable, con argumentos puedo afirmar que era un sabio. Un señor distante, un estadista. Para un muchacho de veinte años como lo era yo, significaba un honor inmenso conocer a un expresidente de la República tan querido y tan respetado como él. Lleras estaba aspirando a reelegirse, pero no lo logró. Alfonso López le ganó la nominación, después se la ganó Turbay.
TRAYECTORIA PROFESIONAL
Empecé a ejercer la profesión muy de la mano de algunos amigos profesores. Me vinculé al Externado como profesor asistente. Un amigo, quien había vivido en Francia y quien ejercía como abogado de la Embajada de ese país, me pidió que lo reemplazara. Él no podía continuar dado su nombramiento como gobernador del Norte de Santander.
— Pero yo no hablo francés (le dije).
— No es necesario.
Entonces asumí el cargo que era ad honorem. Realmente no tenía mucha dificultad. De repente, una noche me llamaron de la Embajada para decirme: “Por favor, venga que tenemos un problema”.
Era abril de 1976. Resultó que se había asilado Luis A. Velandia. La autoridad lo estaba persiguiendo sindicado de haber asesinado a José Raquel Mercado, líder sindical muy importante. Esta fue una de las primeras acciones del M -19 cuando lo secuestró, juzgó y mató. El que Francia le concediera el asilo generó un gran escándalo nacional.
Me correspondió pues iniciar un proceso de trámite de salvoconducto para que se fuera del país. Rendí concepto y acompañé al embajador durante todo el tiempo que tomó. Finalmente el gobierno colombiano se lo concedió.
FRANCIA
En agradecimiento, el embajador me invitó a una cena en la que me preguntó:
— ¿Usted tiene especialización?
— Sí, yo hice una especialización en Derecho Privado en el Externado.
— ¿Y en el exterior?
— No.
— ¡Pero es que Usted no ha ido al exterior!
Lo único que conocía del exterior eb ese momento era la frontera de Colombia con Venezuela. Entonces me dijo:
— ¿Le interesaría una beca?
— Yo presenté una petición aquí, pero eso no funcionó.
Y el embajador, como buen diplomático, se quedó callado. A los dos días me llamó un señor de la Embajada a decirme:
— Usted tiene una beca para irse a Francia.
Más que especializarme lo que quería era vivir en Francia, aprender francés y vivir la experiencia. No quería pensar en estudio. Esto me hace recordar a una novia francesa que tuve. Pasaron cerca de cuatro años y regresé.
UNIVERSIDAD DE LOS ANDES
Llegué al aeropuerto completamente pobre. Saliendo del tumulto, me robaron los pocos pesos que tenía. Llegué donde un amigo con quien yo había compartido apartamento antes de viajar. Otro amigo me abrió un espacio en una oficina y empecé otra vez a trabajar. Luego me reincorporé al Externado. Recuerdo que otro amigo me dijo que en Los Andes estaban buscando profesores en mi área.
Ahí empezó para mí una vida académica muy intensa en la que crecí profesionalmente. Comencé a tener audiencia en el sentido de que la gente me reconocía como abogado. Era profesor de dos importantes y muy prestigiosas universidades. Además, una persona de talante beligerante. Hoy en día con menos bríos que hace cuarenta años, pero en ese momento resultaba muy notorio.
BOHEMIA
Soy nostálgico y también bohemio. Yo tomaba, pero con discreción. En mi grupo de amigos éramos bohemios todos. Pedro Alejo Gómez, a quien conocí en París, director de la Casa de la Poesía Silva. Carlos Ronderos, quien luego fue ministro de Comercio Exterior. Y D´Artagnan. Todos estábamos más o menos en el mismo nivel de la vida. Yo era el único de origen provinciano. Luego nuestras señoras también se hicieron amigas.
FAMILIA
Me casé en los tempranos ochentas, el 18 de enero del año 86. Lo hice lleno de ilusiones y fantasías. Estas, por fortuna, se han cumplido durante todos estos años de matrimonio. Mi esposa fue mi alumna en los Andes. Ese año arrancó bien. No solo me casé, sino que me gané un carro en una rifa. Para ese momento solo teníamos uno.
Tristemente, a los pocos meses mi madre murió trágicamente en un accidente de tránsito. Esto fue realmente doloroso. Mi madre era una persona excepcional y conmigo tenía una comunicación espiritual maravillosa. Su muerte fue un golpe terrible para mí. Ha pasado el tiempo y yo aún la recuerdo con mucho cariño.
Llegó Ana a nuestras vidas, abogada quien está casada. Después nació Cristina quien estudió Historia y Periodismo.
POLÍTICA
Nunca había pensado en hacer política. Esto fue así hasta que conocí a Ernesto Samper Pizano. Como Ernesto había sido secretario de Carlos Lleras, pues tenía alguna visión del país en la cosa política. Cuando Samper fue elegido presidente, me invitaron a la posesión. Tampoco había ido a una. A los pocos días me llamó su secretario privado, José Antonio Vargas Lleras , hermano de Germán. Me dijo:
— Mira que el presidente necesita hablar contigo.
— ¿Por qué conmigo? ¿De qué se trata?
— Que él te diga.
Entonces lo visité y me dijo:
— Hombre, yo quiero que Usted sea mi director del DAS.
— ¿Y yo por qué?
— Porque quiero traer a una persona con tendencia de izquierda, que tenga claro el concepto de los derechos humanos. Vamos a atender ese tema que será muy importante para este gobierno.
— Pues, presidente, déjeme pensarlo.
Le pregunté a mi mujer y me dijo:
— Sí, acepte.
Y eso me cambió la vida, por supuesto.
DEPARTAMENTO ADMINISTRATIVO DE SEGURIDAD – DAS
Fui director del DAS durante un año y medio. Finalmente, me retiré un poco cansado. Se trataba de un cargo difícil en una época muy tormentosa. Además, porque a Samper lo acosaban por el tema de la financiación de la campaña.
COLUMINSTA
EL ESPECTADOR
A mi retiro, regresé a mi vida profesional. Un día cualquiera, Rodrigo Pardo, un buen amigo, quien había sido ministro de relaciones exteriores, para ese momento director de El Espectador mientras yo era director del DAS, me dijo:
— Tú que preparabas unos informes mientras eras director del DAS, por qué no escribes unas columnas con esas cosas.
— Yo no he escrito columnas (le dije).
— Quizás no, pero ensaya.
Empecé a escribir columnas en 1998. En estas últimas décadas, he ejercido la profesión, he estado activo en la parte periodística con una columna muy beligerante, realmente dura, y sigo siendo catedrático.
ACADÉMICO
PROFESOR EMÉRITO
- ¡Es profesor emérito del Externado!
Sí, es cierto. En Los Andes no hay esa distinción, pero yo debo ser, en la Facultad de Derecho, el profesor más antiguo. No el mas viejo, entiéndase bien. Cuarenta y tres años en el Externado y treinta y seis en Los Andes me han dado satisfacciones como la de tener tanto a mi señora como a mi hija de alumnas.
- ¿Qué sintió en ese rol de esposo y padre – maestro?
Es una experiencia maravillosa y muy enriquecedora. Casi alcanzo a ser profesor de Cristina, la menor, pero ella optó por estudiar otra carrera. De haber sido su profesor habría batido el récord de ser el profesor de todos en mi casa. Pero estoy muy feliz de que ella hoy sea historiadora y periodista.
- ¿Fue más exigente con su hija que con el resto de los estudiantes?
No realmente. Pero recuerdo que, terminando una de las clases, tuve la necesidad de que me pusieran un stent en mi corazón. No a causa de infarto, sino porque encontraron ateroesclerosis.
Te cuento que para cerrar los cursos, tengo por costumbre ofrecer un discurso epílogo a los estudiantes de lo que yo considero que es la justicia, la vida y demás. En aquella oportunidad honré esa costumbre haciendo además una reverencia. Fue muy emocionante para todo el mundo.
REFLEXIONES
- ¿Cuales han sido los momentos más críticos en su vida?
Hubo uno muy duro cuando dejé a mi hija mayor viviendo sola en Boston, cuando iba a hacer una maestría. Sentí una mezcla de emoción y tristeza. Recuerdo que lloré incansablemente en el viaje de regreso. Mi mujer es más tranquila en eso, yo soy más emotivo. Claro que eso fue un suceso bueno.
El complejo, diría que cuando me nombran director del DAS y me metí en ese berenjenal tan complicado. Nunca había tenido que estar escoltado, tampoco mi familia.
- ¿Sintió miedo?
Sí, claro. Últimamente por unas amenazas que he recibido he vuelto a tener que andar escoltado. Salió el cuento de que habían contratado un comando de ex policías para venirme a matar por mis denuncias sobre la corrupción en Buga.
- ¿Ese espíritu beligerante permanece?
Soy un hombre de convicciones firmes que se puede equivocar. Per,o lo que creo, lo defiendo, lo afirmo y lo sostengo.
He librado unas batallas terribles. Por ejemplo, el enfrentamiento durante ocho años con el Gobierno de Álvaro Uribe. Esta fue una persecución espantosa. Cuando Uribe denunció penalmente al presidente de la Corte Suprema de Justicia, Cesar Julio Valencia, yo fui uno de sus abogados. Esto agravó la situación.
- ¿Es algo que lo reta y llena de adrenalina?
Yo diría que lo que me hace sentir es responsabilidad. Cuando asumo algo, lo tengo que sacar adelante. Hubo un personaje que la gente no recuerda, como cuando en una de esas diligencias a Álvaro Uribe le pregunté:
— ¿Usted sabe quién era José Antonio Ricaurte?
Él pensó que yo lo estaba insultando. Le dije:
— Fue la única persona que, cuando a Antonio Nariño lo juzgaron y lo metieron a la cárcel, aceptó ser su abogado. Por cuenta de eso terminó en la mazmorra en Bocachica y murió. Obviamente, eso era un detalle que un hombre como a Uribe no sabía ni le interesaba.
El Ministerio de Justicia ha honrado a los abogados litigantes creando una medalla con su nombre y que a mí me fue impuesta hace años. Esa es una figura que yo creo que representa mucho lo que soy y en lo que creo. En un momento determinado, cuando el presidente de la Corte, quien fue mi compañero, me preguntó:
— ¿Qué hago? Ese tipo me denunció, tienes que ayudarme.
Yo asumí el encargo y lo sacamos adelante. Asumí un riesgo de tranquilidad terrible, con los teléfonos chuzados, los de mis hijas, de mi mujer, los míos… ¡Todos! Eso fue una pesadilla sin nombre.
- Con ese costo emocional tan alto, ¡es la convicción tan fuerte que incluso supera la condición del riesgo que le genera?
Sí. Y por una razón. Prefiero vivir en riesgo y no humillado. No estoy para ser neutro porque creo que una manera de tomar partido es siendo neutral. Creo que es mejor equivocarse actuando que no actuando.
- ¿Y la familia cómo lo asume?
Obviamente que con mucha preocupación, mi mujer ha sufrido mucho. Mi mujer ejerce su profesión de abogada y eso ha sido duro inclusive en términos de trabajo. Hubo épocas muy duras. Un gobierno estigmatiza a una persona y la gente la va dejando a un lado. La gente suele estar más cerca de los gobiernos que de sus críticos.
- ¿Cual es su compromiso con el país?
Obrar bien. Creo que las cosas que hago como columnista, como abogado, como ser humano, como ciudadano, deben permitirme acostarme con la tranquilidad de que no tengo rabo de paja, de que tengo la conciencia tranquila. Ese es mi verdadero compromiso, cumplirle al país en las cosas que hago.
- ¿Usted considera que su estilo es agresivo o en él solo hay confrontación?
Yo creo que tengo un talante de confrontación por la manera como escribo. No escribo con eufemismos. Soy una persona directa que dice unas cosas duras en las columnas. He tenido unas peleas muy duras, con Uribe durante ocho años, con Ordoñez otro tanto, con Angelino Garzón. Han sido peleas con gente muy pesada.
Escribo durísimo, digo las cosas por su nombre y eso me ha generado dificultades. Y aquí hay personas, sobre todo en los medios de comunicación, que le ponen vetos a uno sin decírselo. Pero yo no ando en vida social, yo no me muevo en esos círculos. Me da pereza ir a cocteles. Nada de eso me gusta ni tampoco me hace falta.
- ¿Se ha sentido dueño de la verdad?
Yo creo lo siguiente. Entre otras cosas, ser columnista en Colombia es más peligroso que haber sido director del DAS. Cuando me siento a escribir la columna, me siento como una especie de emperador. Construyo una idea y la desarrollo libremente. Cuando la leo ya publicada, en ocasiones me pregunto:
— ¿Yo escribí esto tan fuerte?
Pero siempre prefiero, cuando tengo una idea, escribirla inmediatamente y dejarla en remojo. Escribo en borrador los jueves, y el viernes por la mañana delibero y la mando.
- ¿Se ha arrepentido de alguna columna ya publicada?
Me he arrepentido, por ejemplo, de haber escrito una columna que era una bobería, que no valía la pena. Pero de aquellas en las que yo he atacado a alguien no.
- ¿Se ha arrepentido de algo en la vida?
¡Claro! Seguramente habría tenido menos confrontación con la gente que no vale la pena, gente sin importancia colectiva. Peleas que surgen o en las redes sociales o en las columnas, pero que no merecen desgastarse. ¿Para qué pelear con un tipo que no vale la pena? Solo que me ha pasado. Esto solo resulta interesante por la contraparte y por el objeto de la pelea. Para que enriquezca tiene que dejarle a uno una experiencia fundamental . Es necesario sentir respeto por el contrincante.
- ¿Por qué es tan contestatario, acaso vive un conflicto interno no resuelto?
Por una razón. Yo creo en la justicia. Para mí el motor de mi vida es el concepto de justicia. Cuando me siento a escribir me pregunto:
— ¡¿Pero como es posible que haya pasado esto y que nadie lo denuncie?!
Lo del conflicto no resuelto sería una explicación psicológica. Lo he pensado, claro que es posible que sea parte de mi torrente sanguíneo y de mi talante. Es posible que sí, claro. Pero en últimas, cuando escribo nunca pienso en tomar venganza por el asesinato de mi papá. Ese episodio, que me duele mucho, aún hoy cuando lo recuerdo. Yo no creo en Dios, pero sí en lo que dijo ese personaje que vino al país, cuando le preguntaron que quién era Dios:
— Dios es una ilusión del ser humano.
- ¿Y cuando dejó de creer?
Hace muchos años. Desde el colegio he sido siempre reacio a la religión. Por supuesto, sin ninguna ilustración para esa época que me permitiera concluirlo. Ya hoy tengo una teoría construida a partir del estudio.
Te lo menciono para contarte que en mi oficina conservo una foto de mi papá y mi mamá tomada el día en que mi papá se graduó de abogado. Mi mirada es de nostalgia y también de evocación. Cuando voy a tomar una decisión grave, no rezo a Dios sino que miro la foto y les pido que me ayuden a tener claridad.
- Si no tiene “temor de Dios”, ¿qué le produce miedo?
La traición y la deslealtad. Yo soy muy buen amigo y un pésimo enemigo. Yo no le hago cosas desleales ni siquiera a los enemigos. Pero creo en la amistad y en los valores fundamentales.
- ¿Quién es amigo y a quién considera su enemigo?
Con los amigos se tiene un diálogo permanente y franco. Un amigo es aquella persona con la que uno nunca se ve, pero cuando lo hace el dialogo lo reanuda muy rápidamente. Hay amigos ocasionales con los que a uno le resulta difícil mantener una conversación.
Enemigo es aquella persona que por una u otra razón esta empeñado en hacerle un daño a uno o a la familia, lo que considero no es justo. Hay personas a las que he criticado y por lo mismo no me quieren, pero no son mis enemigos. Aquellas que tienen el propósito de causarme daño y a mi familia, claro que lo son. A medida que los hijos van creciendo el daño es mayor.
- ¿Cuál es su valor mas preciado?
Sin duda, el valor de la amistad.
- ¿Qué cosas son infaltables en su día a día?
Leer. Yo leo literatura e historia. Poca filosofía, pero últimamente por mi hija me he visto obligado. También leo de historia. No hay un solo día de mi vida que no haya leído.
- ¿Qué tan buen consejero es?
Como decía el presidente López, una cosa maravillosa que le aprendí:
— Nunca le pida un consejo a una persona que no este dispuesto a seguir.
Entonces yo no le doy consejos a quien no me los pide. Pero, quién lo hace, primero razono sobre su asunto y luego la aconsejo con desprendimiento.
- ¿Se ha sentido obligado cuando recibe un consejo?
Soy una persona muy reservada, un hombre supremamente discreto que no comenta ni siquiera sus asuntos de oficina con su familia. Los años me han vuelto así. Por lo mismo, no busco a la gente para pedir consejo. Cuando tengo una situación de emergencia, acudo a unos dos o tres amigos, les planteo el asunto y hasta ahí.
- ¿Se ha sentido solo?
Sí, claro.
- ¿Qué siente en soledad?
Indignación. Hay gente muy mezquina.
Te cuento que un día estaba en un acto público y llegó la esposa de un político muy importante a saludarme. Cuando de pronto vio que venía el procurador Ordoñez, me dijo:
— Uy, a mí no me conviene que me vean con Usted.
- ¿Qué no perdona?
La deslealtad.
- ¿Qué lo enfurece?
La falta de carácter. Esas personas que uno no sabe si, como dicen, van subiendo una escalera o bajando. Esa gente no me gusta.
- ¿Es positivo y optimista?
Tengo muy buen sentido del humor. Quienes me conocen en la intimidad, dicen que soy repentista. Mi vida no es a gritos, no es sin bromas. Me gustó cuando un compañero de la universidad hizo un comentario con respecto a mí sin que yo estuviera presente:
— Ramiro Bejarano tiene una virtud. La de ser el mismo muchacho mamagallista que nosotros conocimos en la U hace cuarenta años. Sigue igualito.
- ¿Con su carácter ve todo en blanco y negro o los colores existen para Usted?
Sí, claro que existen. Tengo matices y no soy intolerante ni intransigente. Admito cosas, pero hay unos elementos en los que yo no cruzo la línea. Por ejemplo, el de la deshonestidad, para mí es vital. Cuando sé que una persona ha hecho una cosa mala, yo le pongo distancia y me ausento. Y si hay oportunidad, se lo dejo saber.
- ¿Es alguien que da oportunidades, que acepta una excusa?
Sí. No es que goce con eso, que me quede fácil. Pero, cuando me ha tocado, las he aceptado.
- ¿Cómo maneja la frustración?
En silencio. En esos silencios hay mucha divagación. Mi mujer me aconseja mucho y yo la oigo. A medida que han ido pasando los años, mi mujer y mis hijas dicen que me he ido volviendo muy callado. Pienso todo el tiempo y guardo mucho silencio.
- ¿Quién es su consciencia?
Yo me reviso mucho en lo que hago, en lo que voy a hacer, para dónde voy, qué me ha pasado, qué no.
Claramente mi consciencia no es el dinero, pues no soy ni he sido un hombre ambicioso económicamente. Creo, como decía un pariente mío, que uno no debe aspirar a volverse rico, sino a tener poquita plata, pero muchas veces.
Vivo con holgura, la profesión me ha dado para vivir cómodamente sin ser rico ni pobre. Tengo, dijéramos, alguna credibilidad en el medio como abogado y no me meto en negocios que no me gustan. Para ser abogado de alguien tiene que ser que el caso me guste y que yo crea en esa persona, de otra forma no acepto el caso, así me vengan a pagar lo que sea.
- ¿Y quien no tiene con qué pagarle y lo busca?
También he servido a la gente que tiene problemas. Me ha pasado con jueces y los asesoro.
- ¿Qué cosas dejó de hacer y cuáles tiene pendientes?
Me hubiera gustado haber hecho una especialización en los Estados Unidos y haber vivido un largo rato allá para tener un magnifico inglés. Ese es un país maravilloso.
Me hubiera gustado haber tenido una experiencia política en un momento diferente; me ofrecieron ser senador por el Partido Liberal y yo no quise porque ya en ese momento me parecía que todo estaba muy debilitado. Actualmente me habría gustado estar en una lista para el Congreso, para el Senado.
- ¿Por qué no lo buscó?
Yo no busco esas dignidades. Estoy en una posición en que, si alguien quiere que yo sea senador, que venga y me lo diga. Si me lo hubieran ofrecido es posible que sí. Soy un alma libre, independiente. La gente dice:
— ¡Bejarano es un peligro como senador!
Y reconozco eso, especialmente por el tema del proceso de paz.
Este país necesita almas libres. Hay almas que creen que hay que darle un rumbo a esta sociedad porque no puede ser que se saque adelante el tema de la paz y que la sociedad siga siendo tan desigual. Que uno salga a la calle y encuentre gente pobre. Creería que yo sería un factor muy importante en la construcción de una sociedad más igualitaria.
- Participa desde su columna de opinión.
A mí no me gusta asesorar temas políticos. Pero, opinando, dando línea y pensando en los problemas del país sí.
- ¿Cuál es el país de sus sueños?
Quiero un país donde la gente no se muera de hambre, donde la gente se pueda educar, divertirse, donde sea feliz. Uno en el que no haya tantas distancias, donde la gente sienta que vive y respira el mismo aire. Donde haya mas igualdad. Ese es el país que soñé cuando tenia dieciséis años, cuando era miembro de las juventudes izquierdistas y es el país en el que sigo pensando hoy.
- ¿Cómo no contaminarse?
Hay una película famosa que se llama América, de Iza Irby. Es una historia de una persona que sale de Turquía y atraviesa todos esos montes y finalmente llega a América. Y cuando se va a ir, su padre en el lecho de muerte, le dice:
— Hagas lo que hagas, siempre ten la conciencia de que lo que estas haciendo no te va a cambiar.
A mí se me grabó esa frase. No hago cosas que me cambien la vida, que me cambien mi manera de ver la vida, de la forma autónoma y pantónoma de ver el universo, como diría Ortega y Gasset.
- Usted mencionó que el país necesita almas libres. ¿Se ha sentido atado, limitado, encerrado?
Sí, claro. Muchas cosas que uno quisiera que estén funcionando mejor no funcionan por la corrupción, por ejemplo. Eso me produce indignación pero me da fuerzas para doblar la lucha, para no dejarme vencer. En eso consiste. Tal vez el temor que algunos me tienen, es porque no doy el brazo a torcer fácilmente. Peleo y batallo hasta el final.
- ¿Tiene su talón de Aquiles?
Seguramente sí, pero no tengo rabo de paja. A mí me viven inventando cuentos, que cuando era director del DAS mandé a matar a Álvaro Gómez, y cosas de ese tipo.
Yo creo en la frase de Dostoievski:
— Cuando veo llorar a un niño no creo en Dios.
A mí algo de eso me pasa. Tengo mucha sensibilidad por los niños, por la gente joven.
- ¿Qué debería decirse de Usted el día de mañana?
Que Ramiro Bejarano es un contestatario, pero uno amoroso. Es lo que quienes me conocen de verdad, podrían decir.
- ¿Qué le gusta dejar en las personas que se acercan a Usted?
La sensación de que pueden confiar en mí. También me gusta tener un gesto amable con los demás.
Esta vida se acaba con el ultimo suspiro de vida en el corazón. Ahí termina todo.
He renunciado al Partido Liberal, no a las ideas liberales en cuya fe espero morir.