MARTHA PLATA NAVAS
Las Memorias conversadas® son historias de vida escritas en primera persona por Isa López Giraldo.
Mi filosofía de vida está en la forma como ella ha transcurrido. No pienso que las cosas sean definitivas, así pues, no soy una persona intransigente.
TRAGEDIA FAMILIAR
A mi papá lo mataron y mi mamá está desaparecida desde hace más de veinticinco años. Así comienza mi historia.
Mi papá fue un empresario dedicado a la ganadería en Santander. Yo tenía quince años y vivíamos en Barrancabermeja cuando llegó la guerrilla a secuestrarlo y él les respondió con plomo. Llegó a un acuerdo con el ejército para darles un paquete chileno, pero un soplón le dijo a la guerrilla que los iban a emboscar, y, entonces, cayó su conductor. Fue así como quedamos de objetivo militar de la guerrilla.
Vinimos a Bogotá donde me establecí, con el tiempo mi familia se fue para Santa Marta y nuevamente fue perseguida. Por lo tanto, se decidió darle plata a la guerrilla para no vivir como errantes, y fue cuando el ejército llamó a mi papá a decirle: “Si sigue pasando plata, va a tener problemas”.
Finalmente fue el Ejército de Colombia el que lo secuestró y mató, sin lugar a duda, y por lo mismo señalo al general Norberto Adrada Córdoba, como quien comandó el secuestro de mi papá.
Con la JEP se abrió un espacio y estamos interponiendo una demanda ante la Corte Penal Internacional, hasta ahora no habíamos hecho nada, pero la herida ya está más cerrada y se tienen fuerzas para gestionar, además, siempre nos aconsejaron que dejáramos las cosas quietas dado el peligro que significa moverlas.
Durante el secuestro de mi papá nosotros ofrecimos recompensa para que nos dijeran dónde estaba y quién lo tenía, y un soldado que participó en el operativo, nos dijo de manera inocente: “Yo hablo con la cúpula del ejército, porque es el ejército el que está secuestrando”.
Mi esposo ocupaba una posición de cierta importancia y mi cuñado trabaja con el ejército, condición que nos permitió lograr una reunión en las casas fiscales de la 106, un jueves a las once de la noche, con los generales Farud Janinie, Gil y con el soldado que contó todo lo que sabía.
Dijo que la vida de mi hermano como la de mi cuñado estaban en peligro, y la respuesta del general Gil fue que no se podía poner en evidencia al ejército. Garantizaron respetarles la vida, pero al soldado el sábado siguiente lo mataron delante de () y le gritaron: ¡Por sapo!
En ese momento mi mamá pagó por la liberación de mi papá, entregó mil millones a Norberto Adrada Córdoba, general del ejército y nos lo devolvieron con cuatro tiros en la espalda.
La familia tuvo la empresa más grande de transporte de carbón y banano en la zona de la Jagua de Ibirico, que cargaba en los puertos de Santa Marta, Barranquilla y la Guajira. Tuvimos más de doscientas tracto mulas, fuimos distribuidores exclusivos de Icollantas, pero para consumo propio, y tuvimos estación de servicio Mobil para nuestro abastecimiento exclusivo de combustible.
En el año 92 empezó el país a cambiar por temas de narcotráfico y en la Costa se dio un fenómeno de gente de bien que hizo parte de esta actividad, entre ellos estaba Jorge Géneco Serchar que tenía cincuenta tractomulas. Mamá subcontrató a Jorge Géneco pues la demanda de servicio era muy grande, pero tuvo con ellos una pelea terrible porque mamá les cobraba un impuesto, dado que era quien tenía el contrato directo con Glencore.
A los quince días del altercado mamá fue secuestrada y, cuando llegaron a pedirnos el rescate, se presentaron como autodefensas y nos dijeron que pusiéramos un aviso en el periódico siempre que estuviéramos dispuestos a negociar. Nunca más nos volvieron a contactar. Parece que mi mamá se les murió, es lo que dicen, pues nunca más supimos de ella, está desaparecida.
A los dos o tres meses de esto, secuestraron y mataron a Jorge Géneco. Como consta en un artículo de la página de las Autodefensas Unidas de Colombia y que fue a través del cual nos dimos cuenta de que Géneco la había secuestrado, pues el contenido revelaba que lo habían matado por estar cometiendo fechorías y enlodando el nombre de las Autodefensas con el secuestro de la señora Carlota de Plata, empresaria del transporte.
INFANCIA
De niña fui la más feliz del mundo, hice parte de una familia muy amorosa, me daba susto ver la película de Drácula entonces corría a dormir en medio de papá y mamá. Fui criada con el amor más grande del mundo, para mi papá, yo era su reina. Soy la mayor de cuatro hermanos, muy machistas, y tengo una diferencia de dieciséis años con mi hermana menor.
Mi papá fue vagabundo, entonces fueron varias las ocasiones en que vi muy triste a mi mamá, así que le decíamos:
— Mamita, sepárese.
— Mijita, perfectos no hay, su papá es maravilloso, es el mejor esposo, pero es vagabundo.
Mi papá fue muy divertido, en cambio, mi mamá, era furiosa, bravísima. Cuando papá le llevaba serenatas, mi mamá corría a sacar a los músicos con escoba. Nosotros lo defendíamos a él, decíamos: “Pobrecito mi papá”. Pero ahora entendemos todo.
Mis hermanas corríamos a atender a mi papá, una con la chancleta, la otra con el periódico, la otra con el jugo. Lo sentábamos, le quitábamos los zapatos. Era un dios, pero él, a su vez, devolvía amor. Para él éramos sus princesas.
Nací en San Vicente de Chucurí Santander y, a los seis años, nos fuimos a vivir a Barrancabermeja. No sé si fui buena alumna alguna vez, pero siempre busqué serlo sólo para que mi papá se sintiera orgulloso, pero sí fui la que izó bandera, nunca una nerd, pero sí la más coqueta.
Antes de que naciera mi hermano, menor seis años, se generaban discusiones entre mis padres por la falta de un varón. Mamá le decía a papá: Martha es una niña, Ambrosio, ¡es una niña! Pues yo, por tener contento a mi papá, montaba a caballo como los dioses, me iba con él para la finca y ayudaba a voltear los terneros para marcarlos. También fui muy buena deportista y, como tal, fui campeona nacional de esquí acuático y de salto de rampa.
Nosotros vivíamos en un pueblo, entonces, era normal en los papás buscar que uno se desarrollara y se destacara en algo, pero los míos hicieron todo para que fuéramos lo peor porque nos daban gusto en todo. Si queríamos aprender a jugar tenis, nos daban las mejores raquetas, cuando quise aprender a tocar piano, me dieron el órgano más grande y hermoso, patiné, nadé, en el colegio pertenecía al grupo de danza y, sin saber cantar, lo hacía. Porque yo me metía hasta en la corrida de un catre.
Recuerdo que mi mamá me regañaba durísimo:
— Martha, ¡yo no le puedo creer que a usted le toque llevar la carne, la papa y hasta la gaseosa, al bazar del colegio!
Yo quería estar en todo, creo que más que líder era sapa. Sí, eso era, sapa.
Mi papá me empoderó, me dio alas, yo era su reina, la que le daba gusto en todo, me lucía, le cumplía, por lo mismo, mi matrimonio le generó una tristeza muy grande en especial porque me casé muy joven. Cuando íbamos para la iglesia, recuerdo que me dijo que había llamado a Oscar, mi esposo, y le había dicho:
— La niña no sabe hacer nada, no sabe embetunar un par de zapatos, lo único que sabe hacer es estudiar.
MATRIMONIO
Quería estudiar Derecho, pero, como soy sumisa, estudié odontología por darle gusto a mi papá, ejercí un año después de montar consultorio.
Estudiaba odontología en la Santo Tomás en Bucaramanga y a raíz del intento de secuestro de la guerrilla, quedamos objetivo militar y nos vinimos a vivir todos a Bogotá. Comencé en la Javeriana por traslado de universidad y ayudados por el que era ministro en ese momento, el general Fernando Landazabal Reyes, pues el cambio fue repentino.
Estando en sexto semestre conocí a Oscar y, después de tres meses de novios, nos casamos. A mí me parecía de ataque casarme. En el noviazgo no todo fue color de rosa, porque si bien mis papás me adoraban, no me dejaban ir a cine, por ejemplo, decían que se prestaba para muchas cosas: ¡Las niñas decentes no van a cine con el novio! (Decía mi papá)
HIJOS
Me casé estando en quinto semestre de carrera, tuve a mis tres hijos mientras estudiaba, planifiqué con todo lo que ofrecía la ciencia, pero, aún así, quedé embarazada. Recuerdo que mis compañeros en la universidad me decían que yo parecía analfabeta, que yo de novia hubiera sido una desgracia: ¡Parece una coneja!
Soy romántica, una perfecta enamorada del amor. Me casé para repetir la historia de mis padres, la que siempre me pareció tan bella, y de esa misma forma atendí a mi esposo, con todo detalle, llevándole el desayuno, secándolo después del baño, disponiendo su ropa.
Soy apasionada, pero también relajada. El hecho de tener tres hijos en cuatro años y en una edad tan temprana, el contar con un ejemplo que es de lejos más importante que la academia, me motivó a concentrarme en mi rol de madre.
Con mis hijos apliqué el rigor, verdadera y estricta disciplina, por ejemplo, durante la época del colegio los acosté a las seis de la tarde, algo innegociable, tareas hechas, comida servida y para la cama. A las cuatro y media de la mañana comenzaba nuevamente el desorden lo que hacía que no protestaran a la hora de dormir.
Viví absolutamente ocupada con mis hijos, en especial, porque cada uno estudió en un colegio diferente. Esta decisión se tomó pensando en no interferir en sus personalidades, pero a mí sí me afectó en las fechas especiales porque me vi obligada a correr de un colegio a otro el día de las madres, también de presentación en presentación, a fin de no desatender ni herir a ninguno. Además, no contenta con esto, hice parte de la Asociación de Padres de los tres colegios.
En mi familia se vivió la cultura de “el señor provee y la mamá en la casa”. Cuando los niños fueron bebés, mi esposo durmió en otro cuarto para no trasnocharse, lo que siempre me pareció válido. Hicimos equipo, asumimos los roles de cada uno, así ocurrió hasta el momento en que decidí trabajar.
VIDA SOCIAL
Viví en función de mis hijos e hice cosas en torno a ellos todo el tiempo, por ejemplo, mi segundo hijo fue campeón nacional de squash, razón por la cual me hice presidenta de la liga en Bogotá. Pero llegó un momento en que me quedé sin oficio y lo que a mí me salva es la actividad, como tener un deporte, pues necesito acostarme cansada.
Cuando Oscar fue presidente de ANATO tuve muchos compromisos sociales, reuniones, comidas y cocteles se hacían en mi casa. Era quien cocinaba para noventa personas sin problema. Además, tenía todo el montaje de vajillas, samovares, contrataba meseros y a las siete de la noche ya estaba perfectamente arreglada atendiendo a los invitados.
EMPRESARIA
Tuve muchos roles, el de esposa, madre y anfitriona. Pero también, al faltar mis papás, quedó el tema empresarial, fue así como colaboré con mi hermano.
Cuando a Oscar lo nombraron viceministro de Turismo, cargo que ocupó por cuatro años durante el segundo período presidencial de Álvaro Uribe Vélez, y tres en el primero del presidente Juan Manuel Santos, mi actividad empresarial se vio suspendida, me quedé sin oficio en una edad en la que mis hijos ya eran más independientes.
Ahí sentí aún más la ausencia de mis papás, entonces, decidí montar una empresa de plásticos con una amiga que me propuso el negocio, luego me quedé sola con el tema y me entregué por completo a mi negocio.
EXPERIENCIA POLÍTICA
Fui la directora de finanzas de Gustavo Petro a la Alcaldía de Bogotá, pero cuando me defraudé de él decidí hacer el ejercicio político por mi cuenta y así fui candidata al Concejo de Bogotá con el Partido Liberal, con el que tenía más identidad. Mi familia se sintió muy preocupada por mi decisión. Pero logré 7.500 votos, que son un número importante.
EXPERIENCIA DEPORTIVA
En un momento cualquiera, decidí salir a correr. En una depresión profunda, sentí soledad y abandono, y como soy tan expresiva en mis emociones, recibí mucha retroalimentación. En una clase de spinning, por ejemplo, mi profesor me dijo:
— Señora Martha, ¿quiere ser la mujer más feliz del mundo?
— ¡Dónde firmo!
— Corra un Ironman.
— ¿Eso qué es?
— Es una carrera de larga distancia, donde hay que nadar 3.8 kilómetros, correr la maratón y…
— ¿Y yo soy capaz de hacer eso?
— Sólo si hace lo que le digo.
Era noviembre del 2005 cuando comencé con el entrenamiento, luego de que Will (Vargas) hablara con mi familia, pues es un proceso que requiere el apoyo de todos y significa un sacrificio enorme, porque es realmente muy exigente.
Compré bicicleta, zapatos especiales que aprendí a manejar dando vueltas a la ciclo vía. Claro, más de una vez terminé en el piso. Cuando nadaba no me movía del puesto, entonces tomé clases.
En el Nogal me hicieron un reportaje porque me convertí en un referente para los ejecutivos del país, el diario La República hizo otro diciendo que, gracias a mí, los ejecutivos se habían animado a entrenar.
Corrí catorce horas treinta y un minutos. Quince días antes de la carrera, me encontré con Javier Morelli, amigo de mis papás que, al verme tan flaca, me preguntó qué me ocurría, me preguntó si contaba con patrocinio, hizo unas llamadas, y de inmediato me apadrinó junto con mi entrenador.
Llegué a Alemania, luego lo hizo Oscar, le pedí que me esperara en la meta. Resulta que son dos recorridos, cada uno de noventa kilómetros, y en el segundo, que es la montaña, me sentí morir, le recé a mis papás para alcanzar la meta. Mientras los invocaba, me estrelló un ciclista quien rodó todo un trayecto, para mi fortuna no perdí el equilibrio, pero, él luego me alcanzó ensangrentado.
Terminada la etapa en bicicleta, debía correr, pero las piernas no me daban, apenas si caminaba, y cuando iba llegando, en la última posición, la tribuna gritaba: ¡Colombia! Recibí la bandera y no contuve las lágrimas. Terminé en catorce horas treinta y un minutos de las quince disponibles.
Oscar estaba tan preocupado al ver que pasaba el tiempo y yo no aparecía que se fue a buscarme, así que su recorrido le obligó a guardar cama por una semana en que me dediqué a cuidarlo.
CHINA
Con ocasión del nombramiento de Oscar como embajador de Colombia en China, nos instalamos en ese país por varios años, pero siempre muy cerca de mis amigos. Finalmente regresamos a Colombia.
REFLEXIONES
- ¿Cómo superas la adversidad?
Con la ausencia de mis padres la vida me cambió para siempre. Gracias a mi personalidad he logrado sobrevivir, pero estos eventos me marchitaron, aunque traté siempre de que no se me notara. Nunca lloré delante de mis hijos, pero al acostarme y cerrar los ojos comienzan esos sueños espantosos que me hacen llorar durante toda la noche hasta que el cansancio me vence.
En mis sueños viajo hasta Santa Marta por tierra, llego a un restaurante y encuentro a una viejita, canosa, arrugadita, pelando papas. En ella veo a mi mamá. Realizo que no ha aparecido, porque esta ancianita ha perdido la memoria. De manera recurrente recreo una serie de fantasías con mi sufrimiento, que es para siempre, porque la herida no cicatriza.
Por un tiempo me hice menos tolerante, comencé a pasar cuentas de cobro. Aunque no se quiera, los resentimientos afloran.
Me he apoyado en terapeutas desde hace mucho. Al comienzo consideré que no los necesitaba, pero mis altibajos emocionales me obligaron a hacerlo, también he tenido amigos maravillosos que me han apoyado en mis alegrías y en mis tristezas.
- ¿Cómo valoras el despertar a un nuevo día?
Cada día hay que vivirlo con la mayor intensidad posible, respetando siempre los espacios, porque mañana podemos no estar. Esto es algo que se aprende cuando se han perdido seres de manera tan abrupta, es que mi mamá tenía cuarenta y nueve años cuando desapareció.
En mi familia dicen que yo soy igualita a mamá, las dos llenas de energía, de propósito y deseos de vivir.
Con los años he aprendido a no molestarme por cosas que no valen la pena, pues nada merece que afecte ni un solo minuto de vida, si algo me perturba, prefiero no tenerlo.