Teresa Currea

TERESA CURREA

Las Memorias conversadas son historias de vida escritas en primera persona por Isa López Giraldo.

Isa López Giraldo es responsable del contenido de su sitio web en el que Davivienda actúa como patrocinador de la sección Jóvenes Talentos.

Soy la cuarta de siete hermanos, bogotana, artista plástica de corazón. Me encantan la música y los libros. Amo a mi familia y a mi trabajo.

ORÍGENES – RAMA PATERNA

A mi abuelo, Alejandro, no lo conocí. Mi abuelita, Eliza García, falleció cuando yo era muy niña entonces de ella tengo muy vagos recuerdos, pero sé que fue una mujer adorable, amorosa, generosa, dedicada a su familia, consentidora de sus hijos y nietos. Recuerdo que nos daba leche con azúcar y habas fritas, y siempre se acompañó de una linda sonrisa.

Fue una familia tradicional de Bogotá con raíces muy lejanas en Santander. Tuvieron su casa cerca de la Parroquia de la Porciúncula, que siempre estuvo abierta para sus amigos y vecinos.

Mi papá, Max, fue el antepenúltimo de ocho hermanos siendo muy importante la diferencia generacional con los mayores y él uno de los últimos en casarse.

Como su familia profesó un amor muy grande por la Iglesia, en su juventud tuvo la idea de ser sacerdote y estudió en el seminario. Con los años se vio en la encrucijada por los cambios que se dieron en el mundo, pues estuvo rodeado de una nueva filosofía, entonces decidió que este no era su camino.

Se hizo ingeniero mecánico de la Universidad Nacional y conservó sus intereses en filosofía, en la lectura, en la música clásica, en las conversaciones familiares y con amigos.

Se alió con su cuñado, Guillermo Sicard, pionero del diseño industrial en Colombia, a fin de hacer empresa. Así mi papá viajó a Bélgica para estudiar también diseño industrial. Luego se hizo profesor de su Universidad, oficio al que ha dedicado su vida.

En algún momento se encontró con una vertiente de la Iglesia Católica para laicos, El Camino Neocatecumenal, que le dio mucho sentido a su vida. Allí, acompañado por Guillermo y algunos de sus hermanos, conocería a quien con los años se hiciera su esposa y nuestra mamá. Se casó a los treinta y tres años.

RAMA MATERNA

Mi abuelito murió cuando mi mamá apenas tenía tres años. Dejó una familia de ocho hijos. Vivieron en el centro de Bogotá, cerca a la que hoy en día es la Universidad Jorge Tadeo Lozano, pero mi abuelita coco, como la llamábamos de cariño, tuvo que pasarse a Usaquén donde convivió con mi bisabuela, Teresita Rivadeneira, que la apoyó en la crianza de sus hijos para que ella pudiera trabajar como lo hizo en la Biblioteca Nacional como secretaria. Ella fue el pilar de la familia materna, también amorosa y cariñosa.

Teresita fue una mujer muy recia, de fuerte carácter que se dedicó a la crianza de sus nietos, los hijos de mi abuela y de otro de sus hijos que llegaron también a vivir bajo su custodia.

Mi mamá, Clara Inés Moncaleano, la penúltima de ocho hermanos, ha sido una mujer silenciosa, con inclinación hacia las artes. Estudió dibujo publicitario.

Era muy joven cuando conoció y se casó con mi papá, él le llevaba once años. Conformaron una familia de la que hacemos parte: Juan Esteban, diseñador industrial. Bernardo, diseñador gráfico. María, ingeniera industrial. Teresa, artista plástica. Susana, bióloga. Miguel, ingeniero de sistemas. Y Antonio está terminando artes.

PILARES DE FAMILIA

Crecimos en la fe, rodeados de amor y de seguridad, nos educaron de manera consciente, donde la dignidad, los principios y valores fueron fundamentales. Tuvimos mucho diálogo familiar, el mismo que se mantiene en una comunicación abierta y respetuosa.

HERMANOS

Soy muy cercana a mis hermanos. Vivimos muchas aventuras y sé que por más que molesten y desacomoden, los hermanos son muy valiosos en la vida, hacen reír, enseñan a convivir, a entender que uno no es el centro del universo.

Crecimos en un ambiente en el que lo de uno no es de nadie sino de todos, aprendimos a recibir las herencias, que no siempre se puede tener lo que se quiere. Todo esto nos formó, nos enseñó gratitud, nos generó conciencia y el saber que podíamos contar con alguien, con todos.

Somos dos grupos de hermanos porque, desde mi nacimiento, pasaron seis años para que llegara Susana a nuestras vidas después de varias pérdidas que tuvo mi mamá. Entonces sentí la responsabilidad de cuidar de los menores, así les organicé juegos, pinté con ellos, en ocasiones llevé al menor a su jardín infantil.

COLEGIO

El colegio me resultó un poco aburrido. Fui aconductada y juiciosa, no había chance de ser mala estudiante, pero no me gustaron el frío de las madrugadas y mucho menos las tareas pues consideraba que ya le había dedicado suficiente tiempo al colegio como para que me asignaran actividades para la casa. Solo me gustó hacer maquetas y carteleras, por supuesto leer. A lo demás no le encontré mucho sentido.

Tuve un año muy malo cuando, cursando séptimo, me dio varicela y falté dos semanas a clases. El profesor de matemáticas no ayudó para nada.

VOCACIÓN

Una de las hermanas de mi papá fue monja de clausura, Elena Currea, quien al entrar al monasterio se cambió el nombre a Sor Antonia de Sales.

Ella fue muy importante en mi vida cuando desde pequeña contemplé la posibilidad de seguir sus pasos pues me llamó la atención el llevar una vida meditativa. Siempre que la visitábamos la veía feliz. Al igual que a mi abuela le encantaba repartir galletas como manifestación de su infinito amor.

En la niñez uno es más místico, en la adolescencia se vuelve más mundano. Si bien me asignaron mi nombre después de una peregrinación que hicieron mis padres al pueblo de Ávila en España, enamorados de la figura de Santa Teresa de Ávila, gran mística, escritora, doctora de la Iglesia, yo no seguí sus pasos pese a haber recibido esta, si se quiere, carga.

TIERRA SANTA

Quise buscar otras cosas y descubrir el mundo. Entonces a los quince años tuve la posibilidad de visitar Tierra Santa en una peregrinación a la que también fue mi hermana mayor. Visitamos Israel, el Vaticano y otros sitios que cambiaron mi perspectiva de la vida.

ENCUENTRO CON EL ARTE

Desde muy chiquita tuve una gran inclinación a hacer cosas con las manos, fui muy manual, desbaraté, armé, pegué y pinté todo cuanto pude. Hice mis propios juguetes en mi versión casera. Mi papá incentivó en nosotros la creatividad y mi mamá la orientó.

Me gustaron mucho los libros, como objeto y como la posibilidad de descubrir a través de ellos. Estudié diferentes técnicas de encuadernación artesanal.

Desde muy chiquita me gustó la mitología griega, conservo dibujos que hice a mis nueve años de los mitos en fichas bibliográficas. Luego estudié mitología egipcia y con los años me encantó El señor de los anillos.

Las lecturas me abrieron un gran universo que me hizo reflexionar si estudiar literatura o arte. Y si bien tenía clara la universidad a la que quería asistir, pues a la Nacional la conocí desde niña cuando acompañábamos a mi papá mientras jugábamos en el campus, no así la facultad a la que me matricularía.

Seguí el impulso de lo que me gustaba más. Puse mis dos opciones en una balanza y concluí que la lectura podría acompañarme siempre, además soy más lectora que escritora, pero para ser artista estructurada debía recibir una formación especial.

UNIVERSIDAD NACIONAL

Pasar en la Universidad Nacional ya era todo un logro que justificó las tareas del colegio. Llegué a un mundo completamente diferente, me encantó desde el comienzo y me enamoré de mi carrera.

Tenía en mi mente la idea de ser pintora de gran formato, una gran muralista, y quería hacer uso del color. Pero descubrí el dibujo, la miniatura, el grabado, a grandes artistas como Rembrandt, Bosco, y muy especialmente aprendí a fijarme en los detalles.

Estudiando supe que podía dibujar, que el dibujo es la herramienta del artista, que se asemeja a escribir. Y me animé a hacerlo.

La universidad orienta, brinda herramientas, ofrece un set de posibilidades, pero es uno quien toma las decisiones. Entonces cambié mi ruta. Probé la fotografía, la escultura, la cerámica. Estudié italiano, pues soñaba con vivir en Florencia, proyecto que aún no he realizado.

Terminé mi carrera con especialización en grabado y en pintura, pero quise que en mi título se registrara que era maestra en artes con énfasis en imagen seriada.

Me gradué con una tesis en dibujo, Inventarios. La hice bajo la influencia de tantos intereses del momento y apoyada en libros de ingeniería de mi papá, en herramientas, pedazos de máquinas que se convertían en mapas, rutas de viajes.

GÉNESIS

Pasar de realizar las tareas asignadas por tan extraordinarios profesores a generar las propias no es una transición fácil. Mi lugar de trabajo era el diminuto escritorio que compartía en el cuarto con mis dos hermanas. En él monté mi primer estudio buscando la intimidad que mi dibujo requiere. Lo fui llenando de tarros, colores, lápices y materiales para mi producción. Me habitué a sentarme en él cada día, me exigí, me discipliné, me esforcé.

Comencé a dictar clases de pintura y dibujo para niños y adultos, fui asistente de artistas para hacer sus montajes. Luego trabajé en una oficina del Ministerio de Cultura en el programa de concertación cultural, pero, definitivamente, no era lo mío.

También me presenté a convocatorias, me empezaron a invitar a eventos más formales, inicialmente en Arte Cámara, plataforma de ARTBO. Cuando vi que se estaban dando las cosas renuncié a todo lo demás.

En el 2012, cuando ya contaba cuatro años trabajando en el escritorio de mi cuarto y cuando ya me había ganado una beca de la Fundación Gilberto Alzate Avendaño, mi papá se enfermó y estuvo en cuidado hospitalario en casa durante nueve meses hasta su muerte.

Esto me afectó profundamente pues él fue muy importante en mi vida. Mi casa, que era mi espacio de trabajo, se convirtió en clínica, entonces hice un esfuerzo enorme por continuar con mi rutina y comencé la serie de animales raros y monstruos. Su muerte me impidió continuar trabajando en mi casa.

NUEVA YORK

Tenía planeado un viaje a Nueva York con mis ahorros y con la ventaja de que una prima me recibiría en su casa. Recordé que Martha Morales, profesora de la Nacional, nos había aconsejado viajar como fuente de inspiración, entonces así lo hice. Viajé sola, caminé la ciudad, visité museos y regresé renovada.

ESTUDIO EN BOSQUE CALDERÓN

Decidí abrir mi estudio con todo lo que eso me significaba. Busqué, hasta encontrar, una oficina muy pequeña en una casa casi abandonada en Bosque Calderón que no pudieron tumbar por ser vecina de otra considerada patrimonio cultural. Firmé contrato de arrendamiento el 24 de noviembre de 2012 y la conservo hasta hoy.

ONISHI – JAPÓN

De niña sentí una atracción muy potente por Japón y se convirtió en mi sueño. En el 2015 una amiga de mi mamá me dio un recorte de periódico que decía: Premio de Arte de Anapoima. Llevaba un año sin vender obra entonces decidí presentarme y gané. Fue así como, con los recursos del premio, viajé a Japón para hacer una residencia artística de dos meses.

Busqué un lugar en un pueblito perdido, quizás se trata de un corregimiento por lo diminuto, pero que ofrecía residencia para artistas. Llegué a Onishi, sin amigos, sin hablar el idioma ni tampoco inglés, aunque allá no lo hablan porque no es un destino turístico.

Hice muchísimos amigos, tomé innumerables fotos, visité cualquier número de ciudades y realicé un proyecto que era mitad cerámica y mitad dibujo. Con mi producción hice una exposición en una galería en Tokio que trabajaba con arte latinoamericano, pero que cerró.

A mi regreso al país se hicieron notables los cambios en mi producción y en mi paleta de colores. Seguí produciendo y soñando con nuevos viajes.

TURQUÍA

Mi profesor de Historia del arte en la universidad en una de sus clases hizo una descripción tan fantástica y sentida de Hagia Sophia, que despertó mi interés y logró que me enamorara y me propusiera a visitar ese lugar.

Fue así como en el 2018 emprendí mi aventura hacia Turquía porque, además del arte, me encanta la arquitectura, también por mi interés en el estudio de las religiones.

He logrado profundizar en el tema a través del diálogo interreligioso por la necesidad de entenderlas. Inicié entonces un proyecto de imágenes religiosas, pero no solo con las que yo crecí, sino ampliado y fundamentado en lo aprendido del budismo, del sintoísmo y ahora del islam, sobre su estética religiosa y artística. Reconociendo que apenas si había logrado un tímido acercamiento a este vasto universo.

Después de esta experiencia, que duró dos meses, con los dibujos que realicé en mi diario de viajes publiqué mi libro Estambul a pie.

REGRESO A JAPÓN

El primer amor es el primer amor, uno vuelve al lugar donde fue feliz. Y yo quise hacerlo. Ahorré, busqué una residencia e hice un trueque de obra de arte por los pasajes con una amiga que vive en Singapur. Programé dos meses en los que realizaría mi proyecto para exponerlo en Bogotá.

Viajé en febrero de 2020, visité a mis amigos, comencé mi residencia en marzo, inicié mi proyecto de fantasmas y monstruos, dibujé y tomé fotografías a diario. Pero la pandemia me encerró.

Me alié con tres artistas más, otra colombiana, una brasileña y una coreana americana. Buscamos financiar un espacio para vivir haciendo retratos pintados, luego paisajes, también campañas. Por supuesto, las familias nos han apoyado muchísimo y hemos recibido muchas donaciones.

Habitamos un lugar recién remodelado para los Olímpicos que se quedó desocupado. El dueño nos lo ofreció por un precio muy razonable. Pero toda mi estancia aquí durante la pandemia no habría sido posible sin la ayuda de Kaori Watanabe quien nos ha apoyado en todo este proceso.

PROYECCIÓN

La experiencia por fuera del país durante tantos meses me ha hecho repensar mi vida y mi futuro. Tengo un plan de exposiciones planeadas. Quisiera abrir un puente con Asia sin abandonar Colombia.

Ha sido muy valioso y me propongo profundizar el vínculo creado con Beatriz Esguerra quien ha aportado a mi proyección como artista y que hizo posible el libro como otros proyectos.

REFLEXIONES
  • ¿Cuál es tu mayor talento?

La paciencia y el dedicarme a todo cuanto me comprometo.

  • ¿Cuáles son tus mayores referentes en el arte?

Me gusta estar descubriendo nuevos artistas, pero algunos me han acompañado en un período más reciente como James Jim, Jacob Hashimoto, Joaquín Torres García, Alexander Calder, muchos orientales.

El Bosco que es mi mejor amigo y motivo de inspiración por sus miniaturas, figuras extrañas, oníricas. Lo mantengo debajo de mi almohada y lo reviso con frecuencia.

  • ¿Por qué te gustan?

Mi trabajo son dioramas que consisten en crear escenarios con papel. Diorama es un término que describe la estructura de los escenarios de teatro por capas transparentes pintadas a modo de telones, luego el término se usó para describir los modelos a escala de museos y teatros. Es una reproducción a escala de una escena, a modo de maqueta. Y ellos trabajan en este formato.

  • ¿Cómo defines tu obra?

Todavía estoy buscando mi sello personal, sin embargo, casi toda mi producción artística tiende al surrealismo. Busco la tercera dimensión con el papel recortado y el dibujo de base, incluyo objetos cerámicos y otros elementos.

  • ¿Cuál es tu código de ética?

 Pienso en la regla de oro de no hacerle a los demás lo que no me gusta que me hagan, tratar a los demás como me gusta ser tratada.