Carolina Soto

CAROLINA SOTO

Las Memorias conversadas® son historias de vida escritas en primera persona por Isa López Giraldo.

Soy una mujer de familia que comparte su tiempo con su profesión, así he logrado un balance complejo. Me interesa el bienestar y la justicia social, son una motivación permanente, una constante que me define en lo que estudié, en las personas con las que me rodeo, en mi pareja. En síntesis, soy una economista con sentido social.

ORÍGENES

RAMA MATERNA

He sido muy cercana a mi familia materna. Mi abuelo, Guillermo Losada, Losadita, viajó desde Garzón (Huila) al Valle del Cauca siendo muy joven. Administró restaurantes, fue muy sociable, una persona muy dicharachera, consentidor de los hijos, liberal en lo político y conservador en sus tradiciones lo que lo hacía machista, fue el típico hombre que no le encontraba valor al que la mujer se capacitara. Murió muy joven, no había cumplido cincuenta años, cuando dejó viuda a mi abuela, Ana Ricardina Lasso, aún más joven y con cinco hijos.

Entre mi abuela y su hija mayor sacaron adelante a los niños porque son mujeres muy fuertes, de gran carácter, enfocadas en la educación. Esta obligación le impidió a mi tía mayor asistir a la universidad, pues se dedicó con devoción a sus hermanos, quienes sí lo hicieron.

SU MAMÁ

Elizabeth Losada, mi mamá, sufrió polio en la niñez lo que la hizo muy protegida y consentida por su limitación inicial pues le faltaba fuerza. Mi abuelita le repitió con insistencia que lo único con lo que podría contar sería con su inteligencia y la motivó a estudiar a ella y a todos.

Entonces mi mamá se hizo economista en la Universidad del Valle con maestría en Administración Pública en Manchester, trabajó en varias entidades del gobierno nacional, empezando por la dirección de presupuesto del Ministerio de Hacienda y se pensionó muy joven, a sus cincuenta y cinco años. Pero también cuidó consagrada de su familia. Ha sido mi referente en la vida, motivo de orgullo. Fue una mujer dulce, serena, afable, sociable, ecuánime, justa. Nunca nos regañó ni gritó cuando nos estaba educando, era muy difícil que se ofuscara. Por motivos de salud vivió sus últimos años en Cartagena, cerca a mi hermana, donde rápidamente hizo su grupo de amigas, de rosario, de cartas, de tertulia, de libros. Nunca se aburría y se unía con entusiasmo a todos los planes. Estaba, además, pendiente de sus muchos amigos de la vida y de toda la familia extendida, siempre al tanto de cada uno, lista a ayudar al que necesitara. Amorosa como nadie. Fue un ser único.

RAMA PATERNA

En la familia de mi papá también se vivió un matriarcado. Mi abuela en realidad era mi bisabuela porque la mamá de mi papá, Armando Soto, tuvo un accidente con su novio y murió, entonces lo adoptó María Elisa Soto haciendo las veces de mamá.

Mi abuelo, en realidad bisabuelo, Cupertino Valverde, fue un hombre próspero y mucho mayor que mi abuela, de quien se separó muy pronto, por lo mismo no fue tan presente ni cercano.

Ellos tuvieron seis hijos, contando a mi papá, su nieto. Los niños fueron criados por mi abuela y su hija mayor, tal como ocurrió en la familia de mi mamá. Mi papá fue muy consentido, le decían Armandito incluso a los cuarenta años.  En la casa de mi abuela paterna los niños no existíamos, comíamos de último, todas las atenciones eran para mi papá a quien le servían primero y a manteles.

Mi papá se llevaba dos años con su hermano Hernán, en realidad tío, con quien se fue a estudiar a Cali. Llegaron a la casa de mi abuela materna que alquilaba cuartos a estudiantes. Mi mamá estudió economía con mi tío Hernán y mi papá comenzó, un año más tarde, ingeniería eléctrica. Así se conocieron.

CASA MATERNA

Mis papás se caracterizaban por ser solidarios, empáticos, muy conscientes de los privilegios y de la obligación de dar, muy liberales -quizás mi papá algo izquierdoso-, siempre muy respetuosos con todos y considerados.

También melómanos, salsómanos, con un gusto enorme por los boleros, la zarzuela, la ópera, el teatro. Eran intelectuales y aprovechaban todos los espacios culturales. Sin falta los sábados íbamos a los conciertos de música clásica en el León de Greiff de la Universidad Nacional. Estudié en el conservatorio por diez años, desde mis siete, para compensar la frustración de mi mamá que alguna vez quiso ser pianista.

Fuimos tres hermanos, pero el menor murió de cáncer a los dieciséis años después de padecer por cuatro años esta penosa enfermedad. Llevándole cuatro, fui mucho más cercana a él que a mi hermana mayor, Ana Elisa Soto. Mi hermana nació en Cali, aunque vivíamos en Bogotá. Mi mamá la iba a bautizar con mi nombre, pero las abuelas lo impidieron argumentando que era nombre de señora mayor, así que decidió que llevara una mezcla de los de ellas.

INFANCIA

Soy una bogotana de primera generación, mis raíces son del Valle del Cauca lo que me genera un conflicto de identidad regional porque cuando niña pasé mis vacaciones en Cali, en Buga y la finca del Cauca en Santander de Quilichao. Fue así como en Bogotá me creía caleña y en Cali bogotana, lo que resulta también enriquecedor. Recuerdo que viajábamos en carro y en la carretera nos deteníamos a comprar frutas en un viaje que tomaba más de diez horas y al que salíamos de madrugada.

Sin duda fui la juiciosa de la casa, la que no ponía problema quizás porque me acompañó siempre el sentido de la responsabilidad, un poco retraída, ensimismada, nunca tuve un problema para estar sola como no lo tengo hoy porque disfruto mis espacios, sin que esto signifique que no me guste socializar. Por ejemplo, no me gustaba el piano ni el conservatorio, pero asistí sin falta porque era mi deber. Me encantó leer desde chiquita y disfrutaba estar en la casa. Todo esto en contraste con mi hermana que ha sido amiguera, fiestera, pero tenía que cargar conmigo para que la dejaran salir.

Me gustaba ir a Cali y hubiera preferido crecer allá pues era un lugar en el que uno podía estar afuera incluso hasta tarde sin que implicara riesgos, sin sentir frío y jugando con los amigos de la cuadra. En la finca disfrutaba con los primos y en general con la familia.

ST. GEORGE’S SCHOOL

Estudié en el San Jorge de Inglaterra, colegio muy exigente en lo académico donde coincidí con gente muy sana, de muy altos estándares y valores, dedicada, tranquila. Conservo mi grupo de amigos con quienes acabamos de celebrar treinta años de graduados. En pandemia creamos un chat que ha significado una compañía entrañable, hemos sido muy proactivos. Le debo mucho a mi colegio, a la formación que recibí, por la disciplina y buenos hábitos.

El sentido de justicia con el que fui educada me hizo considerar la idea de convertirme en abogada, pero finalizando el bachillerato dudé que fuera mi destino. En la clase de orientación profesional la psicóloga me hizo cuestionar un escenario en el que me viera enfrentada a la decisión de defender a un criminal. Sin que esto fuera determinante me hizo reconsiderar.

Entonces me llamó la atención estudiar Finanzas y Relaciones Internacionales, carrera que surgió en esa época, con un número importante de frentes realmente interesantes.

CANADÁ

Cuando me gradué del colegio viajé un año a Quebec en un intercambio estudiantil, a aprender francés, y estando allá volví a cursar el último año de colegio. Pude corroborar que las bases recibidas del idioma habían sido muy buenas, lo estudiamos durante todo el bachillerato.

Desde mi nuevo colegio apliqué a Finanzas y Relaciones Internacionales, a mi regreso al país, lo que ocurrió a finales de julio, ya habían comenzado semestre en el Externado.

Gracias a la intermediación de mi mamá me reuní con Paula Caballero, decana de la Facultad, presenté la entrevista en la que me formuló un buen número de preguntas de coyuntura que no estaba en condiciones de responder pues no solo había estado por fuera del país un año, sino que antes de presentarme estuve en un campamento de dos semanas.

Recuerdo que me dijo: “En este momento está el G-7 reunido tomando decisiones, cuéntame qué están evaluando”. A mis dieciocho años y después del viaje no podía estar más desconectada de lo que ocurría (no había internet en esa época). Obviamente no pasé, me quedé esperando el siguiente semestre y trabajé como supernumerario en la Registraduría gracias a mi mamá.

UNIVERSIDAD DE LOS ANDES

En enero decidí aplicar de nuevo a Finanzas y Relaciones Internacionales en el Externado, pero también a Economía en los Andes. Pasé en las dos pues tuve tiempo de prepararme, pero dudé. Finalmente decidí darme una oportunidad nueva y elegí los Andes.

Me encantó la Universidad y la carrera pese a que me tocó la peor época de la Facultad, tuvimos tres decanos Eduardo Sarmiento Palacio, Manuel Rodríguez y Santiago Montenegro, y los economistas más prestigiosos del momento escribieron cartas pidiendo cambios al interior.

MAESTRÍA

Adelanté la maestría aprovechando que los Andes acepta como último semestre de la carrera, el primero del Programa especial para graduados – PEG. Aquí pude darme cuenta de que el nivel era otro, fue un gran reto, con excelentes profesores que estaban terminando sus doctorados, muy actualizados en la literatura del tema y muy exigentes. Fue otra la visión y el aprendizaje muy profundo.

FEDESARROLLO

Estando en último semestre empecé a trabajar con Rudolf Hommes, rector de la Universidad, en reemplazo de Raquel Bernal, vicerrectora actual y exalumna de mi colegio, que se vinculó a Fedesarrollo cuando Mauricio Cárdenas lo dirigía.

Mauricio fue mi profesor de macroeconomía avanzada y me ofreció la opción de trabajar en el centro de pensamiento una vez graduada. Había hecho una práctica en el 95 en el Banco de la República cuando abrió el programa de pasantías con los Andes e hice parte de esa primera cohorte junto con Ana Fernanda Maiguascha. Ana Fernanda continuó en el Banco, yo seguí con mi carrera, pero al graduarme apliqué a un puesto en la Gerencia Técnica cuando José Darío Uribe era su gerente.

Tuve que elegir entre las dos instituciones, Fedesarrollo y Banco de la República. Le pedí consejo a Rudy Hommes, mi jefe, y me dijo que no lo dudara, que me fuera para Fedesarrollo argumentando que al Banco podría volver cuando quisiera.

Me vinculé a Fedesarrollo donde fui asistente de investigación de Roberto Steiner, quien se había ganado el concurso Guillermo Botero de los Ríos. Hicimos un estudio sobre impuestos en Colombia. El segundo año trabajé con Ulpiano Ayala en temas de educación.

No podía creer que me pagaran por aprender, pues mi función era la de investigar. Fui inmensamente feliz leyendo, escribiendo, rodeada de gente magnífica. Se trataba de un grupo de lujo del que también hicieron parte Olga Lucía Acosta, directora de Coyuntura Social y Rosario Córdoba, directora de Coyuntura Económica, entre otros grandes economistas. Cárdenas siempre ha sabido rodearse de gente talentosa y tuve la oportunidad de aprender de ella.

Los viernesse compartían almuerzos de trabajo en los que se presentaban los documentos de los investigadores de Fedesarrollo o de invitados especiales. Me impactó la forma como transcurrían estas reuniones, con discusiones y argumentos fuertes, que a veces desbarataban las exposiciones. Luego me di cuenta que era una práctica común en el gremio.  Llamábamos Fedejunior al grupo de asistentes de investigación, equipo de lujo.

Me gustó el hecho de que se trataba de una nómina muy horizontal pese a que eran dos grupos claramente diferenciados, el de los grandes economistas y el de los asistentes, pero compartíamos de forma muy equitativa, clara y amplia.

No me había visualizado como investigadora, pero lo disfruté mucho. Siempre he estado más inclinada al diseño de política pública.

MINISTERIO DE TRANSPORTE

Estando en eso a Cárdenas lo nombraron ministro de Transporte del gobierno Pastrana y me llevó a trabajar con él como asesora. Me dejé tentar y me encontré el contraste con lo venía haciendo pues aquí el ritmo era otro, fui consciente de la capacidad de poder del sector público, del ejecutivo.

En esa época estaban comenzando las concesiones de las carreteras y yo hacía parte de un grupo interdisciplinario del que aprendí muchísimo desde la estructuración, la medición de riesgos, la contratación y demás aspectos relevantes.

PLANEACIÓN NACIONAL

Luego Cárdenas fue director del Departamento Nacional de Planeación donde también lo acompañé como contratista por seis meses.

Trabajamos evaluando el impacto de las exenciones tributarias en el  PIB en especial de las propuestas de exenciones que habían llegado al DNP con miras a la Reforma Tributaria que se proyectaba. También hicimos recomendaciones de cuáles eliminar. Todo ello con el acompañamiento del gran Gabriel Piraquive.

UNIVERSIDAD DE COLUMBIA

Recuerdo que en Fedesarrollo el paso a seguir era viajar a hacer un doctorado, pero yo no me sentía tan convencida de querer dedicarme por cinco años a una agenda de investigación y a profundizar en esas herramientas tan avanzadas.

Me empecé a cuestionar sobre mis verdaderos intereses, sobre si realmente quería ser investigadora y académica. Me llamaba más la atención el área de política pública y su diseño, pensé que era a lo que me quería dedicar. Estar en el Ministerio de Transporte hizo que confirmara mi inclinación.

Apliqué en 1999 y viajé en agosto de 2000 a los Estados Unidos para adelantar mi maestría en Administración Pública en la Universidad de Columbia, en Nueva York.

Esta es una Universidad de frontera, hace parte de la Ivy League, por lo mismo me asustó la idea de compartir con genios, el pensar que sería la última en resultados, que no entendería, pero por fortuna no ocurrió de esta manera. Tuve la ventaja de tomar algunas materias de doctorado en Economía porque era un programa flexible y básico pues estaba enfocado para estudiantes de distintas profesiones.

Mi objetivo de profundizar en las herramientas de política pública lo logré con otro tipo de cursos muy valiosos orientando mi programa de tal manera que pude sacarle mucho provecho a la Universidad que por fortuna tiene todos los recursos y excelentes profesores.

Tomé cursos de finanzas, macro, ciencia y tecnología, este último con el  vicerrector que era de altísimas competencias. La gente era fascinante. Vivir en Nueva York no tuvo comparación. Todo fue muy gratificante.

Al final de la maestría llegó Milena Gómez, profesora colombiana, fantástica, especialista en urbanismo quien fue mi directora de trabajo de grado que lo enfoqué en la diáspora colombiana. Le transmití mi inquietud de si debía regresar al país o quedarme en la Universidad; me ayudó a reconocer que lo que quería era devolverme a trabajar por Colombia.

PLANEACIÓN NACIONAL

Regresé y me vinculé a Planeación Nacional como asesora de la dirección en el momento en que apenas se estaba conformando el nuevo equipo de trabajo y comenzaba el gobierno de Álvaro Uribe. El director era Santiago Montenegro y el subdirector Alejandro Gaviria.

Aquí conocí a Alejandro quien al año se retiró mientras que yo permanecí cuatro más. Después del primer año pasé a la Dirección de inversiones y finanzas públicas en calidad de subdirectora.

El presupuesto del país está dividido, pues Hacienda lo presenta al Congreso, se encarga del financiamiento y de los gastos de funcionamiento, pero la inversión la define Planeación Nacional.  Esta era un área de la que yo no tenía mayor conocimiento, pero Osvaldo Rodríguez me dio la oportunidad de aprender del tema fiscal, al que me dediqué por los siguientes diez años.

Un año más tarde, cuando Oswaldo se retiró del DNP, me ofrecieron reemplazarlo en la dirección de Inversiones y Finanzas Públicas, de la que estuve al frente de 2004 a 2006. Trabajé en temas de presupuesto, de hacienda pública y fiscales. Este fue un reto enorme no solo por el número de personas a cargo, más de cuarenta, sino porque era la dirección más fuerte en términos de su interacción con Hacienda y el resto de las entidades al asignar los recursos de inversión.

MINISTERIO DE HACIENDA

Cuando en 2006 se dio la reelección del presidente Uribe, la directora de presupuesto, Carolina Rentería pasó a ser directora de Planeación Nacional. Alberto Carrasquilla, ministro de Hacienda, me ofreció la dirección de Presupuesto del Ministerio de Hacienda, donde estuve tres años.

Me impactó el tamaño del área (tenía ciento cuarenta personas a cargo) y el cambio de cultura, del tipo de organización. Planeación era una institución horizontal, en la que todos se llamaban por el nombre, trabajaban en equipo, y tenían un perfil distinto, de gente en formación. Hacienda, por el contrario, es una institución más vertical, más formal en el trato, el profesional promedio lleva toda la vida en su cargo porque hay muy poca rotación de la gente; es una institución mucho más jerárquica y burocrática, en la que todo era más lento. En lo que sí coinciden, es en contar con equipos muy sólidos técnicamente y comprometidos con sus funciones y con el país.

Parte de mis responsabilidades era ir al Congreso, a representar al Ministerio. En 2013 se creó la Ley de Responsabilidad Fiscal (Ley 819) que estableció que todos los proyectos de Ley que impliquen gasto requieren el aval del Ministerio de Hacienda. Esto hizo que el director de presupuesto tuviera que atender numerosas solicitudes del Congreso.

No fue fácil interactuar en tantos frentes con los congresistas que pedían muchas citas. Busque ser siempre muy clara con ellos, no prometer lo que no pudiera cumplirles pues todos buscaban recursos en representación de sus regiones. Podría decir que tuve una buena relación con todos, pero resultaba complejo. No es fácil entender el juego político, pues el parlamentario no es que esté hablando con uno, sino con sus electores, en especial cuando se transmiten sus intervenciones. Y allí uno siente que falla la comunicación, que el esfuerzo de explicar las iniciativas del gobierno se pierde.

También me resultó frustrante al comienzo el desorden del recinto, nadie escucha a nadie, cuando lo normal es que si alguien habla se le presta atención. Pero allí no es así, todos hablan al tiempo en sus propias reuniones y, de repente, votan, como si hubieran seguido toda la discusión. No sé cómo lo hacen.

En esa época el director de presupuesto también asistía al Consejo de Ministros.  Fue otra experiencia que no esperaba, pero que resultó muy enriquecedora al tener la oportunidad de hacer parte de la toma de decisiones de alto nivel. También asistía a los Consejos Comunitarios en las regiones cada sábado: comenzaban a las ocho de la mañana y terminaban avanzada la noche.

 El director de Presupuesto es, además, el secretario del Consejo de Política Fiscal – CONFIS, por lo mismo está a cargo de su preparación y seguimiento.

Tomás nació en 2007 y trabajé hasta el día anterior al parto. Continué en la Dirección de Presupuesto por año y medio más. Un 31 de diciembre en la finca de mi cuñada en La Pintada no podía atender a Tomás, por estar resolviendo temas de la oficina, llamada, tras llamada. Recuerdo que debía salir un decreto sobre pago de días compensatorios, y en plena crisis no había recursos, en fin. Tomás caminaba detrás de mí, halándome la camisa para hablarme, y yo lo evitaba para concentrarme. Hasta que reflexioné y  ese 31 de diciembre decidí no continuar y retirarme del gobierno.

CORPORACIÓN ANDINA DE FOMENTO – CAF

Regresé para hablar con el entonces ministro Oscar Iván Zuluaga y exponerle mi decisión de priorizar a mi familia. Trabajé hasta el mes de marzo cuando pasé a la Corporación Andina de Fomento – CAF, hoy Banco de Desarrollo para América Latina. Asumí como economista país, encargada de Colombia y Brasil, haciendo seguimiento, proyecciones, análisis macro.

Fue fantástico pues la oficina quedaba a dos cuadras de mi casa, todo iba a otro ritmo. Recuerdo cuando el conductor asignado en Hacienda me llevó unas cajas a la CAF y me dijo: “Doctora, esto parece un seminario, un convento”.

Para mí significó estar por primera vez en una multilateral multilatina en la que me relacionaba de manera permanente con mis pares de Bolivia, Perú, Argentina, Venezuela. Asistí a reuniones mensuales para presentar los reportes. Fue otro tipo de trabajo: analítico, individual, muy solitario y tranquilo.

Víctor Traverso era el representante de la CAF en Colombia, llegó al tiempo conmigo, me hizo la entrevista y cuando decidí irme me dijo: “Siempre supe que te irías rápido, pero no pensé que tanto”.

FASECOLDA

Después de diez meses en CAF me llamó Roberto Junguito para pedirme que lo acompañara en Fasecolda como vicepresidente Ejecutiva en reemplazo de Gustavo Morales quien se iba como magistrado auxiliar a la Corte Constitucional. Hablamos largo y me pareció muy atractiva esa posición. Fue muy claro en señalar que, como siempre lo había hecho, anteponía el bienestar general a los intereses específicos del gremio,  y que no tendría que defender una propuesta con la que no estuviera de acuerdo. Y en efecto, así fue.

En Fasecolda fui especialmente feliz, fueron tres años con un gran jefe, como lo fue Junguito, quien siempre buscaba rodearse de un equipo de altas calidades, muy profesional y orientado a la excelencia.

No imaginé que pudiera ser tan interesante, es un sector transversal relacionado con muchos frentes de la economía desde infraestructura con los seguros de cumplimiento y terremoto o de seguridad social y salud con los previsionales de pensiones, vida, accidentes de tránsito y medicina pre-pagada, con el sector agrícola y tantos otros.

Los seguros son fundamentales y muy regulados por hacer parte del sector financiero que es de interés público. Por lo mismo se está en contacto permanente con el gobierno, en especial con la Unidad de Regulación Financiera y la Superitendencia, con los entes de control, con el Congreso. Para mí era un rol nuevo, estar del otro lado siendo quien propone cambios y reformas en favor de una industria con criterio técnico y del bien común.

Junguito daba todas las peleas pues decía que no era el representante de las aseguradoras más grandes, sino que, siempre fiel a sus principios, el representante de todo el sector. Presentaba su posición a sus agremiados y terminaban entendiéndolo y cediendo en sus posiciones al considerar que las suyas eran adecuadas para la sociedad.

Le gustaba rodearse de jóvenes talentosos para lo que revisaba las hojas de vida de egresados de los Andes y otras varias universidades para atraer a los genios en economía, matemáticas y física. Era un apasionado investigador e historiador. Nos invitó a escribir en una revista que desempolvó y reinauguró, y en la que publicábamos las propuestas y análisis del sector y de la coyuntura.

Teníamos también mucha relación con el Congreso y yo era la encargada de hacerle seguimiento a los proyectos de ley, de hablar con los congresistas, de asistir a debates, de estudiar las implicaciones de las empresas involucradas y su funcionamiento, y del gobierno corporativo.

Me retiré cuando a Alejandro, mi esposo, lo nombraron ministro de Salud. El sector de los seguros es muy regulado y una de las aristas es la salud, no solo en cuanto a medicina prepagada, sino en el SOAT, lo que me obligaba a adelantar un trabajo muy estrecho con el Ministerio. Fue así como decidí retirarme pese a que en lo legal no había ningún problema.

MINISTERIO DE HACIENDA

Hice consultoría con Marcela Meléndez en su oficina hasta febrero de 2013 cuando Mauricio Cárdenas me llamó a invitarme a trabajar con él en Hacienda. Se había posesionado como ministro de Hacienda el mismo día que Alejandro en Salud.

Me nombró viceministra dejando claro que el cargo no competía con las funciones de mi esposo. Con él he trabajado muy bien, es muy profesional, un gran economista y estadista que, sin proponérselo, ha sido uno de mis grandes mentores.

Nuevamente retomé el ritmo sin pausa de trabajo 24/7, inmersión absoluta y con Tomás de cinco años. Afronté el reto maravilloso  de coordinar el plan de desarrollo de la segunda administración del presidente Santos. Si bien este comienza en Planeación Nacional, como no tiene iniciativa legislativa, ésta le corresponde al Ministerio de Hacienda. Hicimos equipo con Luis Fernando Mejía, subdirector de Planeación, y Ximena Cadena, asesora del  ministro Cárdenas (y después mi sucesora como viceministra).

El Plan de Desarrollo es el mapa de navegación del gobierno y consta de dos partes, una filosófica y otra práctica. La primera, presenta el programa general de gobierno y la segunda el plan de inversiones, que contiene los principales proyectos de inversión, los recursos previstos para su ejecución y las principales metas e indicadores. El plan de inversiones  tiene un atributo adicional que es ser Ley de la República,  para incluir todos los mecanismos y disposiciones legales necesarias para su correcta ejecución. Al ser transversal todos quieren meterle mano y arreglar los problemas de sus sectores. Primero el gobierno mismo pues cada ministro quiere llevar su propio ajuste legalal Congreso. Ese es el primer muro de contención. Luego en el Congreso donde están las iniciativas de los parlamentarios, y donde los gremios y lobistas buscan que sean incluidos sus ajustes normativos.  Lograr la expedición del Plan de Desarrollo fue un trabajo arduo, de muchas jornadas extensas, de múltiples reuniones y discusiones, para lograr un consenso que mantuviera las prioridades del gobierno, pero también recogiera los aportes de los congresistas, del sector privado y de la sociedad civil.

Como viceministra General de Hacienda también tuve a cargo la implementación del sistema de regalías que había sido aprobado en 2011 y apenas se conocía. Al viceministerio general del Ministerio de Hacienda le corresponden todos los temas que nadie quiere, es un potpurrí a diferencia del viceministerio técnico que tiene todo lo macro muy bien definido. Atiende entonces los asuntos del Congreso, de regalías, el sistema de información financiera , la oficina de control interno, los bonos pensionales. Es una colcha de retazos de temas áridos y sin doliente.

La dirección de Presupuesto en Hacienda y la de Crédito Público dependen directamente del ministro y no de algún viceministerio porque lo atractivo ya tiene su dueño, mientras que el viceministerio general es un todero para bien y para mal. Eso sí, con el único sector con el que no intervenía era Salud, para evitar conflictos de interés. Mi colega viceministro técnico se encargaba del tema.

Llegó un momento en que me fue muy difícil manejar el ser imparcial con respecto a las pretensiones del Ministerio de Salud en cuanto a presupuesto, pues cada ministro defiende su punto y en mi fuero interno le daba toda la razón a Alejandro cuando pedía algunos puntos más del presupuesto para sus programas que estaban desfinanciados. Consideré que era mejor dar un paso al costado, y le manifesté al ministro Cárdenas mi decisión de renuncia. Tuvimos una larga conversación, pero entendió mi posición.

Cárdenas le comentó  al presidente Santos que me iba y esa semana asistió el presidente a un evento en Hacienda, me llamó a la oficina de Cárdenas para hablar de mi retiro, fui completamente transparente en que era un trabajo muy demandante, con un ministro que impone ritmos altos y que me empezaba a costar emocionalmente por el ministerio a cargo de mi esposo. Cuando le dije que  definitivamente me retiraba me invitó a trabajar con él, pero le manifesté que precisamente lo que buscaba era un cambio. Entonces me dijo: “Tómese un descanso y volvemos a hablar”.

MINISTRA CONSEJERA PARA EL SECTOR PRIVADO Y COMPETITIVIDAD

En septiembre me ofreció el ministerio del posconflicto, un tema del que poco sabía, y preferí declinar. Luego me habló de ser ministra consejera para el sector privado y competitividad, cargo que había ejercido Catalina Crane. Me pareció interesante, algo más transversal, enfocado en competitividad , un enlace con el sector privado para definir políticas, regulaciones, impulsar proyectos, agilizar trámites y buscar un mayor desarrollo productivo. Acepté.

Inicié en octubre del 2015, de nuevo, felicísima en mi cargo, con un gran poder de convocatoria por depender de Presidencia. A esta oficina llegan todos los ministros y viceministros, y tiene gran impacto en las decisiones.

Tenía retos de todo tipo. Por supuesto, el sector privado pide hasta donde le den y llega con su lista de Niño Dios. Con mi equipo hacíamos el análisis correspondiente, coordinábamos cuando era necesario con las carteras y entidades involucradas, muchas veces apoyados por el Departamento Nacional de Planeación, y tomábamos una posición. Me di cuenta del desconocimiento que existe por parte de privados sobre la manera como funciona el Estado, en ocasiones consideran que si un ministro o funcionario se muestra partidario en su solicitud es suficiente para adoptar esa interpretación. Pero las cosas van más allá de la palabra del ministro pues se requiere un acto administrativo que faculte un cambio de posición.

También evidencié cómo las agendas entre los distintos Ministerios se enfrentan o el alto gobierno y el ministro no están de acuerdo en algo y no hay quien los mueva, entran entonces en conflicto con sus propios sectores porque hay ministerios más sensibles a la reacción pública pese a que técnicamente las decisiones estén suficientemente soportadas. No es fácil tratar de desmontar el nivel de protección que tienen tantos sectores, políticamente es un imposible pues todos protegen su renta.

Esta situación no era exclusiva de la agroindustria, sino también del sector de las confecciones acostumbrado a la protección del Estado a costa de la competitividad y de los precios. Por otra parte, están los industriales que importan insumos, pero que se ven obligados a pagar unos aranceles altísimos precisamente por la protección a la industria local.

Cambiar los esquemas de subsidios a los precios de los alimentos por los fondos de protección, sumado a temas de comercio, infraestructura, sacar adelante los proyectos de inversión estratégica PINES, era parte de la agenda de trabajo.

Fue fascinante estar en ese nivel de cercanía a la toma de decisiones y al poder. Juan Manuel Santos es un jefe muy claro, estoico, pragmático, confía en su equipo porque no es un micro gerente inmerso en el detalle, pero sí sabe estar informado de lo que uno hace, lee los documentos y los recuerda en detalle. Como a Cárdenas, nada lo afecta, nada lo inmuta, permanece en equilibrio y serenidad con una capacidad de autocontrol muy grandes.

Al principio me pareció algo distante, pero luego ya tuve la confianza incluso de sugerirle que fuera más cercano con el equipo. Su capacidad periodística hace que tenga una visión mucho más amplia de todos los temas, no se casa con una sola posición, es abierto a escuchar, pero también a revisar cada exposición de argumentos que uno le presenta y complementarla con llamadas, consultas y búsqueda de información adicional para tomar las decisiones.

Tuvo dos temas que fueron su bandera: el de la paz y el ingreso a la OCDE. No era fácil sacar tantas iniciativas porque alinear a tanta gente no lo es, pero en estos dos temas era impresionante como todo el mundo cambiaba el chip por la capacidad del presidente de transmitir sus prioridades y de lograr el trabajo en equipo, ahí estaban todos cohesionados, comprometidos. Si el presidente no muestra su empeño y determinación en estos temas no los hubiera sacado adelante.

Juan Manuel Santos es un gran líder, de mente abierta, muy determinado, sabe lo que quiere y lleva a su equipo al logro de resultados.

BANCO DE LA REPÚBLICA

En mayo de 2018 viajamos a París a recibir la aceptación de vinculación a la OCDE. Íbamos en el avión presidencial el presidente, su hijo Esteban, la canciller María Ángela Holguín, el ministro Mauricio Cárdenas, el secretario privado Enrique Riveira, Camilo Granada consejero de comunicaciones, María Lorena Gutiérrez, ministra de Comercio, cuando hablábamos de la Junta del Banco de la República porque Adolfo Meisel había renunciado.

Me dijo el presidente: “Carolina, a quién cree que debemos nombrar en la Junta del Banco / Presidente, creo que a una mujer, hay muchas capaces, muy competentes, y deberían hacer parte. Usted ha sido siempre un luchador por la equidad de género y es el momento de hacerlo / ¿Y a quién? / No sé, creería que, a Catalina Crane, una maga para manejar los temas macro, por su relacionamiento con el ejecutivo y con el Banco, y porque ha mostrado una buena trayectoria”. Catalina en ese momento era la representante de Colombia en las gestiones ante la OCDE, ayudó desde Paris para sacar esta iniciativa adelante. Se quedó pensando y me dijo: “¿A usted le interesaría? / ¿Yo, presidente? No sé”.

Nunca lo había considerado, tampoco había sido mi sueño, pero sí estaba convencida de que debía haber mayor participación femenina en la junta del Banco. Antes de mi paso por la Presidencia no estaba tan comprometida con los temas de género, no tenía la sensibilidad ni la conciencia de la importancia de la reivindicación de la mujer en tantos frentes, y no percibía directamente discriminación. Este es un verdadero engaño, porque sí hay un techo de cristal, porque sin ley de cuotas no habría más de dos ministras, normalmente las nombran en cultura y educación. Es muy curioso el contraste con mis colegas hombres que desde el pregrado ya proyectaban ser codirectores o ministros de Hacienda.Ante mi respuesta al presidente se giró María Ángela Holguín y me dice: “¿No sé? Usted cómo le va a decir no sé al presidente”. Contesté: “Presidente, no lo había pensado, pero si usted me llega a considerar me sentiría muy honrada y feliz de estar ahí”. Dijo: “Voy a pensarlo”.

Aterrizamos y me dice Mauricio Cárdenas: “¿De verdad te gustaría ser codirectora? / Ministro, nunca lo había pensado, mi especialidad no ha sido la política monetaria sino la fiscal y la hacienda pública. / Pues, piénsalo. Si quisieras tienes buenos chances de quedar. / Pero mejor Catalina / Ella no quiere, no está interesada y a ti te veo con buenos chances”.

Quince días más tarde me invitó el presidente a su oficina y me dijo: “Estoy en la toma de decisión y quiero saber si usted está interesada. / Presidente, lo he estado pensando y sí me gustaría. Si me considera, le agradezco mucho”.

Pasó el tiempo y el presidente no se manifestaba, entonces pensé que había designado a otra persona. El 30 de junio empezó a salir en medios mi nombre como nueva codirectora. Ese día viajaba a Cartagena por alguna razón, y no sabía si ya se había tomado una decisión. No logré hablar con el presidente hasta la noche. Santos me manifestó con algo de disgusto que aún no había tomado una decisión ni hecho ningún anuncio. Me sentí muy mal al entender que el presidente pensaba que yo había generado el ruido, creí que hasta ahí había tenido posibilidades.

A las dos semanas me confirmó y me pidió no decir porque él quería hacer un anuncio público. Luego me dijo que me alistara para al día siguiente ir al Banco. Efectivamente así lo hicimos, pidió ser recibido. La jefe de protocolo del Banco me dijo que en todos sus años en el cargo nunca había visto a un presidente que presentara en el Banco a un codirector. Fue algo especial.

Asumí este nuevo reto que me obligó a desempolvar mis libros de macro y de monetaria para revisar los modelos que manejaba la gerencia para sus pronósticos. Hice una inmersión acelerada en la revisión de esos temas. La experiencia en el Ministerio de Hacienda y en la Consejería donde de manera permanente se le hace seguimiento a la economía me daba confianza en lo macro, pero la minucia técnica de la modelación y del seguimiento monetario me tocó reforzarlo de forma acelerada.

Me encontré con un lujo de colegas, los más adorados, receptivos, colaboradores. Llegué a una entidad muy vertical y jerárquica con una enorme disponibilidad de recursos, a diferencia de las entidades de las que venía donde estos son tan escasos, incluyendo el tiempo. Llegué a un oasis lleno de economistas brillantes, de profesionales con un IQ por encima del promedio,  con una agenda mucho más manejable, con tiempo, con recursos que hacen que uno disponga de la tecnología, de las herramientas y de la información que requiera.

Otra cosa muy curiosa es no tener jefe, por primera vez en mi caso, lo que obliga a auto regularse. Tampoco es fácil operar como cuerpo colegiado y que las decisiones sean tomadas por consenso. La votación se utiliza casi que exclusivamente para las decisiones de tasa de interés Tomar las decisiones conjuntamente obliga a hacer una construcción permanente, con capacidad de escuchar, argumentar, de no imponerse, de respetar, pero también de presentar y sustentar posiciones propias.

A finales de agosto de 2021 renuncié a la Junta del Banco de la República. Esta decisión la motivó el hecho de que mi esposo, Alejandro Gaviria, hasta entonces rector de la Universidad de los Andes, después de muchas reflexiones, cavilaciones y discusiones conjuntas, tomó la decisión de ser candidato a la Presidencia de la República.

Si bien legalmente no tenía que apartarme del cargo, la norma establece que los miembros de la Junta no pueden hacer proselitismo político. De mantenerme habría implicado no poder acompañar públicamente a Alejandro en esta etapa y exponer posiblemente al Banco, ante cuestionamientos innecesarios. El Banco es una entidad emblemática y ejemplar del Estado colombiano, cuya reputación, trayectoria y confiabilidad son activos que se deben proteger y preservar. Así pues, con mucho dolor, pero con la convicción de hacer lo correcto, presenté mi carta de renuncia.

Fue un privilegio trabajar en la Junta, un honor y un motivo de felicidad. Aprendí, investigué, conocí sobre muchos temas además de  la política cambiaria, monetaria y crediticia. Los miembros de dedicación exclusiva de la Junta conforman a la vez el consejo de administración del Banco, máximo órgano de gobierno de la entidad. Por este canal participé en temas de gestión cultural, producción industrial, talento humano y diversidad. El Banco recibió por ejemplo el sello Equipares que otorga el Ministerio del Trabajo con Naciones Unidas referido a la equidad de género, gracias a la gestión adelantada con la Gerencia Ejecutiva.

El trabajo es de altísima calidad y competencias. No hay decisión que se tome en el Banco que no esté respaldada por un documento técnico previo con toda la literatura, comparaciones internacionales, considerando todos los escenarios posibles y las recomendaciones. Es una entidad única.

Reconozco en mis colegas como Ana Fernanda a una economista de lujo, brillante, con todas las competencias quien habría podido participar en el proceso de gerente general con mucho éxito, pero no quiso. Es un gran ser humano. Para mí fue muy grato coincidir con ella, me dio una gran recepción, fue muy generosa con su tiempo y con su conocimiento. Lo mismo los demás colegas que encontré al llegar y quienes se vincularon posteriormente. Con la pandemia tuvimos que enfrentar una crisis sin precedentes en la que fue fundamental la experiencia y el liderazgo de la Junta, así como el conocimiento y competencia del equipo técnico.

Si bien en la Junta no se es monolítico, considero que sería más enriquecedor para el mismo debate y que respeta más el espíritu de la Constitución o de la Ley, tener un equipo más diverso, en todo sentido y que no todos vengamos, por ejemplo, de la misma Universidad.

El área cultural del Banco es de resaltar. En mis posiciones anteriores era muy crítica al considerar que esta labor no tiene nada qué ver con su objeto social. Alguna vez visité el depósito en el que preservan las pinturas, son cuatro pisos subterráneos impecablemente dispuestos incluyendo el área de restauración, con extrema atención al detalle, todo bien dispuesto, pinceles, tijeras, pliegos, marcos, etc. Es una extensión de su mística para trabajar como se refleja en las exposiciones y eventos, la curaduría y todo lo relacionado. Sin el Banco no habría forma de alcanzar este nivel y esta oferta cultural de talla mundial.

PROYECCIÓN

En este momento estoy dedicada de lleno a la campaña politíca de Alejandro. Aprendiendo de este mundo electoral, conociendo de cerca las realidades del país, su gente diversa, sus necesidades. Estoy enfocada en lograr que se gane la consulta de este domingo y contribuir a una opción de transformación social, cultural, política, económica y ambiental del país. Con los resultados en la mano comenzará un nuevo ciclo y vendrán nuevas oportunidades.

SU FAMILIA

ALEJANDRO

Alejandro fue mi profesor de Micro I en la Universidad, pero ni se fijó en mí ni yo en él, mientras que mis amigas eran sus admiradoras. Cuando coincidimos en Planeación Nacional comenzamos a trabajar juntos, a conocernos y establecimos posteriormente una relación. Renunció cuando a su papá lo nombraron gerente de Empresas Públicas de Medellín con Fajardo como alcalde. Adriana Herrera, la secretaria general, le habló de la Ley de Servicios Públicos que establece que el subdirector de Planeación Nacional que participa en la comisión de regulación de energía y gas y en otras instancias regulatorias no puede tener ningún familiar hasta cierto grado de consanguinidad en ninguna empresa relacionada. Comenzó su dilema familiar pues uno de los dos tenía que renunciar. Iniciaba el 2004 y se hizo profesor de la Universidad de los Andes.

Nos casamos en 2005 y Tomás nació en 2007.

Encuentro en mi esposo a un hombre fantástico, un gran compañero, un papá ejemplar. Hemos pasado momentos muy complejos y los hemos sabido sortear con diálogo, comprensión y amor. Él es mi tranquilidad, mi paz, mi polo a tierra. Nos complementamos muy bien como pareja pese a ser tan distintos en tantos frentes. Él es mucho más liberal, de lejos, pero me ha permitido conocer otras perspectivas, otras formas de aproximación a los dilemas éticos, a la preconcepción de los problemas gracias a nuestras discusiones. En algunos aspectos es muy psicorrígido, en otros más flexible. Sus libros los tiene meticulosamente ordenados, bien organizados y dispuestos, no tolera que se le doble una página, o que se desalineen. No ocurre igual con su ropa. Las tareas administrativas están a cargo mío o, si no, nos cortan  los servicios, como ya ha ocurrido.

Es alguien muy intelectual, poco sociable, algo ensimismado, pero buen amigo de sus amigos, alguien quien disfruta de una buena compañía y de su familia que incluye a nuestro perro.

La pandemia fue un  reto muy interesante, que nos llevó a convivir durante muchos meses las 24 horas del día juntos. Fue en realidad una oportunidad tenerlo a él y a mi hijo a la distancia de una puerta, compartiendo y creciendo unidos.

MARIANA

Mariana, hija de mi corazón. Es hija de Alejandro, de su primer matrimonio con Tatiana Urrea. La conocí desde los ocho años, ya tiene veinticinco. Es una mujer maravillosa. Culta, humanista, generosa y brillante como su papá. Me encanta compartir con ella, podemos conversar por horas, sabe de todos los temas, es un placer oírla. Y le aprendo mucho. Es, además, dulce y bondadosa, siempre está buscando ayudar. Tiene muchos intereses y siempre está aprendiendo algo nuevo.

TOMÁS

Tiene una energía impresionante, donde llega alegra el sitio, irradia lo mejor, es positivo, optimista, tiene mucha chispa y una madurez que sorprende.

Vivió una anécdota en la visita del Papa cuando Alejandro atendía su tratamiento contra el linfoma y él hacía parte de los niños invitados que alteraron el orden y abrazaron al Papa. Saltó a la fama cuando al final en una entrevista radial en Palacio le pidieron autorización a Alejandro para hacerle una pregunta al aire:

            — Tomás, ¿qué le pediste al Papa?

            — Le pedí por la salud de mi papá y que se le pase la hp tos.

Recuerdo la pena infinita que sentí, lo regañé diciéndole que nunca olvidará la vergüenza nacional porque no se dicen groserías al aire. Íbamos en el carro cuando comentaron en radio lo dicho por el hijo del ministro de Salud, lo calificaron de chistoso, de personaje. Entonces me dijo:

            — Mami, pero a la gente le gusta.

            — Que a la gente le gusteno quiere decir que esté bien.

Perdí un poco de autoridad en mi reclamo y hasta ahí le llegó la conciencia a Tomás, el sentimiento de culpa. En adelante se creyó un rockstar, el niño que salió en la Revista Semana como la frase de la semana

RUFO

A raíz de este acontecimiento le hicieron una entrevista en Jet Set junto a Alejandro y a Tomás le preguntaron qué lo hacía feliz:

            — Me haría feliz tener un perro que se llame Rufo CLP para “rufiar” (patanear) con mi papá.

            — ¿Qué significa CLP?

            — Curado Linfoma Papá.

Empezó la lluvia de oferta de perros, pero cerré las puertas por mi indiferencia a ellos, siempre fui muy crítica a la humanización creciente hacia los perros. Tomás me dijo:

— Mami, lo que pasa es que ya se lo prometí al público.

            — El público somos tu papá y yo, no te preocupes por decepcionarnos.

En una reunión de diciembre recibí de una amiga la foto de Rufo, una cosita diminuta negra. Había tomado unos vinitos, lo vi, se lo mostré a Alejandro y aceptamos tenerlo. Fuimos a recogerlo y lo llevamos a Medellínpara entregárselo a Tomás, que visitaba a sus abuelos por Navidad. Ahora Rufo es nuestra adoración vergonzante, es nuestra felicidad y compañía permanente.

Le hicieron un homenaje a Alejandro con motivo de la despedida del Ministerio al que asistió con Mariana y con Tomás. Le preguntaron a Tomás:

            — ¿Qué crees que va a hacer tu papá ahora que salga del Ministerio?

            — Su sueño es ser rector de los Andes.

Esto no se ajusta del todo a la realidad, pues si bien lo habíamos comentado fue algo que quedó en el aire, pero así lo dijo y así se dio.

Ahora esperamos los planes que la vida nos tiene a futuro.

Economista, máster en Economía y en Administración Pública, investigadora Fedesarrollo, asesora Ministerio de Transporte, directora Inversiones Públicas DPN, Directora Presupuesto Nacional MHCP, economista CAF, Vicepresidente Ejecutiva de Fasecolda, Viceministra de Hacienda, consejera presidencial para competitividad, codirectora BR, esposa del precandidato presidencial Alejandro Gaviria, madre de Tomás.