Carlos Felipe Córdoba

CARLOS FELIPE CÓRDOBA

Las Memorias conversadas® son historias de vida escritas en primera persona por Isa López Giraldo.

ORÍGENES

Lo primero que menciono por el sentimiento profundo que me une a mi tierra, es que soy pereirano, orgullosamente provinciano. Me encanta ser montañero, adoro mi comida y quiero mucho a mi gente que es amorosa, cálida, trabajadora, que busca soluciones, que lo que hace lo hace bien. Somos esa clase de personas a las que no les da pena trabajar y desde temprano se nos encuentra muy arregladitas saliendo a luchar con una sonrisa de oreja a oreja a pesar de la necesidad y el sacrificio se trabaja por los hijos con respeto y con amor. Este es el ejemplo que siempre recibí.

Por el amor y la formación que me dieron mis padres, considero una fortuna el que yo sea su hijo. Mi madre, Carolina Larrarte, fue ingeniera catastral que falleció en el 2016, y mi papá, Carlos Córdoba Pardo, es médico y siempre me ha brindado su ejemplo y consejo. Tengo dos hermanos menores, Juanita y Alejandro, a los que quiero entrañablemente. Mis padres estudiaron en universidades públicas lo que les dio una visión de realidad país muy importante y que me ha servido enormemente en mi desarrollo como ciudadano.

Tuve una infancia muy linda, fui un muchachito mimado y muy consentido pues como hijo mayor siempre fui su foco de atención. El colegio como mi casa han sido pilares fundamentales que expresan lo que soy y lo que abriga mi corazón. Aprendí a ver la vida a mi manera, a tomar lo mejor de los momentos de adversidad como me enseñó mi madre. La disciplina la aprendí de mi padre y de mi madre recibí siempre un amor inagotable porque ella era tierna y querendona. Yo soy una perfecta mezcla de rigor y amor, lo que me ha permitido obtener logros porque la disciplina es importantísima en todos los procesos.

FUNDACIÓN LICEO INGLÉS

De la Fundación Liceo Inglés tengo recuerdos muy valiosos. Destaco el liderazgo de Stella Ríos (su primera rectora), que hizo de mi promoción una muy especial precisamente porque trabajaba en nuestra capacidad de ser líderes. Por ejemplo, el día del maestro éramos los estudiantes quienes hacíamos de profesores y también asumíamos la rectoría, cargo que, por lo general, era yo quien lo ocupaba.

Mi perfil como líder está fundamentado en el amor y en el buen trato que han sido los que he recibido durante toda mi vida. Los grupos eran pequeños por lo mismo la educación resultaba muy personalizada y las relaciones con los compañeros muy estrechas, de responsabilidad y confianza. Más adelante fui personero por dos años. Así fue como muy temprano aprendí a trabajar en equipo, a ser un líder positivo y a desarrollar mi inteligencia emocional.

Mi mamá ejerció una gran influencia muy especialmente en los deportes que fomentó con esmero, así participé y me hice campeón en válidas de ciclo cross, aunque debo decir que mi papá nunca estuvo de acuerdo porque pensaba en el riesgo que eso implicaba para mí. Pero también fui defensa en el equipo de futbol del colegio, jugué voleibol, basquetbol (del que fui el mejor jugador sin balón). Realmente fui excelente deportista.

Otra faceta que disfruté enormemente fue la musical. Fui cantante de un grupo, hacíamos festivales para conseguir instrumentos, tuvimos emisora que contó con el patrocinio de todos los padres, por supuesto, pero muy especialmente de la familia Hoyos Restrepo y cómo no agradecerle a Alfredo Hoyos, a Liliana Restrepo y a Catalina (gestores de Frisby) por todo su apoyo no sólo financiero, porque ellos también generaron espacios muy amorosos y de liderazgo académico en su finca en La Florida.

Desde que cursaba octavo grado, me fue evidente mi gusto por lo público. Mi papá como médico hacía mucho trabajo social con la comunidad y como él, siempre quise ser médico por eso lo acompañaba al Hospital San Jorge y entraba a la sala de trauma para ver a los pacientes heridos. Pero mi papá me dijo que esa era una carrera muy sacrificada y muy dura, y me desestimuló muchísimo además diciendo que la forma más efectiva de impactar la vida de las personas era a través de lo público.

El gran tema de mi papá los fines de semana era la crítica a los políticos, esto fe así hasta que yo empecé a ser parte de ese mundo. Pero el gusto por lo público también se lo debo a mi madre, pues desde catastro había hecho toda la cartografía del Departamento de Risaralda y yo la acompañaba en sus viajes, así desde muy niño conocí los municipios y sus diferencias con la capital, por ejemplo, vi la problemática del Chocó biogeográfico.

UNIVERSIDAD EXTERNADO DE COLOMBIA

No me fue difícil decidir estudiar Gobierno y Relaciones Internacionales en El Externado, pero cuando le conté a mi papá, me dejó de hablar tres meses. Él me envía las notas de prensa y le duele la crítica pero yo le pido que no preste atención pues cuando uno conoce la verdad está tranquilo. Como en todo, en política hay amores y odios, y eso se aprende a manejar sin afectarse por las circunstancias.

Mi papá ha sido un hombre muy respetuoso de las decisiones de los demás, de lo que piensan, de lo que quieren y de lo que hacen. Me enseñó que cada uno es responsable de sus propias decisiones pero también de sus consecuencias. Miro en retrospectiva y sin lugar a equivocarme puedo garantizarle a mis padres que no los he hecho quedar mal. Ellos me entregaron unos apellidos limpios y así los he conservado lo que considero es muy importante y lo único a lo que hay que hacerle honor.

Antes de comenzar la Universidad presté servicio militar en el Batallón San Mateo de Pereira. Ahí me di cuenta que siempre fui un muchacho que vivió en condiciones supremamente favorables pues el compartir con personas tan diversas me generó esa conciencia. Conocí la micro sociedad a la que pertenecen personas que no tienen con qué comprarse un cepillo de dientes o un desodorante y no han estrenado un par de zapatos y ven en el servicio militar una oportunidad de tener mejores condiciones de vida. Esto me potencializó el deseo de servirle a la sociedad y al país. Era el año noventa y ocho, un momento muy difícil para Colombia (se dio el cambio de Gobierno de Pastrana a Samper y las tomas a las unidades militares de Patascoy).

Mi madre todas las noches se desvelaba sabiendo en riesgo a su hijo, pero esta experiencia generó en mí unos sentimientos muy fuertes de responsabilidad, de cariño por la patria, por lo público, por ayudar a quien más lo necesita. Viviendo esa experiencia recordé cuando acompañaba a mi madre a los municipios en los que se veía no sólo la cara bonita de éstos sino que se hacían evidentes sus necesidades, el sacrificio de todos, para nacer en mí el sentido de responsabilidad por mi país como un reto de vida.

Llegué a Bogotá donde una tía que vivía bastante retirada de la Universidad lo que me sirvió de lección también. En esa época no existía Transmilenio, ni el SITP, ni las ciclo rutas, así pues que yo debía transportarme en buseta, salir muy temprano de la calle 170 hasta la calle 12, y el regreso me tomaba alrededor de tres horas.

Como he sido un hombre muy devoto a la Virgen María desde pequeño, por efecto contagio de mi madre, muy creyente en Dios y por supuesto respetuoso de la religión de los demás, yo alcanzaba a rezar el rosario en los trayectos de bus, pero también alcanzaba a estudiar. Me conmovía el señor que se subía a vender el súper coco, el otro a cantar tocando su guitarra, pero esto también me mostraba que el colombiano es único, trabajador, verraco, rebuscador, con ganas y que no se vence.

Conté con el apoyo de mis padres y con muchas ganas de salir adelante. Comencé mi carrera, en cuarto semestre me lancé al Consejo Estudiantil aunque me quemé por ocho votos. Hice parte de una lista en la que participó también el concejal de Cali, Michel Maya (del Partido Verde) y varios otros amigos a los que quiero y que están muy activos en política. En quinto semestre participé como líder juvenil de una campaña presidencial y en séptimo semestre empecé a trabajar en la Presidencia de la República.

Vivir el proceso de adaptarse a la ciudad, a su gente, a la universidad, resultó complejo porque todo es nuevo, pero cuando empiezan a conocerte y a ver que se es un buen ser humano, la gente se va abriendo y responde al cariño. Entre nosotros los jóvenes lo que había eran ganas de poder hacer una tarea bien hecha y completa, ganas de trabajar y de ver resultados.

En mi cargo de la Presidencia ganaba menos de lo que el mensajero de la entidad pero yo estaba feliz por lo que significaba. Mi papá se sintió muy orgulloso de mis logros. Fui asesor para el programa de lucha contra la corrupción para jóvenes: Control Social Juvenil de la Presidencia de la República. Hacíamos veeduría con los jóvenes en el Congreso, revisamos el sistema integrado de transporte público y hacíamos lecturas públicas al régimen subsidiado de salud. Ahí nació el tema de la lucha contra la corrupción que ha sido mi eje central.

En el 2006 murió mi madre por un lupus eritematoso sistémico lo que me afectó muchísimo. Mi madre ha sido mi gran amor. El mayor de los ejemplos recibido me lo dio mi mamá pues ella murió amando a mi papá pese a que llevaba ya muchos años divorciada. Desde la casa aprendí a darle manejo a situaciones difíciles. Entendí que por más adversa que sea la realidad, cuando el amor es verdadero, seguirá siendo el mismo; el corazón no cambia; se es auténtico independiente de lo que digan otros porque los principios y valores no son negociables, se impregnan desde infancia, y si uno es buena persona no deja de serlo nunca.

VIDA PÚBLICA

Tres meses más tarde me buscó un ex alcalde de Pereira a quien yo no conocía (tampoco mis padres), y lo hizo sin que le hubiera dado mi voto pues ni siquiera mi cédula estaba inscrita en la ciudad. Me ofreció ser su secretario de gobierno. Regresé a Pereira ya graduado por considerar esta una excelente oportunidad. Pero la gente no me conocía y creía que yo era bogotano pero pude comenzar a construir mi vida pública.

Recibimos la ciudad en el primer puesto del país en homicidios y con la plataforma tecnológica del programa 1 2 3, con la construcción de más de doce CAIs, subestaciones rurales, y con cámaras de seguridad, logramos salir de ese deshonroso puesto para caer al quince.

Mi papá recuerda que yo llegaba alrededor de las dos o tres de la mañana a la casa, pues viví con él los primeros seis meses. Estos horarios eran producto del trabajo, porque yo fui muy malo enamorando, no soy rumbero y aunque las amigas del colegio me enseñaron a bailar, eso no era lo mío. En cambio sí era mi oportunidad de demostrar que podía hacer cosas importantes, mostrar resultados contundentes, evidenciar que yo sí servía en el esquema público. Terminé mi período en el cargo con muy buena gestión.

En el 2008 Víctor Manuel Tamayo me nombró su director de despacho en la Gobernación, en esa vía era su secretario privado. Ahí logramos hacer cosas muy bonitas en el departamento y en lo personal, saqué adelante mi especialización de Alta Gerencia con la Universidad Libre. Uno de los proyectos se llamó Risaralda Profesional que consistió en darle a todos los muchachos necesitados la capacidad de acceder a becas de la Universidad Tecnológica, sólo que se las perdían los que vivían fuera de la ciudad al resultarles costoso mantenerse. Logramos entonces ofrecerles becas completas. Cuando se graduaban, debían trabajar un año en sus municipios para fomentar su desarrollo.

El otro programa fue Semilla de Mostaza, basado en lo que viví con la enfermedad de mi madre pues en la ciudad sólo se contaba con un médico tratante, colega y amigo de mi padre, muy reputado, a quien le pedí en repetidas ocasiones que la visitara como consulta particular, pero no lo hizo por lo que tuve que consultar a reumatólogos de la región y lograr que así la valoraran. Si esto le ocurría a ella teniendo yo capacidad de gestión, no podía imaginarme a la gente sin acceso a la salud. Ahí surgió el programa que era de voluntariado.

Renuncié a mi cargo en dos ocasiones. La primera fue para irme a estudiar la maestría a España y Víctor Manuel me guardó el puesto, regresé un viernes y el lunes ya estaba trabajando. Al año renuncié para hacer campaña presidencial, regresé a Bogotá en el 2010 cuando conocí a Sandra Morelli. Trabajé en la Contraloría General como director para la promoción de la participación ciudadana, luego como contralor delegado y vice contralor de la República teniendo 32 años. Fui director del programa anti contrabando de la Federación de Departamentos y Auditor General de la República en el 2015.

FAMILIA

Conocí a mi esposa cuando era secretario de gobierno. Me llamó el director administrativo y financiero de la Fiscalía en Risaralda a decirme:

— Hombre Pipe, me acaban de trasladar así que quiero presentarle a la doctora Marcela que llega en mi reemplazo.

— Bueno, está bien.

Le di cita un mes más tarde y el día de la reunión la hice esperar cuarenta y cinco minutos porque yo estaba en el Comando de la Policía. Imaginé a una señora de falda a cuadros, saco de paño y piernas robustas que venía a pedir dinero del Fondo de Seguridad. Le pedí a mi secretaria que a los diez minutos de comenzada la reunión interrumpiera porque el alcalde me necesitaba.

Entró a mi oficina y lo primero que vi fue a una mona divina, así que literalmente, yo me entregué a la fiscalía. Cuando me interrumpió mi secretaria le dije: “Que el alcalde espere porque estoy con la directora administrativa de la fiscalía”. Me enamoré desde el instante mismo en que la vi, es mi esposa desde hace doce años y nunca me he despegado de esa mujer, ni de sus hijos a los que considero míos.

Mi vida profesional siguió su curso y en repetidas ocasiones aspiré a cosas que no se dieron, entonces entendí que era su voluntad y que por algo me tenía donde estaba y no donde yo rogaba estar. Por ejemplo, recuerdo cuando me enfrasqué en una elección a la presidencia ejecutiva de la Cámara de Comercio y eso no se dio.

  • Cuál dirías es una de las mayores lecciones de vida recibidas.

A nadie gradúo de enemigo, para mí las cosas se superan, la vida continúa y hay que avanzar construyendo. No me gustan las cargas, ni los odios, ni la ira. Estas son lecciones aprendidas de mi mamá que pese a sus dolores, nunca dejó de levantarse para trabajar.

  • Y cuál una reflexión que sembrara en ti tu mamá.

Mi mamá fue profesora de la UTP siempre muy preocupada por sus estudiantes. Recuerdo que a uno de ellos le gustaba la marihuana, por lo que mi mamá hizo todo lo que estuvo a su alcance para ayudarle a salir del tema, lo respaldó en un emprendimiento en el que fue próspero y con el tiempo lo logró.

Mi madre me decía: quien no vive para servir no sirve para vivir. Ella fue una mujer de gran corazón.

  • ¿Cuál es tu mayor propósito en la vida?

Seguir sirviendo. Como creo en Dios, le pido que me ponga donde tengo que estar y ahí seré feliz. Siempre he pensado que uno tiene que prepararse para vivir cien años o para morir mañana.

  • ¿Qué te gusta dejar en los tuyos?

Que uno en la vida tiene que ser feliz lo que se logra con mucho amor. No hay nada que haga que valga la pena amargarse o aburrirse.¡

Por ejemplo, en mi cargo anterior ganaba más de lo que ahora, pero asumí este rol (Contralor General de la República) por el sacrificio digno de trabajar por la gente, por la construcción de una mejor sociedad.

  • ¿Cómo mantienes el equilibrio, cómo conservas esa dulce calma?

Tal vez con la oración, teniendo a Dios conmigo.

  • ¿Hay algo que te haga perder la fe, que te lleve a sentir desasosiego?

No, porque como católico entiendo que cada prueba llega por algo y que voy a tener la capacidad de superarla.

  • ¿Eres autocrítico?

Mis mayores críticos están en casa. El que menos manda en el día a día soy yo. Creo que uno no puede poner la velita tan cerca ni tan lejos. Esa es la sabiduría de nuestros padres, de nuestros abuelos. Yo no pretendo que me reconozcan nada, lo único que quiero es aportar.

  • ¿Eres un alma vieja?

Soy un joven con mucha experiencia. Me ha tocado enfrentar mucha cosa y he aprovechado muy bien todos los espacios que he tenido para aprender.

  • Si pudieras editar tu vida.

Tal vez hubiera aprovechado más tiempo compartiendo con mis padres.