Belisario Betancur por Elsa Koppel

BELISARIO BETANCUR POR ELSA KOPPEL

Las Memorias conversadas® son historias de vida escritas en primera persona por Isa López Giraldo.

Es muy bello caminar los senderos de la existencia para descubrir seres humanos tan distintos como magníficos, íntegros, de luz que con su calidez hacen de la vida una experiencia enriquecida y muy profunda. Conocer a Belisario Betancur es ejemplo de ello.

Fue en mi relación de matrimonio con Augusto Ramírez cuando me acerco a él por primera vez, en una vida comprometida con el servicio público y muy sensible a los temas sociales. También mi suegro se identificaba, de manera muy sentida, con quien con los años llegara a ocupar la Casa de Nariño.

Así pues que mi vida matrimonial me permitió dedicarme a mi vocación con deleite, de manera muy consciente y acompañando muy de cerca y desde diferentes frentes al Presidente Betancur.

Me habita un gusto por la política que viene de familia. Mi bisabuelo fue Presidente de la República, Jorge Holguín Mallarino, como su hermano Carlos y mi tío abuelo materno, Roberto Urdaneta Arbeláez, quienes también asumieron esa responsabilidad.

En los espacios familiares y sociales tratamos siempre sobre los temas país para retroalimentarnos y afinar proyectos. Ha sido uno de nuestros pilares el respeto por el otro y por las instituciones, lo que coincidió plenamente con el estilo de vida de Betancur, quien era muy consciente de la importancia de estos dos valores y los ejercía en cada paso del proceso de crecimiento como persona y en todos los escenarios de su vida. Esta conciencia imprime un carácter distinto que a él lo hizo el humanista que todos reconocemos y al que siempre respetamos.

Lo percibí como una persona muy fuerte en sus convicciones, impecablemente recto y muy reservado especialmente en lo que tenía que ver con su historia personal. Durante su infancia tejió lazos poderosamente estrechos y de amor profundo hacia su abuela a quien consideró siempre su mamá. Para él la familia fue muy importante, era muy considerado y amoroso especialmente con sus hijos y sus nietos dándole toda la prioridad en relación con sus afectos. Recuerdo una pequeña mesita dispuesta para sus nietos junto al comedor principal porque como abuelo fue muy consentidor y detallista.

Como amigo fue excepcional. En las reuniones se mostraba alegre, le gustaba el baile y disfrutaba de la música en general incluidas mis interpretaciones de tiple, acordeón o guitarra.

Es de resaltar la forma como Belisario se abrió espacio en una sociedad cerrada, con unos partidos políticos tan marcados, en la época del tren y del tranvía. Trabajó como periodista en el Nuevo Siglo (el Santo Siglo como lo llamaban) mientras en el país político ocurrían hechos que hicieron historia. Era un conservador muy activo y jugó un rol que fue adquiriendo cada vez mayor protagonismo en la vida nacional.

A Laureano Gómez lo eligieron Presidente, por razones de salud se retira del cargo y asume la presidencia Roberto Urdaneta. Un tiempo después Laureano resuelve reasumir la presidencia, se lo comunica a Urdaneta. Sin embargo luego del anuncio inexplicablemente Laureano se desaparece. En ese momento que recuerdo se reunieron todos los grandes dirigentes políticos con Urdaneta pidiéndole que se quedara. Mi tío Roberto dijo “no me quedo, Laureano asumió nuevamente la presidencia y yo no doy un golpe de estado”. El general Rojas Pinilla, en ese momento comandante de las Fuerzas Militares, quien estaba presente en dicha reunión terminó asumiendo la presidencia.

Mariano Ospina Pérez, Carlos Lleras, Alberto Lleras, Misael Pastrana hicieron un acuerdo para nombrar un gobierno no militar de tres años para luego consolidar lo que se conoció como el Frente Nacional.

Posterior a estos hechos Belisario fue candidato a la Presidencia por primera vez y mi suegro Augusto Ramirez Moreno su Jefe de Campaña. Más tarde perdimos frente a la candidatura de Julio Cesar Turbay Ayala en el 78 pero tuvo una capacidad de resiliencia impresionante pues Augusto, mi esposo, le comunicó la noticia de la derrota y él muy en calma le dijo: “entonces vámonos y empezamos nuevamente campaña mañana”.

Sus campañas fueron muy serias y se daban en medio de un absoluto respeto y consideración por todos, y resultaron muy enriquecedoras pues despertaron en todos gran sensibilidad al conocer de primera mano la realidad de los temas. Fue una época muy linda, de gran optimismo gracias a la manera de ser del Presidente. Recuerdo que no pocas veces nos quedábamos en alguna finca de Antioquia a orillas del río San Jorge adornada por naranjales – lo que le daba un toque de encanto – y él disfrutaba de la piscina un rato en las noches antes de revisar lo ocurrido durante la jornada y de preparar todo para el día siguiente.

Belisario enseñó con su ejemplo de intachable conducta y decencia. Fue un hombre que no adoctrinó ni juzgó a nadie.

Uno de los lemas de campaña giró alrededor de la “casa sin cuota inicial”. López decía que eso no era posible y que la “Universidad Abierta y a Distancia” tampoco. Belisario comprometido con la educación y siendo embajador en España decidió entrar a estudiar todo lo concerniente a la Universidad abierta y a distancia, para poderla implementar si algún día llegaba a ser Presidente. Pero para López nada se podía. Llegamos a Cartagena y la gente empezó a gritar:

— ¡Sí se puede!

Frase que implementamos y con la que ganamos en el año 82 cuando Belisario ya contaba con una trayectoria política importante pues había sido ministro de dos presidentes, congresista y periodista.

Rosa Helena, su primera esposa, fue una persona muy importante en la vida de Belisario, una mujer muy bella, inteligentísima, un poco tímida y muy perceptiva. Trabajamos juntas en las diferentes campañas y en el gobierno, acompañando todos los momentos difíciles que afrontó Belisario como el del Palacio de Justicia, la tragedia de Armero, el terremoto de Popayán y el gravísimo accidente en Chingaza. Belisario fue un feminista a fondo lo que quedó demostrado cuando nombró diez viceministras.

El gobierno a Belisario lo retó de una manera muy extrema y reforzó su personalidad reservada porque una vez cumplido su período, optó por una vida de completa inmersión en lo cultural y afianzó aún más su carácter humanista.

Muy cerca de salir del gobierno ocurrió la muerte del general Gustavo Matamoros D’Acosta, su ministro de defensa. Me invitó Belisario a hacer parte de la Fundación que creó en su honor para atender la rehabilitación de los soldados y a las familias de los caídos en combate. También me invitó para que hiciera parte de la Fundación Rafael Pombo que con los años fue adoptada por la Fundación Minuto de Dios gracias al Padre Diego y para su tranquilidad.

El Gobierno del Presidente Betancur sirvió de ejemplo y guía para que fuera posible el proceso de Paz que firmó el Presidente Juan Manuel Santos. Si bien Belisario fue siempre muy prudente y no intervino en el trabajo de sus sucesores, sí brindó asesoría tantas veces como fue consultado.

Y fue alrededor de un delicioso café como nos despedimos rodeados de obras de arte y libros, de su atril, sus óleos, sus pinceles y su lienzo en el que pasaba horas pintando.