JOSÉ SANINT
Las Memorias conversadas son historias de vida escritas en primera persona por Isa López Giraldo.
Isa López Giraldo es responsable del contenido de su sitio web en el que Davivienda actúa como patrocinador de la sección Jóvenes Talentos.
Es Colombiano, de mamá holandesa como su abuelo, de papá rolo con ascendencia de Manizales. Nació en un lugar muy especial, rodeado de naturaleza a las afueras de Bogotá, en una casa que su padre, Rafael Sanint, construyó en 1972 para vivir con su madre, Patricia Kroes. Luego llegaron tres hijos, Johana, José y Alexandra la menor.Jose es arquitecto, agudo, intuitivo y muy sensible por la naturaleza, con gran influencia tibetana como se hace evidente en su Historia de Vida..
Los elementos que te voy a mencionar y que han hecho parte de mi vida se entrelazan de una manera que vas a ir descubriendo.
El árbol, un cedro nogal con mas de quinientos años que una vez cada doce meses da flores de madera y cambia todas sus hojas como si tuviéramos un clima con estaciones, fue el principal motivo por el cual mi padre adquirió esta tierra. Algún día estaba en una excursión del colegio y a los alumnos les sirvió para cubrirse durante un fuerte aguacero. Fue tal el impacto que unos años mas adelante lo encuentra de nuevo y y fue así como llegamos a este lugar.
En este lote, que además colinda con una quebrada de agua cristalina que baja de la montaña, se encuentra una cueva formada de rocas muy antiguas. Este es un entorno particularmente único que se suma a una familia unida y amorosa.
Otro lugar muy especial es la finca Chicala, ubicada en Pacho Cundinamarca, a hora y media de Bogotá. Aquí, encuentras un lago rodeado de muchas montañas, guaduales, lotos, papiros; es un sitio que considero muy especial.
Estudié en el Gimnasio Moderno, también viví en Estados Unidos un año para aprender inglés y después estudié arquitectura en la Universidad Javeriana.
Sí, y fui un gran observador del trabajo de mi padre y en particular de La Casa del Maestro Negret que despertó mi parte artística. Desde niño me vi rodeado de esculturas de múltiples formas y colores.
En el colegio siempre me gustaron las artes como la cerámica, la pintura y el dibujo. Académicamente me iba muy bien. Siempre fui un niño disciplinado pero algo penoso, reservado y silencioso.
En la arquitectura encuentro todo. Es uno de los instrumentos más importantes con que cuento y me hace ser parte del gran creador, el que piensa en ideas que comienzan en un papel y después se van convirtiendo en realidad. Es la manera de ver cómo se van materializando mis sueños a través del tiempo.
Viví en La Habana, Cuba. Me interesó mucho la importante labor que estaba gestionando en el Centro Histórico, Eusebio Leal Spengler, el historiador de la Habana. Así que después de pasar por diferentes entrevistas comencé a trabajar en esta prestigiosa oficina para hacer mi práctica profesional, que posteriormente se convertiría en mi proyecto de grado. Recopilé mucha información: planos, fotografías, entrevistas.
Planteando así, una propuesta de recuperación de una de las Piezas Urbanas más importantes del Centro Histórico de la Habana que inicia desde el Malecón, continúa por el Paseo del Prado, el Parque Central y el Capitolio, para encontrarse con el Parque de la Fraternidad, con el eje de la Calle Monte, la Calle Egido y termina en la estación del ferrocarril.
Trabajé la recuperación de un edificio como proyecto puntual, la Antigua Fabrica de Tabacos Gener, del Catalán José Gener, construída en 1882 de estilo neoclásico. Plantee cambiarle el uso, para que se convirtiera en un edificio hotelero, con servicio de aparta – hotel, con un local para la venta de tabacos en su primer piso, claramente respetando todos los valores patrimoniales y llegando a una propuesta de restauración muy acertada.
Todo esto hizo parte de un gran proyecto urbano generando nuevas sinergias dentro del territorio y convirtiéndose en un gran detonador de la ciudad y en uno de los Centros Históricos más importantes de Latino América, rescatando sus múltiples usos y valores.
Vivía en el municipio de Playa, el cual por su lejanía me obligaba a transportarme en “guaguas”, estos buses en los que era muy complicado movilizarse debido a que algunas veces tomaban horas en pasar por la usencia de combustible.
La casa donde habitaba era de una señora cubana llamada Antonia que vivía con su nieto Darién, familia que recuerdo mucho por el amor que tanto me tenían…
En la isla viví experiencias muy fuertes como sanadoras. Tuve contacto con artistas del mundo de la música, del teatro, de la danza, de la cerámica. Es ahí cuando mi proyecto empieza a consolidarse y a tomar rumbo.
Dentro de mi curiosidad por conocer más sobre Cuba, un día me dirigí hacia Guanabacoba, un municipio donde se encuentra concentrado toda la parte del Palero, Espiritismo y Santería, convirtiéndose en una de las rutinas que tenía después de salir de la oficina. Esta, ha sido una de las experiencias de vida más poderosas como también una de las más tenebrosas.
Conocí a una familia cubana que por la represión y su falta de contacto con el mundo exterior quisieron que les ayudara a salir de ese país. Como mi hermana tenía un negocio de jabones en Colombia, era el puente que encontraba posible para ayudarles en su proyecto de abandonar la isla.
Un día antes de que mi hermana llegara empecé a sentir algo muy raro, una energía muy extraña… se lo deje saber a Darién.
Recuerdo que algunas veces me quedaba a dormir en la casa de la familia santera. En esta, en la parte de atrás, había un caldero muy grande en el que hacían rezos a sus santos y cuando menos lo esperaba, se cruzaban ratas negras.
Alguna vez me propusieron que me hiciera el santo, lo que significa volver a ser niño para purificarse y así retomar la vida según lo que te vaya dictando tu santo, como volver a nacer con unos propósitos muy definidos, pero hay gente que cruza este conocimiento y lo puede convertir en algo muy peligroso y desagradable. Debía vestir de blanco durante un año y estar rapado. Era el año 2003 y yo tenía veintitrés años.
En una ocasión desaparecieron mis calzoncillos y solo me dejaron saber al cabo de un tiempo que los recuperaron. Poniéndomelos nuevamente sentí algo muy extraño. Cuando voy a la cocina se atraviesa una rata negra para resguardarse debajo del horno donde descubrimos su nido. Murió incinerada en el lugar donde Antonia calentaba los alimentos que me eran servidos.
Reaccioné, decidí no contactarlos más, debí purificarme y limpiar mi energía. Salí a la terraza que tenía vista contra el mar y contra la embajada Rusa, comencé hacer rezos, le clavé unos palos en los ojos a la rata, me rapé, me apliqué miel, fui hasta el mar a bañarme para luego vestirme de blanco. Me propuse hacerme una limpieza sin ayuda de nadie.
A partir de ahí se me disminuyó mucho el sueño. Debí comprar un girasol, el mismo que me revelaría la verdad de lo que me estaba ocurriendo, como efectivamente pasó. Ese girasol lo compré después de salir de la casa de una señora que se estaba haciendo el santo. Ella era una mujer muy misteriosa, vivía en el mismo edificio donde yo trabajaba y después de un tiempo de conversaciones me dijo:
— Pídele a los sueños que te den alguna señal y esto deberá ser con un girasol puesto al lado de tu cama antes de dormir.
Soñé que esta familia me ahogaba, me hundía en el nacimiento de agua que hay justo en el camino que le da la vuelta al lago de mi finca, provocando que el agua cristalina se volviera negra, barrosa. Fue algo tan terrible que ni podía respirar.
Terminé en la clínica con el agravante de que en Cuba, la medicina no es muy buena. Me aplicaron unas inyecciones con un medicamento fuertísimo que me dejó en sueño profundo. Al despertar estoy en otro lugar, al lado de mi hermana. Ella había llegado a la isla en esos días para llevarles los permisos de salida a esta familia de santeros y para hacer algunos negocios que le había conseguido por medio de la oficina donde yo trabajaba.
Salir de Cuba no es fácil, requería permisos especiales que toman tiempo, así que pasaron ocho días en los que me seguían medicando, fue tan grave que reaccioné muy mal a un medicamento el cual paralizó todo mi cuerpo.
Llego a Bogotá, a la Fundación Santa Fe, donde me estabilizaron. Tomó tanto tiempo que me vi obligado a aplazar el semestre en la Universidad y parar mi proyecto de grado. La mayoría de mis cosas quedaron en Cuba.
Como he estado asociado a gente sanadora y de luz, llamé a una mujer para que con tambores y su resonancia me ayudara a sanar, junto con mi médico de cabecera, Juan Ospina, que con su tratamiento homeopático me sacó adelante. Fueron seis meses muy difíciles, los puedo describir como un viaje al centro de la oscuridad.
Cuando finalmente me gradúo, regresé a la isla a exponer mi proyecto en el Congreso de Gestión de Centros Históricos Latinoamericanos, lo que fue todo un éxito.
Soy una persona esotérica, me han gustado las cartas, el tarot, los maestros, la luz, los ángeles, la meditación y el yoga. Por un tiempo importante no me quise reconectar con temas que tuvieran que ver con nada paranormal, convirtiéndome más aséptico y dedicándole horas a mis proyectos profesionales para así tener una vida normal.
Decido abrir mi propio estudio de arquitectura, Sanint Arquitectos. Llegó un momento después de muchos proyectos, cuatro años de trabajo intensos en el que me sentí tan cansado que decidí retomar mis temas espirituales por lo que contacté a una doctora llamada Rosario, quien me hizo una limpieza alimenticia durante dos meses y fue en su última sesión cuando reconocí el llamado: visualicé perfectamente los Himalayas por lo que decidí cerrar mi estudio y viajar.
Pasó año y medio de preparación, haciendo meditación, yoga y empoderándome para el viaje con las enseñanzas de Oscar Parada.
En el 2010, hicieron llamados a diferentes personas del mundo para que visitaran los Himalayas.
– ¿Cómo recibes ese llamado?
Se siente una vibración, se cierran los ojos y se escuchan mantras; mientras se desarrolla una actividad se siente la necesidad de suspenderla para concentrarse en lo que llamo la misión.
Todo esto lo mantuve en secreto. Tuve una agenda muy reservada donde planifiqué todo mi viaje.
Llegué a la India a una celebración hinduista en Haridwar. Después, subí hasta Daramshala donde está refugiado el Dalai Lama. Me vi rodeado de turistas y no era lo que yo quería. Bajé al templo y en una urna deposité el billete más grande que tenia, lo ofrecí a una de estas estatuas donde mucha gente se postraba y pedí que me mostrara el camino.
En ese instante subí al hotel, conocí a Olga y a un grupo de rusos que se estaban preparando para recibir las enseñanzas de Patrul Rimpoche. Me uní al viaje que ellos llevaban organizando dos años y fue un gran logro pese a muchos inconvenientes.
Los alcancé en Changdu – China. La peregrinación se hizo por templos sagrados hasta llegar a Dzogchen Valley, y es como entrar a otra dimensión. Aquí encuentras el templo de Patrul Rimpoche que es la reencarnación de un ser espiritual muy importante, el que escribió “The Words Of My Perfect Teacher”, Las enseñanzas de Mi Maestro Perfecto.
Cuando me preparaba para ir a los Himalayas, meditaba mucho bajo el árbol de mi casa donde recibí la señal de ir a Akrabhala, palabra sagrada que se relaciona con Shambhala. Encontrar su significado me tomó más de un año de viaje haciendo una investigación profunda con muchos propósitos y ayunos.
Yo era la única persona de América que asistía a la apertura de este gran templo, un 20 de julio, gran coincidencia con la independencia de Colombia. Si describo este lugar no logro acercarme a las maravillas que puedes encontrar: cascadas, montañas altísimas, cuevas, todo esto me recuerda al lugar donde nací. En el templo, estudiamos el texto de Nagaryuna, también hicimos una peregrinación por diferentes monasterios y caminatas hasta llegar a lagos de color azul profundo, y junto a ellos las antiguas cuevas donde medito Padmasambhaba.
Antes de partir para otro destino y tomar mi refugio como budista, el maestro Patrul Rimpoche me dijo que debía purificarme y cuando lo lograra nos volviéramos a encontrar en algún otro momento.
El siguiente destino fue Nepal. En esta etapa, decidí vivir mi propio proceso, asilado de turistas para internarme en el budismo. Llegué a un monasterio donde permanecí unas semanas, después fui a las montañas donde duré en silencio diez días, meditando ocho horas diarias y tomando el curso de Vipassana. Fue tan intensa esta experiencia que salí de este lugar en completo silencio.
Comencé a estudiar los antiguos trajes ceremoniales que utilizaban en el Tíbet. Junto a Pasam, un artista tibetano, con el cual compartí mi silencio, creamos y tejimos el territorio de esta gran cultura en grandes formatos de tapices. Diseñamos mandalas, figuras tántricas y paisajes de los Himalayas.
En este viaje me acompañó todo el tiempo un cristal que me había regalado mi maestro Oscar en Bogotá, este se convirtió en mi amuleto. Mi labor con él era ponerlo en diferentes ríos, montañas y lugares sagrados. A donde llegaba atraía incluso a los niños que se acercaban pensando que tenía poderes y como estaba en silencio no podía explicarles mucho. Así que se los ponía en la frente y sobre la cabeza y se sentían bendecidos.
Estando en el curso de meditación, recibí señales que me decían que debía preparar ciertos elementos: un tambor, una flauta y un bastón.
El tambor resultó siendo de piel de cabra, esto lo asocio con varias cosas, como el momento en que una cabra interrumpió mi meditación, mirándome fijamente; además en mi horóscopo chino soy cabra y mis tapices son de lana de cabra.
En un monasterio a las afueras de Pokhara, le pedí a un monje que me pintara el Kalachakra mandala por un lado del tambor, pero siendo muy difícil de dibujar, pintó la rueda de la vida.
La flauta la encontré una mañana caminando cuando oí a lo lejos a un señor que tocaba muy bien este instrumento. Me fui acercando y resultó ser un vendedor de flautas, todas talladas en maderas muy especiales. Las había traído de India, así que compré la que más me gustó. Tiene unos dragones pintados y genera un sonido muy especial, y en ella grabé la fecha de encuentro.
Fue muy mágico el encuentro con el bastón. Yo tenía una idea muy establecida de él. En un hostal, donde me quedé varios días y el cual recuerdo como un lugar muy especial, debido a que el hijo del dueño me dejaba la comida en la puerta de la habitación porque él sabía que yo estaba en silencio. Un día, le escribí sobre mi necesidad de encontrar el bastón, así que semanas después, me invitó a la casa de sus abuelos que vivían en una finca donde tenían cultivos de arroz y muchos búfalos.
Cuando llegamos no sé porqué se me ocurrió que le preguntara al abuelo por mi bastón y así lo hizo en nepalés. Esto nos sorprendió, el abuelo hacía tres años había soñado con Shiva, que le había revelado que alguien llegaría a reclamar su bastón. Así que lo sacó de donde lo tenía guardado y me lo entregó, contándome todas las historias por donde había caminado con él.
Estos tres instrumentos junto con mi cristal me acompañaron durante todo mi viaje, haciendo parte de sonidos y canciones que me abrían el camino a donde quisiera llegar. El tambor lo relaciono con la apertura de la conciencia de nuestro corazón; la flauta, con el sonido dulce que se tiene que elevar a los vientos y hacia las diez direcciones; el bastón la gran conexión que debe existir con el centro de la tierra y su propia reconexión; y el cristal con las memorias de todo lo mas antiguo y la nueva generación.
Un día un viajero amigo, me dijo que yo debería ir a un lugar en las alturas de Mustang, uno de los sitios más sagrados del mundo, donde bajan las aguas del Tíbet y se recogen en un Templo que tiene ciento ocho esculturas de piedra con forma de animales. Las personas que toman de esa agua o se bañan en ella, agua que es arrojada por cada una de las bocas de estas piedras únicas, tienen el privilegio de tener una mejor vida en su próximo renacer. Así lo reconocen los tibetanos y los hindúes.
Fui acompañado por un monje durante algún tiempo de mi viaje, este amigo con el cual compartí mi silencio y que hacía posible que nos abrieran puertas en diferentes monasterios secretos, -algo especial que un turista normal no puede hacer-.
Después de varios días de recorrido, recibí un mensaje fuerte de despertar la mente, de despertar a la humanidad. Se caían muchos soles en la tierra por lo que es importante actuar, cuento los mantras y desde el primero de octubre del 2010 hasta principios del mes de enero, día en que me encontraba en este lugar me dieron 108 días y estaba en el templo de las 108 bocas sagradas. Ahí decidí cortar mi silencio con un “OMmmmm” larguísimo, una vibración que se expandió por todo el universo.
Viajé en tractor, caminé muchas horas hasta donde me cogiera la noche, incluso hasta cuando nevaba, con decirte que se me congelo por varios días uno de mis dedos de la mano de tanto registrar cada momento con mi cámara. Cuando llegaba muy tarde en la noche a algunas villas, pensaban que era ladrón y no me abrían las puertas, hasta cuando golpeé en alguna casa de un pueblo perdido en la nada que me dieron la bienvenida. La Nepalesa que me abrió la puerta me contó su historia bajo el fuego estaba casada con un holandés.
Mis recorridos seguían, bajé hasta Lumbini, lugar donde nació el Buda. Después entré a la selva en Chitwan, en silencio y con dos guías profesionales, buscaba encontrarme de frente con el tigre de bengala.
— Si tienes la gran suerte de encontrártelo debes mirarlo a los ojos, intercambiar poderes, dar media vuelta y te devuelves caminando muy despacio, porque si corres te devora.
Viví experiencias únicas, después de varias ceremonias hasta el bastón tomó su poder. Después de muchos mantras fui al río, mi cuerpo se desmaterializa y solo se ve luz, como un globo gigante dorado. El bastón me ayudó a salir del agua y necesité tiempo para reincorporarme. Caminé hacia una cueva donde encienden una fogata para que yo pueda recuperar la temperatura. Allí estaba rodeado de yoguis y seres sagrados, lo que ocurrió en Pashupatinath.
Pashupatinath es un lugar sagrado, se caracteriza por ser parte de Shiva; tiene un río, cuevas y yoguis que viven a su alrededor. Es el lugar al que llegan las personas antes de morir para luego ser incinerados y lanzados al río; se le considera uno de los lugares más antiguos y sagrados dentro de Nepal.
Adquirí la conciencia de lo impermanente, que todo cambia, que todo se transforma. Lo más importante es tener conciencia de vivir en el presente, lo único que tenemos y a lo que nunca debemos apegarnos.
Regreso a Budhanath, lugar donde encuentras una de las estupas más grandes del mundo. Me reintegro con el taller de tejido, con el que estoy tejiendo este territorio olvidado a través de mis tapices, con propósito de ayudar a muchas personas, en especial a las que tuvieron que abandonar El Tibet, encontrándose refugiadas en Nepal.
Hice un peregrinaje por los diferentes lugares de Buthán, retomando a veces mi silencio. En este viaje me encuentro con un Lama, que me pone en contexto con mucha información que requería ser bien explicada. Por lo tanto duramos en conversaciones muy largas mientras atravesábamos el país. Íbamos parando en diferentes pueblos, visitando monasterios y viendo las danzas típicas que los monjes le ofrecían a Guru Rimpoche, deidad respetada en esta región.
Llego de nuevo a la India, siguiendo mi camino por la Universidad de Nalanda, Bodhgaya lugar donde se iluminó el Buda, Khajuraho, donde están los templos tántricos, hasta llegar a Trivandrum la capital de Kerala para conocer un poco de la medicina Ayurvédica. Todo este proceso se vive con mucho ayuno, meditación, llevando una vida monástica y sobre todo con mucha conciencia dentro del silencio.
Regresar es un impacto fuerte. Volví de mi viaje en silla de ruedas, me dio una bacteria que me dejó un poco mal por un tiempo. Se siente el ruido, la contaminación, la confusión de la mente, pero siempre recordando todas estas experiencias como grandes aprendizajes que hacen y construyen mi presente.
Akrabhala, así llame al proyecto de mis tapices expuesto en diferentes ocasiones en la ciudad de New York como en: Salomón Art Galery, Tibet House, Mondo Collection y en el Armory Show.
Actualmente trabajo en mi estudio, Cientoocho Arquitectura y en un nuevo proyecto para ayudar a proteger nuestro planeta, generando conciencia y bienestar a las personas. Akrabhala este lugar que muchos, muy pronto van a conocer.