María Mercedes Cuéllar

MARÍA MERCEDES CUÉLLAR, una economista adelantada a su época

INTRODUCCIÓN

Por Isa López Giraldo

María Mercedes, como su heroína Catalina II de Rusia, más conocida como Catalina la Grande, es una mujer de carácter, directa y franca. Va a la yugular. Se reta con los mal llamados imposibles.

Deja una marca indeleble donde pisa, donde hace presencia. Porque su paso no es tímido ni triste ni débil. Muy por el contrario. Su inteligencia es su poder, le da peso específico. Su energía contagia y permanece. Por supuesto, sin dejar de ser divertida. Quienes la conocen darán fe de ello. Quienes no, la descubrirán al leerla.

Nació en una familia reconocida por haber hecho parte integral de la historia de Colombia. A pesar de esto, construyó su vida sin favorecerse de ese privilegio. Labró su propio camino, su propio nombre, y escribió su propia historia.

También ha sido una persona muy universal. Su gusto por las letras, por la historia, por el arte, por la música y por la pintura en particular, la ha nutrido. La ha llenado de ingredientes para percibir el mundo de maneras muy distintas.

A esto se suma su amor por las leyes, por la economía, por lo público y por lo privado. Su vida contiene cualquier número de aristas, y estas le han conferido la gracia de entender, de estar por encima de lo obvio, de lo simple.

Es una mujer capaz, y normalmente ha superado las expectativas que se tienen sobre ella. Así ha ocupado posiciones de poder que la hacen una mujer excepcional, un referente. Siempre estudia en profundidad los casos a los que les urgen soluciones con impacto social. Y no fueron pocos los proyectos que estructuró que se volvieron leyes o decretos con los que se han beneficiado millones de colombianos.

Para obtener estos logros se requiere de un carácter especial. Y María Mercedes lo tiene. No importa a quién tenga en frente, expresa sus pensamientos de forma segura, tranquila y cordial. En nombre del libro cuenta cómo alguien le dijo que las matemáticas eran exactas, a lo que respondió: “Acepto que lo son. Pero, lo que no es exacto, es la forma como usted interpreta los resultados”.

También produce gratitud de género, porque ha vivido diferenciándose de las mujeres de su generación y abriéndoles camino a las jóvenes. Lo que para muchas jóvenes de hoy es algo normal, en la época en que María Mercedes comenzó su camino era condenable. La mujer estaba destinada al hogar, a su marido y a sus hijos. Era descalificada si su motor interior la conducía por los senderos de la academia y del mundo laboral y profesional, esos que llevan a la construcción de seres humanos integrales. Entonces, María Mercedes demolió viejos cánones cambiando el rumbo de la historia de Colombia.

No por llevar una vida profesional se privó de vivir su maternidad. La asumió valiéndose de múltiples recursos y rodeándose de quienes le dieron la fuerza y le brindaron el respaldo que necesitaba para seguir siendo ella, para continuar creciendo y desarrollándose. Hoy sus hijas y sus nietos son ese relevo generacional que la llenan de satisfacción y que la hacen sentir plena.

Muchas de sus batallas dieron fruto con el tiempo. Porque, si bien las victorias no siempre llegan en el momento en que quisiéramos, con entusiasmo María Mercedes expresa: “Nunca es tarde cuando la dicha llega”.