EN EL AMOR Y EN LA GUERRA

EN EL AMOR Y EN LA GUERRA

ILDEFONSO FALCONES

FRAGMENTOS

Rito que exigía la purificación de la sangre de los enemigos vencidos antes de la celebración del triunfo.

En lugar de ligarse al honor y la nobleza, lo hizo al comercio, el dinero, el vicio y la maldad.

Habitada por la magnanimidad, la clemencia, la constancia y la liberalidad.

Un silencio absorbente y turbador pugnó por vaciar de vida el palacio.

La prudencia, la piedad y la misericordia le parecían cualidades incompatibles con la guerra.

La meditación, el silencio, la circunspección y el recato.

Ese heroísmo procedía más de las amenazas ajenas que del valor propio.

Las guerras afectan al comercio, a la credibilidad, a la confianza y hasta a la amistad.

Mantente en tu lugar, no te rebajes, pero sé comprensivo, generoso y magnánimo.

Una venus que llenaba las estancias y eclipsaba cualquier otra presencia.

Una entereza y distinción tales que la rodeaban de un halo que acallaba bocas y enfriaba soberbias.

Esconden las realidades tras palabras con sentidos varios que después hay que interpretar a riesgo de no acertar.

Vida irreprochable, piadosa…, devoción notoria, firme…, voluntad sincera de entrega a Dios que no esté viciada por reserva alguna.

El dolor se podía esconder tras la compasión o diluirse en las lágrimas de un amor perdido, quizá mezclarse con los rescoldos de pasiones desenfrenadas.

El miedo es un estímulo suficiente para aturdir la más firme de las lealtades.

Lo único que distingue a un hombre de bien es su lealtad, su honor y su palabra.

En su conversión hacia la reclusión perpetua terminó asumiendo la tristeza como forma de vida.

Te sobra valor…, pero careces de maldad.

La templanza y la modestia son dos de las cualidades más importantes de un mercader.

Las madres no eran nobles ni humildes, ricas o pobres, cultas o analfabetas; eran madres, simplemente.

El silencio se convirtió en el mayor aliado de los sentidos.

Nadie reina después de muerto.

Su guerra seguía siendo otra, pacífica, culta y cómoda.

Los besos se fueron extinguiendo a medida que se les secó el deseo.

Ni me importa tu dinero ni tu vigor en el lecho. Solo me importas tú, estar a tu lado, verte y compartir mi vida contigo.

El amor te unía mediante el estambre de una flor a las emociones para que te mecieras en ellas.

Isabella le había robado el alma, y él había alcanzado la plenitud sabiendo que la portaba ella.

Olvidar y perdonar. La reconciliación requería del perdón, y este no se podía condicionar; debía ser absoluto y sincero.

No tenía excesiva prisa por alcanzar su destino; acudía a él obligado.

Premiar la fidelidad con castigos no parecía la mejor forma de gobernar.

El dolor, la derrota, la miseria y la cercanía de la muerte unían más que cualquier otro vínculo.

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