DECIDÍ CONTARLO
PALABRAS EN EL LANZAMIENTO DEL LIBRO DECIDÍ CONTARLO – Por: Isabel López Giraldo. Agosto 13 de 2019 7:00pm Gimnasio Moderno
Buenas noches a todos,
Los técnicos en la política, es un concepto cuyo alcance comprendí mejor al escribir este libro con Guillermo Perry. Los tecnócratas, como Guillermo y Alejandro Gaviria, y muchos otros como ellos, son profesionales y académicos muy competentes que han hecho una contribución enorme al Estado y, por lo general, las entidades de las que han sido protagonistas funcionan mucho mejor después de su paso por ellas.
Es de reconocimiento público que con su contribución ha habido un muy considerable progreso económico y social del país, pese a que hemos vivido en medio de un conflicto que cuenta más de cincuenta años. Con su conocimiento profundo de los temas a su cargo, los tecnócratas han brindado a la economía colombiana un comportamiento estable y una proyección importante que hacen que se destaque dentro de los países de la región.
Guillermo ha ocupado posiciones muy importantes en el país y en organizaciones internacionales, pero la que mas aprecia es la de Constituyente de 1991, a la que dedicamos un capítulo del libro, por cuanto, como él dice, setenta personas se dedicaron a soñar y a tratar de construir el país de los siguientes cien años. Igual, cómo no recordar sus experiencias tempranas en los gobiernos Lleras Restrepo, ayudando a consolidar la cuna de la tecnocracia que fuera Planeación Nacional; Lopez Michelsen, liderando la reforma Tributaria estructural de 1974, la más importante de la segunda mitad del siglo pasado, y contribuyendo a la visionaria reforma que volvió a hacer de Colombia un país petrolero y minero; y Virgilio Barco, con el inicio del muy exitoso programa de masificación del uso del gas natural, de su autoría intelectual, el desarrollo de la capacidad exploratoria de Ecopetrol y el programa de titulación de la pequeña y mediana minería que funcionó muy bien en el caso del carbón, pero que políticos regionales sabotearon en el caso del oro con las consecuencias posteriores de florecimiento de la minería ilegal.
O cómo no recordar sus pinitos en la política: su paso por el Senado de la República y su aporte en la construcción del movimiento político llamado Poder Popular, una especie de social-democracia moderna que se frustró con el Proceso 8.000.
Su renuncia al Ministerio de Hacienda fue una decisión muy difícil, como lo narra en el libro, que le obligaba, cuando se convenció de que sí habían ingresado sumas grandes de dineros del narcotráfico a la campaña de su hasta entonces amigo y compañero de lucha política, Ernesto Samper. Después de intentar convencerlo de que renunciara o adelantar las elecciones, sintió que quedarse en el Ministerio equivaldría a avalar esa conducta impropia que habría de hacerle tanto daño al país. Porque, como él bien lo dice, el verbo renunciar se conjuga solo excepcionalmente en Colombia.
Guillermo es un profesional que no se arrepiente de haber dedicado lo mejor de su vida a lo público, pese a la decepción que esa situación le causó, y aunque se alejó de una participación directa en política desde entonces, sigue muy activo como asesor, analista, columnista y académico. Como bien lo expresa, abro comillas: “el servicio público deja satisfacciones tan grandes que acaban haciendo parecer menores los sinsabores y angustias” y defiende el hecho de, “haber contribuido a crear y mejorar instituciones y políticas que han tenido incidencia positiva en el bienestar de muchos colombianos, lo que al final compensa con creces esos inconvenientes y frustraciones”.
Ahora deja un legado más, cuando decidió contarlo, porque así ocurrió luego de nuestra conversación para Historias de Vida. Guillermo aceptó mi propuesta de rescatar sus memorias de manera conversada y sus reflexiones sobre los últimos cincuenta años de vida nacional, en lo económico y en lo político, para consignarlas en este libro que considero de obligada lectura, especialmente para los profesionales jóvenes. En él encontrarán la narración y explicación detallada de hechos que hoy son historia y de otros que aún tienen vigencia, todos enmarcados en la seriedad que caracteriza a quien de muchas formas distintas los protagonizó o fue testigo de excepción, pero también con la jovialidad y el humor que revela su carácter y que hizo de esta experiencia una aventura muy amena y agradable, porque su rigor está siempre matizado con anécdotas impactantes y muy divertidas.
Guillermo, gracias por el privilegio de compartir esta experiencia durante el año y medio que tomó. Quedan el afecto, recuerdos muy gratos, lazos de amistad y el registro de unas memorias que había que contar.
Muchas gracias.
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INTRODUCCIÓN Por: Isabel López Giraldo
Los técnicos y lo público: recuento de una pasión.
La idea de este libro surgió después de una entrevista que hice a Guillermo Perry en febrero 18 de 2017 para mi blog sobre historias de vida.
Me llamó la atención, primero, que llegó por accidente a la escena pública y la política. No estaba dentro de sus objetivos de vida, ni lo buscó. Adquirió figuración pública por haber estado al frente, como técnico, del diseño e implementación de la reforma tributaria estructural de 1974, la más importante de la segunda mitad del siglo pasado. Por esa notoriedad, Ernesto Samper, de quien se distanciaría después por el proceso 8000, le propuso ser su suplente en el Senado para el periodo 1986-88. Posteriormente fue segundo en la lista a la Constituyente de 1991 por ese sector del liberalismo, que encabezaba Horacio Serpa y que incluía al actual gobernador del Atlántico, Eduardo Verano de la Rosa.
El Presidente Virgilio Barco le ofreció el Ministerio de Minas y Energía, casi sin conocerlo, en 1986, por sugerencia de Gustavo Vasco, el más cercano de los asesores de su sanedrín. Vasco lo recomendó con base en las publicaciones que había hecho Guillermo Perry sobre el sector, en particular el primer estudio sobre política petrolera que se hizo en el país, con Hernando Gómez Otálora, en 1973, cuyas recomendaciones fueron luego acogidas por el Gobierno López Michelsen como base de su revolución en este campo que devolvió a Colombia el status de exportador de petróleo. Como también por el Estudio Nacional de Energía de 1982, el primero que analizó integralmente el sector energético colombiano y propuso gasificar el país, un legado que dejó el ministro Perry en su paso por esta cartera.
En esa entrevista me hizo caer en cuenta de que algo parecido le ha sucedido a muchos técnicos en el país, como por ejemplo a Marta Lucía Ramírez, Antanas Mockus, Sergio Fajardo, Juan Camilo Restrepo, Roberto Junguito, Rudolf Hommes y José Antonio Ocampo. Más aún, que ese fenómeno también ha sido común en el resto de América Latina. Ejemplos notables son los de Fernando Henrique Cardoso, en sus propias palabras el Presidente Accidental del Brasil[1]; Pedro Pablo Kuczynski, quien llegaría a ser Presidente del Perú; Alejandro Foxley y Andrés Velasco, quienes fueran ministros de hacienda y candidatos presidenciales en Chile; y muchos otros.
Además me llamó la atención la perspectiva franca y novedosa de Guillermo Perry sobre la amplia gama de experiencias que ha tenido tanto en la vida pública nacional como internacional. La suya ofrece una visión y un enfoque muy diferente al del común de los políticos profesionales que escriben sus memorias. Y representa una mirada sobre medio siglo de desarrollo económico y social del país, desde el interior de los engranajes del poder, pero con una perspectiva global y académica, a diferencia del parroquialismo y la parcialidad que caracterizan a la mayoría de las discusiones políticas en Colombia.
Por esas razones, me pareció importante que las futuras generaciones del país conocieran esta visión, estas experiencias y esta relación apasionada con el desarrollo del país, y que ello las pueda animar a participar en el sector público y en la política sin perder su perspectiva académica, profesional y técnica.
De hecho, si quienes nos dedicamos a contar historias no los ayudamos, los tecnócratas que participan en la política no compartirán sus enriquecedoras reflexiones sobre sus experiencias en la política nacional e internacional. Primero, porque tienden a tener egos menos grandes que los políticos y el pudor les impide escribir sobre ellos mismos. Y segundo, porque no están habituados a este tipo de escritura.
De ahí surgió la idea de hacer este libro de ‘memorias conversadas´ como una larga entrevista. Lo haré en el futuro con otros técnicos que han tenido participación importante en la política colombiana y latinoamericana.
Después de hacer las entrevistas, decidimos estructurar el libro de la siguiente manera. La primera parte se refiere a los treinta años de la historia colombiana que va desde 1.966, al comienzo del Gobierno de Carlos Lleras Restrepo, hasta el final de la administración Samper en 1998. En ella le pregunto tanto por la obra de cada gobierno y la personalidad del presidente de turno, como sobre la manera en que el talante de cada gobernante influyó en su legado. Así mismo, le pido que cuente en algún detalle sobre la forma como él, en su carácter de técnico asomado a la política, vivió las experiencias que tuvo en varios de éstos gobiernos (los de Carlos Lleras Restrepo, Alfonso López Michelsen, Virgilio Barco Vargas y Ernesto Samper Pizano), así como en su carácter de miembro de la Asamblea Nacional Constituyente de 1991. Inquiero también sobre la relación que tuvo con los otros gobiernos desde sus actividades como académico, consultor o columnista de opinión.
La segunda parte, cubre otros veinte años de la historia nacional que abarcan desde el inicio del gobierno de Andrés Pastrana en 1998 hasta el de Iván Duque en el año 2018. Durante ese período mi entrevistado acompañó el acontecer colombiano desde el Banco Mundial, la Universidad y sus columnas de prensa, con relaciones directas ocasionales con lo público a través de diversas misiones asesoras.
Por ello decidimos organizar esta parte de la conversación en otra forma. En lugar de capítulos sucesivos sobre cada Gobierno, como en la primera parte, el lector encontrará capítulos sobre cuatro grandes temas que marcaron ese período. Primero, la increíble y triste historia del auge del narcotráfico y sus vínculos con los movimientos guerrilleros y paramilitares que estuvieron a punto de hacer naufragar nuestro país, así como de la reacción de nuestra sociedad que condujo a producir un punto de inflexión en el conflicto interno, a la desmovilización de los paramilitares y al acuerdo negociado con las FARC, así como las incógnitas que aún subsisten con respecto a la consolidación plena de la paz en todo nuestro territorio. Segundo, el auge paralelo del fenómeno de la corrupción que ha llegado a provocar una enorme desconfianza de los ciudadanos en las instituciones nacionales y la reacción reciente de la ciudadanía ante este fenómeno. Tercero, la forma como desaprovechamos un período inusualmente favorable para nuestro crecimiento económico, el llamado boom de los precios del petróleo, y las dificultades que encontramos para evitar una nueva crisis, como la que ocurrió en 1999, una vez que éstos se redujeron. Y cuarto, los avances y retos que continuamos teniendo para construir una economía moderna y competitiva y lograr un mejoramiento social sostenible debido a nuestro propio esfuerzo. Mi entrevistado nos ofrece tanto una relación de los hechos, como su propia interpretación de estos fenómenos y sus perspectivas, a partir de su reflexión académica sobre ellos.
Esta parte culmina con nuestra conversación sobre el impacto de la globalización y el rol de las entidades multilaterales (Banco Mundial, Fondo Monetario, BID, CAF) sobre el desarrollo de América Latina, visto a partir de las experiencias directas de Guillermo Perry en el ámbito internacional y sus investigaciones sobre estos temas.
Los lectores disfrutarán de una mirada informada y analítica, con perspectiva de largo plazo, sobre este período de nuestra historia, narrada en la forma amena de una conversación entre amigos, así como múltiples anécdotas sobre los presidentes y otros dirigentes políticos y tecnócratas que tuvieron una influencia importante sobre el acontecer nacional en el último medio siglo. Y espero que encuentren estimulante y motivadora la propia historia de pasión por los asuntos públicos de Guillermo Perry con todos los altibajos que caracterizan a todo afecto duradero: el enamoramiento idealista (bajo el gobierno de Carlos Lleras), el primer desengaño (en el de Misael Pastrana), la reincidencia (durante los gobiernos de Alfonso López Michelsen y Virgilio Barco), la decepción (con el gobierno de Ernesto Samper y el financiamiento contaminado de su campaña) y, finalmente, el amor maduro y sereno que llega con los años.
Ojalá esa historia de pasión inspire a los lectores jóvenes a probar suerte en lo público. Pues, quiero subrayar que al volver a leer la entrevista, encuentro que en estas páginas se ilustra la gran contribución al bienestar colectivo que los jóvenes con perfil académico y técnico pueden llegar a hacer cuando se entregan a este propósito con entusiasmo y desinterés. Y cómo tanto el haber obtenido resultados importantes, como el solo hecho de haber intentado lograrlos, puede dejar enormes satisfacciones, a pesar de los muchos momentos ingratos que trae el ejercicio público y que se ilustran con especial claridad en la profunda decepción que le produjo el episodio del proceso 8.000 que protagonizó Ernesto Samper, con quien había colaborado estrechamente durante varios años.
Que tengan presente que, cuando se accede a un cargo de responsabilidad pública, se debe tener un diagnóstico claro del sector y una agenda de reformas que mejore significativamente el funcionamiento del área bajo su cargo, pero también deben dedicar una buena porción de su tiempo a la gestión, a desentrabar cosas y a coordinar tareas con el resto del equipo gubernamental.
Los capítulos de la última parte ilustran la importancia de tener una visión global de los acontecimientos para comprender mejor nuestro propio devenir. Como afirma mi entrevistado, es necesario mirarnos en el espejo de los otros para entendernos mejor y para adoptar las mejores soluciones disponibles a nuestros problemas, que no son muy diferentes a los que muchos otros pueblos han enfrentado o están afrontando.
Guillermo Perrry cita en ese contexto al ex presidente López Michelsen cuando calificó a Colombia como el “Tíbet de Suramérica”. Y explica por qué es necesario superar ese síndrome que hemos padecido durante tanto tiempo, que nos ha hecho creer que nuestros problemas son únicos y tener una actitud suspicaz ante el fenómeno de la globalización y todo lo que viene de afuera, ya sea por conducto del comercio internacional, la inversión extranjera, la inmigración o el simple flujo de ideas y conocimientos modernos.
Por eso en el epílogo a este libro, mi entrevistado afirma que para ser un buen ciudadano colombiano, a lo que invita repetidamente la lectura de este libro, es también necesario ser un buen ciudadano global.
[1] Cardoso, Fernando Henrique, El Presidente Accidental, PublicAffairs, 2007
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