Verónica Alcocer

VERÓNICA ALCOCER

Las Memorias conversadas® son historias de vida escritas en primera persona por Isa López Giraldo.

Soy madre de tres hijos, Nicolás, Sofía, Antonella; esposa de Gustavo Petro y madre adoptiva de sus tres hijos, Gustavo, Andrea, Andrés; abuela de una nieta, Luna; y de dos mascotas. He disfrutado mi rol de mamá de manera intensa, para mí es una de las responsabilidades más grandes que he tenido. Mis dos grandes mundos son la música y los niños.

ORIGEN

Nací en Sincelejo, un pueblo de clima caliente, realmente fresco, muy cercano a la costa, a la playa. Es un destino obligado para mí, viajo cada vez que tengo ocasión para visitar a mi madre, Elizabeth García, porque mi padre, Emilio Alcocer, falleció hace unos años debido a una falla renal.

INFANCIA

De niña jugué de todo. Me encantó andar al aire libre, en la calle, acompañada de mis primos y amigos. Fui indisciplinada, disfruté interactuar con los demás, aunque también busqué actividades que fueran por entero mías.

Amo la música. A los cinco años le pedí al Niño Dios un walkman para poder escuchar música, en ese entonces de caset. Tomé clases de órgano por diez años, en edad adulta me acerqué al piano y espero contar con tiempo para dedicarle viviendo frente al mar. Quise ser artista, pues también me gusta la actuación, el teatro.

ACADEMIA

En mi familia me motivaron a estudiar una ciencia. Me decidí por Derecho, pues mi papá fue abogado y yo le he huido a las matemáticas. Estudié en la Sergio Arboleda, una Universidad de tradición conservadora, como lo ha sido mi familia que siempre apoyó a Álvaro Gómez Hurtado. Han sido alvaristas que recibían a Andrés Pastrana en la sala de su casa.

En cuarto semestre suspendí la carrera al quedar embarazada, también la relación con mi novio, tuve a mi bebé y regresé a Sincelejo. Poco tiempo después regresé a la Universidad y fue cuando conocí a Gustavo, porque la vida lo va ubicando a uno en el lugar que tiene que ser. Se lo presenté a mi papá, nos casamos y nació Sofía para constituir una familia.

GUSTAVO PETRO

De Gustavo me cautivó su inteligencia, su discurso, sus ideas que son concretas y disruptivas. Él ha sido un político diferente a todos lo que estamos acostumbrados a escuchar en la región. Así se lo hice saber a mi papá antes de presentárselo. Un amigo hizo las veces de celestino logrando que Gustavo me invitara al Congreso. Nuestras conversaciones no tenían fin.

Gustavo fue recibido a manteles por mi papá quien cocinó para él pavo guisado, arroz con coco, boquete, yame que acompañaron con wisky mientras que a mí me enviaron a dormir. Mis tíos, todos enormes, como mi papá, lo rodearon pues querían conocerlo bien. Se adoraron desde el comienzo. De las pocas veces que he visto a mi esposo llorar en público fue en el entierro de mi padre, porque es muy raro que suelte una lágrima.

Quiso dirigirle una palabras en el atril de la iglesia, por supuesto, con sus ideas diametralmente diferentes a las de mi familia, pero sobrepusimos lo humano y el respeto por la diferencia.

REFLEXIONES

Creo en Dios, en los milagros, me considero un milagro. Agradezco el estar viva, el poder respirar, el tener a mi familia.

Quisiera trabajar por la niñez, contra el maltrato infantil, aportar en la construcción de valores familiares.

Vivo la vida desde el amor, el que nos permitirá ser una mejor sociedad. Pero también la vivo desde las lágrimas, porque lloro por todo.

Soy mariana, alguna vez quise ser monja.