Paloma Valencia
Construcción en proceso, texto en borrador.
Las memorias conversadas son historias de vida escritas en primera persona por Isa López Giraldo.
RAMA MATERNA
Ricardo Jaramillo Arango, conocido como Chimpún, mi bisabuelo, nació en Sonsón el 15 de enero de 1873, hijo de Lazar Jaramillo y Sara Arango y nieto mayor del emblemático empresario Don Lorenzo Jaramillo, célebre en la colonización del antiguo Caldas que llegó a Manizales.
Ricardo inició sus estudios en Sonsón, luego en Medellín, más adelante estudió en París donde fue alumno de Marie Curie. Finalmente, se graduó como médico cirujano en la Universidad Nacional de Bogotá. Como médico atendió a la población más pobre de Manizales dado que fue muy caritativo. Cuentan que andaba a caballo y de ruana recorriendo las lomas para atender a los campesinos que estaban enfermos. También fue totalmente desprendido de las cosas materiales y brindaba su conocimiento al servicio de los desvalidos. No era sino bondad.
Asimismo, le gustó escribir artículos históricos, científicos y literarios; también fue poeta. Tuvo una faceta de político cuando fue diputado de la Asamblea de Caldas, concejal de Manizales, cónsul de Francia y miembro de la Academia de Medicina en Medellín.
Se casó, a sus cuarenta y cinco años, con Lucía Jaramillo, mucho más joven que él. Tuvieron siete hijas mujeres, todas muy lindas, de carácter, y solo el hijo mayor fue hombre. Mi abuela, Liliana Jaramillo Jaramillo Arango, fue de las menores y se casó con mi abuelo Mario Laserna por una historia que es increíble.
Resulta que la hermana de Ricardo Jaramillo, quien también se llamaba Lucía Jaramillo, se casó con el viejo Pacho, Francisco Laserna, un paisa, de Rionegro, Antioquia, quien quedó huérfano de papá muy joven obligándose a participar de los negocios familiares desde muy chiquito para salir adelante. Comenzó vendiendo dulces de panela, cuando reunió recursos alquiló un potrero para sembrar caña y por eso con el tiempo y buscando fortuna se trasladó al Valle del Cauca. Él no tuvo plata para limpiar la caña lo que lo salvó de la quiebra cuando una plaga que se comió toda la que había sido sembrada en la región, menos la suya. Esta circunstancia le permitió lograr una fortuna considerable, pues el precio de la caña se disparó. Fue entonces cuando empezó a hacer negocios grandes convirtiéndose en todo un referente en el mundo empresarial.
Fundó la primera empresa de correos que hubo en Colombia con una recua de veinte mil mulas con las que transportaba la mercancía del país y que entraba a Bogotá por el Tolima. Esta fue la razón para que decidiera invertir en tierra en ese departamento.
La tierra en el Tolima era muy pedregosa y arenosa. Pero alguien le dijo que lo que había que sembrar era arroz, entonces fue el primer cultivador de arroz en el Tolima y por lo mismo todos los canales que uno se puede encontrar allá se llaman Canal Laserna, fueron construidos por él. También fue pionero en servicios públicos. Llevó la electricidad al Eje Cafetero y al Tolima con el nombre Luz Laserna cuando estos todavía no estaban constituidos como departamentos, sino que eran regiones emergentes. Además, trajo los primeros cines al país, Chiclets Adams y el primer laboratorio químico.
Lucía fue el amor de la vida de Francisco, pero ella se murió junto con su bebé siendo este su primer embarazo. Con semejante situación, Francisco quedó muy traumatizado. Con el tiempo se volvió a casar con Elena Pinzón, santandereana. Con ella y con sus hijos se instalaron en Bogotá. Estando ya grandes, el viejo Pacho les dijo a sus hijos varones que su deseo era que alguno se casara con una de las Jaramillo descendientes de Ricardo, con siempre quien mantuvo vínculos muy fuertes.
Entonces, cuando su hijo menor, Mario, quien había nacido en París, sintió que era momento de casarse, decidió atender el deseo de su papá. Fue así como conoció a las Jaramillo y le gustó mi abuela cuando ella tenía quince años y él veinte o quizás diecinueve.
Algo muy significativo en la vida de Mario y de sus hermanos, según mi opinión, fue que su hermano mayor, Francisco Laserna, se suicidó siendo muy joven generando una gran tragedia y cambiando las dinámicas familiares. Quizás por esto mi abuelo tuvo unos papás muy complacientes, a diferencia de lo que se usaba en esa época.
Cuando mi abuelo cursaba quinto año de Derecho, como amigo y discípulo de Nicolás Gómez Dávila, quizás el filósofo más importante que ha dado Colombia, Nicolás le dijo: “Mario, si usted se llega a graduar de abogado, va a terminar de tinterillo de todos los negocios de su papá. Le recomiendo que se retire de la carrera y viaje a estudiar matemáticas fuera del país”. Fue entonces cuando Nicolás acompañó a mi abuelo donde Don Pacho para contarle la decisión. El papá de Mario quiso que terminara su carrera, le hizo ver que le faltaba muy poco, pero Nicolás le dijo que su hijo debía estudiar Química para que pudiera manejar el laboratorio. Así fue como Mario viajó a Columbia a estudiar Matemáticas y Física. Cuando se estaba graduando, y lo hizo con honores, lo llamaron anunciando primero la Facultad. Don Pacho preguntó: “¿Y este no iba a estudiar Química?” / “Es casi lo mismo”, le contestaron.
Todavía en los Estados Unidos y de veintitrés años, tomó la decisión de que Colombia debía contar con una universidad parecida a las americanas. Estas tenían y tienen dos características, la primera es que son laicas, liberales, y la segunda que el estudiante puede matricular créditos y de esta manera armar su plan de estudios, porque permiten confeccionar el programa de acuerdo a los intereses dentro de un espectro.
Fue así como una vez en el país, Mario convenció a varios de sus amigos para que le ayudaran a materializar su proyecto, aprovechó su enorme capacidad de relaciones públicas que le permitió que en la junta de fundadores de la Universidad de los Andes estuviera Einstein y personalidades muy importantes de Colombia desde Alberto Lleras, su primer rector. También contó con su papá, quien lo financió en sus inicios, pues en la familia dijeron: “Es que ahora Mario decidió que quiere ser maestro, entonces hay que apoyarlo”.
Luego viajó a Alemania para adelantar su doctorado en Filosofía de la ciencia, y para ese momento ya había nacido mi mamá. Entonces mi abuelo no solo fue un intelectual, sino un ejecutor dada su gran capacidad para hacer que las cosas pasaran, que se dieran, dada su capacidad para materializarlas.
En mi crianza, la figura más significativa, muy presente, fue Liliana Jaramillo, mi abuela. Una mujer feminista, ejecutiva, inteligente y culta, muy segura de sí y llena de propósito en la vida. Ella respaldó a mi abuelo en todos sus planes de estudio y en la fundación de los Andes en la que cuenta con reconocimiento individual como una de sus fundadoras al liderar al grupo de mujeres. Se divorció del abuelo cuando él se fue como embajador en Francia.
Recuerdo que mi abuela tenía una lechería en la Sabana, que ella misma administraba. Y fue muy cercana a nosotros, por un tiempo vivió en nuestra casa. Como fui su ahijada me consintió mucho, por supuesto, queriendo y acompañando también a todos mis hermanos. En una época, antes de que se volviera a casar, yo dormía con ella en su cuarto, me iba con ella para su finca. Cuando era chiquita, ella me decía: “Palomita Valencia, tú tienes que ir pensando qué vas a hacer por Colombia”. Me leía mucho, desde la Odisea, la Ilíada, y me conversaba de literatura griega y de mitología.
Dorotea, mi mamá, mujer de temperamento fuerte, de ideas propias, nació en Bogotá y fue la mayor de cinco hijos, cuatro mujeres y un solo hombre que murió hace unos años en un accidente de tránsito. Con sus papás viajó a Inglaterra, luego a Alemania, regresó a Colombia a sus tres años.
Desde muy niñita dio muestras de su gran inteligencia, porque fue muy hábil mentalmente por lo cual la gente se admiraba mucho. Hablaba alemán, inglés, francés. Pero esto le generó roces con sus primos a quienes ella les parecía muy nerda y cansona. Como realmente era una niña prodigio, encantó a mi abuela Elena, quien claramente tuvo una muy franca predilección por ella despertando celos dentro de su núcleo.
Más grandecita estudió en varios sitios del mundo. Viviendo en Colombia estudió en el Andino, luego en un internado en Alemania, pero también en Inglaterra y en otros países, y Ciencia Política en los Andes. Siendo de derecha, fue muy activa a finales de los años sesenta y principios de los setenta cuando las universidades se volvieron tan políticas prevaleciendo las ideas de izquierda.
Entonces, ella fue muy líder. En esa minoría de derecha peleaba contra las ideas maoístas; cuando se dividieron estos de los leninistas, ganó la derecha quedando mi mamá representante de la Universidad. Pero, como mi abuelo tuvo la filosofía de que la familia no podía participar de la dirección, cuando la quisieron en el Consejo Directivo no pudo aceptar porque él no se lo permitió. Creo que a mi mamá le hubiera gustado hacer una carrera política.
Después se conoció con mi papá, quien le pareció perfecto a los abuelos. Quizás él la amó más a ella, igual se casaron cuando mamá tenía veintiséis años. El matrimonio no duró mucho, se separaron cuando yo tenía cinco años. Mi mamá trabajó, lo hizo inicialmente en temas de comercio internacional, luego se consagró a la educación haciendo su maestría en Harvard, construyó un programa de formación de profesores del sector público en el Tolima, diseñó cartillas para aprender a leer y a escribir.
RAMA PATERNA
Guillermo León Valencia, mi abuelo, presidente de Colombia de 1962 a 1966, fue hijo de Guillermo Valencia, un intelectual muy importante, el primer gran poeta que tuvo Colombia, el primero que reconoció el país y quien se volvió muy emblemático con la poesía.
Mi bisabuelo quedó huérfano muy joven, su papá, Joaquín Valencia Quijano, había sido un economista no por academia, sino por aplicación, pues a eso se dedicaba. Fue precursor en los temas de hacienda pública en el país, nombrado ministro de Hacienda por el fundador del Partido Conservador Mariano Ospina Pérez.
Guillermo Valencia, conocido como El Maestro, fue un hombre muy culto, inteligente, estudioso, aprendió latín, griego, leyó mucho para convertirse en un intelectual que ganó gran notoriedad con la poesía en un momento en el que el país empezó a descubrirla y a reconocerla. A sus dieciocho años ya había escrito Anarkos, una de las obras en español más importantes de poesía latinoamericana. También declamó públicamente. Siendo José Asunción Silva el primer poeta colombiano, su muerte prematura no logró la misma visibilidad en vida, su fama provino estando muerto. Valencia logró reconocimiento, pero también tuvo grandes detractores.
Tengo entendido que lo descubrió Rafael Reyes, quien lo nombró su secretario abriéndole las puertas a la política. Se convirtió en líder del Partido Conservador, fue dos veces candidato a la Presidencia, pero no la logró porque la Iglesia Católica nunca lo quiso apoyar al considerar que tenía una mentalidad muy liberal para ser conservador. No sé qué era exactamente lo que no les gustaba. Hay muchas historias de la manera como quisieron derrocarlo con Alfredo Vásquez Cobo generando una división al interior del Partido Conservador. Gran parte del Partido estaba con Valencia, pero al no contar con el respaldo de la iglesia, se perdió la candidatura y por ende la hegemonía conservadora. Cuando la iglesia, a través de monseñor Perdomo, decidió apoyar a Valencia, ya era muy tarde.
Sin pertenecer él a una familia acaudalada se casó con Josefina Muñoz, una muy poderosa heredera de fortuna al ser hija de Ignacio Muñoz, empresario caucano. Ignacio se casó a escondidas con Zaturia, su prima hermana, pero su papá lo regañó porque no tenía un centavo y había decidido casarse con su pariente que, según él, le traería solo desgracia. Ignacio le jura que va a salir adelante y que se va a volver muy rico, como efectivamente cumplió. Ignacio Muñoz hizo su fortuna principalmente ayudando a la construcción del ferrocarril, de los mercados de plaza en Popayán, conocidos como galerías. Fue administrador de fincas, porque tumbó monte para establecerlas convirtiéndose en un gran terrateniente de su Departamento. Cuentan que, en esa época cuando no había teléfonos en Colombia, él ya tenía interconectadas todas sus fincas. Importó pastos, ganado, porque montó un negocio enorme alrededor del agro.
Ignacio y Zaturia casaron a varias de sus hijas, pero varias de ellas murieron jóvenes. Por ejemplo, Josefina murió a sus treinta y dos años a causa de una enfermedad renal, quedando huérfanos sus cinco hijos siendo muy chiquitos de los cuales mi abuelo fue el mayor, seguido de mi tío abuelo Álvaro Pío, Josefina, Luz y Giomar.
Los abuelos se volvieron el refugio de muchos de sus nietos, pues ante la muerte de sus hijas, los señores no se hacían tanto cargo de los hijos. Fueron muy determinantes en su crianza, esto incluye a mi abuelo quien terminó estudiando con curas franceses en un internado en Popayán. Mi abuelo los quería mucho, les decía “mi papá Ignacio y mi mamá Zaturia”. Muchos de los nietos se vuelven personajes políticos muy destacados. Mi abuelo político conservador, mi tío Álvaro Pío político comunista, mi tía Josefina Valencia política rojista y mi tía Luz liberal. Mi tía Luz no estuvo metida en política, aunque participaba. Así, cada quien tomó su lugar en el mundo.