Pablo Gómez de Olea

PABLO GÓMEZ DE OLEA

Las Memorias conversadas® son historias de vida escritas en primera persona por Isa López Giraldo.

Resulta difícil describirse y acertar en los rasgos y características de personalidad. Quienes me conocen serán quienes mejor me describan.

Diría que soy una persona disciplinada, bastante empática. De hecho, me emociono con las manifestaciones de la gente. Por ejemplo, con las despedidas de que estoy siendo objeto con motivo de la terminación de mis funciones como embajador de España. También me emociono cuando hago discursos.

Soy apegado a mis ideas, coherente con lo que pienso y con la forma de ver la vida. Me encanta la naturaleza, el campo. Es ahí donde encuentro la verdadera esencia del ser humano.

ORÍGENES
RAMA PATERNA

Por parte de mi padre somos una familia de rancio abolengo, lo digo con humildad. Mi bisabuelo fue el sexto marqués de Velasco, Antonio Gómez de Olea y Collantes. Nació en una gran casa solariega en Noja, provincia de Santander en Cantabria.

Se trata de una familia numerosa y unida, con una amplia historia de políticos, generales y marinos, muy culta.

RAMÓN GÓMEZ DE OLEA Y DE LA PEÑA – PADRE

Mi padre, Ramón Gómez de Olea y de la Peña, fue ingeniero como mi abuelo. Le gustaba la poesía, y la escribió, aunque nunca la publicó. Mis hermanos y yo la conservamos como un tesoro personal y como reconocimiento a su vasta cultura.

Mi padre dirigió una gran empresa de ingeniería que le llevó a viajar por todo el mundo participando en obras públicas de diferentes países en Oriente Medio, norte de África, América Latina.

Pero siempre tuvo apego al campo. Además de su responsabilidad profesional se dedicó a la administración de las propiedades familiares, actividad a la que estuvo muy vinculado. Era lo que llaman los ingleses un “gentleman farmer”.

Tuvo mi padre ese toque de patricio castellano viejo, pero al mismo tiempo era una persona de enorme sencillez y amabilidad, tremendamente culto, muy inteligente. Fue ingeniero industrial, con una capacidad matemática sorprendente. Con carácter recio no exento de conatos de enfado también. Fue una persona entrañable.

RAMA MATERNA

Por parte de mi madre somos una familia de origen vasco y asturiano. Mi abuelo, Florencio Bustinza Lachiondo, fue un destacado científico, miembro de la Real Academia de Ciencias y de la Real Academia de Farmacia, investigador notable, catedrático de universidad. También fue íntimo amigo de Alexander Fleming. De hecho, contribuyó a las investigaciones que este hizo sobre el descubrimiento de la penicilina.

MARÍA DOLORES BUSTINZA RICO-AVELLO- MADRE

Mi madre, María Dolores Bustinza, además de su ascendiente vasco por su padre, por parte de su madre procede de una familia muy antigua de la provincia de Asturias. Fue de las pocas mujeres que, dentro de su ámbito social, se decidió por estudiar una carrera universitaria.

Se licenció en Farmacia, como mi abuela. En el caso de mi abuela esto resulta especialmente raro dada la época, pues no era habitual que las mujeres en los años 30 del siglo pasado cursarán estudios universitarios,

Mi rama asturiana también contaba con importantes personalidades políticas. El hermano de mi abuela fue varias veces ministro durante la Segunda República.

Esta ascendencia vasca y asturiana daba a mi madre la característica del matriarcado vasco, es decir, era el poder en la sombra. Al mismo tiempo fue una mujer muy activa, tremendamente trabajadora y muy dedicada a su marido y a sus hijos.

CASA MATERNA

Mis padres se conocieron dentro de la sociedad madrileña, pues compartían los mismos círculos. Fue una pareja que se complementó enormemente. Se casaron a principios de los años sesenta, cuando todavía no se había dado la Revolución de mayo del 68.

Esta era la España franquista, la del desarrollismo que empezaba a generar clase media y a producir el desplazamiento de la población del campo a la ciudad. Entonces surgieron los grandes barrios de las principales ciudades. Era una España en blanco y negro, la del NO-DO, la que de alguna manera dejaba el folklore y se empezaba a insertar en las dinámicas de la economía internacional.

Somos tres hijos muy cercanos en edad, en vivencias y en lo que hemos compartido. Nacimos en un mundo en el que se empezaron a dar las innovaciones tecnológicas y el bienestar doméstico. También cuando apenas se generalizaba el uso de la televisión.

Fue un momento de cambio cultural que a España llegaba con retraso y muy tímidamente, pero que planteaba lo que sería el salto al desarrollo y a la creación de una clase media numerosa y con peso creciente. Lo podríamos denominar el gran cambio social que pondría las bases al cambio político a mediados de los setenta.

Éramos una familia privilegiada desde el punto de vista social y económico. Disfrutamos de una condición excepcionalmente buena que nos permitió vivir de manera holgada, sin ninguna limitación.

Recibimos unas bases de educación familiar muy sólida y valores concretos. La familia no era excesivamente conservadora ni liberal, sino abierta a las innovaciones que se estaban presentando en España.

INFANCIA Y ADOLESCENCIA

Esta etapa transcurrió fundamentalmente en Madrid y el campo. Nuestra conexión con el norte de España, por un abuelo vasco y otro cántabro, hizo que pasáramos muchos veranos allí.

Tan solo me llevo con mi hermano menor un año y medio, lo que nos hace muy cercanos, como con el mayor, pues la diferencia es apenas de tres.

Fui profundamente inquieto, activo, travieso, buen deportista. Desde siempre disfruté estar en el campo, al aire libre.

ACADEMIA

Estudiamos en el colegio de las élites madrileñas, Nuestra Señora del Recuerdo, conocido como los jesuitas de Chamartin, el colegio de la Compañía de Jesús en Madrid. Un colegio que, entre otras virtudes y sin ignorar sus defectos, potenciaba las relaciones de amistad. Conservo amigos desde mis seis años, somos un grupo indisoluble pese a que hemos tomado carreras distintas, pero tantos años de formación compartida forjó vínculos únicos y perennes.

La educación de los jesuitas da bases importantísimas, espíritu crítico y autocrítico, apertura de mente. Fue enormemente positiva para aprovechar los insumos que recibíamos. Dentro de las libertades que nos brindaban también se generaba disciplina y respeto a la autoridad.

Tenía otro elemento que podía verse como defecto o virtud dependiendo de cómo se aprovechara, porque generaba un espíritu tremendamente competitivo entre los alumnos. Y a mí no me vino mal, me permitió esforzarme y auto disciplinarme, pero también tener un toque de humildad respecto a mis posibilidades.

Esto lo exacerbaría mi ingreso a la carrera diplomática, a la que aspira mucha gente y que exige la presentación de exámenes muy rigurosos. Entonces el colegio me preparó para enfrentarme a esta situación permitiéndome tener un bastante buen desempeño.

Mi abuelo y mi padre fueron hombres de ciencias, técnicos, de números, como lo son mis hermanos, siendo todos ellos también muy cultos. Otra rama de la familia es de hombres de letras y de derecho, y fue hacia la que me fui perfilando y la que me llevó a estudiar leyes porque me gustaron más las humanidades, la historia, la literatura.

El sistema educativo en España era más determinante, obligaba a tomar opciones desde los dieciséis años. Entonces al final del bachillerato me orienté hacia el área de mi preferencia cerrando la puerta de las matemáticas y de la ingeniería y la ciencia.

Sentí un atractivo hacia lo internacional que no sé de dónde surgió pues tampoco tengo una tradición diplomática en la familia. Me fue derivando de manera natural, quizá instintiva.

UNIVERSIDAD PONTIFICIA COMILLAS

Decidí continuar mis estudios universitarios con los jesuitas, por lo tanto, ingresé a la Universidad Pontificia Comillas en Madrid. La opción de carrera fue por descarte pues no tenía la vocación tan clara como pudieron tenerla otros.

El Derecho en mi país era de alta demanda. Ofrece una cantidad de opciones de especialización distintas y en esa medida permite ingresar al servicio público, a la docencia, a la banca, a la vida diplomática.

En la medida en que avanzaba en los estudios me fueron gustando los temas internacionales y empecé a contemplar la posibilidad de perfilar la oposición para ingresar a la carrera diplomática que fue lo que finalmente hice.

Concurso oposición es el sistema de selección para ingresar a la función pública en los distintos niveles. Los exámenes varían de dificultad en función del segmento y el grado dentro de la función pública al que se acceda.

Conté con extraordinarios profesores y catedráticos, pero ninguno me determinó en concreto pues fueron un conjunto de altísimas competencias en una universidad de excelencia. Recibí una formación jurídica muy sólida.

SERVICIO MILITAR

Tuve que prestar servicio militar obligatorio como oficial y luego pasé a ser oficial de la reserva. Era un sistema especial llamado milicias universitarias que se ofrecía a los estudiantes para que durante el año de servicio no se interrumpieran los estudios.

Se hace un semestre en cuarto año y luego en quinto. Además, cobraba un pequeño sueldo, lo que resultaba muy atractivo.

PREPARACIÓN PARA LA VIDA DIPLOMÁTICA

Como mencioné, para acceder a la vida diplomática el candidato se debe someter al sistema de oposiciones con el riesgo de fracasar en el proceso, porque iniciarlo no garantiza finalizarlo. Se presentan más de cuatrocientas personas para veinticinco plazas, entonces el nivel de exigencia es muy grande. Algunos lo intentan por años sucesivos y no lo logran.

Los cuerpos superiores de la administración tienen sistemas de acceso complejos y exigentes. Estos aplican para jueces, fiscales, diplomáticos, notarios, abogados del Estado y otros. Crean una gran élite de administración pública de la que, como algunos otros países europeos, España puede sentirse muy orgullosa.

Esto es algo que se empieza a implementar a mediados del siglo XIX. Tiene un poco de la visión Napoleónica y decimonónica de una administración fuera de la influencia política y muy profesionalizada. Y se fue depurando en la segunda mitad de siglo y a principios de siglo XX a través del sistema de concurso oposición.

Se presentan exámenes públicos ante un tribunal conformado por profesores de la universidad, catedráticos, miembros del cuerpo de la administración pública al que se quiere acceder. Estos exigen un tiempo enorme de preparación. Una vez aprobados los exámenes de ingreso se comienza un período de formación en una escuela especializada.

Así me inicié en la Escuela Diplomática. Pero realmente no sabía lo que me deparaba mi elección profesional y ha sido una opción profesional que me ha dado grandes satisfacciones, con experiencias muy enriquecedoras.

La preparación para ingresar en la Carrera Diplomática es tremendamente solitaria. Permanecí en mi casa con mis apuntes y rodeado de libros, leyendo la información de actualidad que necesitaba para mis exámenes. Requería mantener horarios muy estrictos. Estudié entre diez y doce horas diarias, y apenas si me tomaba un día libre de la semana para hacer algo de deporte y para despejarme un poco.

Recuerdo que cualquier ruido me molestaba, lo que me exigió una capacidad de concentración muy alta. En un momento dado comenzaron una obra en la calle que me obligó a desplazarme caminando a un apartamento pequeño que una tía me prestaba para que pudiera estudiar en calma.

Si bien contábamos con preparadores que nos acompañaban con orientación, el trabajo básicamente era individual y con el riesgo de fracasar al final de todo este esfuerzo, pero se forja el carácter.

Si bien tuve un exceso de autoconfianza, la he ido dulcificando. Solo que en ese momento confiaba en que lograría mi cometido y pasaría muy favorablemente mis exámenes, los que me permitiría comenzar mi carrera diplomática.

El proceso me tomó un tiempo mucho menor que al promedio de los candidatos, fue tan solo de dos años y medio cuando puede tomar cuatro o más.

Comencé en el año 92, con mi promoción de diplomáticos, siendo de los más jóvenes.

VIDA DIPLOMÁTICA

Tuve la inmensa suerte de ser inmediatamente destinado al exterior. Me facilitó las cosas el hecho de tener veintiséis años, estar soltero y sin cargas de ningún tipo.

MOZAMBIQUE – ÁFRICA

Mi primer destino fue África. Llegué a Mozambique, un país en guerra para ese entonces, una guerra feroz que impedía salir del casco urbano de Maputo. Se trataba de una sociedad de expatriados que hacían lo posible por vivir a espaldas de esa realidad violenta de la guerra. Buscaban sustraerse a esa realidad tan cruda.

Recuerdo que en ocasiones íbamos, al atardecer, a tomar una cerveza a las pocas terrazas de los sitios que el lugar ofrecía, pues era una ciudad con una enorme escasez de aprovisionamiento. Además, las condiciones de seguridad, por lo menos dentro de la ciudad, eran relativamente buenas.

Del otro lado de la bahía, que era enorme y con muchos ríos, veíamos los fogonazos de los cañones y balas trazadoras, de la guerrilla de Renamo que atacaba al ejército del gobierno del Frelimo que estaba en el poder. En las noches se escuchaban las explosiones. La ciudad estaba cercada por la guerra.

Fui testigo de los enormes estragos que esta guerra causó. Impresionaba ver los coches y las casas quemadas y la población desplazada.

Alguna vez tuve un conato de un retén extraño, porque muchas veces no se sabía si los soldados realmente lo eran. Se presentaba bastante indisciplina en las filas de ambos lados.

Viví esa guerra y su proceso de paz. Entonces el país comenzó a transformarse, a abrirse, y la gente a viajar. Aquí la situación se hizo aún más tensa porque uno se encontraba al borde de la carretera con guerrilleros desmovilizados y armados. Esto inquietaba, sin que hubiera pasado por incidentes graves, solo la tensión propia de los procesos de reinserción de gente que llevaba treinta y más años en la guerra.

Este fue mi primer contacto con una realidad internacional, mucho más compleja que la que había leído en los libros, más allá de los conocimientos de laboratorio de la academia.

Viví la realidad sobre el terreno de un país enormemente pobre, asediado por la guerra, marioneta de potencias externas, donde, al final, era el pueblo quien sufría todo aquello.

Esto lo volví a vivir más adelante en Bosnia – Herzegovina y de alguna manera y en menor medida en Colombia.

Las guerras de la independencia en África fueron por delegación. Estábamos al final de la Guerra Fría, pero seguíamos en ella. El gobierno comunista apoyado por la Unión Soviética y la guerrilla por Sudáfrica y los Estados Unidos.

Uno de los muchos y desgraciados ejemplos que hubo en esa época de lo que los americanos llaman war by proxy, guerra por delegación: Son guerras a las que incitaban las grandes potencias, pero que peleaban las poblaciones locales. La tragedia está en el sufrimiento de los nacionales, de los habitantes de las regiones. Pues, en última instancia, son quienes sufren las consecuencias de quienes mueven sus fichas desde sus despachos en Washington o Moscú, funcionarios insensibles al dolor de la gente, a la tragedia de los desplazados.

Uno de los países con más minas antipersona en el mundo es Mozambique. Las inundaciones que sufrió a finales de los noventa, cuando yo ya no estaba, tuvieron un problema adicional pues removieron una enorme cantidad de terreno, esparciéndolas.

El problema de las minas es terrible porque coarta la libertad, la integridad física, la vida. Además, permanece en el tiempo porque es muy difícil de paliar. Tema que se conoce bien en Colombia pues lo ha vivido.

Desde lo personal me impactó muchísimo esta experiencia. Me permitió adquirir una sensibilidad hacia realidades sociales. Me dejó un carácter mucho más empático del que ya tenía y la capacidad de trabajar en ambientes hostiles, de responder a retos, de improvisar cuando es necesario y de utilizar las herramientas adquiridas como instrumentos diplomáticos.

Porque en mi país se vivió una transición política con la muerte de Franco en 1975, entonces ya era un país moderno, había accedido a la Unión Europea y estaba en su potencial máximo de crecimiento y por lo tanto podía considerarse económicamente rico y próspero.

Pasé entonces de un país de primer mundo a uno de cuarto. Este fue mi primer choque en mis tempranos veintes. Había viajado por Europa, pero no a países por fuera de esta frontera.

Por todo esto concluyo que tuve la inmensa suerte de, una vez terminada la escuela diplomática, poder salir directamente al exterior y a una experiencia tan radical como esta. Las primeras responsabilidades nos determinan la visión del mundo y de la carrera diplomática.

UNIÓN EUROPEA OCCIDENTAL

Después de tres años llegué a un destino corto, de menos de un año, en Bruselas. De nuevo se me planteó la realidad de tener un contacto crudo con la guerra.

La Unión Europea Occidental – U.E.O. después se absorbió dentro de la Unión Europea y en aquel entonces era el embrión de su brazo militar en un momento en que sus países miembros, fuera de la OTAN, que era la principal alianza militar, querían preservar cierta autonomía en materia defensa, es decir, la posibilidad de que los países europeos pudieran acometer iniciativas de seguridad y defensa que no contaban, o que los europeos no queríamos que contaran con los Estados Unidos. Estas operaciones se hacían bajo el paraguas de la U.E.O.

En esos momentos ya estaba en pleno auge la guerra de la antigua Yugoslavia, y la Unión Europea Occidental se ocupó de dos cosas fundamentales como expondré.

La primera, el embargo que se había aprobado contra Serbia en el Danubio, que implicaba una presencia militar y policial en Bulgaria, en Rumanía y en Hungría, de manera que se cerrase todo el tráfico de armas y mercancías que se podría hacer a través de medio fluvial. La Unión Europea Occidental era la encargada de aplicar ese embargo.

La segunda gran misión fue la unificación de la administración municipal de Mostar, una ciudad que fue mártir de la guerra en Yugoslavia y que estaba dividida entre croatas y musulmanes y atacada por los serbios.  

Llegué a Bruselas cuando España presidía la U.E.O. Me ocupé de coordinar los aportes políticos de los diferentes estados que participaban en estas dos operaciones.

Se presentó un problema con el administrador europeo para Mostar, que tenía un alcalde croata y uno musulmán. El primer administrador europeo de Mostar fue alemán y dimitió cuando fue atacado por una turba de manifestantes croatas. Posteriormente España nombró a un exalcalde de Valencia en ese cargo y envió a un funcionario diplomático como asesor durante su período al frente de la administración de la ciudad. Ese asesor fui yo.

Pasé casi un año, prácticamente todo 1995, tiempo durante el que gestionamos las relaciones entre las dos administraciones en una ciudad destruida por la guerra civil. Esto fue posible gracias a que se habían firmado los Acuerdos de Dayton que habían pacificado el conflicto entre Bosnia y Croacia, entre musulmanes y croatas, pero en un momento en que todavía no se habían integrado los serbios, por lo tanto, su amenaza continuaba.

De hecho, nosotros vivíamos en un hotel en Mostar, donde estaba la administración europea. Cuando se daban ataques de mortero de las tropas serbias que estaban en las alturas del valle del río Neretva, nos teníamos que refugiaren unos sótanos especialmente habilitados. Por fortuna, estos ataques duraron muy poco.

La experiencia personal fue muy dura. El nivel de destrucción dentro de la ciudad era enorme y el odio acumulado entre la sociedad musulmana y croata también. El final del esfuerzo de la administración europea era la convocatoria a las elecciones que eligieran un alcalde único y que participaran en igualdad tanto unos como otros.

Fue tremendamente interesante estar en el corazón de un conflicto tan importante para Europa como lo era este, el de la antigua Yugoslavia. Tuvimos que, no solamente limar las asperezas, sino buscar puntos de entendimiento entre dos comunidades que se habían matado durante años y hasta seis meses antes de la llegada nuestra. Había unos odios muy encendidos.

La ciudad de Mostar y el resto de Bosnia estaban muy interconectados. Lo que hicieron los croatas en Mostar, fue una limpieza étnica. También los musulmanes. Todos aquellos musulmanes que vivían del lado croata fueron expulsados.

Por lo tanto, la convivencia estaba dañada, reinaba una enorme desconfianza y se tenía una enorme dificultad para restablecer la situación previa a la guerra. El objetivo último era en conseguir que los musulmanes retornaran a la zona croata y viceversa en condiciones de igualdad y seguridad. De alguna manera, si no se lograba, era cómo aceptar que esa limpieza étnica fuera bendecida por la presencia internacional y de los funcionarios europeos.

Esta circunstancia me planteó enormes dilemas éticos, que enfrenté sobre la marcha en la medida en que resolvía casos individuales o en que iba tendiendo puentes entre las dos comunidades.

Fue un trabajo muy bonito que recuerdo con enorme satisfacción.

MINISTERIO DE ASUNTOS EXTERIORES

Regresé a Madrid al Ministerio de Asuntos Exteriores para trabajar en temas de seguridad y defensa y en la región de los Balcanes desde los servicios centrales.

Tuve una intensa actividad de coordinación a nivel europeo con frecuentes viajes a Bruselas. Fue un trabajo habitual de despacho que desempeñé durante tres años.

EMBAJADA DE ESPAÑA – PARAGUAY

Fui el número dos de la Embajada de España en Paraguay en 1999. Elegí este destino a pesar de que mi especialización parecería que me encaminaba hacia los temas de seguridad y defensa, pero me llamó la atención la posibilidad de servir en un país de América Latina.

Podría decir que fue mi bautismo en experiencia latinoamericana. A partir de aquí mi carrera se orientó y especializó en esta región y desde entonces estoy dedicado a ella.

Aquí me sentí enormemente feliz desde el punto de vista personal y profesional. Es un país maravilloso, el 60% de su territorio está despoblado, inexplorado, que es el gran Chaco paraguayo.

Y como me encanta la naturaleza y el campo, hice una enorme inmersión en la realidad del Chaco, una de las últimas fronteras de América Latina. Se trata de una selva seca, espinosa, de difícil acceso, comunicada por caminos difícilmente transitables, en la que se encuentran parques nacionales de una inmensa extensión y con la oportunidad de cruzarse con jaguares, en la que todavía hay tribus no contactadas como los ayoreos.

La frontera agrícola ya no tiene capacidad de expansión por las características del terreno. Los únicos que habían llegado a hacer explotaciones agrícolas eran los menonitas, línea ortodoxa de las creencias anabaptistas, que habían venido expulsados de Alemania y Rusia a finales del siglo XIX y principios del XX. Iban con sus carros de caballos pues no utilizan la gasolina ni la electricidad.

Y estaba el otro país, casi tan grande como España con solo seis millones de habitantes, con una realidad cultural muy étnica, muy indígena.

Es el único país de América Latina que es bilingüe, en guaraní y en castellano, y sin importar si se es indígena o blanco. Porque otros países, como Perú o Bolivia, reconocen lenguas indígenas, pero no tienen esa capacidad de transversalidad en su uso.

Su sociedad tiene un enorme apego a la ruralidad, lo que para mí fue mucho más atractivo.

Es un país pequeño dentro de la realidad de América Latina, muy fustigado por la historia, que padeció una guerra que lo diezmó y le quitó parte de su territorio. Esa circunstancia hizo que los nacionales sintieran una cierta desconfianza hacia el extranjero. Fue muy interesante e intenso superar las primeras barreras y entrar en su realidad.

Políticamente fue una época muy convulsionada. Viví de primera mano el asesinato del vicepresidente Luis María Argaña que produjo una revuelta social que terminó con la caída del entonces presidente, Raúl Cubas, y su sustitución por González Macci. Todo ello con manifestaciones y revueltas callejeras. Recuerdo perfectamente la agitación de la plaza principal de Asunción a la que iba en medio de las revueltas para percibir la realidad política y social del momento.

La de España fue una embajada con mucho peso, como lo es en cualquier país de América Latina. Con una importante cooperación al desarrollo puesto que Paraguay tenía enormes vulnerabilidades sociales y económicas. También fuimos muy activos en cooperación cultural.

Curiosamente Asunción tiene un enorme Centro Cultural que dependía de España, que había sido tradicionalmente el centro del activismo político en contra de la dictadura de Alfredo Stroessner, lo que nos da una presencia enorme en los ámbitos culturales y en los sectores políticos más activos en el país.

Tuve la coordinación de los servicios de la Embajada, con acceso a los actores políticos de Paraguay, lo que me permitió contar con información de primera mano para el análisis, lo más preciso posible, de la situación.

MINISTERIO DE ASUNTOS EXTERIORES

Regresé al Ministerio de Asuntos Exteriores en calidad de subdirector general de México, Centro América y el Caribe en el 2002. Fui el representante de mi país en el Grupo de Trabajo de América Latina (COLAC), órgano encargado de coordinar la política exterior de los pises miembros de la U.E. hacia América Latina.

Fui el ejecutor de las decisiones que se tomaban a un nivel político superior, pero resultó muy grato el trabajo.

EMBAJADA EN COLOMBIA

Llegué en 2005 a un país en enorme transformación sin que con esto haga una valoración ni un juicio político.

Fui consejero político y facilitador del acuerdo de paz con el ELN desde la segunda jefatura de la Embajada en Colombia en el primer gobierno del presidente Álvaro Uribe, desde el año 2005 hasta el 2008. Momento en el que, con la política de seguridad democrática del presidente Uribe, el país se estaba recuperando.

La gente me hablaba de las caravanas que se organizaban para poder viajar el país por tierra. Pero no las viví, sino el momento en el que la gente nuevamente empezaba a viajar. De hecho, tengo amigos que me decían: “Voy a ir a Cartagena en mi carro”.

Mi amigo me manifestó que era un momento grato porque recordaba haber hecho ese trayecto cuando tenía seis u ocho años, pero nunca en adelante dada la realidad del conflicto en Colombia que lo había privado de disfrutar de su propio país.

Otros me decían que iban a ver las casas de la familia en el campo después de treinta años de haber estado abandonadas.

De alguna manera en aquel momento en que Uribe tenía una popularidad inmensa, la gente le reconocía el haber recuperado un país que muchos daban por perdido.

Era un país que empezaba a recuperar la confianza en sí mismo cuando tan solo diez años antes habían matado a Pablo Escobar, todavía el cartel de Cali seguía vigente y habían fracasado las conversaciones del Caguán dejando una sensación agridulce.

Porque el país apenas estaba saliendo de uno de los períodos más oscuros de su historia con asesinato de candidatos presidenciales, auge de los grandes carteles, bombas de Pablo Escobar, guerra contra el Estado.

Era un país que salía del horror del secuestro. Muchos de los que yo conocía, años antes habían sido directamente afectados por este flagelo y empezaban a ver la posibilidad de moverse y vivir el día a día de manera mucho más tranquila.

Pero también viví las otras características que son propias de un país y que no dependen de una coyuntura determinada. Me di cuenta de la capacidad de resiliencia del pueblo colombiano, del enorme apego a la cultura, al idioma, del cariño por España.

CONSEJERO MISIÓN PERMANENTE EN GINEBRA

Luego tuve un impase curioso en mi carrera. Estuve por cinco años en Ginebra trabajando temas de Derechos Humanos desde el 2008 hasta el 2012.

Quizás la empatía que se evidenció en mis primeros años, el conocer la realidad de los países en guerra, me llevó a tener una especial sensibilidad hacia el tema.

Fueron cuatro años de un trabajo interesante cuando España tuvo la presidencia de la Unión Europea dentro de las Instituciones ginebrinas, especialmente el Consejo de Derechos Humanos del que fue miembro, por lo tanto, tuvo una intensa actividad en esta materia.

También me permitió hacer una inmersión al mundo onusiano que había conocido con las operaciones de Naciones Unidas en Mozambique y en Bosnia sin que hubiera trabajado dentro de este ámbito.

Por primera vez entré a la burocracia de una de las principales sedes centrales de Naciones Unidas y me di cuenta de su importancia, pese a la crítica. Siempre que me preguntaban por mi opinión sobre Naciones Unidas decía que, si no estuviera inventada, habría que hacerlo. Considero que hace un aporte fundamental en materia de paz, de seguridad, de desarrollo y Derechos Humanos, que fue mi tema.

Es un esfuerzo civilizatorio en el cual la comunidad internacional se pone de acuerdo en una serie de reglas y procedimientos. Es una institución supranacional, está por encima de los Estados.

Vivir eso desde su sede central y en uno de los pilares fundamentales de la organización como son los Derechos Humanos, fue muy interesante desde el punto de vista profesional.

El Consejo de Derechos Humanos me permitió especializarme en el derecho internacional de los derechos humanos, que es un segmento específico, también en Derecho Internacional Humanitario. Esto me aportó un plus de conocimiento y de formación potente. Era un trabajo muy de despacho, multilateral, de discusión en las plenarias del consejo de derechos humanos, de coordinación interna con los Estados miembros de la U.E.

Desde lo personal fue maravilloso al vivir en una ciudad europea, con menos intensidad de acontecimientos que mis destinos anteriores, pero también con menos interacción social. El trabajo del día a día es absorbente. Fue enormemente importante desde el punto de vista de mi formación y me abrió los ojos a esta realidad del mundo.

SECRETARÍA DE ESTADO DE COOPERACIÓN INTERNACIONAL Y PARA IBEROAMÉRICA

En enero de 2011 el entonces ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, me dio la confianza de nombrarme director General para América Latina.

Me convertí en uno de los principales responsables del diseño de la política exterior de España hacia Latinoamérica, nombramiento que hace el Consejo de Ministros, lo que en España se considera un alto cargo desde la Secretaría de Estado de Cooperación Internacional y para Iberoamérica.

Tuve una intensísima actividad, además participé de los centros de pensamiento españoles y extranjeros con el diseño de política pública hacia esta región.

Pero también tuve el honor de acompañar en sus viajes a América Latina a su majestad el Rey Juan Carlos, al entonces Príncipe Felipe y más tarde como Rey Felipe VI. Los acompañé a más de seis u ocho tomas de posesión, entre ellas a la segunda posesión del presidente Juan Manuel Santos y también acompañé al Rey Juan Carlos en la firma del Acuerdo de Paz en Cartagena.

Fui uno de los directores generales más veteranos en términos de permanencia en el cargo. Solo había habido uno que por cierto también fue embajador en Colombia, Yago Pico de Coaña que duró en el cargo algo más que yo.

Puedo decir que esta trayectoria me hizo un profundo conocedor de la realidad de la región y sus particularidades, porque América Latina es un todo, pero cada parte de ese todo es muy específico y diferente del resto. Comprobé la importancia enorme que tiene Iberoamérica para España. Conocí con detalle la realidad de esta relación.

Los enormes vínculos que tiene España, mucho mayores de lo que realmente percibimos, van mucho más allá de la retórica. Hay una realidad muy viva de intercambios humanos, económicos, culturales y educativos.

Pasé poco tiempo con mi familia al tener que dedicar tantas horas a una actividad que trascendía el despacho, pues asistí a diferentes eventos y participé de muchas reflexiones que me dieron una visión única de Latinoamérica.

Viajé muchísimo y cruzar tantas veces el Atlántico me pasó factura en términos de sueño y de desgaste físico. Este trabajo fue muy exigente y dedicado.

EMBAJADA DE ESPAÑA EN COLOMBIA

Cuando dejé el cargo tras cinco años intensos, el gobierno me nombró embajador en Colombia, una de nuestras principales y más importantes embajadas de la región.

Ya contaba con la experiencia de tres años como segundo de la embajada y el hecho de llegar después de la experiencia Latinoamericana como director General me permitió la satisfacción de asumir unas responsabilidades que ya conocía y con un bagaje enorme que he podido poner al servicio de mi misión.

Se ha construido con Latinoamérica a lo largo de los años una relación sólida que deriva de una percepción compartida de nuestros intereses mutuos. Este hecho nos da una enorme cercanía, no diría que capacidad e influencia política, pero sí entendimiento de las realidades de ambos países.

La de España es una Embajada importante en Colombia, con mucho peso por la intensa relación política. Es una de las Embajadas con más protagonismo en el país.

Y para el colombiano, cualquiera que sea su color político, es una Embajada de especial interés por la posición que España asume de defensa de los intereses de Colombia en el seno de las instituciones europeas. Esa posibilidad de que España abogue por intereses colombianos en Bruselas también nos da una importancia especial.

Además, somos un importante cooperante en desarrollo. El segundo inversor extranjero y una de las inversiones extranjeras que más empleo genera. También el segundo emisor de remesas a Colombia, casi mil millones de dólares anuales. Además, el segundo destino de los estudiantes en el exterior, con más de diez mil quinientos colombianos en nuestras universidades. La segunda colonia extranjera más relevante de colombianos en el exterior es la que hay en mi país.

Hay una realidad abrumadora. Aunque los registros hablan de más de doscientos noventa mil colombianos en España registrados como tales, diría que superan los cuatrocientos mil. La intensidad de viajes era enorme antes de la pandemia, de manera que España puede superar en número de frecuencias aéreas a los Estados Unidos. Teníamos días con catorce vuelos en las dos direcciones, ida y vuelta, que salían de Bogotá, Medellín y Cali.

El vínculo bilateral es enorme en todos los campos.

Hay una intensidad de relaciones que hace que esta sea una Embajada de mucha proyección al interior de Colombia. Porque vamos mucho más allá de la retórica histórica, de que somos países hermanos.

UNA MIRADA AL FUTURO

Termina mi misión en Colombia a comienzos de diciembre cuando regresaré a Madrid. Tendré otro destino porque voy a seguir en la carrera diplomática. Soy una persona institucional y quiero jubilarme en lo que hago.

Quizás explore otras áreas de trabajo dentro de la carrera diplomática porque tengo inquietudes como la del trabajo consular que no he desempeñado. Estoy viviendo la fase de explorar opciones que se concretarán en las próximas semanas.

Soy un funcionario público y llevo muy a gala el honor y el privilegio de poder servir a mi país. No tengo más certidumbres de lo que me espera a futuro. Pero me gusta no tener todo tan pautado.

Uno de mis proyectos inminentes es hacer el Camino de Santiago, no sé cuán largo lo haría, pero sí por lo menos de dos semanas.

FAMILIA

En 1993 me casé con María Henríquez de Luna Basagoiti. Una mujer extraordinaria que me ha acompañado en todos mis avatares diplomáticos y viajes desde prácticamente mi primer destino.

Por su padre pertenece a una de las familias aristocráticas más reconocidas del centro sur de España, la zona de Castilla La Mancha. Su madre integra una de las familias de la burguesía financiera vasca.

María es una persona de enorme cultura, historiadora. Se ha integrado de manera notable a las culturas de los países donde hemos estado, incluso ha tenido mucho más contacto con la realidad local del que he tenido yo. Tiene una enorme sensibilidad hacia las realidades sociales y siempre es muy abierta a conocer las experiencias locales.

Si se necesita describir cuál es la mejor compañera o compañero de un diplomático es una persona que tenga todas estas características de apertura, de adaptabilidad, de capacidad de sacrificio profesional.

Tenemos tres hijas que son autónomas e independientes. María, Jimena, Gadea (nombre del castellano antiguo). Las dos mayores son economistas y la menor, que está por terminar su colegio, quizás se decida por el Derecho.

Una vive en Francia y la otra en Inglaterra. Una de ellas en breve se casará con un inglés, por lo tanto, ya tiene otra vinculación. La pequeña está con nosotros, pero también tiene esa proyección internacional. Tienen una capacidad de adaptación impresionante, además son perfectamente trilingües. A su edad, mi generación era mucho menos internacional.

Hemos procurado, María y yo, que nuestras hijas con su enorme componente trasnacional, porque se han criado en diferentes entornos y medios, estén muy vinculadas a su país de origen, que tengan arraigo y apego por España.

REFLEXIONES
  • ¿Qué reflexiones hace después de este recorrido por sus memorias?

Es una buena oportunidad de repasar cosas de mi pasado, de reencontrarme con mis vivencias que tenía en mi subconsciente y que ahora afloran.

Por otro lado, me da vértigo ver el paso de los años y que tengo tanta trayectoria vital y profesional encima.

Puedo decir que no me arrepiento de nada. Estoy satisfecho. Si pudiese ir al pasado tomaría las mismas decisiones y conduciría mi vida exactamente igual, lo que no quiere decir que no reconozca errores.

Lo único que de verdad me llevo, al final de mi carrera, es la experiencia, un montón de amigos y la íntima satisfacción del deber cumplido.

  • ¿Cuál es su plan retiro ideal?

No me lo he planteado. Espero estar en plenas condiciones físicas que me permitan disfrutar de mis hijas que están desperdigadas por Europa.

Me veo regresando a mi país para ocuparme de mis asuntos personales y familiares. Pienso en seguir cultivándome. Me visualizo en paz conmigo mismo y con los demás.

  • ¿Cómo le gustaría ser recordado?

Como una persona de bien, como un caballero, como un señor.

  • ¿Cuál debería ser su epitafio?

 Algunos se van por la poesía, por epitafios de enorme profundidad filosófica. Otros por los humorísticos y hasta metafísicos. Yo me iría por el numérico:

1965 – ¿?

Más que el epitafio prefiero perdurar en el recuerdo de mis seres queridos de manera amable y grata.