JULIO CARRIZOSA UMAÑA
Las memorias son conversadas, las historias escritas en primera persona por Isa López Giraldo.
Soy una persona afortunada que vivió en una familia austera que le brindó buena educación. Siempre he estado interesado por lo que ocurre en el país. Me ha gustado leer, Adoro a las mujeres. He sido buena persona, aunque iracundo y he tenido problemas por eso, pero he sabido reaccionar. Soy malo para los deportes. He sido privilegiado con excelentes amigos, pues han sido todos magníficas personas.
Como ambientalista soy uno de los que más ha escrito sobre estos temas. Como funcionario público hice cosas importantes por el ambiente. Algunos afirman que soy el padre del ambientalismo, pero eso no es verdad. Comencé a serlo a mis cuarenta años y antes había habido muchísimas personas que habían comenzado a trabajar en el tema ecológico. Fueron ellos quienes me convencieron de la importancia del tema.
ORÍGENES
Mi hermano mayor, quien ya murió, se dedicó a descubrir la genealogía de la familia que a todos nos fue interesando cuando nuestros padres ya no vivían.
Sabemos entonces que los primeros Carrizosa llegaron a Santander a finales del siglo XVIII. El primero se casó con una mestiza descendiente de alguien que había llegado mucho antes, seguramente vino con los conquistadores, y tuvo hijos con una indígena. Con el tiempo esta familia fue mejorando su posición social y económica. Alguno de ellos se casó con descendientes del fundador de Barichara. Se trataba de primos hermanos que contraían matrimonio entre ellos. Cuando llegó la independencia, uno de mis ancestros firmó el acta que declaró la independencia en San Gil, es decir, ya estaba en una posición privilegiada, aunque no sepamos muy bien porqué.
Mi tercer abuelo, Agustín Carrizosa Martínez, se hizo muy amigo del general Santander, no sabemos cómo. Papá alguna vez me dijo que había sido porque él se había metido en el transporte de oro en mula. Deduzco de esto que transportó oro con el ejército de Bolivar y Santander y que lo hacía para pagarles a los soldados a través del terrritorio. Sé que fue muy amigo de Santander porque cuando se dio el atentado contra Bolívar iban a fusilar a Santander, entonces mi pariente firmó una carta conjunta que dirigieron a Bolívar y en la que pedían que no lo fusilaran.
No tenemos muy claro qué pasó con Agustín, pero sabemos que tuvo que enriquecerse muchísimo pues fue padre de catorce hijos y a cada uno le dejó una finca. Mi abuelo fue uno de ellos, Agustín Carrizosa Pardo.
AGUSTÍN CARRIZOSA PARDO
La vida de mi abuelo fue muy curiosa. En 1899 él y algunos de sus hermanos viajaron a Europa. Estando en París decidieron quedarse por tres o cuatro años. Creo que lo hicieron tratando de evitar la guerra de los mil días que tuvo lugar en ese período.
Agustín viajó sostenido por la finca que le había quedado de su padre ubicada en Suesca. Fue su hijo mayor quien estuvo al frente de ella. Esta ahora no produce nada, pero en ese momento generó ingresos suficientes: pienso que se basaban en el cultivo de trigo, el cual estuvo protegido, lo que hacía que el precio fuera muy alto. Álvaro Carrizosa, mi tío mayor, fue el único que mantuvo la producción agrícola en su finca de Ubaté. Algunos de sus descendientes todavía pueden vivir de ella o por lo menos recrearse. Fue así como una parte de la familia pasó de la minería a la agricultura para seguir en ella. Llegó un momento en que a algunos liberales les quitaron sus predios, bajaron los ingresos y mi abuelo decidió regresar al país con su familia. Llegaron hasta Honda con muebles que usaron como trincheras porque la guerra continuaba y tenían que protegerse.
SOFÍA VALENZUELA SERNA
Al finalizar el siglo XIX, mi abuelo se casó con Sofía Valenzuela Serna. No la alcancé a conocer y hay muy pocas referencias a ella. Deduzco que tenía que ser de carácter fuerte porque sostuvo a la familia durante años con el alquiler de las fincas.
Tanto el abuelo Valenzuela como el abuelo Serna murieron fusilados. A Valenzuela lo fusiló Murillo porque había firmado el acta de independencia siendo abogado del gobierno español. A Serna lo fusiló Santander por haber colaborado en una conspiración contra él. Este factor común llevó a los Valenzuela Serna a alejarse de la guerra de los mil días.
Se crio mi abuela en una casa grande en la sexta con avenida Jiménez donde funcionó el periódico El Tiempo. Cuando murió mi abuelo y con los hijos grandes, mi abuela no pudo continuar allí, vendió la casa y compró un apartamento en la carrera sexta entre calles once y doce donde llevó a toda la familia, con excepción de mi tío Álvaro. Uno de los problemas de esta casa de habitación era bañarse, se daba una discusión entre todos para saber quién se bañaba en la tina donde se había bañado mi abuela.
Para este momento mi papá tenía doce años, entonces mi abuela lo envió al Seminario menor algunos de mis tíos protestaron por ser liberales. Mamá Sofía era conservadora, por razones históricas, entonces se mantuvo en su punto de dejarlo en el Seminario dado que ya no estaba vivo su esposo.
JULIO CARRIZOSA VALENZUELA
Julio Carrizosa Valenzuela, mi papá, nació en 1895, salió del Seminario cuando mi tío Álvaro decidió llevarlo a la Escuela Militar dada su amistad con el general Reyes quien acababa de crearla. Pero papá nunca contaba nada de su experiencia, excepto cuando yo cometía una falta en el comedor y decía: “¡A usted le falta asistir a la escuela militar!”. En esta escuela recibían la instrucción de chilenos que habían sido formados por militares alemanes.
Mi papá se graduó de teniente y llegó a subir a capitán. Como capitán fue director de la banda presidencial de uno de los presidentes conservadores. Decidió retirarse del ejército y estudiar ingeniería civil en la Universidad Nacional donde se destacó por su excelencia en matemáticas y por la creación de los laboratorios de resistencia de materiales. Antes de graduarse le pidieron que enseñara álgebra a los estudiantes que acababan de ingresar y fue toda su vida profesor porque se dedicó por completo a la academia. La Academia de la Ciencia publicó un libro sobre sus aportes en matemáticas.
El presidente Olaya Herrera decidió nombrar un gabinete liberal y conservador antes del Frente Nacional, y nombró a papá ministro de Educación en representación del partido conservador, aunque no lo admitían mucho en su partido. Cuando Olaya lo nombró, Laureano Gómez se opuso, dijo que un Carrizosa conservador era imposible, lo llamaba liberalizante. A su vez, papá nombró a Agustín Nieto Caballero director de secundaria. Viajaron juntos a los resguardos indígenas de Nariño para llevar educación, también ayudaron a definir el lote donde se construiría la sede Universidad Nacional, esto colaborando con López Pumarejo.
RAMA MATERNA
La familia Umaña vino del norte de España. Al llegar establecieron un vivero como base de sustento. El primero de ellos se cruzó con una mestiza, la primera a la que le permitieron ser encomendera desde el Concejo de Indias dado que su papá había llegado entre los conquistadores y pidió que fuera a ella, a la India Mencia y no a sus hijos que se habían quedado en España, a quien le fuera otorgada la encomienda que le habían dado a él. Esto lo propuso prometiendo construir una capilla en Tunja, Boyacá, como en efecto hizo. Se trata de la Capilla de los Mancipes. Es así que tengo antepasados muiscas.
El abuelo de mi mamá tuvo dos hijos y siete hijas a quienes les dejó fincas, porque fue un hombre muy rico. De su descendencia provienen multitud de familias de Bogotá . Un Umaña fue el primer fusilado por Murillo, cuando entró por Boyacá, entonces toda la familia quedó prevenida y se estableció en Bogotá.
Francisco Umaña, mi abuelo, se fue muy joven para Europa, buscando alejarse de la guerra. Mis tías abuelas se quedaron y mi mamá las admiró porque ellas sí intervinieron en la guerra como espías. Fueron antecesoras de las Policarpas.
ZENAIDA BERNAL
A su regreso, mi abuelo se casó con Zenaida Bernal quien era santandereana. Fue ella la abuela que uno quisiera tener. Llevó una vida muy difícil, enviudó cinco años después de casada y tuvo un hijo póstumo.
Mi mamá tenía tres o cuatro años cuando mi abuelo Umaña murió de infarto mientras hablaba con mi bisabuela tomándose un trago. Al igual que a mi abuela Sofía, las circunstancias le obligaron a mi mamá abuelita mantener a los hijos con los arriendos de su finca en Sáchica, Boyacá. Todos ellos estudiaron y fueron muy importantes dentro del Partido Liberal.
José Umaña Bernal, mi tío mayor, político y poeta, decidió que mamá abuelita se tenía que acostar para poder sobrevivir, pues algún médico le diagnosticó azúcar en la sangre, entonces permaneció en cama por cincuenta años. La pasó feliz hablando de política con todos sus conocidos, leyendo el periódico y llamando al presidente Santos cuando veía que algo no estaba funcionando, porque no soltó el teléfono. Nosotros la visitábamos a diario y yo me acostaba en la cama con ella. Zenaida era lo más cariñosa que cualquiera se pueda imaginar.
Uno de mis tíos Umaña fue presidente del Congreso, otro fue diplomático toda su vida, José Umaña Bernal fue un gran poeta siendo el más liberal de todos, y fue una maravilla de orador, sabía mil historias.
MARÍA UMAÑA BERNAL
Mamá, María Umaña Bernal, la penúltima de su casa, nacida en 1905, fue muy católica y se casó con papá muy joven siendo papá mayor diez años. Se encontraron en el barrio la Candelaria a través de las primas de mi papá, las Carrizosa Carrizosa, descendientes del tío Álvaro quien se casó con su prima hermana.
Eran muy amigas de las Rodríguez Fonnegra, ellas muy importantes dentro del Partido Liberal. El abuelo de las Rodríguez Fonnegra fue uno de los últimos radicales, construyó una casa tan grande en la Candelaria que Olaya Herrera decidío salir de allí caminando hasta el Capitolio para posesionarse, como ocurrió también con los otros presidentes liberales. Fue en esa casa donde mis papás se conocieron.
CASA MATERNA
Mis papás se casaron en 1925. Inicialmente vivieron en una casa arrendada en la Candelaria. Luego, cuando recibió el pedazo de la finca como herencia, lo vendió y decidió comprar una casa junto a la Candelaria, en el barrio La Concordia. Este era un barrio muy curioso, pues no tenía casas coloniales, sino intentos de construcciones que querían ser modernas, inclusive edificios. Fueron los maestros de obra quienes se inventaron las casas modernas. Las dos que compró mi papá tenían una fachada que simulaba capas con líneas de ladrillo y cemento, encima llevaban unas columnas griegas. Las unió y en una de ellas organizó su biblioteca, armó cinco patios y dejó un cuarto de San Alejo.
Papá tuvo un carro, pero cuarenta años después se lo regaló a su conductor porque lo usaba muy poquito. En adelante nunca tuvo automóvil, tomaba bus para ir a la universidad. Dedicaba diez horas del día a enseñar. Cuando llegaba a la casa ocupaba su tiempo en escribir, estudiar y calificar. Nosotros, sus hijos, nos asomábamos desde la puerta y lo veíamos en su escritorio, que era enorme. Le tuvimos un profundo respeto, y fue muy tierno con nosotros, como lo fue mi mamá.
En la casa papá hablaba muy poquito, pero tenía buen humor. Alguna vez que surgió el tema de la riqueza de la familia nos dijo: “A ustedes los eduqué, no para ser ricos, sino para ser buenos ciudadanos”. Eso nos quedó en la cabeza.
Papá y mamá se quedaron viviendo en el centro de Bogotá mucho más tiempo que el resto de las familias vecinas, porque no se querían mover. La casa fue el lugar al que llegaron a almorzar los primos y lo hacían sin avisar, así, lo poco que ganaba papá era para pagar los desayunos, almuerzos y comidas de la familia. Mis tíos maternos llegaban a la casa a almorzar los domingos, esto hizo que creciéramos con un interés muy marcado en política. Mi mamá nunca cocinó, contó con cinco empleadas que le ayudaban: dos nos cuidaban a mis hermanos y a mí, otra en la cocina, otra hacía el oficio y una temporal lavaba los patios.
En esa época se oía mucha radio y papá nos sentaba a escuchar las obras de teatro escenificadas precisamente para la radio. A papá le encantaba el cine, era su debilidad, así todos los sábados y domingos íbamos caminando a vespertina con él. No tenía ningún límite, nos llevaba a ver cualquier película, aunque el cine era controlado por los Estados Unidos. En su mayoría eran películas sobre la guerra. Vimos de la Metro otras de contenido pasional, muy lindas, con muchos close up.
Papá y mamá no celebraban el año nuevo, no se usaba, en cambio sí hacían una gran fiesta en Navidad. Recuerdo especialmente, un treinta y uno de diciembre, cuando en el teatro Astral de la carrera séptima entre calles 21 y 22, proyectaron Lo que el tiempo se llevó, duraba casi cuatro horas, por lo que ni mi mamá ni mis hermanos no quisieron asistir. No tengo palabras para describir cuánto disfruté de esta película, me emociona recordarlo.
Antes la Metro había construido un teatro, el San Jorge, ubicado en la carrera 16 con calle 14, un sitio que hoy no se puede pisar por los crímenes que se presentan, pero en ese entonces podíamos caminar hasta la casa a las nueve de la noche sin problema.
HERMANOS
Ernesto, mi hermano, ingeniero civil dedicado a la interventoría, murió el año pasado a sus noventa y cuatro años; fue quien se consagró a la tarea de rescatar la genealogía de la familia. Consuelo y Beatriz fueron hermanas gemelas. Juan es el menor, también ingeniero civil quien se dedicó a la construcción desde una firma importante. Mis hermanos hombres y yo estudiamos en el Gimnasio Moderno, tal como lo hicieron mis hijos y mi nieto. Mis hermanas estudiaron en el Femenino.
ACADEMIA
El Gimnasio Moderno fue un precursor de la educación. Cultivó en nosotros una disciplina de confianza, rescató siempre la importancia de la libertad humana, pero también la de los árboles y jardines, tenía un jardin botánico.
Don Agustín, hijo de un comerciante muy rico quien tuvo una distribuidora de licores, decidió dedicarse a la educación. Con la plata del almacén viajó por Europa averiguando quiénes sabían de educación y encontró al doctor Decroly y a la señora Montessori, a quienes invitó al país. La primaria del colegio adoptó el nombre Decroly y los colegios Montessori que se abrieron implementaron el método de la escuela activa.
Ernesto Bein fue un profesor alemán muy importante que llegó al colegio antes de la segunda guerra mundial huyendo de Hitler, creo que era judío, una persona excepcional que le dio mucha importancia a la cultura, al arte, al teatro, al cine. Con esto nos influyó muchísimo a todos.
Unos años después de la fundación del colegio, la familia Samper donó el terreno para construir la sede en la que tuvo mucha relevancia la naturaleza. Una de las actividades anuales fundamentales fue ir de excursión. Los más pequeños íbamos a los cerros cerca al Gimnasio, luego a diferentes lugares del país hasta que la violencia las hizo imposibles. Después del 9 de abril, a finales del 48, ya no hubo más. Yo tenía trece años.
Esta fecha fue importante para nosotros, fué cuando el colegio ofreció sus instalaciones para que la conferencia panamericana continuara en el Gimnasio después de la muerte de Gaitán. Tuve ocasión de observar lo que estaba pasando mientras caminaba desde la calle 72, donde me había alojado esa noche, hasta mi casa que quedaba en la calle 14. Me tuve que refugiar conforme iba avanzando, porque había todavía muchos francotiradores.
Yo ya había comenzado a participar en política y había visto la última manifestación que había organizado Gaitán, que fue nocturna y completamente en silencio donde cada uno de los participantes llevaban antorchas. Esto me impresionó mucho y comencé a considerar volverme gaitanista, pero con el 9 de abril me impresioné muchísimo por la desaparición de casas y edificios que eran importantes y que me gustaban tanto. Entonces pasé del gaitanismo al laureanismo.
Hasta ese momento el país había vivido muchos años de paz, desde 1903, pero no completa. Vivimos muy felices, aunque con austeridad, del sueldo de papá, en un país muy pacífico, muy lejano de la sociedad de consumo que después fue la que empezó a florecer. Me he sentido siempre muy afortunado por haber nacido en la familia en la que nací y por la vida tranquila que llevamos, hasta que todo se enterró el 9 de abril.
UNIVERSIDAD NACIONAL
No fue fácil pasar del Gimnasio Moderno a la Universidad Nacional en la que papá fue rector. Ingresé a la facultad de ingeniería civil. Aquí me impresioné con la muerte de estudiantes en el año 1954. De manera injusta y desafortunada, papá fue acusado por haber llamado a la policía, lo que era mentira. Durante ese año me fue muy mal en todas las materias, en el 55 tomé solo dos y decidí entrar al departamento de filosofía.
Para ese momento acababan de llegar profesores españoles que resultaron socialistas cuando se creía que eran de derecha, muy cercanos al pensamiento de Sartre. Todavía los recuerdo. Conocí una novia, una niña muy interesada en estas cuestiones filosóficas. El resto de la carrera lo pasé mucho más tranquilo. Igual me gradué de ingeniero en 1959, ahora de la mano de otra novia, María Cristina Posada, quien se convertiría en mi primera esposa y con quien tuve dos hijos que hoy son profesionales exitosos.
INSTITUTO GEOGRÁFICO AGUSTÍN CODAZZI
Me casé año y medio antes de graduarme. Por fortuna papá me financió el matrimonio. De inmediato comencé a trabajar en el Instituto Geográfico Agustín Codazzi, en la sección de cálculos de geodesia. Luego me contrataron como profesional en la sección de cartografía donde aprendí a hacer planos a partir de fotografías aéreas.
OHIO STATE
Tuve la posibilidad de especializarme en fotogrametría. Viajé con mi esposa por un año a los Estados Unidos para estudiar en OHIO STATE, en Columbus. Conseguí dos habitaciones en una casa cerca de la Universidad. Pudimos disfrutar del campus, uno de los más bellos, de una ciudad muy tranquila. Viajamos a Washington y a Nueva York para conocer, fuimos a teatro por primera vez pues todo era muy barato. En Columbus empecé a leer Monthly Review, una de las pocas revistas norteamericanas de izquierda. Me llamó la atención porque hablaba de América Latina. De pronto me di cuenta de que yo no tenía por qué ser de derecha, entonces hice contacto con el grupo de Alfonso López Michelsen, para ese momento muy de izquierda, y les envié artículos para una revista que ellos tenían. Regresamos después de seis meses de estar en Washington.
DIRECTOR DE LA CARTA GENERAL
A mis veintiséis años, en el año 61, fui nombrado director de la Carta General, sección del IGAC que maneja los planos generales del país. Aquí permanecí cuatro años. Era un grupo que apenas estaba empezando en un momento en que no había mapas a escala 1/25.000 del país. Me tocó hacer los primeros mapas de la Guajira.
Alfredo Díaz, después director del Instituto, me dijo: “No tendremos mayor porvenir si no estudiamos algo más”. Nos motivó para que estudiáramos sociología o economía. En ese momento comenzó el programa de sociología en la Nacional, pero llegamos a la conclusión de que era mejor estudiar economía en los Andes que estaba dictando cursos para ingenieros.
ECONOMISTA UNIVERSIDAD DE LOS ANDES
En mi primer contacto con la economía quedé encantado con la carrera. Contamos con profesores estupendos provenientes de Minnesota. A todos los ingenieros nos fue muy bien, pues sabíamos bastante más de matemáticas que cualquier otro estudiante de economía, además porque estos profesores eran muy matemáticos.
UNIVERSIDAD DE HARVARD
Estando en esas llegó un equipo de la Universidad de Harvard, estaban buscando colombianos interesados en estudiar en los Estados Unidos, especialmente a alguien que ya hubiera trabajado con el gobierno y que quisiera especializarse. Me escogieron. Esto fue para mí extraordinario, entonces obtuve un master en administración pública en Harvard.
DIRECTOR NACIONAL DE CATASTRO
A mi regreso, en 1967, fui nombrado director Nacional de Catastro. Era el gobierno de Carlos Lleras quien inició esta entidad cuando fue contralor de la República, entonces trató de darle la mayor cantidad de información que pudo. En los dos años que estuve al frente logramos hacer el catastro de más de dos millones de predios en Cundinamarca, Valle del Cauca y Santander. Nos fue realmente muy bien. Desde aquí pude conocer mucho más del país.
DIRECTOR DEL INSTITUTO GEOGRÁFICO AGUSTÍN CODAZZI
Me nombraron director del Instituto Geográfico Agustín Codazzi desde el 69 al 73. En el 73 se produjo un problema en el INDERENA, Instituto que creó Carlos Lleras para manejar los recursos naturales. Yo había comenzado a tratar el tema ecológico conformando un grupo de biologos, arquitectos, políticos, con los que analizábamos la situación del país. En el gobierno de Pastrana él pensó que yo podría resolver los problemas del INDERENA, los enfrentamientos entre desarrollistas, conservacionistas, entonces me nombró en la gerencia general.
INDERENA
El presidente Misael Pastrana, en el año 73, me nombró gerente general del INDERENA donde permanecí por cinco años hasta cuando llegó el gobierno Turbay. Durante esos años se logró conformar una grupo multidisciplinario admirable y, con ellos, el Instituto logró elaborar el Código Ambiental.
CEPAL
Renuncié al INDERENA con la tranquilidad del ofrecimiento que me había hecho la CEPAL, la comisión económica para América Latina de las Naciones Unidas. Para dirigir la unidad de ambiente y desarrollo. Me alcanzaron a hacer el contrato, pero lo anularon cuando pasó a revisión de los médicos que no lo aprobaron. Resulta que en el año 68 me había dado un infarto y sufrí una operación a corazón abierto. Esto fue así posiblemente por la cantidad de responsabilidades que había asumido. Por fortuna, lo superé.
ACUSACIÓN FALSA
El contralor general de la República me acusó de haber creado, sin permiso del gobierno, la Corporación de investigación de asuntos forestales – CONIF, lo cual era falso, y trató de meterme a la cárcel. Por fortuna, cuando me dictaron auto de detención, yo me encontraba con la familia de un pintor amigo nuestro, quien me dijo que me fuera para su casa donde permanecí mientras se aclaró la situación. Para mí fue una circunstancia muy difícil. En adelante y por quince años me dediqué a la consultoría en temas ambientales.
SEGUNDO MATRIMONIO
Estando con mis amigos conocí a mi segunda esposa. Me convencí de que Aida era algo que yo no me podía perder en la vida. Fui feliz con ella por los veintisiete años que permanecimos juntos hasta su muerte a causa de un cáncer que se la llevó en el 2009, para quedar solo. Vivimos felices en la casa que habíamos comprado en la Candelaria, luego en Tabio, donde murió. Decidí entonces devolverme para el apartamento que habíamos comprado en Bogotá.
INSTITUTO DE ASUNTOS AMBIENTALES
Me invitaron a presentarme a un concurso que la Universidad Nacional hizo para dirigir el Instituto de Asuntos Ambientales, un tema en el que me concentré y fui muy activo desde que inició mi vida profesional en el Agustín Codazzi. Fui nombrado director del Instituto, pero también me nombraron profesor por los diez años siguientes hasta el 2014 cuando me pensioné.
Allí se creó la maestría en Desarrollo y Ambiente y escribí tres libros, entre ellos La Visión Ambiental Compleja y Colombia de lo Imaginario a lo Complejo, libros que son poco conocidos.
ESCRITOR
Pensionado empecé a escribir continuamente y a ayudar a resolver problemas ambientales en diversos grupos como el Foro Nacional Ambiental, La Paz Querida y Futurible, aunque ya lo había hecho como profesor de la Nacional. He de anotar que Aida escribió nueve libros de historia, mientras que yo escribí seis. En total he escrito diez libros, todos acerca de cómo el ambiente incluye lo humano y lo construido y constituye un tema complejo que debe afrontarse con soluciones complejas.
AMBIENTALISTA
Cuando fui director del Instituto Geográfico nombré a Gabriela Samper, cineasta, directora de relaciones públicas en el Codazzi. Gabriela me sugirió mover al Instituto hacia lo ambiental. Afortunadamente, ya Enrique Perez Arbeláez, el gran ecólogo, era asesor en el IGAC. A partir de eso empezamos a reunir personas que podrían estar interesadas, entre ellas varios arquitectos, abogados, biólogos, ingenieros civiles y forestales, todos ellos gente muy importante. Hicimos reuniones buscando introducir el tema en el país y se dieron varias iniciativas.
Cuando pasé a la dirección del INDERENA con el iGAC hicimos la primera reunión ambiental en Colombia sobre ecología y urbanismo. Ahí surgió la idea de hacer el código de recursos naturales y medio ambiente. Lo escribimos en un año, todavía existe y fue el primero en el mundo.
Todo esto sucedió durante la presidencia de Misael Pastrana, pero él decidio no firmarlo por rumores que surgieron en torno a que afectaba el código civil. Por fortuna el presidente Alfonso López Michelsen, me conocía por los artículos que le había enviado y también por la familia con quien se había tejido lazos estrechos de amistad. Le llevé el código al que se opuso el ministro de Agricultura de la época, y lo firmó.
Comenzamos a hacer investigación y acción sobre muchos temas y supe lo complejo que resulta sacarla adelante. Requirió conformar grupos de personas de diferentes disciplinas, desde filósofos, abogados, gente dedicada a la información, publicidad, economistas, sociologos, administradores, biólogos, antropólogos, ecólogos, autodidactas como el sabio Hernandez, ingenieros. Esa multiculturalidad nos ayudó a ser precursores de la cuestión ambiental y me convenció de que los buenos somos mayoría en Colombia. Sobre eso escribí un libro titulado Gente Buena y acabo de publicar uno que se llama Cómo Vivir Bien en un Mundo Complejo. Para mí, Colombia es uno de los países más complejos en lo biofísico y en lo cultural, pero en lo político y lo social son muy pocos los que deciden y por eso no se solucionan nuestros complejísimos problemas. Eso lo explico en un libro que se llama Colombia Compleja.
Muchos de quienes participaron eran izquierdistas y surgió el temor en la administración pública de que estuviera auspiciando a la subversión. En la Sierra Nevada de Santa Marta empezamos a hacer el primer proyecto de ecodesarrollo en el mundo, pero se entendió como un proyecto de apoyo a la guerrilla. Cuando llegó Turbay al poder decidió suspenderlo. La falta de continuidad en el tema ambiental ha afectado mucho sus avances. Empezó a verse de manera aislada y no como ocurre con lo ecológico, lo social, lo político o lo económico, sino solo como un problema de protección de la naturaleza no humana. Esto ha llevado a que no tenga la importancia debida.