Daniel Gómez Gaviria
Las Memorias conversadas son historias de vida escritas en primera persona por Isalópezgiraldo.
Mi personalidad está definida por mi carrera profesional. Lo primero que pienso cuando me preguntas por mi esencia, es que soy economista al ser esta la forma como me aproximo a la vida. También soy músico aficionado, de buen nivel.
Me define el ser optimista, positivo, juicioso, disciplinado, alguna vez tímido y luego extrovertido. Me adapto con enorme facilidad a los diferentes lugares, culturas y circunstancias. He vivido en seis ciudades distintas, en cinco países, y en todos los lugares he sido muy feliz, he aprovechado lo que me ofrecen los sitios.
Tengo la vena política de mis abuelos, la misma que no he explotado, pero quizás la vida me brinde la oportunidad de hacerlo.
ORÍGENES
Las dos familias, tanto la paterna como la materna han influido de manera importante mi vida.
RAMA PATERNA
Hernando Gómez Otálora, mi abuelo paterno, disfrutaba rescatando su genealogía y nos contaba de sus ancestros. El más antiguo que se conoce fue un sobrino del general Santander de quien tenemos un cuadro que representa su muerte junto a nuestro pariente. Una copia de esa obra reposa en el Museo Nacional.
Mi abuelo proviene de una familia de Boyacá, siendo él de Tunja. Fue economista y abogado con estudios en SMU en Dallas, y doctorado en Derecho en Harvard. Llevó una vida académica y pública muy nutrida. También fue maratonista.
Ejerció como representante a la Cámara por su Departamento. Fue ministro de Desarrollo Económico de Carlos Lleras Restrepo. Después del holocausto del Palacio de Justicia, perpetrado por el M – 19, mi abuelo integró la Corte Suprema, y yo lo conocí siendo magistrado. También hizo parte del grupo de fundadores de la Facultad de Derecho de los Andes, su primer decano y luego rector. Dirigente gremial, asesor de la Junta Monetaria. Uno de los padres del Decreto 444 del régimen de cambios vigente por tantos años desde el gobierno Lleras. Una de las cosas importantes por las que se le conoce es la sentencia de la Corte Suprema que dio vía libre a la Asamblea Nacional Constituyente de 1991.
Presidiendo el Congreso, y a sus cuarenta y cinco años, sufrió un derrame cerebral, porque tuvo un accidente cerebro vascular que lo paralizó medio lado recuperándose de manera importante.
Fue alguien quien muy joven ya había hecho una carrera excepcional. Pese al derrame, no dejó de ser muy intenso intelectualmente, pues solo se afectó su lado matemático. Yo lo conocí un poco disminuido, pero impresionaba por su capacidad de trabajo, por su inteligencia. Fue muy amoroso con sus nietos. Recuerdo que íbamos de vacaciones a su finca en Guasca donde él me hablaba de la historia económica y política de Colombia y al día siguiente me hacía quiz. Murió muy joven, a sus sesenta y dos años, y no lo pude aprovechar tanto como hubiera querido.
José Restrepo fue mi bisabuelo por el lado de mi abuela paterna, oriundo de Caldas, como lo fue su esposa Sara. Fueron ellos los referentes de la historia familiar. De ahí vienen varias generaciones de primos casados entre ellos. José fue empresario y político. En los años 1930 compró el periódico La Patria, cuando estaba muy recién fundado, ahora ya tiene más de cien años. Fue su dueño y director hasta su muerte, cuando lo heredaron sus seis hijos. En la tercera generación, y por primera vez en su historia, se contrató un director externo.
A todos nos une la relación con el periódico, el mismo que tiene una función importante, tanto social como regional. En las reuniones familiares se les recuerda, a José y a Sara, pero también la historia que existe alrededor de la Luker.
Mi tatarabuelo era dueño de una fábrica de textiles y de una chocolatería que hoy es Casa Luker. Cuando estaba repartiendo la herencia entre sus dos hijos les preguntó con qué se querían quedar. Resulta que el abuelo Luis escogió la textilera, que con los años quebró, mientras que la chocolatería hoy es una gran industria. Una tía abuela, en su casa en Manizales, me contó la historia mostrándome un cuadro del abuelo Luis. Mi tía Cecilia Restrepo dijo: “Este cuadro del abuelo no merece estar sino en el baño”.
Mi abuela, Marta Lucía Restrepo Restrepo Restrepo Botero, la única de mis abuelos con vida, es periodista. Fue alumna de mi abuelo en la Javeriana, empezaron a salir cuando ya él no le dictaba clases para terminar casándose. Trabajó en La Patria como directora en Bogotá. Siempre acompañó a mi abuelo en sus correrías y en todos sus temas. Enviudó a los sesenta años y ha tenido tres novios, como ejemplo de vida, porque es fiestera, alegre.
Hernando José Gómez, mi papá, el mayor de tres hijos, es economista. Carlos es médico psiquiatra y Felipe sacerdote jesuita. Mi papá comenzó estudiando en el San Carlos, pero no se adaptó, sus resultados no fueron los mejores, era necio. El colegio no era bueno para él. Esto cambió cuando en quinto de primaria lo pasaron al Gimnasio Moderno, donde se destacó, le fue excepcionalmente bien siendo de los mejores de su curso. Estudió economía en los Andes, más allá de haberla estudiado es que, como yo, es economista 24/7. Muy rápidamente comenzó su vida profesional dado que inició familia muy temprano en la vida.
Su primer puesto lo ocupó en ANIF al tiempo que estudiaba. Como yo ya había nacido, tenía cuatro años cuando vivimos en los Estados Unidos al ser admitido al doctorado en Yale. A su regreso, en 1986, se vinculó al Banco de la República donde trabajó en el área internacional. Ayudó a consolidar un grupo importante en el departamento de estudios económicos al lado de Sergio Clavijo y otros de su generación. Tres años más tarde fue nombrado asesor de la Junta Monetaria.
Lo interesante de esta historia es que, mi abuelo, Hernando Gómez Otálora, hizo parte del primer grupo asesor de la Junta Monetaria y mi papá hizo parte del último antes de la independencia del Banco. Recuerdo que alguna vez le pregunté a mi mamá si mi papá estaba de viaje, porque no lo veía. Pues resulta que se levantaba tan temprano y llegaba tan, pero tan tarde, que no nos cruzábamos, yo no lo alcanzaba a ver.
Fue asesor cafetero en la época en que se acabó el pacto durante el gobierno Gaviria, con Rudy como ministro de Hacienda. A sus treinta y dos años fue nombrado subdirector del Departamento Nacional de Planeación cuando lo dirigía Armando Montenegro. Esto me generó mucha consciencia de la importancia de las instituciones en el país. Llevaba cuatro meses ejerciendo este cargo, cuando Gaviria le ofreció conformar la Junta del Banco de la República, por lo mismo no aceptó al considerar que debería consolidarse más, que debía cumplir el ciclo sin ambiciones y sin cálculos. Esto ha sido una gran lección en mi vida. Con el tiempo volvieron a repetirle el ofrecimiento para ser el codirector más joven, a sus treinta y cinco años de edad.
Salió de la Junta en el gobierno Samper, lo que conlleva a muchas inhabilidades. Entonces abrió su oficina para ofrecer consultorías. Fue una etapa muy dura para él, pues yo estaba terminando colegio. Ya en el gobierno Pastrana presidió el Consejo Gremial desde Camacol durante las conversaciones de paz con las FARC y cuando se dio la gran crisis del UPAC. Renunció a esta responsabilidad cuando sintió que ya había cumplido su tarea para nuevamente dedicarse a la consultoría.
Cursaba yo sexto semestre de Economía cuando fue nombrado embajador ante la OMC lo que motivó nuestro traslado a Suiza. Una vez terminó su período regresó como jefe negociador del TLC con los Estados Unidos. Más adelante dirigió el DNP y Asobancaria. Actualmente está dedicado de nuevo a la consultoría.
RAMA MATERNA
La materna es la rama científica de la familia. Luis Enrique Gaviria, mi abuelo, fue profesor de la Universidad Nacional durante cincuenta y cinco años hasta que lo nombraron profesor emérito y lo retiraron por edad cuando tenía más de ochenta. Él era químico farmacéutico de origen antioqueño, pero creció en Bogotá desde sus diez años. Fue fundador de muchas de las entidades e instituciones científicas del país, del ICONTEC, de la Facultad de Farmacia de la Nacional…
Leonor Melo, mi abuela, nació en Chiquinquirá, de familia boyacense. Bacterióloga, una de las primeras mujeres en el país en ser profesional. Fue muy de avanzada para la época, independiente, usaba pantalones, montaba a caballo, manejaba carro cuando mi abuelo nunca lo hizo, era ella quien los transportaba a su esposo y a sus hijos, algo realmente inusual.
Los abuelos se casaron muy maduros, él tenía cuarenta años y ella más de treinta. Formaron un hogar de cinco hijos, donde cuatro son científicos, la mayor arquitecta, el segundo especialista en biología de aguas, Sergio es químico de suelos y profesor de la Nacional, Patricia y mi mamá son biólogas.
Vivieron en una casa en la ochenta, en el Lago, donde montaron su laboratorio químico bacteriológico. Iniciando la década de 1980, tumbaron la casa vecina y construyeron un edificio, pero este quedó mal hecho y colapsó sobre su casa afectándola gravemente. El abogado que los asesoró les recomendó no iniciar un pleito porque podría tomarles veinte o más años y ellos ya estaban muy mayores. Con toda la tristeza del mundo firmaron un acuerdo, perdieron su casa de toda la vida y con ella su laboratorio, entonces se fueron a vivir a un apartamento.
Marta Gaviria, mi mamá, estudió en el San Patricio donde fue una gran líder organizando fiestas, paseos y las actividades de promoción. Como mencioné es una bióloga que estudió música durante toda su vida, conformó el coro de los Andes. Este coro nos une con el abuelo, un gran melómano que sabía mucho de música, disfrutaba la ópera, la música clásica. Como rector fue un gran mecenas apoyando la conformación de la actividad musical de la universidad.
Mi mamá adelantó su maestría en biología en Connecticut y se especializó en el uso del microscopio electrónico. A su regreso trabajó en un instituto dedicándose a esto.
SUS PADRES
Mis papás se conocieron desde que estaban en el colegio a través de amigos comunes con los que asistían a las fiestas y grupos musicales. Él cursaba once grado y mi mamá noveno. Iniciaron un noviazgo que continuó en la universidad para casarse muy jóvenes. Muy rápidamente llegué a sus vidas, cuando aún eran estudiantes.
Para sincronizar la vida de familia, mi mamá fue profesora de biología durante quince años del colegio Buckingham, que era muy nuevo. De esta manera tuvimos los mismos horarios, la misma temporada de vacaciones, asumiendo ella las tareas del hogar y atendiendo a sus dos hijos. Mamá ha sido un bastión importante para mi papá acompañándolo y apoyándolo en su asenso profesional.
HERMANO
Camilo, mi hermano cuatro años menor, es periodista y vive en Miami. Como lo hice yo, estudió música en la misma academia. Inició con flauta dulce, luego pasó al oboe, que es dificilísimo, continuó con guitarra clásica. Terminó el colegio en Suiza, para más adelante graduarse en Literatura y Letras en la Universidad de Ginebra. Pero él quería ser músico. Un día nos sorprendió contándonos que se había presentado al Conservatorio y que había pasado. Estando allí estudió guitarra clásica hasta graduarse.
A su regreso a Colombia trabajó en el Ministerio de Cultura asumiendo temas de periodismo cultural. Al gustarle, se postuló en varias universidades de los Estados Unidos. Estudió en CUNY el programa de periodismo al que se ha dedicado desde entonces.
Desde niño ha sido un gran lector, es tremendamente culto. Resultaba contencioso, pues compartíamos el mismo cuarto y él no apagaba su lámpara para poder quedarse leyendo durante toda la noche mientras yo lo regañaba por la hora. Él prefería continuar en el corredor que interrumpir su lectura. También ha sido un gran escritor. Sin contarnos, nos sorprendía con primeros puestos en premios de poesía y de cuento, por ejemplo. Porque, además, ha sido muy discreto.
INFANCIA
La familia ha sido muy unida, cercana. Solo en una ocasión, en mis cuarenta y cinco años, no compartimos una Navidad al tener responsabilidades que atender que impidieron coincidiéramos en el mismo país. Pero mi hermano y yo estuvimos juntos aprovechando una conferencia que dicté en Suiza. Mi mamá, mi hermano y yo montábamos piezas musicales para las celebraciones navideñas. También nos regalaron un set de magia para niños con el que montamos presentaciones en estas fiestas.
Así como mis abuelos, mi papá ejerció una gran influencia en mi vida. Mi abuelo hablaba de historia, mi papá de economía y de política económica, de temas de actualidad como una constante.
A mis papás siempre los vi estudiando, lo que influye en la forma en que uno se aproxima a su realidad, en el tipo de hábitos que uno adquiere. Algo importante, en la casa nunca tuvimos cable, la televisión no era importante, no la veíamos.
ACADEMIA
COLEGIO ANGLO COLOMBIANO
En el colegio Anglo Colombiano, donde estudié, teníamos un sistema de Casas para las actividades extracurriculares con competencias culturales y deportivas. Su liderazgo era de estudiantes elegidos popularmente. Estando en séptimo quise participar cuando se presentaron las elecciones a capitanes y vicecapitanes.
Recuerdo que me confesé con una de mis compañeras cuando le manifesté que me gustaría ser vicecapitán, pero temiendo que por mí nadie votaría: “No soy popular, por el contrario, soy tímido”. Ella me animó a lanzarme diciéndome: “Lo peor que puede pasar es que no quede, entonces nada pierde”. Me lancé y quedé elegido, algo que le debo a ella. Me volví capitán eterno, pues me presenté a reelección dos veces más.
Esta experiencia me ayudó a superar mi timidez, a salir de ese caparazón, de esa cáscara en la que me ocultaba. La actividad cultural fue muy activa, contamos con un profesor encargado de la Casa que nos apoyaba.
Fui capitán de la Casa y, en el programa de prefectura, el curso que se gradúa elige por votación a un head boy y a una head girl y doce prefects encargados de organizar el paseo, la fiesta del prom, el fashion show y todas las demás actividades de la promoción. Como fui el head boy de mi promoción, me encargué de todos los detalles sin abandonar mis otras actividades. Fue una época muy feliz.
Hice el bachillerato internacional y desde octavo inicié a estudiar economía en un programa británico, el GCSE. Estuve muy dedicado a la música invirtiendo hasta tres horas diarias. Obtuve el mejor puntaje de ICFES de mi colegio, 385 sobre 400, lo que me daba entrada a cualquier universidad.
UNIVERSIDAD DE LOS ANDES
Inicié mi carrera en el segundo semestre de 1997 con una gran promoción. Estudié con José Ignacio López, actual presidente de ANIF; Michel Janna, presidente del auto regulador del mercado de valores; Cristina Arango quien ha hecho una carrera brillante en empresas públicas como presidente de Coljuegos y de la empresa de Acueducto de Bogotá; Ximena Cadena, subdirectora de Fedesarrollo; Ana María Cadena, directora de la UGPP, actual secretaria de Hacienda de Bogotá; Leopoldo Ferguson, Pablo Querubín y Juan Fernando Vargas, grandes académicos. Fuimos terriblemente competitivos, siendo muy amigos, respetándonos, apoyándonos, enseñándonos los unos a los otros.
En esa época la Facultad era mucho más chiquita de lo que es hoy, en términos de la planta, eran más los profesores de cátedra que dictaban clases obligatorias. El decano era Santiago Montenegro y José Leibovich director del CEDE. Juan Carlos Echeverry fue mi profesor de Introducción a la Economía Colombiana cuando era un joven economista con dos años en Colombia después de haber terminado su doctorado. Esa clase impactó mi forma de ver la economía; fue muy crítico, al grado de que actualmente la dicto, me la tomo muy en serio, me parece de gran trascendencia en la clase de profesionales que se están formando.
Fue muy honorífico el que me invitaran a dictarla y ya van dos años al frente. Han sido sus profesores exministros de la talla de Juan José Echavarría, a quien le recibí, Miguel Urrutia, Mauricio Cárdenas, Alejandro Gaviria. También la han dictado Carlos Caballero Argáez y Luis Fernando Mejía. Como profesores de planta estaban José Leibovich de Micro I y Santiago Montenegro de Macro I. Alberto Zuleta, director de crédito público, me dictó Macro III y en mitad del curso lo nombraron en alguna entidad del sector minero energético, actualmente es un alto ejecutivo de una multinacional minera. Eran muchos los funcionarios del gobierno quienes nos dictaban clases, más de los que lo hacen el día de hoy. El sesgo era la política pública, pero un número de estudiantes de mi promoción, por encima del promedio, hicimos doctorado.
UNIVERSIDAD DE LAUSANA
Estando en sexto semestre organicé mi carpeta de notas y demás documentos que consideraba necesarios para presentarme en una universidad en Suiza. Estando allá hice el curso de verano para aprender francés, aunque ya llevaba un año tomando clases solo por gusto. Me dediqué con gran intensidad, pues necesitaba presentarme al examen de admisión de la Universidad de Lausana que contaba con la mejor Facultad de Economía, donde terminé mi carrera. Recuerdo que en los Andes tenía impreso mi plan de estudios, llenaba línea por línea de manera sistemática, psicorrígida, lo que me sirvió para ser admitido.
Una curiosidad se dio cuando mi mamá, por tranquilizarme en el bus de regreso a la casa, me dijo que si no pasaba el examen de francés me dedicara un año al idioma y a disfrutar. Pero yo me alteré, no entendía cómo podía considerar el que yo me atrasara un año en mi carrera cuando todos mis amigos en Bogotá seguían adelante con ella. Hoy en día pienso que debí haberme tomado el año, tal como lo sugirió.
La Facultad tiene una trayectoria de quinientos años. En ella no existe la figura del profesor de cátedra, todos son titulares. Lausana ofrecía cursos que no se daban en los Andes en esa época. Por citar alguno, Organización Industrial. Damien Neven, mi profesor de esta materia, pasó a ser director de competencia en la Comisión Europea e hizo que me interesara en estos temas para convertirse en mi primer trabajo profesional.
Pero también me encantaron los cursos de análisis económico de la historia, política monetaria, política fiscal, historia del pensamiento económico. A nivel de electivas tomé materias fascinantes como las de geografía económica, un gran curso de economía laboral con Guillaume Rocheteau, y desarrollo económico y economía política de la política comercial con Olivier Cadot.
Me gané el premio del mejor del curso y me gradué con el mejor promedio. Esto fue así dada mi disciplina, pero por nada distinto a que me gustaba mucho, pues me hace feliz estudiar economía.
MAESTRÍA EN LAUSANA
Una vez graduado decidí hacer una maestría en banca y finanzas al ser uno de los fuertes en Suiza, pues toda la banca, el sector, el tema financiero, está concentrado allá.
Tradicionalmente quienes la estudiaban salen a trabajar en banca de inversión, lo que a mí no me llamaba mucho la atención.
Curiosamente, ese año la maestría sufrió una transición a un doctorado suizo en finanzas haciéndose más académica. Resultó para mí muy atractivo estudiar teoría de las finanzas corporativas, teoría financiera, porque no me interesaba ser un trader.
Hice mi tesis con el búlgaro Boris Nicolov, actual profesor de finanzas, y que dirigió un gran profesor, Didier Cossin, quien ahora está en IMD. La hicimos usando datos reales de operaciones de CDSs de un banco que suministró la información.
Este fue mi plan de todo el verano de 2003. Por supuesto, también viajé en familia y con amigos, pues hice muy buenos vínculos con mis compañeros suizos alpinistas que me enseñaron a esquiar, con ellos hice caminatas por los Alpes suizos. No interrumpí la música porque estando aquí asistí al coro universitario con el que hicimos un intercambio con un coro de Roma, viaje sencillamente inolvidable.
TRAYECTORIA PROFESIONAL
NERA ECONOMIC CONSULTING
Quería trabajar como economista, no en un banco, por lo cual me postulé a la práctica de política de competencia en Europa de Nera Economic Consulting. Esta experiencia me llevó a vivir a Bruselas donde saqué mi primer apartamento, ya no de estudiante como el que tuve en Lausana, aunque este fuera magnífico.
Todos mis jefes tenían doctorado en Economía, se habían retirado de la academia para dedicarse a la consultoría en casos fascinantes en política de competencia. Por ejemplo, uno de nuestros clientes, del equipo que yo conformaba, era Microsoft.
Aquí también busqué un coro y llegué a la coral Anaconda que dirigía una brasilera. Estaba especializado en música latinoamericana. Lo divertido es que todos los integrantes eran europeos con algún vínculo o afinidad por Latinoamérica. Hicimos montajes hermosísimos con obras fantásticas. Fui solista en la misa criolla de Ariel Ramírez, que toma del folclore andino: es bellísima la versión de Mercedes Sosa.
Me vinculé con un grupo de economistas colombianos, quienes en su mayoría se encontraban estudiando en Lovaina, como Darío Maldonado, quien adelantaba su pos-doctorado, actualmente profesor de la Escuela de Gobierno de los Andes. Mi tío jesuita me conectó con Meis Brokaet, quien trabajó con organizaciones sociales internacionales y religiosas con operación belga en Centroamérica durante la época terrible de las dictaduras.
Fueron dos años muy formativos, porque seguí el ejemplo de mi papá, cuando mi respuesta a la típica pregunta de cómo me veía en tres o cinco años, en vez de decir que haciendo carrera en la consultora, les manifesté mi clara decisión de cursar mi doctorado después de dos años de experiencia. Tomé un riesgo grande, pues hubieran podido preferir no invertir en mí, pero me apoyaron en mi propósito. Me brindaron varias cartas de recomendación.
DOCTORADO
Apliqué a dieciocho programas temiendo no ser aceptado, pues no quise demorar el tema aplicando en momentos distintos. Todos buenos sitios, fui aceptado en seis de las dieciocho. Mis dos opciones finales fueron Chicago y Michigan, la primera por mi cuenta, la segunda con todo pago. Preferí Chicago, pues era la número uno en ese momento, la universidad más top en mi disciplina, seis premios Nobel daban clase en el primer año del doctorado y contaba con el mayor número de premios Nobel activos. No iba a dejarla pasar siendo Michigan muy buena.
Para financiarme saqué un préstamo con la universidad, en el segundo año obtuve la beca del Banco de la República y en adelante la de la universidad. Realmente hice lo que ningún estudiante sensato haría, imponerme un estrés adicional, el financiero. Pero salí adelante, al final todo salió bien. En cuarto año suspendí la tesis para dedicarme al MBA, pues quería enviar la señal de que a mí no me gustaba solo la academia. Nunca me he dedicado a la investigación, no he hecho carrera académica al estilo Leopoldo Fergusson o Pablo Querubín o Juan Fernando Vargas porque ahí no está mi ventaja comparativa.
Por supuesto, también canté en el fantástico coro universitario de Chicago durante todo el doctorado.
FEDESARROLLO
A mi regreso a Colombia, después de diecisiete años de vivir por fuera, me vinculé a Fedesarrollo cuando salía de la dirección Roberto Steiner y entraba Leonardo Villar. Una ventaja enorme es la de que nunca me desconecté de la situación del país y, estando aquí, me reconecté con el debate público. Fui editor de la revista Coyuntura, publicación que fue particularmente importante cuando no había otros medios dedicados a publicar trabajos en economía. También fue una época de conocer a muchos jóvenes economistas que han tenido carreras muy meritorias y que ahora son grandes amigos.
UNIVERSIDAD DE LOS ANDES
Al tiempo con mi trabajo en Fedesarrollo comencé a dictar clases en los Andes cuando Ana María Ibáñez era decana de Economía. Fue muy simpático el que me dijera que estaba muy sentida por mi decisión de no ser académico y por no haberme interesado manifestarle mi deseo de vincularme a la universidad. Me propuso ofrecerle un curso en economía, como electiva, entonces pensé en Política de Competencia / Organización Industrial para pregrado. Dennis Carlton había dirigido mi tesis, experto en temas de antitrust y organización industrial, entonces resultaba perfecto. Lo dicté dos años en los últimos semestres de la carrera.
MINISTERIO DE COMERCIO
También hice trabajos para el Ministerio de Comercio enfocados en mi especialidad. Pero resulta que, en las elecciones en que se reeligió a Santos, a Simón Gaviria le ofrecieron dirigir el DNP y me llamó para asumir como su director de Desarrollo Empresarial. Al mismo tiempo Cecilia Álvarez, ministra de Comercio, me ofreció ser su asesor, y acepté.
Quise hacer un ejercicio al estilo del DNP, para lo cual trabajé muy de la mano de la dirección de Innovación y Desarrollo Empresarial cuando el subdirector era Rafael Puyana, pues la dirección se encontraba vacante. Nos concentramos en dos políticas muy importantes, la de desarrollo productivo y la de ciencia tecnología e innovación. Una inmediata y la otra salió diez años después siendo yo subdirector del DNP.
Mi responsabilidad fue la de trabajar en políticas relacionadas con el sector comercio, industria y turismo, luego me dejaron encargado de la Dirección de Estudios Económicos del Ministerio que constituyó para mí una gran experiencia al estar inmerso en política pública y en desarrollo productivo, que fue alrededor de lo que giró el debate de políticas industriales durante el 2014 – 2015.
Nos encontrábamos en un contexto en el que habían caído los precios del petróleo asumiendo ese reto Mauricio Cárdenas como ministro de Hacienda. Debíamos diversificar exportaciones, curiosamente sigue siendo el mismo tema de hoy, pero en ese entonces empezamos a hablar de política industrial con nuevas propuestas por parte del sector privado, de la ANDI en particular.
Encontramos un contexto muy favorable en el Consejo Privado de Competitividad donde Marco Llinás impulsó una separata proponiendo una política de desarrollo productivo para Colombia, en el Banco Mundial cuando el economista jefe era Justin Lin, en la OIT con trabajos de José Manuel Salazar-Xirinachs , y en el BID. En el 2014 sacaron el informe bandera del BID con el libro llamado Cómo repensar el desarrollo productivo, políticas e instituciones sólidas para la transformación económica, sus editores son Ernesto Stein, Gustavo Crespi y Eduardo Fernández-Arias.
Contactamos a Ernesto Stein quien nos apoyó en la construcción de lo que actualmente es el CONPES 3866 de la política nacional de desarrollo productivo. Fue una experiencia maravillosa para el joven que yo era en ese momento especialmente porque Cecilia me dio libertad para liderar estos temas. Así coordiné no solo este, sino muchos trabajos que adelantamos con las entidades multilaterales.
FORO ECONÓMICO MUNDIAL
Estando en el Ministerio, un funcionario del Foro Económico Mundial, con el que habíamos trabajado, me escribió para contarme de una vacante perfecta para mí invitándome a aplicar. Así fui nombrado director del Área de Competitividad regresando a Ginebra después de ocho años. Hice parte de dos de las reuniones anuales de Davos; otras tres regionales de Latinoamérica, en el 2017 en Medellín, otra en Buenos Aires donde después volvería como economista senior del Banco Mundial.
Lideré la construcción del Informe Global de Competitividad. Junto a Diego Bustamante y la diplomática salvadoreña Marisol Arrieta, lideré laboratorios de competitividad basados en el informe con países latinoamericanos como Guatemala, México, Brasil, Argentina, Perú y Colombia buscando elaborar estrategias en este frente.
Por supuesto, me uní al coro Fragrantia, dirigido por un mexicano especializado en música antigua, del Renacimiento, barroca, mi favorita para cantar.
BANCO MUNDIAL
Un mes después de vincularme, me contactó mi interlocutor del Banco Mundial cuando yo estaba en el Ministerio de Comercio para hablarme de una vacante para economista senior en mi área de comercio y competitividad, pero acabándome de vincular al Foro no acepté. Dos años más tarde me lo volvió a ofrecer para ser economista senior en Brasil.
Cuando avancé en el proceso de vinculación, presentando entrevista con el panel que integran, entre otros, el director del área y vicepresidentes del Banco, me dijeron que tenían disponible el mismo cargo con sede en Argentina cubriendo ese país, Uruguay y Paraguay. Ejercí desde Buenos Aires en el área de finanzas, competitividad e innovación.
Hice muy buenos amigos, tuve grandes jefes y me mentalicé para hacer carrera en el Banco.
DEPARTAMENTO NACIONAL DE PLANEACIÓN
Cuando se dio el cambio de gobierno me preguntaron si me interesaría trabajar con ellos, pero yo no presté mucha atención. Pasado un año Luis Alberto Rodríguez me ofreció, ya formalmente, la Subdirección Sectorial de Planeación Nacional. Este era el cargo soñado para mí, lo considero el mejor puesto del gobierno a nivel técnico al cubrir todos los temas, desde primera infancia hasta defensa. Se trata de un gran sitio para aportar y para aprender.
Me enviaron tres emisarios y yo mandé la razón de que sí aceptaría. Hablé en el Banco, les pareció magnífico, pero debía renunciar por conflicto de intereses dado que desde ese cargo sería interlocutor del BM. Al no ser posible tramitar una licencia para luego regresar, entonces quise garantizar el nombramiento.
Fue entonces cuando me consiguieron un espacio en la agenda del presidente Duque quien me dedicó no cinco minutos como pensé, sino media hora, tiempo suficiente para confirmar el nombramiento, para hablar a profundidad, para manifestarme que quería que el CONPES fuera el espacio de discusión de política económica y social del gobierno recuperando la esencia de lo que alguna vez fue en la época de Carlos Lleras Restrepo. Duque tenía como propósito fortalecer al DNP y darle campo de acción a fin de lograr una muy buena agenda de política pública. Fue entonces cuando llamé a mi jefe en el Banco para renunciar y asumir mis nuevas responsabilidades, no sin antes cerrar mis temas en Buenos Aires.
El 18 de noviembre tomé posesión de mi cargo donde trabajé con un grandioso equipo de directores técnicos, uno de los mejores que he tenido. Creamos un ambiente de trabajo como no se había visto, fuimos muy productivos.
A los dos días se dio un paro nacional que hizo mi llegada muy retadora. Pocos meses más tarde se dio la pandemia, pero logramos responder como DNP sin perder de vista el Plan de Desarrollo. Sacamos adelante respuestas a la pandemia como el ingreso solidario, la transferencia monetaria no condicionada, políticas en el área ambiental, contra la deforestación, la del SINAP, la de variabilidad climática, en infraestructura, en lo social, en desarrollo urbano y rural, en lo digital, en seguridad y justicia. Realmente no hubo ningún área donde no hubiéramos avanzado con políticas innovadoras con visión de largo plazo.
El CONPES fue lo que Duque prometió. Él estudiaba los documentos que debíamos enviarle dos semanas antes. Yo presentaba la política acompañado de los técnicos y apoyándome en ellos, mientras que el presidente pedía la opinión a cada uno de sus ministros de acuerdo al tema, porque a todos los pasaba al tablero.
Tuve un grupos CONPES magnífico, que son los que gestionan la construcción metodológica de las políticas que dirigieron inicialmente Adriana Sabogal y luego María Fernanda Cortés. Exigí la participación pública en todos, su publicación y abrí el espacio a los comentarios por parte de la ciudadanía, de la academia, de los gremios. Logré una muy buena cohesión de equipo gracias al nivel de confianza que nos teníamos.
Me reunía los viernes con los doce directores técnicos a fin de tomar las decisiones estratégicas para la siguiente semana, después de discutir la posición que tomaríamos, mi voz era su voz y la representaba haciéndola respetar en las reuniones a las que asistía. De esta forma tuve discusiones muy fuertes, incluso con el presidente, pero siempre muy respetuosas, en las que presentaba argumentos técnicos, porque me correspondía ser la bisagra entre el mundo político y el técnico.
Una gran aliada fue la vicepresidente Martha Lucía Ramírez con quien sacamos adelante proyectos innovadores y valiosos como la política espacial con la que se buscó aprovechar aplicaciones e imágenes satelitales para el manejo del territorio, también la política biooceánica. De la misma forma trabajamos muy coordinadamente con Víctor Muñoz, en Presidencia, sacando adelante la primera política digital y de inteligencia artificial y tantas otras.
Con Diego Molano nos enfocamos en los temas del COVID sacando adelante el SISBÉN 4, lo que implicó una discusión muy complicada, y la coordinación de los programas de apoyo a hogares y empresas. En esa época salió el CONPES de Reacción inmediata al COVID y luego vino el CONPES de reactivación pos COVID volviendo y mejorando la senda de desarrollo pre Covid. Durante todo el gobierno y proceso de respuesta al covid, Clara Maria González la secretaria jurídica de presidencia, fue una gran colega y amiga evitando que se cometieran errores.
Con esta responsabilidad se interrumpió mi participación en coros, pues es imposible dedicarse por razones de tiempo. El cargo implica participar en más de cuarenta instancias de decisión entre juntas, comisiones, comités, como en el ICBF y ADRES. Además, asumí la interlocución de la OCDE lo que trastocó mis horarios.
CONSEJO PRIVADO DE COMPETITIVIDAD
A mi retiro, en 2022, tenía proyectado tomarme un sabático, retomar el coro, dar clases en la Escuela de Gobierno de los Andes, quise escribir casos, pero de inmediato me llamó Ana Fernanda Maiguashca a ofrecerme la vicepresidencia del Consejo Privado de Competitividad.
Ana Fernanda, como gran economista que ha hecho una carrera como especialista en temas de regulación financiera y política monetaria y ha sido viceministra de Hacienda, tiene la particularidad de traer a la mesa un pensamiento innovador, riguroso, creativo, porque piensa fuera de la caja.
Y contamos con un gran equipo de técnicos jóvenes que trabajamos en función de convertirnos en un tanque de incidencia en la política pública nacional, departamental, de las capitales. Trabajamos con diferentes entidades expandiendo nuestro ámbito de influencia con debates de toda índole y a diferentes niveles basados en nuestros informes bandera: el Informe Nacional de Competitividad, el Índice Departamental de Competitividad, el Índice de Competitividad de Ciudades, y el Índice Subnacional de Emprendimiento. Todos en conjunto con la Universidad del Rosario. El 13 de noviembre sacaremos nuestro informe nacional de competitividad 2024-2025.
Un dato curioso es que mi papá fue el presidente fundador del Consejo y ahora yo estoy construyendo sobre su recorrido.
PROYECCIÓN
Me encantaría volver al gobierno, también me interesa explorar la política electoral siguiendo los pasos de mi abuelo y de mi bisabuelo, porque me gustaría aportar desde otros ámbitos, quizás desde el Congreso con mecanismos y herramientas para implementar políticas de largo plazo, políticas de Estado.
Aprendí el manejo de redes que cobró particular importancia durante la pandemia cuando estábamos sacando ingreso solidario a fin de brindar información desde el DNP y de manera personal. En adelante he seguido dando discusiones en ese escenario como una manera complementaria de mover los temas.
Tengo una vida social y personal muy enriquecida y satisfactoria.
MÚSICA
Fui realmente consagrado a la música y no me he desvinculado de ella. Mi mamá me introdujo a la música enseñándome a tocar flauta dulce desde que yo tenía cinco o seis años. A los diez, me matriculó en la Academia Musical Piccolo, que dirige Isabel Irisarri, donde estudié hasta los dieciocho años. El programa de estudios fue muy intenso, pues asistía a diario en las tardes, y bien estructurado al recibir todas las materias teóricas de solfeo, armonía, composición. Toqué flauta dulce, contralto, para interpretar principalmente música barroca, sonatas para flauta.
En el colegio fui muy activo al participar en todos los eventos relacionados con la música. Mi profesor era muy emprendedor al lograr que el colegio le financiara sus proyectos. A mis doce o trece me dijo: “Daniel, logré que compraran dos clarinetes y dos flautas traversas. Te entrego entonces un clarinete para que aprendas a tocarlo”. Fue la primera vez que vi uno. Entonces lo llevé a la academia y le conté a Isabel quien me consiguió un maestro, clarinetista de la banda nacional..
El clarinete marcó mi historia durante mi época de colegio, pues me mantenía muy ocupado, me permitió construir fuertes lazos de amistad, pues generó espacios de socialización importantes a través de la práctica coral y de orquesta al ser actividades grupales. Muchos de mis grandes amigos de entonces ahora son músicos profesionales. La música y las actividades de casas —bailes, declamación y canto, teatro, debates—hicieron que mi época de colegio fuera maravillosa.
VOCACIÓN
Al graduarme del colegio debía decidir entre Economía y Música, porque las dos áreas me gustaban mucho. El razonamiento que hice fue muy de economista, aunque no en los términos que lo voy a expresar, pensé: ¿Dónde tengo ventaja comparativa? Comparativamente, tenía más opción de ser mejor economista que músico. Para ser un músico destacado, debía contar con un talento enorme. Para ser un economista destacado no es necesario ser tan excepcional, juicioso y estudioso sí. También tuve claro que, si quería tener ambas cosas en mi vida, sería mucho más viable ser economista profesional y músico aficionado y no lo contrario.
Lo primero que hice al empezar mi carrera fue inscribirme en el coro de Amalia Samper, en el que mi mamá cantó toda su vida universitaria. Ya conocía a algunos de sus integrantes, quienes iban más adelante. No es usual que un primíparo haga parte, pues, al comenzar, se está más enfocado en adaptarse y luego sí se revisan extracurriculares.
Con quienes se convirtieron en unos de mis mejores amigos hicimos giras internacionales. Una de ellas fue Europa / Israel 1998, lo que constituyó una gran experiencia. En adelante, donde me encuentre, busco unirme a un coro. Dejé un poco el clarinete porque es mucho más fácil encontrar un coro para cantar que una orquesta para tocar, y requiere menos estudio individual.
Fermata es el nombre del coro conformado por exalumnos de los Andes, quizás más de la generación de mi mamá, quienes llevan cantando cuarenta años juntos y del cual hago parte actualmente.