CONSUELO MANRIQUE
Las Memorias conversadas® son historias de vida escritas en primera persona por Isa López Giraldo.
Soy una mujer que ha trabajado muchísimo en su vida por lo que ha querido y mi sueño ha sido siempre ser artista plástica.
Vengo de una familia maravillosa, muy generosa. Mi mamá se dedicó a sus hijos y mi papá, aunque viajaba mucho, cuando estaba en casa suplía su ausencia con honores. Somos siete hermanos que vivieron con sus padres y sus abuelos bajo el mismo techo.
Tuve una infancia feliz. De niña fui muy curiosa: me fascinaba esculcar especialmente las cosas de mamá, pues tenía una especie de ‘rincón de la costura’. Le encantaba coser, entonces acumulaba toda clase de agujas y tijeras, también figurines y moldes que le enviaban de Estados Unidos. Yo era muy observadora de todo lo que hacía y por lo mismo la imitaba, de igual manera también le hice daños. Ordenaba los hilos por colores y recuerdo que el rojo me fascinó desde siempre, pues la línea roja en mi obra está presente desde mi infancia.
Son memorables los recuerdos en torno a la mesa cuando nos contaban historias. Me fascinaban los relatos que hacían de cosas banales como también de otras muy importantes, por ejemplo, lo ocurrido el nueve de abril que despertó, aunque con temor, mucho interés en mí por los temas políticos. Mi mamá narraba el bogotazo de manera muy gráfica y a mí me parecía ver a la gente corriendo por las calles de Bogotá con muebles, cuadros, licores… Un niño muy pequeño se paraba en un asientito de la casa para echar los discursos de Jorge Eliécer Gaitán que se aprendía de memoria. Y yo decía: ¡qué cosa tan maravillosa! Recuerdo también la confrontación que existía entre liberales y conservadores, todo ese conflicto entre partidos que dejaba muertos.
Viene la época del colegio en la que me encantaba hacer dibujos de anatomía y de biología, de igual forma también sentí mucha empatía con el arte y con la arquitectura. Una de mis hermanas tenía un novio arquitecto con el que hacíamos recorridos por exposiciones: escuchábamos las conferencias de Marta Traba que a mí me fascinaban aunque hablara de cosas que a veces ni entendía. Con el tiempo reconocí a muchos artistas que rompieron con la academia y fue cuando empecé a descubrir realmente el mundo del arte y supe que quería estudiar arquitectura o artes plásticas.
Quise estudiar en la Universidad Nacional pero en mi casa se opusieron. Entonces, estudié diseño de interiores dibujo arquitectónico en Las Mercedes, pero no me identifiqué así que viajé a Europa. Estando donde mi hermana en Londres tomé diferentes talleres, lo más importante fue que me devoré el mundo desde mi mirada: pues iba con ojos abiertos y oídos despiertos. Una experiencia magnífica e inolvidable la viví a través de una amiga que nos invitó a un ensayo de los Rolling Stones. Después de un año viajé a París para estudiar en la escuela del Museo del Louvre y en la Alianza Francesa para aprender el idioma. Estando ahí me encontré con lo que yo quería y se cumplieron mis expectativas.
Las aulas eran imponentes y las cátedras magistrales. Aprendí Historia del Arte algo de Museología, que complementó muy bien mis estudios previos. Resultaba muy emocionante ver que a las conferencias asistía muchísima gente que se ubicaba en los pasillos y se sentaba en el piso para escucharlas. Así disfrute, experimenté, sentí y viví el arte, sin barreras ni condicionamientos. En el Centro Georges Pompidou de París, coloquialmente conocido como Beaubourg ¨barrio bello¨ ubicado en el centro del corazón antiguo de París, aprendí de los estudiantes que usaban su cuerpo como medio de expresión artística: bañaban su cuerpo en pintura y después lo hacían rodar sobre papel.
Era el año setenta y ocho. Yo quería quedarme pero mi mamá se enfermó gravemente así que me devolví a Colombia para acompañarla y atenderla. Recuerdo con inmensa gratitud cómo mis amigos me rodearon, acompañaron y ayudaron en ese difícil momento. Mi mamá murió al poco tiempo y me quedé en Bogotá con mi papá.
Traje mis cuadernillos en los que tenía mis trazos, unos a mano alzada, pero no sabía qué iba a hacer, sólo lo que quería y lo que me conmovía, y tenía que canalizarlo. Apenas me estaba descubriendo como artista que aprendía espontáneamente a manejar la técnica, los materiales, hacía ensayos, porque haciendo es que se pone en conexión con la obra, es lo que permite tener realizaciones y ver resultados. El proceso de creación comienza con sensaciones, emociones y percepciones, en pensar, investigar luego se va expresando y finalmente se crear.
En esta nueva etapa de vida, decidí entrar a la Universidad Nacional y al taller de David Manzur porque quería aprender a dibujar bien al considerar que es la manera más íntima de comunicar los pensamientos e ideas, y la forma de mostrar el modo de ver el mundo desde mi propia emocionalidad, lo que para mí resultó extraordinario.
Los temas de ciudad seguían en mí y quise retomar la mirada que le daba, no sólo a Bogotá, sino a París y a Londres, la importancia de sus ríos y en el caso particular de Bogotá, la que tiene sus humedales y sus cerros; también me fijé en La Candelaria. El arquitecto Rogelio Salmona, le dio un impulso a la ciudad con el cual comenzó un proceso de transformación importante al que yo no fui ajena.
Decidí desarrollar un proyecto de ciudad en tres series, enfocado en las rondas de los ríos, los humadales, riachuelos y quebradas de Bogotá. Lo que mostraba era la manera como el hombre empezó a destruir el medio ambiente y lo hice a través de una obra pictórica que invitaba a la reflexión.
Mi primera serie se llamó ‘Recintos, 1993’, la cual dejaba ver cómo la naturaleza el agua se devolvía sobre las obras construidas a lo largo de la ronda del río; eran obras abstractas donde había algo caótico de aguas y de construcción que se mezclaban. Es la violencia que el hombre ejerce contra el medio ambiente. Surgen aquí los temas de las conversaciones familiares, de ciudad, de política y de violencia.
En otra de mis series ‘Nichos de Vida, 1998’, hablo sobre nichos de vida animal y vegetal destruidos por el hombre. Hice improntas de la Tingua, la Tingua citadina un ave de los humedales de Bogotá en una obra que resultaba abstracta y al mismo tiempo con referentes figurativos, buscaba tocar al espectador, atrapar al observador, para que entrara en contacto con esa triste realidad nuestra.
Luego de un número importante de exposiciones comencé a viajar por el país cuando me hice profesora a distancia de la Universidad El Bosque, esto ocurrió durante una etapa de gran conflicto en Colombia. Eran los años noventa y cinco y noventa y seis hasta el 2002. Recuerdo aquí, que la toma del Palacio de Justicia por parte del M-19 el 6 de noviembre de 1985, marcó mi existencia. Si bien vi todo por televisión, me fui para la Plaza de Bolívar a presenciar los hechos y fui testigo de ellos. Ver ese carro tanque imponente en el centro de la Plaza entrando al Palacio de Justicia y todo en llamas mientras la gente corría despavorida y, a los pocos días la tragedia de Armero. Estos son los temas de los que hablo en mi obra. Así lo quise.
Visitar las cabeceras de los municipios, trabajar los sábados hasta la media noche para salir el domingo después del medio día condicionados por los horarios que imponía la guerra, hizo que comenzara a reconocer a la otra Colombia, a sentir el dolor de la periferia y evidenciar la tragedia de las mujeres que tomaban como botín de guerra y la de los niños sometidos con pavor. Lo que antes era sólo una noticia a distancia, ahora lo veía de primera mano porque de momento, toda esa Colombia se vino hacia mí y la llevé a mi taller para enfrentarme sola a esa cruenta realidad y realicé la serie ‘Mapas de no territorio, 2001’
La tragedia que el hombre imponía a la naturaleza la trasladó a sus congéneres y mi obra lo mostró. Esa sed de poder, de dominio expresada de manera cruel llegó a mi trabajo. Es así como nace la serie ‘Hálitos, 2003’, a partir de las excavaciones que hicieron a las fosas comunes del Cementerio del Sur salieron a la luz las víctimas del Palacio de Justicia. Siendo las 11.30 de la mañana del 6 de noviembre de 1985 sucedió el Holocausto del Palacio de Justicia con la toma por parte del M19 y retoma por parte del Ejército Nacional. Recuerdo bien ese momento, como lo comenté anteriormente, todas esas imágenes quedaron grabadas en mí sin entender cómo expresarlas cómo hablar de ellas y cómo hablar de tanto dolor. Finalmente con la publicación realizada por parte del departamento de Antropología física de la Universidad Nacional sobre las excavaciones y lo encontrado en el cementerio todo se ordenó dentro de mí, los recuerdos de mi infancia las narraciones familiares del 9 de abril y luego lo vivido ese 6 de noviembre en el Holocausto del Palacio de Justicia.
Fue un proyecto bellísimo conmovedor que presenté en la Galería Diners. Recuerdo que para esta exposición Fernando Toledo me entrevistó para un programa de cultura que él realizaba. Él que era un hombre muy profundo, parado frente a mí y frente a mi obra me dijo:
— ¿Cómo hiciste para meter en esta sala todo el dolor de lo que pasó en el Palacio de Justicia?
— Conmovida por la realidad (le contesté).
‘Ana Rosa, era una mujer que estaba embarazada y fue desaparecida como tantos otros’.
La serie ‘Cuerpo Silente, 2006’ es producto de la observación de esa mujer que no expresa su dolor, que vive su tragedia en el silencio de su cuerpo. El cuerpo femenino empieza hacer la obra un recurso pictórico para hablar desde la intimidad de lo femenino, desde el silencio desde el poder. Aparece la jaula en mi obra como reflejo de la mujer que está presa del miedo y el dolor y que no puede expresarlo que no se reconoce como víctima en medio del conflicto armado que existía en el país.
Más tarde presenté en la sala Pizano del Museo de la Universidad Nacional de Colombia, ‘ARTE e HISTORIA – Diálogos para la Reconstrucción del Tiempo Presente, 2007′. Este proyecto interdisciplinario de colaboración entre la pintora y la historiadora. La instalación propone al espectador abordar la pintura como un medio equivalente al historiográfico para interpretar los hechos de violencia del pasado reciente de Colombia donde se mostraba el proceso de creación a partir de las fuentes del artista, los bocetos y fragmentos de las pinturas de la obra final, también se presentó un video de dos minutos sobre la toma del Palacio de Justicia, lo que despertó la curiosidad de todos los visitantes especialmente los estudiantes de la universidad, ávidos de conocer la historia de nuestro país.
En un proyecto de intercambio cultural entre Canadá y Colombia. La curadora del Proyecto lo tituló ‘La Caída, 2006’, un proyecto de performance. Por convocatoria se seleccionó a un grupo de artistas jóvenes colombianos los cuales llevo a Montreal, Canadá para que presentaran sus proyectos y acciones En esta ocasión no llevé obra hablé del performance en Colombia.
La serie A Posteriori, la he trabajado en dos momentos y la he mostrado de igual forma.
Mi última exposición individual en septiembre 2018, mostré la segunda parte del proyecto en BEA – Beatriz Esguerra Arte. Esta serie titulada ‘A posteriori II. Cicatrices’ nace a partir de una acción como un performance. Sucedió en Cartagena, donde vi a las mujeres del Salado, víctimas de la masacre que sucedió en el Salado en febrero del 2000, contando sus historias y hablando de lo que les sucedió. Es una obra llena de luz, de esperanza, de vida. Es una obra femenina cosida, bordada, con improntas de encaje, con textos escritos y reescritos donde el cuerpo de la mujer sigue siendo un recurso iconográfico, son mapas del cuerpo, son como geografías. En la obra siempre he mostrado mapas reales y virtuales en espejo, mapas emocionales que dejan ver la cicatrices como memoria de lo sucedido en su cuerpo en su humanidad y que ahora muchas de estas mujeres se reconocen como víctimas sin quedarse en el dolor o el odio enfermizo.
En marzo 2018 me invitaron a un exposición colectiva, Manières de faire, manières d´agir en el Centro de Arte Contemporáneo de Pau en los Pirineos en Francia, de sólo mujeres 14 en total y, que hacemos parte de la comunidad artística. Hablaba de como las mujeres a lo largo del tiempo desde los 60´s se ha ido empoderando y abriendo espacio en un medio reservado por muchos años a los hombres y, la pregunta era: Somos mujeres artistas o artistas mujeres, y es que hay diferencia, por lo menos es como, de manera absurda nos lo han enseñado. Tanta sutileza en la diferencia…
Como artista parto de acontecimientos puntuales, reales que me han conmovido. Esa historia se empieza a transformar dentro de mí para luego transmitirla en una representación artística a través de expresiones amorosas de acompañamiento y femeninas (como el encaje, por ejemplo). Vuelvo aquí al rincón de mi mamá, ese que visitaba en mi infancia.
En el Chocó, después de la masacre de Bojayá, las mujeres en su proceso de duelo cantan el Gualí, cantos fúnebres mientras hacían trenzas, las cuales tienen un significado diferente según su orientación . Así, muchas de mis obras están cosidas con hilo y con pelo. Esa es mi poética, mi emocionalidad, otra forma de acercarme a lo femenino a tantas mujeres víctimas de una guerra que les era ajena: tejiendo, bordando, trenzando y remendando cicatrices.
En la vida uno tiene muchos eventos pruebas a enfrentar, en mi caso, la muerte de mi mamá de mi papá y la de mi esposo. Me casé al regreso de Europa tuvimos una hija un ser maravillosa, ella es Geóloga vive en Francia.
No he peleado con el arte, por el contrario, me ha ayudado a responderle a la vida, me ha fortalecido y me ha servido para conocerme y reconocerme.
- Conocer tu arte es descubrirte a ti. Puedo decir, sin lugar a equivocarme, que eres sutileza, expresión de realidad que aborda de una manera amable las situaciones más difíciles y los temas más álgidos.
Sí. También soy fuerte. Mi obra habla de mi poética, de mi pensamiento político, social y estético; propone giros, comunica y deja al descubierto situaciones que ocurren en el país.
- ¿Quieres trascender a través de él?
La obra ya está ahí. Creo que una vez que la obra se hace, sale del taller y empieza a circular, ya tiene una presencia y habla por sí sola y el artista no tiene que defenderla. Ella ya tiene vida propia y yo soy parte de cada una como también ellas son parte de mí.
Esta es una reflexión que antes no me había hecho.
- ¿Cómo quieres ser recordada en un plano más íntimo?
Creo que ya me recuerdan de una manera y muchas personas lo manifiestan al decirme: eres una persona valiente, fuerte, que siempre está dispuesta a hacerle frente a la vida. Tienes fuerza interior.
- ¿Te sientes identificada?
He logrado cosas que he querido, por lo tanto me siento plena. Soy sensible al otro, me conmuevo con los temas de injusticia y sociales así que adopto causas.
- ¿Qué te gusta dejar, además de tu obra, en las personas que se acercan a ti?
Que el otro se sienta cómodo conmigo y que me perciba como un ser amoroso un ser humano.
- ¿Cómo evitas que la cruda realidad, que es tu insumo, te vuelva severa?
Le doy una mirada generosa a mi entorno, al ser humano y a su realidad. Buscando la ecuanimidad. Se debe evolucionar, uno no se puede quedar en la molestia, hay que renacer, revisarse, reconstruirse.
- ¿Cuál es tu material?
Soy algodón.
- ¿A qué lugar perteneces?
A la montaña.
- ¿Dónde te gustaría estar en este momento?
Aquí. Vivo el aquí y el ahora.
- ¿Quién eres?
Soy un ser humano, una mujer, soy pintora y también dibujante. Y mi obra lo confirma.