Belisario Betancur por Rubén Darío Lizarralde
Las memorias conversadas son historias de vida escritas en primera persona por Isa López Giraldo.
VÍNCULO DE RUBÉN DARÍO LIZARRALDE CON BELISARIO BETANCUR
La familia de mi mamá es de Amagá y conocía a la del presidente Betancur. Especialmente tenían una relación muy estrecha con Jaime, abogado y consejero de Estado, y con Belisario.
Contaba ella que en esa época iban a la plaza de mercado los fines de semana donde Belisario ayudaba a traer el ganado para que se vendiera. Con los años, estando en reuniones de pocos amigos, el presidente me decía que él miraba con muy buenos ojos a mi mamá. Esto era algo que sacaba a relucir y con lo que se moría de la risa.
Pese a la diferencia de edad, siendo él muy mayor a mí, fui muy amigo de Jaime Betancur quien conmigo fue muy deferente y especial. Recuerdo que me invitaba a que nos tomáramos unos aguardientes encima de unos costales de café en Amagá. Mi abuela, a raíz de la muerte de mi abuelo, se fue a vivir al Valle del Cauca, y Jaime mantuvo el contacto con ella, la visitó mucho.
CAMPAÑAS
PRIMERA CAMPAÑA PRESIDENCIAL
Al ser yo nieto de Elizabeth Montoya, Belisario fue siempre muy especial conmigo.
Lo conocí estando en el colegio, y como estudiante quise participar trabajando en su campaña. Él era candidato presidencial cuando las elecciones las ganó Misael Pastrana, es decir, todavía estábamos en el Frente Nacional. Mi primer contacto con él fue cuando lo acompañé en un recorrido que hizo desde Cali, donde fui muy activo, luego se quedó a dormir en Buga y continuó hasta Cartago.
Por primera vez una campaña controló cada puesto de votación, uno a uno, municipio por municipio y departamento por departamento. Recuerdo que viajé a Córdoba, donde hice las veces de verificador revisando el conteo. Esto ocurrió en un momento de la historia en que no había celulares, sino teléfonos fijos. Si bien ya había computadores, estos no tenían la tecnología con que se cuenta en la actualidad.
Como anécdota, los últimos que salimos del centro de cómputo esa noche para celebrar la victoria de Belisario en el Tequendama, fuimos Ernesto Samper, presidente de ANIF, con su esposa Jacquin Strouss, y yo. Resulta que el día de las selecciones, el país se había acostado con Belisario como presidente, pero se levantó con Turbay como ganador.
La foto de 1978, tomada en la sede de campaña, muestra el momento en el que Belisario nos dirigió unas palabras después de haber perdido las selecciones. Todos estábamos indignados, en pie de guerra. Airados decíamos que nos habían robado y defraudado las elecciones. Entonces Belisario reunió a todo su equipo de campaña para decirnos: “Señores, perdimos las elecciones. No acepto, por ningún motivo, una posición contraria al resultado que la Registraduría anunció. Preparémonos para ganar las próximas”.
No quiso entrar a discutir ni que se dieran manifestaciones reclamando un resultado diferente. De modo que, de una manera muy tranquila, firme, serena, pero decidida, dijo: “En este momento arranca la campaña. Y fue la que ganó.
SEGUNDA CAMPAÑA PRESIDENCIAL
https://uniandes.edu.co/es/mario-laserna-pinzon-centenarioEn mi calidad de estudiante universitario en Bogotá, participé mucho en los temas académicos del partido con el Centro de Estudios Colombianos. El Centro ofrecía almuerzos, que se volvieron muy famosos, en la cafetería del Banco de Bogotá de la carrera décima con Avenida Jiménez. Por supuesto, uno de los invitados más importantes era Belisario y la gente le pedía que volviera a hacer candidato, a lo que contestaba que ya lo había sido. En este espacio conocí gente que fue muy importante en mi vida, como Alberto Dangond Uribe, Gabriel Melo Guevara, Carlos Holguín Sardi, Mario Laserna, Ramón de Zubiría, Alfonso Hansen.
Cuando Belisario decidió ser candidato, nombró un equipo muy profesional liderado por Hernán Beltz Peralta. Trabajamos muy de la mano con la Fundación Futuro Colombiano integrada por profesionales quienes querían promover un candidato del Partido Conservador que proyectara una imagen de transparencia y que tuviera una posición diferente, que buscara darle un rumbo completamente nuevo a nuestro país.
Se logró un acercamiento entre Álvaro Gómez Hurtado y Misael Pastrana. Belisario desde antes ya mantenía una posición no sesgada hacia ninguno de los dos, aunque él había sido laureanista en su juventud y en sus inicios como parlamentario. Muerto Laureano Gómez, Belisario tomó una posición diferente.
Se fortalecieron dentro del partido las dos alas, en mi caso, pertenecía a la de Álvaro Gómez estando en el colegio y en la universidad, pero siempre fui belisarista cuando Betancur estuvo de candidato.
Pero Belisario fue más allá cuando hizo un llamado a todos los partidos al considerar que el Conservador no era suficiente para lograr la Presidencia. Buscó él derrotar la política tradicional. Y es cuando adelantó su primera campaña en 1982 de la que fui su director administrativo, también lo fui en la segunda. Pedí una licencia para poderme dedicar, pues yo trabajaba en la Corporación de Ahorro y Vivienda Colmena.
Con Hernán Beltz en la gerencia, manejamos la campaña como una empresa, modelo que repetimos en la segunda campaña con Augusto Ramírez como director político, Rodolfo Segovia tesorero, Enrique Arias director de eventos especiales. Augusto, siendo político y muy amigo de Hernán, aceptó entrar dentro de este esquema que llevó a Belisario a la Presidencia. En la segunda campaña de Belisario, el presidente López aceptó haber sido derrotado por una organización política que funcionaba como una empresa.
En la segunda campaña, el control electoral con toda su organización a nivel nacional, logró controlar con precisión cualquier desviación que se diera en cualquier puesto de votación. Hubo una programación previa para hacerle seguimiento especial a los puestos que registraran votos un 10% mayor o menor de lo que estaba previsto.
En estos cálculos participó Isnardo Ardila. Oscar Lombana estuvo al frente de las encuestas y la interpretación de los datos. También contamos con un ingeniero de sistemas quien manejó la sistematización. Esta fue quizás la campaña mejor organizada que ha habido en el país.
PRESIDENCIA
Yo no participé de su Gobierno. Aunque a mí siempre me ha gustado la política, me sentía atraído por el sector privado. Para su segunda campaña y a mis veintisiete años, ya había sido viceministro de Desarrollo Económico en la Presidencia de Turbay con Gabriel Melo Guevara, mi profesor de economía en la universidad, como ministro. Recuerdo que me retiré del Gobierno para entrar a la campaña.
Ante el triunfo de Belisario, me ofrecieron varias posiciones. Augusto Ramírez me ofreció la gerencia de la Empresa de Teléfonos de Bogotá, pero acepté un cargo en el sector privado como vicepresidente de la Compañía Colombiana Automotriz. Posteriormente trabajé en el Banco Interamericano de Desarrollo – BID.
Estando yo en el BID, lamentablemente para el Gobierno y para el país, ocurrieron los hechos del terremoto en Popayán, la toma del Palacio de Justicia por parte del movimiento guerrillero M – 19, también la tragedia de Armero.
A mi regreso, Belisario ya no era presidente. Lo primero que hice fue visitarlo para decirle: “Todos felicitan a quien gana algo. Pero, cuando se deja de ser presidente, cuando se sale de esos avatares, se queda uno con pocos amigos. Quiero que sepa que estoy aquí”.
EL EXPRESIDENTE
Al estar ya un poco más grande pude consolidar con Belisario una relación que fue muy importante para mí. Años después, gracias a él logré una de las posiciones más importantes que he ocupado desde el punto de vista de las realizaciones, no solo en lo económico, sino también desde lo social.
Un día me llamó desde Paris el presidente Betancur estando de viaje, se dirigía a la casa de Mauricio Rodríguez en Italia cuando trabajaba con Down Química. Me dijo: “Acabo de pasar por París donde me encontré con mi amigo Carlos Haime. Resulta que su empresa Indupalma está en dificultades, se está acabando por los problemas tan graves que se le están presentando con el Ejército de Liberación Nacional – ELN. Él está requiriendo una asesoría porque no está satisfecho con la que está recibiendo. Le dije que tenía la persona y esa persona eres tú”.
Primero fui asesor de la firma. Luego, cuando fui a renunciar al considerar que no estaban haciendo las cosas que debían, Carlos Haime me dijo: “Mire, es que recomendar y asesorar es muy fácil, ejecutar es muy distinto. Si usted cree que es posible hacer lo que propone, entonces, hágalo”.
En ese proceso conté con el consejo sabio del presidente Betancur. Es decir, conversé con él los temas difíciles que se presentaban con la guerrilla o con los paramilitares. En nuestras reuniones le conté lo que yo pensaba, lo que estábamos haciendo, para recibir su retroalimentación. Porque, no solamente tuvimos una cercanía muy grande, sino que siempre recibí su respaldo.
El presidente Betancur participó de las reuniones en que se negoció la liberación de uno de nuestros funcionarios, porque estos grupos armados secuestraron a más de uno de ellos, personas que habían hecho carrera en la empresa. Él se presentó con dos libros, El caballero de la armadura oxidada y El derecho a la ternura. También los abrazó, les habló muy amablemente, comportamiento ejemplar de un liderazgo conciliador. Indupalma no pagó, y el presidente les hizo ver que están sacrificando el futuro de una empresa generadora de empleo y riqueza.
Antes de retirarme de la empresa había logrado propiciar para trescientas familias campesinas, la propiedad de la tierra y el cultivo de la palma. Estoy hablando de más de cuatro mil hectáreas en trescientas familias, tierras avaluadas en más de treinta millones de dólares. Hoy son los negocios El Palmar y El Horizonte, manejados por campesinos que, al comienzo, el 75% de ellos eran analfabetos. Hoy todos han terminado su primaria, la mayoría el bachillerato. Les enseñamos a ser empresarios en un proceso de educación que montamos. Además, sus hijos están yendo a la universidad. Esto es algo que me satisface enormemente.
El día que entregamos los primeros títulos, invité al presidente Pastrana, quien me había ayudado muchísimo en la consolidación de este proyecto. También invité al presidente Uribe porque contribuyó en el segundo proyecto. Pastrana en El Palmar, Uribe en El Horizonte, a través del Plan Colombia.
Nos encontrábamos en el Gobierno Santos, y el presidente asistía, entonces no fue posible lograr que Pastrana y Uribe hicieran presencia. Por supuesto, invité al presidente Betancur, quien tenía ochenta y nueve años. Estuvo presente en la entrega de los títulos de propiedad de la tierra, luego fue al colegio de Indupalma acompañado por María Fernanda Campo quien era ministra de Educación.
. Usamos camisetas que decían: “Sí se puede”. Este fue un día muy especial para él quien hacía mucho tiempo no estaba en un evento de estos, rodeado de niños, en una población como San Alberto en el Magdalena Medio. De alguna manera, este fue un homenaje a él, porque mucho de lo que yo había hecho, había sido inspirado por él.
Su pensamiento era el de que “Nadie deja de ser rico por propiciar que otros salgan de la pobreza”. Distaba mucho de lo que otros planteaban con respecto a la lucha de clases. En las palabras que dirigió a los niños en el colegio, destacó la importancia de la educación, pues él había alcanzado sus logros gracias a esta. Fue un sabio, quien, a pesar de los años, dejaba atónitos a quienes lo oíamos hablar. Era impresionante escucharlo.
Luego me retiré de la empresa para asumir el Ministerio de Agricultura.
FUNDACIONES
Tuve la fortuna de haber recibido la invitación del presidente Belisario Betancur para hacer parte de dos de las tantas fundaciones que él montó. La primera fue la Fundación Rafael Pombo que montó siendo presidente de la República. Alfonso, su secretario general, a quien reemplacé luego de su asesinato por parte de los paramilitares, me invitó a hacer parte del consejo de fundadores de la Fundación Carolina.
Cada reunión era un deleite al escucharlo compartiendo sus anécdotas y sus referencias históricas.
CASOS
No fueron pocos los casos en los que me recomendó profesionalmente. Incluso, compartí oficina con Diego, su hijo, y con Juan Mario Calderón, siendo él también socio. Estaba ubicada en la Avenida Circunvalar en la que había sido su casa cuando ganó la Presidencia.
CIERRE
En síntesis, Belisario Betancur fue una persona muy importante en mi vida en muchísimos aspectos.
Soy muy godo, muy conservador, por lo mismo me gustaba escucharlo, pues su perspectiva era muy diferente a la mía y de esta manera me abría el pensamiento de manera racional.
A diferencia de lo que muchos creían, él no fue débil en los procesos de negociación. Por el contrario, fue fuerte y consecuente. Cuando tomaba una decisión, la defendía. Enseñó que el carácter no tenía relación con el tipo de decisión que se tomara en un momento dado. Hay acercamientos que pueden dar la sensación de debilidad, pero que están acompañados de posiciones extraordinariamente fuertes. Y Belisario no se movía de sus principios.
Fue una persona de grandes calidades humanas. Como lo dijo en su momento el presidente Valencia, así como entró salió de la Presidencia, porque no se hizo rico. Vivió como un ciudadano corriente y en ese sentido fue un ejemplo extraordinario que hay que valorar.
Otra lección clara fue la de que no hay que pelear por lo que ya se perdió, sino que hay que trabajar por lo que se puede ganar.
Así como los hijos siguen a sus padres, también siguen a personas que se admiran. He tenido la oportunidad de estar cerca de personas intelectualmente muy inquietas, lo que ha sido muy importante en mi desarrollo. Por supuesto, uno de ellos fue Belisario Betancur. Él lo recreaba a uno con recorridos por la historia del país, del mundo, de la humanidad. Contagiaba con su interés cultural, que irradió también desde la Fundación Santillana y la Fundación Silva.
No fue indiferente al momento en que mi familia política compró una casa en Barichara. Pero también nos recomendó detenernos en una estación de servicio de unos parientes suyos a quienes les mandó muchos saludos. Porque así era él.
La última vez que hablamos, fue un mes antes de su fallecimiento. Me encontraba en la casa de su hijo Diego y, cuando se comunicaron por teléfono, el presidente le manifestó que quería hablar conmigo. Me dijo que estaba siguiendo muy de cerca mi campaña, que lo había llevado a recordar las suyas. Fue una conversación muy grata, simpática y divertida. Él acababa de salir de una gripa fuerte que luego le repitió comprometiendo su vida.