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GIANPAOLO COMENCINI
Soy el hijo de dos mundos: italiano en Colombia y colombiano en Italia. He sido una persona muy ambiciosa desde infancia, en términos de realizaciones y aportes trascendentales a la sociedad. Cuando tomo una decisión no me muevo de ahí, lo que me ha generado experiencias de todo tipo. Soy alegre y sociable, aunque me cuesta adaptarme a una cultura diferente. También soy muy comercial, aunque primero tengo que sentirme convencido del negocio.
ORÍGENES
RAMA PATERNA
Giovanni Comencini, a quien le decían Luigi, mi abuelo, proveniente de Caprino Veronese, fue capturado durante la segunda guerra mundial por los alemanes quienes lo hicieron prisionero en un campo de concentración. Una vez superada esta tragedia regresó a su tierra, donde se estableció nuevamente para conformar su familia. Tuvo un recio carácter y con él sacó adelante a su familia en medio de la pobreza en la posguerra que reinaba en su país.
Fue un obrero que luego se especializó en temas eléctricos. Por muchos años trabajó en la Polveriera transformando metales, lo que le generó una pulmonía que lo acompañó por casi treinta años para finalmente morir en 1985, un año después del nacimiento de John, mi hermano mayor. Por razones de edad, nunca conocí a mi abuelo paterno: mi papá nació en 1947 y yo siendo él muy mayor. Por supuesto, su papá ya había muerto.
Giulia Medeghini, mi abuela, nació en Montichiari, pueblo de la campiña italiana que pertenece a La Lombardía con Milán como su capital. Fue allí donde se conocieron mis abuelos, población de veinticinco mil habitantes y de naturaleza campesina, una zona muy industrial.
Se casaron y tuvieron tres hijos: mi papá, Alessandro y Eleonora, a quienes mi abuela se dedicó. Murió en el 2007, a mis doce años, por lo tanto pude conocerla y compartir con ella. La recuerdo como alguien muy solar (sic), cocinaba delicioso.
Mi papá heredó el carácter del abuelo lo que genera una distancia enorme entre él y yo, además por la brecha generacional, pues es mayor a mí casi cincuenta años. Comenzó a trabajar a sus trece con mi abuelo para que sus hermanos pudieran estudiar. Con los años terminó su bachillerato y adelantó estudios técnicos en electricidad en la Escuela de Avviamento Professionale, en lo que aquí se conoce como SENA.
Con los años se graduó de ingeniero eléctrico en la universidad y fue un profesional muy exitoso. Se vinculó a una empresa italiana, de Génova, Ansaldo Energía, una de las más grandes de su sector, que lo llevó a cumplir uno de sus sueños, porque le encantó desde joven viajar por el mundo. A él lo defino como un viajero. Viajaba durante dos meses con dos de descanso en su casa, así ha recorrido el mundo por cuarenta y cinco años. Ha visitado México, Tailandia, Vietnam, Canadá, España, Argelia, Libia, Egipto, Grecia, Rusia, Ucrania…
Después de visitar por trabajo a Venezuela, decidió descansar en Cartagena donde tomó un vuelo a su país que compartió con mi mamá, Eugenia Josefina Calao González. Mi mamá trabajaba con el Centro de Convenciones de Cartagena y se dirigía a Italia a una feria por invitación directa de Pablo Pirelli, de la marca de llantas Pirelli. Papá quedó fascinado con ella aunque le tomó dos años enamorarla, pasaron vacaciones en Tailandia, y luego le costó convencerla de vivir con él en Italia. Primero se casaron en Colombia, luego en Italia. Para ese momento mi mamá ya tenía un hijo, lo que generó fricciones dentro de su familia política.
RAMA MATERNA
A mi familia materna la conozco menos. Lo que sé de mi abuelo Francisco (Pacho) Calao es por lo que me cuentan y por las fotos que tengo con él cuando yo era un bebé. Mi bisabuelo fue un sirio libanés que emigró a España. Luego, por razones políticas, viajó a Colombia. Llegó a Lorica, a la que llaman Lorica saudita por su enorme influencia árabe, y allí consolidó a su familia. Mi abuelo nació en Lorica, fue capitán de marina, militó en el Partido Conservador donde cosechó logros, pero también tuvo desventura económica porque lo que la política le dio, también se lo quitó.
Josefa, mi abuela, fue una mujer muy bondadosa, amorosa, sonriente, agradecida. Con ella solo tengo recuerdos felices. Murió hace diez años. Su familia fue muy importante en Lorica, algunos terminaron de criarse en Bogotá. Sus nueve hijos se hicieron profesionales. Después de mi mamá nació mi tía Claudia, la menor de todos los hermanos.
A mi mamá la describo como un volcán, es una de esas personas a quienes, cuando conoces, la amas o la odias. Habla sin filtro, es directa, franca, de carácter. Es una heroína, una mujer de hierro, pues no es fácil criar a sus hijos en otro país, en otro idioma y tan sola como le tocó.
En Lorica recuerdan a mi mamá como la muñeca, ha sido una mujer bellísima. También ha sido arriesgada, pues por seguir a sus hermanos de veinte años se lanzaba a sus doce desde un puente al río Sinú.
A sus diecinueve nació John, luego vivió con mi papá en Francia antes de radicarse en Italia, porque ellos se acompañaron en los viajes hasta mi nacimiento, lo que hizo que mi hermano, desde sus cinco años, aprendiera con facilidad cinco idiomas.
INFANCIA
Nací en 1994 en Montichiari, diez años después de John. Fui criado por mi mamá, a mi papá lo veía muy poco dados sus constantes viajes. Por esa misma razón, la relación con mi papá fue perfecta, pues cuando regresaba de sus viajes llegaba cargado de regalos y nos disfrutábamos sin el estrés que significa la crianza. Una vez se pensionó tuvimos mucho más tiempo de compartir cosas.
Disfruté de una muy bella infancia, lejos de lo que tuvo que enfrentar mi papá. Como mencioné, no solo le heredé el carácter, sino su afición por los viajes. Mi mamá no crio unos hijos como los de la generación de cristal, porque ella fue determinada. La diferencia de edad entre mis padres me brindó diferentes visiones de la vida, además de lo cultural. Me enseñaron el valor del dinero, también a ganarlo y a ahorrarlo, darle valor a las cosas y no dar nada por descontado.
ACADEMIA
Una vez graduado de bachillerato hice un estudio en contaduría en la Escuela de Ragioneria, después me inscribí a Economía en la universidad.
El profesor con quien discutí mi tesis trabajaba para el Banco Generali especializado en negocios corporativos privados al que me vinculé como funcionario. Este banco hace parte del Grupo Generali que atiende empresas del sector seguros, la segunda más importante de Europa después de Allianz. También tiene una sociedad agrícola, la primera empresa agrícola en Italia por extensión, cuenta con más de veintidós mil hectáreas de tierra cultivada, un buen número de estas son viñedos. El vino que produce era el que yo les regalaba a los clientes del banco en Navidad.
Tuve una relación muy importante de cuatro años con la hija de uno de los directivos de esta empresa agrícola. Pero, cuando se terminó a finales del 2021, tomé decisiones como la de viajar a Colombia. Una vez en el país me reuní con mis papás que pasaban vacaciones en su apartamento en Santa Marta. Era la tercera vez que pisaba esta tierra, no tenía información social, cultural, política ni vínculo estrecho familiar. Y me enamoré de este país, de su belleza natural que es absurda, de sus contradicciones. Si bien tuve el tiquete de regreso, decidí aplazarlo.
EMPRENDEDOR
Recuerdo que tenía en mi maleta cinco botellas de vino, por el tema de aduana, que llevaba a las reuniones familiares. Como son tantos mis tíos, tuve que ir a Carulla en busca de vino italiano para complementar. Me encontré un Prosecco de la empresa en la que trabajaba en Italia en una enoteca en el Centro Comercial Andino a precios absurdos, podía costar cinco y más veces que en Italia.
Hablé con mi tío que trabaja como director de la DIAN en el Valle, para que me explicara sobre el tema. Lo consulté, investigamos sobre las importaciones de bebidas alcohólicas, pero todavía no me daban las cuentas después de impuestos. Llamé a mi jefe a eso de las siete de la noche hora colombiana, me contestó a la una de la mañana hora italiana, aun así, revisó precios. El mismo vino de doce mil pesos en Italia, en Colombia lo venden a más de ciento veinte. Comencé a considerar importarlos, entonces hablé con la mamá de una amiga para hacer un estudio de mercados que me llevó a aplazar por segunda vez mi viaje.
Llegó el momento en que debía viajar, y no tuve el coraje para montar empresa, era como lanzarse al vacío, no me sentí capaz de dejarlo todo por emprender. Empacando la maleta en casa de mi tía Claudia, quien me había recibido y con quien hice cualquier número de viajes, quizás pensó en voz alta cuando me dijo con lágrimas: “No te vayas”. Resulta que Daniel, su hijo, acababa de irse a estudiar a los Estados Unidos. Me hizo emocionar, como en este momento al recordarlo. Decidí entonces quedarme y arriesgar.
El 21 de febrero de 2023 fui a la Cámara de Comercio de Bogotá para tramitar los permisos, también ante el INVIMA, las licencias de importación ante la DIAN, busqué una agencia de aduana, un transportador logístico, bodegas. Y es que hice todo de manera directa lo que me llevó a aprender como nadie, pues no contraté a terceros para eso. Comenzaron las decisiones como las de qué vino importar, entonces viajé a mi país por tres meses para indagar.
Hice uso de mis ahorros, los que tenía gracias a las enseñanzas recibidas de mi papá, también me apoyé en los contactos de mi tía. Así nació Rinascimento, aunque para ese momento no tenía nombre. En mayo de 2024 llegó la primera importación, y hemos venido creciendo de manera exponencial.
Proyecto traer nuevas líneas, abrir otros mercados y, quizás más adelante, decida montar una especie de bar para degustación de vinos, más que restaurante.
