FELIPE VALENCIA CAICEDO
Las Memorias conversadas son historias de vida escritas en primera persona por Isa López Giraldo.
Isa López Giraldo es responsable del contenido de su sitio web en el que Davivienda actúa como patrocinador de la sección Jóvenes Talentos.
Soy colombiano, un economista apasionado por el arte, la literatura y el cine.
ORÍGENES – RAMA MATERNA
Mi origen materno es del Valle del Cauca. Mi abuelo, Alcides Caicedo, nació en Cali, se dedicó a la Banca. Es un profesional muy respetable, trabajador incansable y en su vida familiar muy amoroso.
Mi abuelita, Stella Concha, de Palmira Valle, fue muy amorosa, dedicada a su familia a la que, pasados los años, congregaba en su casa. Le gustaba estar a la moda, tuvo suscripción a revistas relacionadas y cosía. Con ella, mi mamá y mi tía, viajé muchísimo por el mundo.
Mi mamá, Alejandra Caicedo, es una socióloga que trabajó en recursos humanos y en los negocios de la familia. Se dedicó a mí pues soy único hijo y a ella le debo todo.
RAMA PATERNA
Mis abuelos fueron Tulio Hernán Valencia, de Popayán, y Carlina Sánchez, de Popayán, pero también de Bogotá. Ellos murieron cuando mi papá, Luis Emiro Valencia, era muy joven, por lo tanto no los conocí. Mi abuelo tuvo una historia muy parecida a la contada en la novela de Juan Gabriel Vásquez, La historia secreta de Costaguana, sobre un personaje que fundó un periódico y se fue a Panamá a dilapidar su fortuna.
Se trasladaron a Bogotá, se instalaron en una casa ubicada en lo que hoy se conoce como Rosales donde nació y fue criado mi papá.
Mi papá hizo parte de una de las primeras promociones de economistas de la Universidad Nacional cuando la profesión apenas llegaba al país. Escribió más de cincuenta libros, fue premio de ensayo de Casa de las Américas en Cuba, un apasionado por la poesía, la sociología y la historia. Fue un académico bastante político que integró el Concejo de Bogotá, fue asesor Angelino Garzón cuando hizo parte de la Asamblea Nacional Constituyente y de tantos otros políticos y entidades del Estado.
CASA MATERNA
Mis papás se separaron cuando yo tenía apenas tres años, pero mi papá siempre estuvo muy presente para mí y no faltó a las reuniones familiares de los sábados en casa de mi abuela.
De mi papá heredé el gusto por la lectura, pues él fue un lector voraz, también escritor y editor. Si bien no seguí su vertiente política sí su interés por lo público, pues la situación país siempre ha sido un tema familiar.
INFANCIA
Tuve una infancia feliz, por dieciocho años viví en la misma casa, dormí en el mismo cuarto al que regreso cuando después de mis viajes visito a mi mamá.
Recuerdo que, en vacaciones y sin falta, íbamos a la finca en el Valle. Disfruté en medio de caballos, vacas, cultivos, rodeado de primos y trabajadores. También tuve mascota a la que llevé a competencias, fui coleccionista de monedas por la afición de mi tía, María Eugenia Caicedo. Mi tía fue muy cercana siempre, con ella, con mi mamá y con mi abuelita viajamos muchísimo. Se desempeñó en Terapia Ocupacional en la Universidad del Rosario.
COLEGIO LOS NOGALES
Estudié en el colegio Los Nogales desde kínder cuando apenas iniciaba y quedaba en Suba, y me gradué con trece de los compañeros que iniciamos quienes hoy son mis mejores amigos.
Fui Scout lo que me mantuvo muy activo y vinculado al colegio incluso los fines de semana cuando nos convocaban a eventos campestres.
Mis resultados fueron los mejores en un colegio muy exigente en lo académico, lo que me ayudó de formas muy distintas. Estaba enfocado al conocimiento duro: matemáticas, física, química. Tuve grandes profesores como Mireia Fornaguera en Literatura quien despertó la pasión por leer en nosotros y que me acompaña hasta hoy. Recuerdo muy especialmente a los de matemáticas, a Fernando Becerra en Física quien fuera finalista al mejor profesor del país, y a Emma Watson en Química.
Pertenecí al equipo de fútbol, pero también participé de la vida cultural, de los paseos al Amazonas, a los nevados y múltiples sitios recónditos de Colombia.
DECISIÓN DE CARRERA
Como me gustaban tantas cosas, me indujeron a estudiar medicina, especialmente mi tío médico, al ser considerada ciencia, pero también arte. Entonces asistí a una disección que me permitió entender que debía descartarla.
Busqué entonces una universidad en la que pudiera seguir explorando académicamente, quise postularme a la Nacional y a los Andes pues me interesaba su programa de ingeniería general.
Con la idea de ser ingeniero y gracias a que mi colegio era bilingüe que, por la formación brindada, me permitió presentar el SAT que me dio entrada a universidades americanas. Apliqué a cinco universidades cuando viajé con mis abuelos maternos a los Estados Unidos para evaluar diferentes opciones, así pues, me inscribí en Harvard, Princeton, en estas no pasé; también a Yale, donde quedé en lista de espera; Brown y Cornell en las que pasé.
La directora de los Nogales de ese momento, Luisa Pizano, me asesoró pues sus hijas habían estudiado en Brown. Ahí tomé la decisión, bajo el discurso de la libertad para escoger su camino académico y personal, que era exactamente lo que quería.
BROWN UNIVERSITY
Inicié tomando cursos no solamente orientados a la ingeniería. Como no existían pre requisitos, el primer año tomé arte, astronomía, física y matemáticas, y algunos de economía. Escuchando a Janeth Yellen, egresada del pregrado de economía de Brown, habló sobre la importancia del componente social en las carreras y este para mí era fundamental.
Resulta curioso porque crucé carrera, si se quiere, con mi compañero de cuarto, Josh Dunford. Inicié con la intención de enfocarme en ingeniería mecánica y él en economía. Pero él se graduó como ingeniero mecánico y actualmente trabaja con Space X enviando cohetes al espacio, y yo terminé graduándome como economista.
Al final de segundo año, cuando debía declarar carrera, estaba clarísimo en lo que quería. Estudié Economía con énfasis en Matemática y doble carrera con Relaciones Internacionales.
La experiencia en mi universidad fue muy cultural, no eran suficientes las horas para toda la actividad que se ofrecía como conciertos, exposiciones, conversatorios con personajes como Hillary Clinton, Robert De Niro y otros muchos. Dictaban conferencias, una o dos veces al año, personajes como Fernando Enrique Cardozo, Ricardo Lagos y varios otros.
En alguna ocasión, en mi calidad de asistente del profesor de estudios hispanoamericanos, trabajé organizando el archivo de cartas escritas por los grandes amigos de Julio Ortega como Gabriel García Márquez, Julio Cortázar, Carlos Fuentes, Jorge Luis Borges. Recuerdo que recogí en la estación del tren a Carlos Fuentes y de camino a la oficina tuve ocasión de hablar con él por horas y firmó todos mis libros.
Me proyecté en las entidades multilaterales a las que quería llegar y que me exigían estudiar una maestría, como en efecto adelanté una vez graduado en el 2006.
UNIVERSIDAD DE YALE
A dos paradas del tren de donde me encontraba, estaba mi nuevo destino. Después de cuatro años en Brown dediqué dos a Yale haciendo mi maestría en economía.
Esta fue una experiencia durísima en extremo, de dedicación exclusiva a las matemáticas. Si bien me gradué de primero en todas mis clases en Brown, aquí no entendí nada al comienzo.
Fue una maestría muy técnica con fundamento en matemáticas. Fue una gran preparación que me dio una excelente credencial como carta de presentación, además estudié becado.
BANCO MUNDIAL
Como ya estaba preparado, me postulé y fui aceptado en el Banco Mundial en el 2008. Mi profesor de macroeconomía de Yale, Eduardo Engel, a quien Guillermo Perry menciona en Decidí contarlo, me recomendó un par de grupos de investigación del Banco, uno de ellos fue el de Bill Maloney.
Me entrevisté con un número importante de personas de la oficina del economista jefe para América Latina, donde finalmente me contrataron. Cuando llegué, Guillermo Perry se retiraba, entonces trabajé con Augusto de la Torre. Con él y con Nancy Birdsall escribimos el artículo The Washington Consensous: Assessing A “damaged Brand”, editado por el profesor José Antonio Ocampo.
Más que un trabajo, para mí significó un nuevo grado el aprender de economistas tan ilustres en una oficina de tanta importancia. Me dediqué a la investigación y aún hoy continúo escribiendo y revisando artículos con Maloney.
Aquí dejé grandes amigos que aún conservo como la satisfacción profesional gracias a los aportes que hicimos en cuanto a política pública de la región.
En un momento dado me animó la idea de continuar con mi formación académica, quise hacer el doctorado que me proyectaría de forma muy positiva. Como llevaba nueve años en los Estados Unidos quise experimentar el modelo europeo y tenía una fijación especial por el London School of Economics and Political Science– LSE donde apliqué y fui aceptado.
UNIVERSIDAD POMPEU FABRA
Pero también fui aceptado en la Universidad Pompeu Fabra – UPF, de Barcelona, por la que opté dado que me permitía iniciar con investigación pues ya contaba con la maestría.
Fue una experiencia nueva pues como estudiante se está mucho más libre para trabajar, aunque se cuenta con asesores que no llevan tanto de la mano. Me encantó el hecho de que pudiera viajar por la facilidad en transporte y distancias, y así lo hice al visitar sitios que ya conocía, pero en esta ocasión con mucha más profundidad disfrutando de su vida cultural, pero también otros nuevos.
Aquí, si bien se trabaja, también se disfruta, Barcelona ofrece un equilibrio propio de la vida mediterránea en la que me encontraba gente en traje de baño en el transporte cuando yo me dirigía a estudiar.
Ayudó a mi decisión por esta Universidad, el que cuenta con programas de intercambio, European Doctoral Programme – EDP, aspecto bastante más europeo que americano. Así tuve la opción de irme por un año a mi soñada LSE.
LONDON SCHOOL OF ECONOMICS
Esta fue una experiencia espectacular. Tuve profesores y amigos magníficos. Visité museos, asistí a teatro, en general disfruté ampliamente todo lo que una ciudad como Londres ofrece.
Regresé a Barcelona para defender la tesis que hice sobre desarrollo y crecimiento económico, temas de mi predilección. Para hacerla me encontré con Antonio Ciccone, especialista en crecimiento económico y con el profesor Hans-Joachim Voth, mi asesor de tesis, quien hizo una combinación novedosa entre historia, y crecimiento y desarrollo económico. Se convirtió en mi jefe, pero también en mi figura paterna, aún con toda su severidad. Fue uno de mis grandes referentes. Marta Reynal Querol, mi otra asesora de tesis, experta mundial en conflicto.
Mi tesis, Three essays in long-term economic persistence, consiste en tres ensayos gestados desde que trabajaba con Bill Maloney.
Un primer artículo en The Economic Journal, la revista más prestigiosa en economía de Reino Unido, referido a los asentamientos indígenas antes de la llegada de los europeos a las Américas que hoy en día son los sitios más densamente poblados y más ricos.
El segundo tiene que ver con la importancia de la inversión a largo plazo en capital humano técnico, específicamente ingenieros en los Estados Unidos; muestra que donde había más ingenieros los estados fueron más ricos.
El tercero es cómo te vendes en el mercado de trabajo, las misiones jesuíticas guaraníes en la América colonial, en Paraguay, temas cubiertos por el Washington Post y por El Espectador.
Luego vino el proceso de publicación que tomó tres años y que se dio en 2019, después de arduos procesos de revisión, edición y recomendaciones por parte de los críticos internacionales.
Con ella me gané un premio en España que consistió en su publicación, en recursos y que el Rey Felipe me entregara el premio situación que nunca se dio, pero con mi mamá y mi tía disfruté de la recepción.
UNIVERSIDAD DE BONN
El mercado a nivel doctoral está centralizado en miles de puestos de trabajo. Los doctorandos nos postulamos a esos cargos, vamos a las mismas ferias, hoy virtuales, una en Londres para el mercado inglés, una en España para el mercado europeo, una en Estados Unidos que se rota la ciudad.
Apliqué a doscientos sitios, fui llamado a entrevista por treinta e invitado a quince universidades en Australia, Brasil, Doha, Alemania, España, Inglaterra. Entonces llegué a la Universidad de Bonn como profesor asistente con contrato condicional por tres años renovable antes de decidir si quedo de planta.
Fue una experiencia rigurosa, productiva y placentera en lo profesional y en lo académico al tratarse de una de las siete mejores universidades de economía de Europa en la que dicté cursos de desarrollo económico, historia económica y un seminario de desigualdad. Pero lo fue difícil socialmente, sobreviví sin hablar alemán en un pueblo que no ofrece lo que las grandes ciudades.
Quise entonces aplicar a otras universidades y lo hice en Science Po, Paris, y British Columbia, Vancouver.
BRITISH COLUMBIA – VANCOUVER
La British Columbia, Universidad que dudé me respondiera, lo hizo primero. Es excelente en los rankings al estar entre las mejores veinticinco del mundo. Soy profesor asistente para dos ciclos de cuatro años y pendiente de la evaluación que determine si quedo de planta.
Estoy en un sitio en el que el clima de trabajo es muy agradable, porque en estas universidades de frontera el ambiente puede ser tan hostil que los casos de suicidio son frecuentes, es más, cuento amigos que tomaron esa decisión sobre sus vidas.
Vivo en una región eminentemente asiática, de gastronomía exquisita, muy internacional.
PROYECCIÓN
Quienes optamos por economía y carreras afines, tenemos tres grandes caminos por los cuales podemos transitar: el sector privado, en política pública de manera directa o desde entidades multilaterales y la academia.
Pienso que todo tiene un retorno marginal decreciente, es decir, resulta siempre más interesante el primer año que el décimo. Reconozco el valor del rigor de la academia, pese a la presión psicológica que ejerce, y su importancia al tender puentes con otros sectores.
Como historiador económico estoy en proceso de publicar una nueva historia económica de América Latina de la que seré su compilador en un libro de veinte capítulos. Me interesa el impacto que pueda tener en las comunidades de países en desarrollo, el clúster de innovación en los Estados Unidos, el desarrollo de las ciudades.
También estoy considerando el posdoctorado, quizás mejor, una especie de agenda de investigación, porque me gusta la investigación especialmente en temas de conflicto histórico. En ese sentido adelanto, con otros coautores, un trabajo sobre este tema, otro sobre la destrucción de confianza civil española y sobre la guerra de la triple alianza en Paraguay.
Actualmente acojo estudiantes colombianos con quienes escribo y a quienes asesoro, desarrollamos temas de importancia para el país, escribimos artículos de amplia difusión. Participo en conferencias y seminarios en Colombia y en la región como el que tuvo ocasión en Uruguay y del que hizo parte José Antonio Ocampo y varios otros colegas.
REFLEXIONES
- ¿Cuáles son los costos que has asumido en tu camino de la búsqueda de la excelencia académica?
La distancia geográfica de la familia, la dificultad para mantener una relación de pareja estable y construir una familia. Mi mayor dificultad fue afrontar la muerte de mi papá cuando estaba fuera del país.
- ¿Cuál es tu código de ética?
Recuerdo aquí los aprendidos en el colegio: responsabilidad, honestidad y respeto. Obrar bien, ser buena persona.
- ¿Qué te gusta dejar en las personas que se acercan a ti?
Una buena impresión.
- ¿Cuál es tu sentido de la existencia?
El aporte a la sociedad.
- ¿Cuál debería ser tu epitafio?
Valoró la vida cada segundo.