Carlos Eduardo Sepúlveda

CARLOS EDUARDO SEPÚLVEDA

Las Memorias conversadas son historias de vida escritas en primera persona por Isa López Giraldo.

Si se piensa en hitos generales de la vida, marcaría dos referencias grandes. Mi relación con la Universidad del Rosario y mi experiencia como economista.

Familia

Nací en Bogotá, en una familia diversa regionalmente pues mi papá, Wilson Sepúlveda, ingeniero militar, es de Manzanares Caldas y mi mamá, Angelly Rico, caleña, estudió artes aplicadas. Si bien tengo cierta sensibilidad por el arte, nunca desarrollé ninguna habilidad artística.

Cada dos o tres años cambiábamos de ciudad por el trabajo de mi papá por lo que crecí en medio de constante cambio y rediseño. Esto me llevó a construir muy buenas amistades a lo largo de la vida y a fortalecer ciertas competencias como flexibilidad y adaptación al cambio y encontrar lo bueno de cada circunstancia.

Al ser mi papá coronel del Ejército (ya retirado), viví en un ambiente dentro de las Fuerzas Militares muy seguro, rodeado de amigos y bajo un concepto de gran familia. Tengo tres hermanos, lo que resultó en una familia numerosa bajo los estándares actuales, muy unida y algo ruidosa.

Si bien el trabajo de mi papá fue muy sacrificado y exigente, mi mamá estuvo siempre pendiente de orientarnos de manera muy cercana y ambos nos brindaron unas bases familiares muy sólidas.

Mi papá nos inculcó siempre la importancia del estudio y deporte y mi mamá, además, la de tener amigos, salir y viajar. Era una mezcla interesante.

VOCACIÓN

Terminado mi colegio hice un intercambio en los Estados Unidos. Si bien nunca fui el mejor estudiante siempre me obtuve buenos resultados. Practicaba natación y competía a nivel nacional.

Lograr encontrar un campo de estudio y universidad adecuados es una tarea que lleva algo de suerte. En mi caso, me llamaba la atención el sector financiero, algo el sector público, y la economía me pareció un campo suficientemente abierto para entender el funcionamiento de un país. No sabía realmente que iba a despertar en mi una gran pasión, al igual que la Universidad del Rosario.

UNIVERSIDAD DEL ROSARIO

Mis papás me consiguieron el formulario de inscripción. Yo no conocía la Universidad ni tenía a alguien cercano que fuera rosarista. Pero como es costumbre, la incertidumbre de la admisión lo llevaba a uno a explorar varias alternativas.

El Rosario me dio una matrícula preferencial por mi puntaje del ICFES. Me entrevisté con el decano de ese entonces quien me recibió muy bien y me convenció de entrar a estudiar Economía. Apenas entré a la Universidad, hubo una conexión muy especial.

El Rosario tiene unas características muy particulares. La más destacada es el rol que le otorga a los estudiantes y el empoderamiento que les brinda. Quince de ellos, los colegiales, eligen al rector y a la Junta Directiva. Cuando escuché eso el primer día, me pareció maravilloso y me ilusionó llegar a ser parte activa de la Universidad. Estamos hablando de una universidad con 365 años, con un rol histórico muy importante en el mundo académico, por lo que mi sueño se veía casi imposible de alcanzar.

Ese enamoramiento por la historia y la estructura rosarista también vino acompañado por uno igual de la economía. Descubrí que mi carrera tenía unos alcances mucho más grandes de los que yo pensaba. Cuando empecé a entender las posibilidades que me daba, me encantó.

Muy temprano entré al Consejo Estudiantil. Fui algo belicoso, animaba movimientos de los estudiantes para que cambiaran profesores. Fui un poco rebelde y exigíamos cambios grandes. Dentro de ese contexto terminé en campaña y resulté como vicepresidente de la propuesta ganadora.

FACULTAD DE ECONOMÍA

Entrando a cuarto semestre me nombraron secretario académico de la Facultad, un cargo con una tradición especial dentro de la Universidad. Respondía por el registro académico de todos los estudiantes y la planeación y funcionamiento de los cursos. Eso lo llevaba a uno a tener que dar ejemplo, a sacar buenas notas y a lograr legitimidad ante los compañeros. Por supuesto, todo esto sin dejar de salir de rumba y hacer lo que hace cualquier joven a esa edad.

Al ser el hermano mayor uno crece un poquito más rápido de lo que le toca. Nunca me consideré más maduro que el resto, pero al asumir varias responsabilidades siendo tan joven, en perspectiva, uno termina madurando algo más a rápido al tener que tomar decisiones que impactan a otros y responder por ellas.

Tuve un combo de amigos a los que integré ayudándome con algunas de mis responsabilidades. Era una época en la que los sistemas de información no eran tan sofisticados. Así que me ayudaban repartiendo papelitos para los turnos de registro de estudiantes, otro me dictaba los códigos, unos más controlaban las filas. Siempre conté con buenos amigos, al mismo tiempo trabajaba mucho. Con el dinero que lograba con el trabajo me financiaba mis cosas.

Al muy poco tiempo hubo proceso de elección de colegiales y fui seleccionado entrando casi de inmediato a proceso de elección de rector y Consiliatura. Hubo un grupo muy diverso, n compañeros de otras facultades como Jurisprudencia, Medicina y Filosofía, todos con formación, perspectivas y maneras de argumentar muy diferentes. Dentro del cuerpo elector también hacían parte los Consiliarios, quienes son personas por lo general protagonistas de la realidad nacional.

Luego de un tiempo me designaron Colegial Mayor de la Universidad. Asumí entonces la responsabilidad de coordinar al grupo de colegiales de número y representarlos en diferentes espacios institucionales. Ya era economista y adelantaba la maestría en economía en la misma Universidad.

MAESTRÍA EN ECONOMÍA

Al mismo tiempo ingresé al programa Jóvenes Investigadores de la Facultad. Trabajaba como asistente de varios profesores-investigadores. Desde tercer semestre fui monitor académico, luego profesor asistente y después me dieron unas cátedras puntuales lo que también fue cultivando mi vocación por la docencia.

DOCTORADO

Naturalmente surgieron dilemas al momento de graduarme. Si bien me gusta la política pública, también me gustaba mucho la investigación económica. Apliqué a varias universidades y pasé en algunas en los Estados Unidos y Europa. Al final, tomé la decisión de hacer un doctorado en Economía en la Universidad de Boston.

El proceso doctoral es súper intenso, duro, difícil, pero también muy gratificante. Son cinco años estudiando. Tuve la fortuna de estar en Boston que es una ciudad maravillosa y conté con un gran grupo de compañeros y amigos. Compartimos buena parte del sufrimiento y los logros del doctorado. Los amigos se convierten en familia.

Si bien buscaba mantener un balance, la inmersión en el doctorado no permite disfrutar muchas cosas distintas al estudio. Por lo mismo, contar con buenos amigos fue clave y aprovechar el hecho de encontrarme en los Estados Unidos para hacer viajes durante la época de vacaciones.

Tan pronto comencé el doctorado tuve la oportunidad de ser asistente de un profesor de Economía Laboral, Pobreza y Discriminación, y se volvió mi tema de la tesis de grado. Temas estos que siempre despertaron mi interés, pues están relacionados con los contenidos de Política Pública.

Por tener las becas del Banco de la República y Colfuturo, debía volver al país una vez terminara el doctorado. Exploré algunas opciones en los Estados Unidos, pero ninguna era lo suficientemente atractiva como para obligarme a pagar la beca si no regresaba.

TRAYECTORA PROFESIONAL

DECANATURA

Apenas llegué al país alcancé a vincularme como asesor del Ministerio de Comunicaciones. Muy rápidamente me llam el director del DANE y me ofrece la subdirección. Tenía 31 años y resulté al frente de las direcciones misionales de la institución, a cargo de las encuestas oficiales del país. Tuve ese rol por casi tres años. En ese tiempo mantuve también mis cátedras con el Rosario.

Al cerrar un ciclo en el DANE, regresé a la Universidad como profesor de carrera. Tuve la tarea de estructurar una Maestría en Economía de la Política Pública, lo cual nos llevó un par de años.

Desde el 2015 el nuevo rector de la Universidad me invitó a hacer parte de su cuerpo directivo como decano de la Facultad de Economía.

LIBROS 

He escrito tres libros en temas en temas de estratificación socioeconómica e incidencia de impuestos y subsidios en los hogares.

Todos los proyectos académicos de los profesores son insumos de docencia. El lema es: “Investigamos para enseñar y enseñamos lo que investigamos.” Por lo mismo hay una relación muy estrecha entre la investigación y la docencia.

PROYECCIÓN

En el momento estoy felizmente comprometido con la tarea que tengo en el Rosario. Es un trabajo realmente gratificante y ojala pueda seguir contribuyendo desde la Universidad.

Desde la Facultad nos corresponden varios temas de docencia, investigación y extensión. Brindar programas competitivos, habilitarle a los profesores su agenda de investigación y brindarles un ambiente que les permita contribuir al conocimiento y lograr que la facultad tenga un impacto en el país. Es fundamental que lo que hagamos impacte positivamente en la sociedad.

Desde la Universidad se incide en la formación de nuevas generaciones de profesionales, docentes, formadores e investigadores y se contribuye a un diálogo nacional en busca de propuestas novedosas para entendernos como sociedad.