Andrés Felipe Ribón

ANDRÉS FELIPE RIBÓN

Las Memorias conversadas son historias de vida escritas en primera persona por Isa López Giraldo.

Isa López Giraldo es responsable del contenido de su sitio web en el que Davivienda actúa como patrocinador de la sección Jóvenes Talentos.

Soy un joven feliz, apasionado y soñador, leal e íntegro. Me gustan la música, los deportes, viajar, comer de manera generosa, aprender, ponerme metas y trabajar por ellas. Genero ideas así parezcan absurdas o locas. Resulto muy perfeccionista, al extremo, pues considero que los pequeños detalles traen grandes problemas.

ORÍGENTES – RAMA PATERNA

Mi bisabuela, Rosa Solano, fue una mujer muy trabajadora que empezó vendiendo fritos en su casa, luego tuvo un restaurante, un hotel, locales y terminó haciéndose a un patrimonio importante con el que benefició a su descendencia.

Mi abuelo, Ángel María Ribón, fue un comerciante contrabandista en la época de la bonanza de la Guajira, asentado en Maicao donde conoció a mi abuela. Murió a causa de un disparo que recibió por estar en el lugar y momento equivocados. Dejó tantos hijos que no hemos logrado identificar plenamente a la familia de sangre.

Mi abuela, Amparo, creció bajo principios cristianos. Al enviudar la visitaron animándola a cobrar venganza, pero ella prefirió dejar todo para instalarse en Barranquilla.

Tanto mi bisabuela como mi abuela me transmitieron su fe que no tiene límites y con la que han guiado los valores familiares.

Mi papá, es mi mayor referente, ejemplo de bondad. Sufrió una crisis nerviosa cuando murió mi abuelo que se repitió cuando trágicamente murió su hermano menor atropellado por un bus. Estos eventos, sumados a la separación de mi mamá, lo llevaron a una depresión profunda.

Tuvo la oportunidad de estudiar lo que hubiera querido, pero la desaprovechó, y hoy le pesa. Tiene una inteligencia empírica poderosa, entonces, no ha requerido de un título que lo acredite.

Trabajó como supervisor en Coca-Cola, en Frito Lay, en Terpel. En algún momento sufrió un accidente en el que casi pierde su vida. Se encontraba en una oficina y, con su oído tan agudo, pudo identificar que el camión que habían dejado parqueado afuera se estaba moviendo. El dueño corrió y se interpuso para frenarlo y mi papá metió su brazo que no quedó funcional y casi lo pierde Esta hubiera podido ser una tragedia mayor.

A partir de ese momento su vida cambió, se vio muy afectado laboralmente, pero mi mamá lo apoyó. Actualmente administra el hotel que heredó de mi bisabuela en Maicao y aún en pandemia ha seguido pagando la nómina, pues vela por su personal pese a su crisis económica.

RAMA MATERNA

Mi abuela, Visitación Rebeca, Tita, creció en un pueblo del Magdalena donde conoció al hombre que se convirtió en el papá de sus hijos. Cuando mi abuelo de sangre murió, ella se fue para Venezuela buscando un mejor futuro para sus dos hijos, mi tío y mi mamá, a quienes dejó con una prima. Con el tiempo envió por ellos y vivieron en una invasión por muchos años.

En algún momento conoció a mi abuelo, Cheo Troconiz, de ascendencia española, entonces todos adoptamos su nacionalidad y su apellido.

Mi abuela es modista de altas calidades, solo que, al no pertenecer a un círculo social, no tuvo cómo darse a conocer. Nadie le enseñó, pero siempre se lució con lo que confeccionaba, como con mi traje de grado, hecho a la medida, que superó a los que usaron mis amigos que eran de marcas reconocidas.

Apenas aprendió a leer. Escribía, aunque mal, lo que necesitaba para tomar medidas e identificar a sus clientas. No obstante, me ayudaba con las tareas de colegio. Si no lo lograba, nos íbamos para un SAI a llamar al trabajo a mi mamá.

Mi mamá, es muy inteligente, comprometida con lo que hace, y determinada. Tuvo una vida muy difícil, no disfrutó su infancia ni de su adolescencia, fue muy responsable desde muy niña. Trabajó y estudió al mismo tiempo. Salía a las cinco de la mañana para su trabajo, luego atendía sus clases y llegaba a ayudarle a mi abuela con sus costuras.

Quiso estudiar Diseño de modas, pero mi abuela la entusiasmó con una carrera tradicional, entonces estudió Derecho. Con el tiempo fue creciendo profesionalmente y escalando posiciones en su trabajo.

INFANCIA

Mi mamá tuvo dificultades para quedar en embarazo. Nacer en un contexto en el que todo es una lucha por conseguir lo mínimo, obliga a desarrollar un carácter especial para que no se lo coma a uno vivo el mundo. Y mi abuela y mi mamá lo lograron y me dieron ejemplo.

Le debo mucho a mi abuela, se desvivió por mí, me pagó las escuelas de futbol, natación, música y me acompañó todo cuanto le fue posible.

A las dos, a mi mamá y a mi abuela, les agradezco su sacrificio pues dejaron de cumplir sus sueños para que yo pudiera vivir los míos, porque renunciaron a ellos. Por lo mismo les dedico todos mis logros. Me enseñaron a reponerme de las dificultades y a tener la tenacidad que se necesita para la vida. Siempre las he admirado también por su capacidad de salir adelante.

Mis papás se divorciaron cuando yo tenía apenas dos años, aunque supieron manejar la situación y se siguieron apoyando.

A los tres años comencé a tocar piano. En un vacacional en Bellas Artes, mientras nos leían un cuento, escuché un piano que me hizo salir corriendo, seguí el sonido hasta llegar al salón donde dictaban la clase. Me quedé escuchando, viendo, disfrutando hasta el final. Entonces me compraron un teclado, tomé clases y toqué en la iglesia hasta que mi papá sufrió el accidente que hizo que me alejara, resentido, por un buen tiempo.

Mi papá, después de salir del trabajo, a diario me buscaba en la casa para llevarme al parque. Estando allí despertó mi imaginación a través de los juegos. Por ejemplo, jugábamos a ser militares que cumplían una misión. Me ponía a subir los escalones, en un punto yo sentía miedo y mi papá me ayudaba, pero también me exigía, porque tenía que continuar hasta alcanzar la cima.

Hoy, en retrospectiva, puedo decir que mi papá me enseñó confianza, porque supe que él sería soporte para mí y que podría contar con él, pero que también me iba a enfrentar a situaciones en las que iría por mi cuenta. Entendí que, por más temor que me generara algo, no debía dejar de intentarlo, porque la sensación al estar arriba del monumento no la cambiaba por nada y me hacía vencer el miedo de pasar de un escalón al otro.

Esta ha sido mi vida, con frecuencia debo tomar decisiones que me generan temor y sin tener claro qué hacer. Pienso en los peldaños del parque y en la sensación al culminar, así que vuelvo al parque, me siento frente al monumento y recuerdo todo mi esfuerzo. Ahora que mido 184 centímetros tan solo tengo que estirarme y dar un salto para alcanzar. Entonces tomo mis decisiones y disfruto del resultado. En ese momento era un reto lograr la meta. Con la misma facilidad que hoy alcanzo la cumbre logro terminar mis proyectos, los que en un comienzo me tomaban mucho más tiempo y esfuerzo.

En el parque mi papá me compartía sus pensamientos y una carga emocional muy densa, lo que me dibujó la vida de una manera distinta, pues, siendo yo un niño, fui su apoyo en una etapa depresiva como la que estaba viviendo. Emocionalmente me generó una sensibilidad distinta, él gestionó en mí para que lograra conectarme de manera diferente con mi entorno.

Vivimos en un apartamento que actualmente ocupo. Hice un grupo de amigos que aún conservo y que desde pequeños sabíamos que habíamos nacido para grandes cosas.

En el conjunto hubo un grupo de millo del que, entre otros, hacía parte Tato Marín, gaitero que ha tocado con Carlos Vives.

Pero también Andy que, como todos, ahorraba para comprar carros de Hotwheels, pero él solo quería Porsche. Con los años terminó trabajando en la fábrica en un prototipo eléctrico del año 2020. Porque lo soñó, se proyectó e hizo las cosas para lograrlo.

Tuve la ventaja de jugar por fuera de mi casa, en la calle. Me acostaba tardísimo después de jugar partidos de fútbol, de montar bicicleta y de disfrutar con mis amigos. Al día siguiente madrugaba a seguir en lo mismo.

En el conjunto había un Nintendo que algunos se turnaban para jugar, pero mi generación quizás fue la última que gozó desconectada de las pantallas.

Mis amigos fueron mis hermanos en esa etapa de la vida. Ahora tengo un hermano de nueve años y una hermanita de tres.

NUEVO COLEGIO DEL PRADO

Mi concepto del estudio fue diferente. Fui muy despierto para lo que me gustaba y cuando quería. Identificaba qué era capaz de desarrollar y de poner en práctica y con eso me quedaba.

Así como lograba conectar con la gente armaba revoluciones en el salón, por fortuna, supe canalizar mi energía.

He tenido facilidad para las matemáticas. Ya en bachillerato me incliné por la filosofía, la historia y la geografía, pero también por la literatura, aunque muy tímidamente al comienzo.

Douglas, mi profesor, hizo que me enamorara de los libros. Pero también el escritor Mario Benedetti, porque al leer sus libros reconocí el poder de la palabra, me maravillé al ver que, diciendo cosas tan sencillas, lograba tanto impacto. Siento que sus libros La tregua, El amor las mujeres y la muerte, definen la vida.

Dibujé tres cuadros en las clases de arte, uno en carboncillo. Era un barquito en la mitad de la nada. De inmediato llamaron a mis papás para que se presentaran al colegio pues la lectura que le dieron era que yo estaba tratando de comunicar un sentimiento de soledad. Les expliqué que lo había dibujado en blanco y negro porque no me gustaban los colores y no los sabía utilizar; el barco, porque recientemente había visto el Titanic; y que la soledad la tenía como algo positivo, porque no la satanizo. Ese no fue un grito de soledad.

También escribí fábulas, una de mis primeras manifestaciones de amor al arte. Redacté el accidente que acababa de sufrir mi papá que casi le cuesta la vida y como consecuencia le impidió recogerme para llevarme al partido. Mientras lo esperaba golpeando el balón en la puerta de mi casa, me llené de decepción pensando que lo había olvidado. La noticia de lo ocurrido me golpeó muchísimo.

Cuando terminé de leer frente a la clase reventé en llanto y al subir la mirada me sentí intimidado, entonces corrí al baño lleno de vergüenza. Luego supe que tanto la profesora como los compañeros se conectaron con el cuento, se sensibilizaron con la historia.

Participé, de manera anónima, en concursos de cuentos y quedé de finalista un par de veces. Lo hice así porque era mucho mejor destacarme como futbolista que como escritor, por lo menos era así en ese momento de mi vida.

Fui deportista y mi mundo giró alrededor del fútbol hasta graduarme. Porque si bien quise dedicarme profesionalmente, para mis papás era tan solo una afición y prefirieron que estudiara una carrera tradicional.

Por un tiempo soñé con ser arquitecto para diseñar la casa de mi abuela. Más adelante me entusiasmé con la idea de estudiar ingeniería de petróleos pues con ella podría obtener los recursos que siempre nos fueron escasos, pero no disponíamos de plata para estudiar en Bucaramanga. Quise ser ingeniero automotriz por la afición que heredé de mi papá por los carros, pero mucho menos había con qué enviarme al exterior.

Finalmente, asistí a una feria universitaria en la que se decía que la ingeniería industrial era la carrera del futuro, la pusieron en un pedestal. Decidí cursarla y hoy pienso que, si hubiera contado con una asesoría mayor, hubiera estudiado otra cosa. Igual la valoro, pues, en efecto, me ha servido.

VALLEDUPAR

Después de vivir quince años en Barranquilla me fui a estudiar a Valledupar donde se encontraba mi mamá, además, porque no debía permanecer solo pues mi papá había regresado a la Guajira.

Me costó muchísimo adaptarme, es muy difícil en cuanto a costumbres, cultura, gustos. No me sentí cómodo. Recuerdo que, como usaba los jeans muy apretados, me calificaron, muy despectivamente, de gay. Además, se burlaban. No era un plan para mí sentarme a tomar licor escuchando vallenatos y los oigo desde que tengo uso de razón por mi abuela, que los ama. Recuerdo que alguna vez fuimos a una comida con Silvestre Dangond cuando aún no era conocido, esto fue así por su fanatismo.

UNIVERSIDAD DE SANTANDER

Me sentía cual esponja, ávido de conocimientos, pero la Universidad no me daba todo cuanto yo esperaba recibir. Lo que me interesaba no era obtener una buena nota, sino que lo que aprendiera me resultaba útil.

Reconozco que muchos de mis conocimientos se los debo a mi Colegio y a la Universidad, precisamente porque fui muy selectivo en tomar lo que consideraba importante.

EMPRESA FAMILIAR

Cursaba cuarto semestre cuando monté una empresa con mi mamá pues había sido despedida sin justa causa de Electricaribe donde trabajó por catorce años.

Sumamos dos personas más, mi mamá se encargó de las cobranzas y yo de la gerencia. En poco tiempo duplicamos nuestro tamaño. Nos presentamos a una licitación en Bucaramanga en la que competimos contra grandes firmas de abogados. Asistí, a mis dieciocho años, con un bigote bien característico pese a que mi mamá me había advertido que me afeitara. Igual ganamos, no por tener el mejor bigote, sino la mejor propuesta.

Para trabajar en el proyecto necesitábamos un software que no podíamos comprar por su alto costo, entonces le dije a mi mamá que me encerraría por un mes a sacar el trabajo adelante al tiempo que me concentraría en mi tesis. Aprendí lo que necesitaba para crear el modelo. De mi cuarto salía a comer y a bañarme, pero lo logré.

ARTISTA

Siempre he sido artista. Mi definición del arte es: cualquier cosa bien hecha. En mi vida he buscado ser el mejor en lo que hago y lo he aplicado en todo.

Entendí que el arte es la posibilidad de tener unos mínimos elementos a través de los cuales comunicar. Mi necesidad, desde pequeño, fue la de transmitir, y el arte me brindó las herramientas para lograrlo.

Mis primeras manifestaciones como artista plástico se dieron en la infancia cuando, gustándome el fútbol, representaba a sus jugadores con muñequitos de plastilina. También los calcaba y pintaba. Empecé escribiendo poemas cortos e ilustrándolos.

El Andrés conceptual nació cuando tenía que llevar un experimento al colegio, pero mi papá lo olvidó por completo. A la hora del desayuno, antes de salir, me dijo: “Tu experimento va a ser la reflexión de la luz”. Buscó un espejo, me explicó cómo funcionaban para reflejar la luz.

Si bien mis compañeros llevaron volcanes y otros experimentos muy sofisticados, no entendían lo que estaban presentando mientras que yo atraje al público por mi facilidad para explicar el fenómeno. Con esto desarrollé mi capacidad de transmitir un concepto para definir un tema.

Mis amigos me recuerdan que yo dibujaba en mis cuadernos, pues no los usaba para tomar notas. Fue mucha la plata que mi mamá botó en ellos porque se quedaron guardados llenos de dibujos.

Quise ilustrar lo que escribía pues me pareció una buena manera de captar la atención de la gente que, seducida por la imagen, luego leía. Este recurso gráfico me ayudó, sin proponérmelo, a darme a conocer.

INSTAGRAM

Abrí una cuenta en Instagram con mis escritos, lo que tuvo una acogida que no esperaba. Muy rápidamente crecí en seguidores, pero también empecé a sentirme incómodo con lo que hacía en la empresa de mi mamá.

Llegó el momento de presentar mi tesis de grado y, como no quise hacer mi práctica profesional en nada distinto a marketing, pasó un año hasta lograrlo.

Entonces decidí renunciar a la empresa de mi mamá, contra su voluntad, la de mi abuela y la de mi papá, que decían que no podría dedicarme escribir. Pero yo no me sentía conforme con lo que hacía, pues no me permitía comunicarme.

Como soy de la idea de que cuando uno quiere algo debe dedicarse de lleno al ser la única manera de hacerlo funcionar, entonces le pedí la liquidación a mi mamá. Recibí un cheque por un millón de pesos, aún hoy pienso que la suma debió ser muy superior.

Decidí armar una mini revista con mis escritos e ilustraciones que comencé a ofrecer por Instagram y que vendí en la calle. Es decir, me convertí en un vendedor ambulante de mis propios libros.

Fui a una editorial que me cotizó por mil libros un millón de pesos, por fortuna me financió el 50% y con la diferencia viajé a Barranquilla en bus junto al chofer, por el descuento, con mi bicicleta, una mochila con mis tres mudas de ropa y un maletín con los libros.

Llegué al apartamento donde había vivido cuando niño, puse los libros en la mesa, resentí la espalda por el peso y lloré a mares del susto.

Si bien ya me seguían más de diez mil personas en Instagram donde había anunciado el libro, sentí mucha ansiedad y me asusté por los antecedentes de depresión que hay en la familia. No quería verme en la situación de tener que reconocer que me había equivocado, que había tomado una mala decisión. Tampoco quería verme ni sentirme ni que me vieran como un fracasado, y nadie me había preparado ni para el fracaso ni para el éxito.

Me arrinconé en mi cuarto, lloré como un bebé, me cuestioné sobre lo que estaba haciendo con mi vida. Porque, ¿cómo iba a vivir con libros de diez mil pesos? ¡Eso vale un desayuno!

Era primero de diciembre cuando entró la llamada de María Camila Vergara, una de mis mejores amigas, sin duda. Me preguntó si ya estaba en Barranquilla y también por el libro que había anunciado, inmediatamente me dijo que iría a mi casa por uno que le entregué en portería. Subí, pero seguía sintiéndome mal. A los quince minutos recibí nuevamente una llamada suya encargándome diecisiete libros más para su familia y sus amigas, esto al considerar que toda mujer en algún momento de su vida debería leerlo.

Mi libro estaba enfocado a todo lo que había visto y vivido con mi mamá y con mi abuela, registré mi visión de la mujer, de su sufrimiento, de su rol y su lucha contra corriente. Y empezó a hacerse notar, todos lo posteaban en Instagram, lo encargaban. Mientras tanto yo lo vendía en restaurantes y almacenes, los entregaba puerta a puerta. Fue así como conocí a un buen número de mis seguidores.

El 31 de diciembre ya había vendido los mil libros. Fue una reivindicación conmigo, supe que eso era lo mío, sentí que estaba cambiando el mundo, transformándolo, comunicando un mensaje que la gente no solo estaba recibiendo, sino adoptando, sintiendo. Me llené de confianza y de entusiasmo.

SIGUIENTE PASO

Reflexioné sobre lo que debía hacer, sobre lo que seguiría en mi vida. Para el 2017 fui de los primeros que hizo un giveaway. Busqué la manera de que la gente me etiquetara en sus historias, sabía que debía ofrecerles algo.

Decidí poner un post sin pedir que marcaran a terceros. Los animé a que eligieran alguna de mis publicaciones, lo llevaran a su historia y me etiquetaran para recibir la notificación. Entre los que lo hicieran sortearía unos libros.

Logré tres millones de shares, fue absurdo. Lo importante era que el mensaje se estaba replicando y que la comunidad que quería recibirlo crecía.

La siguiente pregunta fue cómo escalar lo que ya tenía.

FERIA DEL LIBRO

Busqué a un primo para que me financiara el tiraje de dos mil libros. Al comienzo se asustó, pero luego accedió. Los imprimí, los envié por carga y viajé a Bogotá sin contar con logística alguna, sin stand, sin autorizaciones, sin código de venta.

Una vez en Corferias no me autorizaron el ingreso por los trámites administrativos. Así pasaron tres días sin lograrlo porque Panamá, de donde es la editorial, no contestaba. Entonces averigüé el nombre de la coordinadora y le dije al vigilante que tenía cita con ella. Me dejó pasar y la abordé para pedirle su consideración pues mi situación era compleja y no aplicaba ni para vendedor ambulante, porque hasta ellos están codificados.

Finalmente me brindó dos opciones de stands. Como ya había recorrido la Feria tenía clarísimo cuál era el lugar más estratégico. Me ubiqué cerca de la zona de comidas, a Penguin Random House, a Panamericana y otras editoriales de mucho impacto.

Me autorizaron dejar cincuenta libros, pero yo no podía seguir cargando con los mil novecientos cincuenta que me quedaban, entonces solicité autorización, que me fue concedida.

Como ya tenía más de treinta mil seguidores en Instagram, sabía que había gente esperando por mi obra, sentí la confianza y tenía toda la seguridad de que se vendería. Además, la portada de mi libro es en blanco y negro, lo que llama la atención. La gente debía acercarse para leer el título, el que asustó a algunos padres: Hacerte el amor. Pero al explicarles que existen muchas formas de expresar el amor, no necesariamente físicas, de inmediato lo compraban para sus hijos.

Al día siguiente había una fila de gente que ya había adquirido el libro y que esperaba por mi firma. Se vendieron todos.

Me cuesta el contacto físico, entonces tuve que mentalizarme para no resultar molesto o pasar por grosero cuando me abrazaban y pedían fotos.

CAMBIO DE NORTE

Llevaba ocho meses durante los cuales vendí dos ediciones que sumaban tres mil libros, pero no encontraba editorial y tampoco podía seguir repitiendo el modelo pues resultaba inviable.

Empecé a reflexionar sobre lo que muchos me decían, que debía orientarme a lo gráfico. Entonces comencé a estudiar a profundidad la técnica que ya estaba aplicando, la del one line, que consiste en hacer dibujos en un solo trazo. Apliqué un DOFA (Debilidades – Oportunidades – Fortalezas – Amenazas). Hice una inmersión completa.

CONCURSO

Ya seguía a varios artistas en Instagram y uno de ellos lanzó un concurso en el que uno de sus seguidores lo acompañaría a su primera exposición en Múnich. Los interesados debíamos repostear su video y comentar las razones por las cuales queríamos acompañarlo.

Me apoyé en un par de amigos que viven en Alemania para que me tradujeran mi texto y así poder participar en el concurso. Monté el post diciendo algo como: “Tu trabajo me parece espectacular. Quiero conocerte y a tu historia porque me da la oportunidad de crecer. Si no gano el concurso, no viajaré a Alemania, pero te invito a Colombia”.

Luego puse otro post del lugar donde haría su exposición acompañado de un gift de la película Pulp Fiction de John Travolta en la que no sabe qué camino tomar, se ve perdido. Comenté: “Yo en Alemania sin entender lo que dicen”.

Esto le causó mucha gracia, me contactó y, después de cruzar unas palabras, me preguntó qué necesitaba para viajar a su país.

ALEMANIA

En el 2018 viajé, lo acompañé a su exposición y su representante mencionó que le gustaba mi trabajo, que pensaba que artísticamente podría crecer y llevar mi arte a otro nivel. Supe que tenía razón.

Como contaba con un tiquete abierto aproveché el tiempo y los ochocientos dólares con los que viajé para visitar museos, galerías, exposiciones. Me movió profundamente la Guernica, de Picasso, por la manera como inmortalizó un momento de la historia.

Esta experiencia me nutrió al punto de que todavía siguen saliendo ideas para mi producción. Llegué al país con el reto de demostrarme si iba a ser capaz de desarrollar algo suficientemente bueno para comenzar.

Este representante siguió mis pasos y se sintió muy complacido con lo que vio. Quiso sacar una edición limitada de prints en una revista que, si se vendía, seguiríamos trabajando.

Se vendió toda en menos de una semana, la segunda edición y la tercera corrieron la misma suerte. Entonces me invitó a una exposición en diciembre y me pidió que le enviara obra, pero yo viajé con ella. Expuse con mucho éxito.

La agencia de management se la iba a jugar toda por mí, pero la pandemia cambió el curso de las circunstancias. Ahora estoy preparándome para lo que viene, viviendo una espera activa.

TRANSICIÓN

La transición que verán en mi obra va a ser extrema. Cuando creo que se me van a acabar las ideas, siempre llega una nueva.

He ido solucionando cada una de las falencias que encuentro en la técnica, la he ido explotando, la he bombardeado, porque me gusta impactar y cambiar las cosas. Por eso sé que mi trabajo es único, y a escalas impresionantes.

En esta transición he conocido personas maravillosas que quiero que se queden por siempre, entre ellas cuento a Myriam Quiñones, quien para mí es como un hada madrina.

REFLEXIONES
  • ¿Qué quieres comunicar?

Un discurso de amor y de unidad. Que el trazo no es solo una técnica sino una conexión con los demás, con su propio yo y con los otros, con su vida y con lo importante.

Que el amor es capaz de romper cualquier barrera y sobreponerse a cualquier distancia y prejuicio o limitación. De hecho, mi primera obra se llama: Love beyond borders.

  • ¿Cómo quieres impactar?

Me encanta generar impacto en mi entorno, y no permito que este me cambie. Estudio la historia para poder modificarla. Reconociendo que nadie que sepa menos, o que no sepa aplicar lo que sabe, podrá ganarme.

Me gusta retarme frente a lo establecido y llevarlo a otras dimensiones para lo que vivo un estado exploratorio.

  • ¿Quién eres como artista?

El mismo Andrés Felipe. Nada diferente me describe. No concibo la idea del artista que se desconecta de sí mismo. No se me puede caracterizar diferente. Tengo las mismas ambiciones, ganas, compromiso, lealtad, pasión.

  • ¿Dónde están tus mayores temores?

En no poder hacer todo aquello cuanto me propongo. Quisiera multiplicarme por cinco y estar trabajando todos al tiempo.

Le temo a la interpretación que los otros le den a mi mensaje, pero me he ido aprendiendo a blindar, pues soy muy sensible.

Le temo mucho a la muerte de mis seres queridos. Me pregunto, ¿qué hay después de la muerte?

  • ¿A qué lugar perteneces?

Pertenezco, de alguna forma, a cada lugar que he visitado, a cada persona a quien le he hablado, motivado y transformado con mi discurso y mi arte.

Recuerdo a Benedetti cuando dice algo como: “Soy de todas las personas que he amado”.

  • ¿Cuáles son tus mayores talentos?

Conectar con la gente.

  • ¿Dónde está tu felicidad?

En poder compartir y disfrutar mi vida con las personas a las que quiero.

  • ¿Dejarías el arte?

El día en que me impida disfrutar de mis seres queridos. El día en que mi vida personal se sacrifique en un punto en que vea que no es negociable.

  • ¿Qué te gusta dejar en los que se acercan a ti?

Me gusta llenar de confianza cuando expreso que todo es tan difícil como uno lo quiera ver. Que lo importante de tener un miedo, es vencerlo. Que el amor es la única cosa capaz de unirnos como sociedad, como familia.

  • ¿Cómo quieres ser recordado?

Como recuerdo a mi papá, como el “más buena gente”.

  • ¿Cuál debería ser tu epitafio?

Apenas estoy empezando.