JHAYRON ALEXANDER CARREÑO
Las Memorias conversadas® son historias de vida escritas en primera persona por Isa López Giraldo
Niños desarrolladores en una industria digital llena de talento.
Soy Jhayron Alexander Carreño Malagón, un joven de veinticinco años. Provengo de una familia de escasos recursos, razón por la que, siendo muy niño, trabajé en una plaza de mercado, apoyando la siembra de cultivos en el campo y como jornalero. Mi familia vivía del producido del día, además, mi mamá, es madre cabeza de familia.
Estudié en el SENA, lo que me obligaba a desplazarme diez kilómetros en un sólo trayecto, y me iba en la bicicleta de mi hermana, generando burlas pues era de la Barbie (risas). El día de la matrícula, debí caminar pues la cicla no sirvió, y llegué tarde al examen de admisión, igual lo pude presentar y obtuve el mejor puntaje que me dio la entrada.
Quise diferenciarme de los demás miembros de mi familia así que di lo mejor de mí y le llevé al SENA, varios reconocimientos, uno en artes, a nivel departamental, con mi canto y gané un concurso nacional de escritura.
Cuando terminé mi estudio, decidí que quería un mejor futuro. Viajé hasta Ibagué donde me crucé con gente magnífica que me ayudó de maneras muy distintas y, aunque no logré estudiar en la Universidad debido a los costos, tuve una buena experiencia. Luego me devolví para El Espinal donde vivo actualmente.
Una vez ahí me vinculé a Movistar vendiendo Internet y minutos de celular, y cuando me hice programador, me dieron trabajo en un servidor, en el que debía permanecer de seis de la mañana a seis de la tarde, encerrado, sin que nadie me viera y, lo peor, sin hacer nada, pues cada vez que éste se dañaba, debía llamar a Neiva para que lo arreglaran. Sabía que no estaba haciendo nada con mi vida y esto era algo que no me gustaba.
Por cualquier circunstancia le presté mi celular a un niño de tres años, en segundos se consumió mi plan y pensé que se estaba desperdiciando el potencial de la infancia en una era digital. Decidí renunciar a mi empleo, lo que “enloqueció” a mi mamá, pues pasaron ocho meses sin ingresos y fue un tiempo de muchas angustias y limitaciones, pero yo le decía: “Mami, niños desarrolladores es la solución a nuestros problemas, vamos a tener con qué comer y les va a brindar los recursos para aprovechar los medios digitales”.
Luego gané el primer puesto en un concurso del Ministerio de las TIC, era entre ciudades, siendo yo de un pueblo. Fue el mejor emprendimiento de la Zona Centro del país, lo que me motivó muchísimo, pero como en todo emprendimiento, hay quienes felicitan y crean ilusión prometiendo que van a invertir, aunque nunca lo hacen.
Mi satisfacción era saber que esos niños que antes se la pasaban jugando todo el día, sin mayor oficio, ya hacían proyectos que mejoraban su calidad de vida. Ellos se estaban ganando el pan, el que muchas veces yo no tuve en mi desayuno, y este es mi alimento espiritual.
Llegamos a una población desde los seis años hasta los diecisiete, que es cuando los presentamos a las empresas como los expertos en programación en que se han convertido, para que los vinculen ya con alguna experiencia, y los capacitan para que sean independientes. A la empresa le presentamos un demo que solucione algún proceso y, si le sirve, compra el programa.
Me postulé a una convocatoria para ser el mejor emprendimiento del Tolima en el 2019, viajé a Cartagena, en avión, representé a mi departamento, lo que cambió mi vida. Estando allá conocí a muchas personas que me han rodeado y colaborado en mi proceso, aún hoy lo hacen.
También postulé mi idea de negocio a Fondo Emprender, clasifiqué, recibí recursos suficientes para montar mi academia, invertí en computadores, en impresoras 3D y vinculé gente para trabajar conmigo. Atendemos poco menos de doscientos niños en la ciudad y en la zona rural, los conectamos con el amor por la tecnología, y llevamos Zonas WIFI a las veredas.
Estamos implementando la primera academia de emprendimiento digital del país, que le da la oportunidad a un niño que hoy vive lo que yo viví a su edad. Mi propósito es compensarle a ese niño lo que se gana trabajando, pero enseñándole emprendimiento a través del amor por la tecnología.
Una de nuestras niñas, a la edad de doce años, desarrolló su proyecto referido al acoso escolar, le brindamos acompañamiento de psicóloga y los recursos tecnológicos que le permitieron avanzar hasta venderlo a dos universidades. Este es uno de nuestros casos de éxito, por el que me doy tan bien servido.
Tenemos cuatro líneas de servicio. La primera, Yo me Igualo a tu Bolsillo, en la que desde cuarenta mil pesos ofrezco la innovación digital que la familia necesita, por ejemplo, cuando el niño quiere hacer una aplicación para el día de la madre y que incluya música. El otro, Súbete al Bus del Emprendimiento, vamos a las instituciones educativas, hacemos salones de emprendimiento en el que sacamos un proyecto digital que soluciona una necesidad del colegio.
También, Emprendimiento sin Fronteras, en las zonas rurales visitamos las escuelas veredales donde capacitamos para que solucionen una necesidad del campo, de la agricultura, y les hemos ayudado a tecnificar sus cultivos y las huertas caseras, y con la información tienen claro el día en que tienen que cosechar. El efecto multiplicador es muy lindo, porque las mismas familias capacitan a los mayores en el manejo de las tecnologías.
El último, Yo también quiero emprender, para los niños con discapacidad y sin recursos, me acompaño de profesionales voluntarios, actualmente son doce de todas las disciplinas como psicólogos, trabajadores sociales, programadores de software, ingenieros de sistemas, técnicos, que capacitan a los niños los domingos. Como los domingos son los días de Dios, es la mejor manera de pagarle, entregándole a otros lo que él nos ha dado.
Recuerdo que también fui profesor de un colegio, lo que me ayudó para solventar a mi mamá. Enseñé varias materias como matemáticas, biología, ciencias naturales, sin ser licenciado en pedagogía.
A Tito lo conocí en el año 2015, con su proyecto Jóvenes con el Hip Hop, lo contacté para lograr una alianza.
- ¿Quiénes han sido tus mayores referentes?
La historia de mi vida, la falta de oportunidades, el trabajo infantil. Todas estas realidades son suficiente motivación para hacer algo para ayudar a los niños.
- ¿Cuáles han sido tus más grandes retos?
Mi lucha interna, ese es el primero y más importante de todos los retos. Pero también mi mamá, pues no estuvo de acuerdo y le afanaban los resultados, y la entiendo. Mis compañeros, a los que en la actualidad empleo, en su momento me tildaron de loco (risas).
- Basado en tu temprana experiencia, ¿qué recomendación le harías a quien quiera iniciar su camino hacia el emprendimiento?
No importa que se le cierren muchas puertas, que siga adelante, que se proyecte.
- ¿Cómo quieres impactar al mundo?
Cambiando la vida de los niños favorablemente.
- ¿Cuáles son tus mayores talentos?
La alegría de la vida y la autoestima.
- ¿Cuál es tu código de ética?
Honesto y responsable.
Isabel López Giraldo es responsable del contenido de este sitio web. Davivienda actúa como patrocinador de la sección “Jóvenes Talentos”