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LUIS ALBERTO RODRÍGUEZ
Me define el ser papá de dos niñas, Alicia de cinco años y Martina de tres, quienes han sido mi motor, la razón para levantarme de los golpes, salir adelante y querer ser mejor persona, mejor padre y mejor profesional. También el ser Caribe, lo que ha marcado mis gustos, mi forma de entender el mundo; muchas de mis aspiraciones han estado apegadas a lo que acontece en la Costa, cuna de grandes líderes quienes han sido mis referentes y mentores. El que soy economista, lo que quise ser desde muy temprano en la vida, egresado de la Nacional, lo que considero todo un privilegio; inicialmente pensé que sería un economista académico, luego me desempeñé en política pública lo que me permitió descubrir que me gusta muchísimo la acción, el hacer, el desarrollar cosas.
Una de mis aficiones ha sido el deporte. Jugué fútbol, hice parte de la selección del Departamento del Cesar en infantil y preinfantil hasta que me enamoré más de los libros que de las canchas. Lo practico de vez en cuando de forma recreativa. Por razones de salud mental, por bienestar, en los últimos años he involucrado el ejercicio en mi rutina diaria. Otra de mis grandes aficiones han sido los libros; heredé muchos de mi papá, conservo otros que son académicos, unos más los colecciono, me han regalado varios firmados por sus autores. Un buen número de ellos son de historia y de economía. En mis viajes disfruto ir a los lugares donde venden libros usados, visitar las librerías y bibliotecas públicas de pueblitos pequeños o de grandes ciudades.
He sido una persona fuerte, consistente y coherente con mis decisiones. Cercano a la gente. Conversador cuando ya tengo confianza. Grato con las personas que me han enseñado, aconsejado, dado la mano, apoyado, regañado, que han reído conmigo. Me gusta trabajar en equipo, soy muy sociable en el mundo laboral. Aunque mi círculo es pequeño, en el día a día estoy sujeto a mi agenda de trabajo, a mi familia, a mi mamá quien ha estado enferma en los últimos años.
ORÍGENES
Luis Rodríguez Valera, mi papá, murió en 1987, cuando yo tenía cinco días de nacido. Pese a no haberlo conocido, influyó mucho en la manera como me proyecté en la vida por lo que escuchaba de él en mi casa y de parte de quienes habían sido sus amigos. Habiendo nacido en Los Venados, corregimiento cerca de Valledupar, cursó su colegio en Santa Martha, capital del Gran Magdalena de ese tiempo cuando el Departamento del Cesar no se había constituido. Y se graduó como abogado sobresaliente del Externado en Bogotá. Se dedicó al servicio público siendo concejal, fundador de su Departamento, luego su gobernador, congresista, vice contralor. El auditorio de la Gobernación lleva su nombre, el que conocí siendo muy niño.
Fue considerado siempre como una persona honorable, alguien que hizo obras comunitarias como llevarle el acueducto, la electricidad y carreteras a la comunidad cuando fundaron el Departamento. Fue un gran líder al interior del partido en que militó y coincidió en su vida profesional con personajes como por ejemplo Omar Yepes o con un tío de Jonnathan Malagón. También escribió libros y un señor mayor me hizo llegar en el que aprendió Latín, en el Liceo Celedón, que recibí como regalo con sus notas y apuntes.
Papá murió en un accidente de tránsito que sufrió cerca de Valledupar cuando todavía tenía mucho por hacer en su vida, aunque era ya mayor. Dentro de su legado está el que las ideas de los jóvenes son importantes, que uno se debe dedicar a lo que le genera pasión y valor a la sociedad. Seguramente en mí hay tristezas que no logro entender, pero siempre he llevado el honor de su buen nombre.
Stella Ospina, mi mamá, es oriunda del Magdalena y se educó en Valledupar. Nació en 1951 y fue de las primeras mujeres arquitectas en la Costa. Graduada en 1970 en Barranquilla, cuando no se usaba que las mujeres dejaran su casa materna. Se especializó en Bogotá, luego estudió en Cartagena. Ejerció en dos oportunidades la Secretaría de Planeación de Valledupar, una cuando el alcalde era Rodolfo Ocampo Soto, buen amigo de mi papá, aunque antes de que mis papás se conocieran. También estuvo en el sector privado con proyectos de vivienda de interés social, solo que padeció el coletazo de la crisis de la construcción de los noventa. Este me tocó a mí, lo recuerdo porque lo sentí, fui testigo de las vicisitudes que tuvo que padecer mi mamá.
Ella es una mujer supremamente valiosa, me sacó adelante, me inculcó el respeto por el nombre de mi papá, me crio en valores, me enseñó la importancia del esfuerzo, del estudio, del trabajo.
INFANCIA
Nací en Bucaramanga, pero viví en Valledupar hasta mis diecisiete años rodeado y cuidado especialmente por mi mamá, mi tía y mi abuela materna. Tengo hermanos muy mayores, varios por parte de mi papá y Guido por parte de mi mamá con una diferencia de edad de siete años.
Si bien lo común en los niños de mi tierra es que interpreten el acordeón y que disfruten del folclore, yo crecí con algo que no era tan vallenato, hijo de papás profesionales muy sobresalientes en sus carreras. Mi mamá, como jefe del hogar, trabajó muchísimo y no tuvo otra pareja, fue entonces cuando mi tía Eyda y mi abuela Ruth quien vivía al lado de la casa, tomaron tanto protagonismo apoyándola en mi cuidado.
Quizás por esta circunstancia siempre se me ha facilitado hablar con las personas mayores. Como soy creyente, pienso que los planes de Dios son mejores que los nuestros. Y, el suyo, fue el de que yo no creciera con mi padre. Pero me ha puesto personas en el camino a las que he podido acudir por consejo.
Viajé desde muy joven, conocí el mundo a través de libros y videos porque querían que yo supiera que este era más grande de lo que yo alcanzaba a ver. Tuve la misma proporción de libros y juguetes, pasé gran parte de mi niñez en la biblioteca de mi mamá, aunque esta fuera pequeña, revisando sus enciclopedias.
ACADEMIA
Asistí a colegio bilingüe, el Hispanoamericano, hasta graduarme. Como jugador de futbol fui popular, divertido. No fui ratón de biblioteca, tampoco nerd, eso sí, escribía bien. En 2004 y cursando décimo grado, me presenté a un concurso de ensayo sobre el Tratado de Libre Comercio para lo cual estudié a conciencia el tema. En ese momento el zar del TLC era Hernando José Gómez, de quien leí todo lo que produjo; con el tiempo la vida me llevó a trabajar con él y me dio carta de recomendación para estudiar en Columbia.
Me gustó tanto el tema, que decidí estudiar economía, ser economista como mi primo Carlos Gustavo Ospino, actual funcionario del BID con doctorado, quien me envió información abundante y muy valiosa sobre el TLC. He de reconocer que me llamó la atención la carrera de Finanzas y Relaciones Internacionales, sonaba muy bien. Volviendo al ensayo, obtuve el primer puesto, lo que me motivó aún más e hizo que me reafirmara en mi decisión de carrera.
Con el resultado que obtuve en el ECAE o ICFES o Pruebas Saber, me ofrecieron una beca en la Universidad del Norte de Barranquilla, pero yo quería, como lo habían hecho mis papás, emigrar a la capital. Fue entonces cuando tomé el riesgo de aplicar a la Universidad Nacional, lo hice junto a mi amigo y compañero de colegio Jorge Araújo quien sí era ratón de biblioteca. Viajamos a Riohacha desde Valledupar para presentar el examen, nos recogió un carro puerta a puerta. Mi amigo estudió Medicina y yo Economía.
UNIVERSIDAD NACIONAL
Desde el comienzo supe que me gustaba mi carrera. Tuve profesores muy importantes que me influyeron como Beethoven Herrera, quien me dictó Pensamiento Económico, quien me animó a participar en un concurso de ensayo y de quien fui su monitor. Porque fui monitor desde segundo semestre, también de Matemáticas y de Macroeconomía con Álvaro Moreno. Recuerdo además a Gustavo Junca y a Jorge Iván Bula quien luego fuera decano; con ellos trabajé en proyectos de investigación de Colciencias.
Supe orientar mi entusiasmo con método y horas de trabajo. Mi reto estuvo en las matemáticas más que en las humanidades, gustándome y habiendo obtenido buenos resultados en el colegio, entonces tomé clases adicionales en la Facultad de Matemáticas y cursos en la Universidad Pedagógica.
Disfruté mucho las clases de historia, me gustó el Institucionalismo que puso de moda Salomón Kalmanovitz, ex codirector del Banco de la República. Suyo es el primer libro que me regalaron autografiado por su autor y que hace parte de mi colección, lo recibí de parte de la familia de quien fuera mi esposa y mamá de mis hijas. También me fasciné con Macroeconomía, me resultaba divertida, muy numérica. Además de las clases que recibí, participé en debates sobre temas de mi interés y con otros ensayos en concursos de la Escuela de Ingeniería del que gané el primer puesto siendo el más joven de los concursantes y en el de la Universidad de Antioquia que me llevó a publicar mi primer artículo en coautoría con Mauricio Sabogal y al que llamamos Captura de rentas entre 1950 y 1960 en Colombia, una aproximación neo institucionalista, que mereció comentarios de Kalmanovitz.
Estando en estas conocí a Diego Corredor, economista de la Nacional quien hacía Macro, pero quien ya falleció; a Oscar Valencia, con quien trabajé en el Ministerio de Hacienda.
Mi tesis la trabajé sobre un modelo muy matemático, Dicotomía y neutralidad monetaria en un modelo de búsqueda. La escribí en inglés porque la quería presentar en concursos internacionales, con ella obtuve la máxima nota, y la llevé a MIT Western Economic Association donde obtuve el segundo puesto. Competí con Lorenz Lawrence Jing, con quien conservo algo de contacto, economista de Cornell.
Yo estaba realmente asustado, sentí miedo e inseguridad, pues era la primera vez que iba a exponer en inglés. El chiste era que me habían presentado como de Columbia University, tuve que aclarar que venía de Colombia, el país.
Esta experiencia me llenó de confianza, con la ilusión de que sí podría tener una carrera sobresaliente como economista. También me dio la oportunidad de conocer gente influyente del mundo académico llevándome a pensar que me dedicaría a la academia. Para ese momento tenía veinte años. Es más, cuando le envié mi tesis a Ricardo Lagos, profesor de NYU, pidiéndole sus comentarios, me contestó el correo diciéndome que yo no parecía ser estudiante de pregrado al asumir un tema tan avanzado.
LONDRES
Una vez me gradué viajé a Londres para perfeccionar mi inglés y desde allí viajé a sustentar la tesis en MIT. Obtuve el segundo puesto compitiendo con estudiantes de universidades de élite como Cornell. En el mismo foro estuvieron varios premios Nobel de Economía.
TOULOUSE SCHOOL OF ECONOMICS
Luego apliqué a Toulouse School of Economics donde estudié el M1 durante el primer año de la maestría, en inglés y becado por Colciencias. Realmente la beca se demoró en llegar lo que le significó una exigencia alta a mi familia, pues mi mamá y mi tía me habían ayudado ya para que pudiera viajar de intercambio a la Universidad de Buenos Aires, lo que hice durante el último año de pregrado, pero también me ayudaron para que viajara a Londres.
Yo, que conozco la curva de densidad de ingresos de Colombia, sé muy bien que no pertenezco a una familia rica, aunque sí afortunada según la curva.
Estudié en universidades públicas, aunque hubiera querido quedarme en LSE, pero como no contaba con el TOEFEL entonces solo me presenté a Toulouse. Compensé esta omisión con mi tesis, que fue premiada, escrita y sustentada en inglés, y que demostraba que sabía matemáticas.
Éramos once estudiantes en economía estudiando matemáticas con Jean Tirole como visitante cuando todavía no había ganado el Nobel y fundador lo que hoy se conoce como el LSE. Estando aquí hice muy buenos amigos, uno que trabaja en la OCDE, Miguel Rodríguez, Herminio Chanona, Cagri Husnu Dalgic quien es académico profundo y trabajó luego en North Western.
Para mí fue llegar a Disneyland, aunque muy exigente. En algunas materias no me fue muy bien, fue un golpe muy grande, pues venía de ganar premios, concursos, de haber sido monitor, de ser reconocido, sobresaliente. Y no me puedo excusar en las circunstancias, pero mi abuela se enfermó y a mí este hecho me afectó enormemente.
Entonces decidí regresar a Colombia sin terminar, pues no alcancé a tener beca para quedarme y mi desempeño académico no estaba siendo sobresaliente. Me fue imposible continuar tanto desde el punto de vista económico, académico, como emocional.
Más adelante, estando en el viceministerio de Hacienda, no revisé y colgaron mi hoja de vida con una especialización en Toulouse y una nota de prensa que hizo mucho ruido, pero no porque yo la hubiera consignado así. Siempre he sido transparente con mis estudios, no he buscado presentar títulos que no tengo.
TRAYECTORIA PROFESIONAL
MINISTERIO DE TRABAJO
Una vez en el país tuve mi primera experiencia laboral en el Ministerio de Trabajo, gracias a mi amigo economista José Linares con quien hoy tengo sociedad para adelantar diferentes proyectos. Para ese momento Mauricio Olivera fue el primer viceministro de Empleo y Pensiones. Después de seis meses de trabajo, Fernando Herrera me llevó a trabajar al PNUD.
PROGRAMA DE LAS NACIONES UNIDAS PARA EL DESARROLLO – PNUD
Esta fue una gran escuela para mí al tratarse de una organización de Naciones Unidas atendiendo temas internacionales, lo que me interesó desde muy joven haciéndome sentir muy realizado profesionalmente. Me desempeñé como economista, lo que no es muy común en esta entidad, también como jefe de gabinete del director del área de desarrollo.
Fernando, caribeño con estudios en LSE y en Bélgica, muy concentrado en temas sociales y de pobreza, y a quien le faltaban dos años para pensionarse, me dio la oportunidad de aprender de proyectos desde su diseño, lluvia de ideas, construir marcos lógicos, diseñar presupuestos, estructurar e implementar proyectos muy importantes. Todo esto, aun sin tener yo ninguna experiencia.
Hicimos un programa público privado en función de la comunidad con los recursos que la industria de hidrocarburos debía asignar por ley a este tipo de proyectos. Manejé el presupuesto de lo que se conoce como Cuadernos PNUD que se usaba para contratar expertos como Antonio Hernández Gamarra y Hernando José Gómez. Convoqué reuniones con Luis Fernando Mejía y Simón Gaviria como director del DNP, con Jaime Bonet, Consuelo Corredor, para discutir proyectos. Y es que Fernando quiso hacer cosas novedosas en equipo conmigo.
Supe que me gustaba ejecutar, tanto como me gusta escribir y estudiar matemáticas lo que aún hoy hago por deleite. Aquí pude ser economista puro y decidir que no regresaría a la academia, aunque tenía proyectado adelantar mi posgrado.
COLUMBIA UNIVERSITY
Fernando, Jonathan Malagón y Hernando José Gómez, firmaron las cartas de recomendación para que estudiara en Columbia donde fui admitido para estudiar en Nueva York, becado y con deuda en Colfuturo. Para ese momento ya me había casado con Andrea Olmos, mi novia de siempre, vallenata, mamá de mis hijas, con quien había viajado a Londres.
Recuerdo que Yale ofrecía el programa International and Development Economics. En Columbia está diseñado para Macro Aplicada, lo dirigía Guillermo Calvo a quien había conocido a través de sus modelos econométricos. Terminé teniéndolo de profesor. También me enseñaron José Antonio Ocampo, Michael Gavin.
Esta fue mi primera experiencia estudiando en universidad privada. Pude darme cuenta de las diferencias, también de los americanos quienes son mucho más prácticos. Aprendí la importancia de elaborar y presentar un buen currículo, de asistir a reuniones de networking en los que hice muy buenos amigos como Juan David Aristizábal quien tiene un talento natural para extraer lo mejor de la gente; también a banqueros centrales de otros países.
Disfruté como estudiante de la ciudad de Nueva York viviendo en un apartamento de la Universidad; también el barrio en Central Park; las bibliotecas, una abierta veinticuatro horas donde, acompañado de latinos, pedíamos pizza.
REGRESO AL PAÍS
Regresé con la expectativa de trabajar como economista en el Ministerio de Hacienda, en Planeación Nacional, en el Banco de la República o en multilaterales. Me dediqué por un tiempo a hacer consultorías en temas territoriales como asesor de la Gobernación del Cesar desde Bogotá. Muy pronto recibí ofertas para regresar al PNUD, solo que yo esperaba dedicarme a temas económicos.
En conversación con Luis Fernando Mejía, quien era director de Planeación Nacional y alguien a quien he admirado, me ofreció una subdirección técnica asociada a temas de ciencia, tecnología e innovación. Lo consideré mucho, pero no se concretó pues era el final del gobierno.
ASOBANCARIA
Estando en esas recibí una oferta para trabajar en Asobancaria como jefe de estudios económicos. En ese momento Santiago Castro presidía la Asociación y Jonathan Malagón ocupaba la Vicepresidencia y fue quien me extendió la invitación. Era el cargo perfecto, atendía mis expectativas.
Trabajando aquí me divertí y aprendí muchísimo. Ayudé con la edición de la revista, tuve contacto con los economistas más reputados del país, algunos a quienes ya conocía como Alberto Carrasquilla a quien le publicamos.
Desde Asobancaria hice eventos para generar espacios de discusión. En estos incluí al Caribe, el que históricamente ha estado marginado de estos escenarios, y para lo que conté con el apoyo de Antonio Celia quien estaba cerrando su ciclo en Promigás y de quien había sido yo su consultor.
Juan David Aristizábal participó de los foros que llamamos Liderazgo Caribe. Hicieron parte Angela María Orozco, Antonio Celia, Bruce Mac Máster, Edgardo Maya como contralor en ese momento, Sergio Londoño, Amaury Espriella, Adolfo Meisel, Antonio Hernández Gamarra. Son muchos y muy representativos los caribes que han saltado las barreras permitiéndoles ocupar cargos de relevancia en el país.
Con estas discusiones en estos escenarios supe que quería hacer parte del gobierno. Antonio Celia fue un gran referente para mí, como lo fueron Mauricio Cárdenas y Juan Carlos Echeverry, aunque, admirándolos, mi posición era más crítica con respecto a lo que adelantaba el gobierno Santos. En política me encontraba en la orilla contraria. Antonio me aconsejó diciéndome que, si yo quería hacer parte de alguna administración, tenía que demostrar lo que podía aportarle y que lo lograría escribiendo documentos, entregándolos a los equipos programáticos, a los candidatos.
Eso hice. Entonces terminé acercándome a Martha Lucía Ramírez a través de Fredy Castro, y con ellos a la campaña del presidente Iván Duque. Tuve la doble coincidencia de encontrarme con Alberto Carrasquilla con quien, para ese momento, ya había tenido amplia relación profesional, también comentando sus columnas de papel desde las mías virtuales. Resulta que, al tiempo que desempeñaba mi cargo, escribía columnas en la revista Dinero y en el diario La República.
Como estudiante había seguido la trayectoria de Carrasquilla, muy especialmente cuando se había desempeñado en Hacienda. Estando yo en clases defendía sus decisiones técnicas frente a mis compañeros, sin conocerlo.
VICEMINISTERIO DE HACIENDA
Fue precisamente Carrasquilla, como director programático, quien me nombró secretario técnico del empalme del gobierno de Iván Duque. Por supuesto, me concentré muy especialmente en el de Hacienda donde me encontré a un equipo de altísimas competencias y a muchos que ya conocía como Jonathan. Conocí a Alicia Arango, a Carlos Holmes Trujillo.
Recuerdo el día en que Carrasquilla, a través de llamada, me ofreció ser viceministro técnico de Hacienda y Crédito Público. Acepté renunciando a otras ofertas, pues para mí significaba todo en términos profesionales tener esta magnífica oportunidad. Era trabajar con el creador del marco fiscal de mediano plazo, con el economista que había liderado lo ocurrido en el país a inicios del siglo XXI, la democratización de Ecopetrol, el saneamiento de Telecom, la reforma a la Súpervalores, a la Súperbancaria, entre muchas otras obras más.
Ocupé el cargo entre el 2018 y el 2019 para convertirse en la responsabilidad más fascinante e importante en toda mi carrera. Este fue un sueño cumplido desde todo punto de vista, por el respeto que le tengo a la institución y a la gente que ha pasado por ahí, a sus equipos técnicos. Esta era la cereza del pastel, una fantasía trabajar con Ana Lucía Villa, Fernando Jiménez, con pasantes, analistas.
Dormía poco de la física excitación del cargo, de la materialización de un sueño. En ocasiones escribía chats a las cuatro de la mañana sin darme cuenta de la hora y recibiendo por esto varios llamados de atención de la gente.
Carrasquilla me dio una clase cuando me preguntó qué iba uno a hacer al Ministerio de Hacienda. En los primeros días reuní las cartas de invitación que llegaban y separé las técnicas como la citación a la Comisión de Ordenamiento Territorial o la de Crédito Público, de las de política internacional como el foro al que invitaba Juan Carlos Córdoba desde la Bolsa de Valores en Londres o la de la OCDE.
Para mí las aburridas eran las técnicas y Carrasquilla me dijo: “Usted viene aquí a escribir documentos, a demostrar que ya los ha escrito y que sabe leerlos y desarrollar ecuaciones, o viene a cambiarle la vida a los colombianos. La forma de lograr lo segundo es haciendo reformas y a eso vinimos”.
Ahí comenzó el estrés, el de buscar ser más eficientes, el de entender un mundo para mí absolutamente desconocido en el que, como me enseñó Carrasquilla, no importa quién, sino qué, la técnica debe prevalecer, la razón.
Quisimos disminuir los impuestos corporativos generando un sinnúmero de decisiones operativas que obligaban a ser muy cuidadosos con el primer marco fiscal de mediano plazo. Quisimos proponer ajustes al IVA. Firmé un aval fiscal con concepto negativo por el impacto que tendría en temas laborales de un proyecto presentado por el partido del gobierno.
Mi tarea como viceministro técnico era hacer los números y firmar más allá de la conversación política que se pueda dar. Con el respaldo del ministro podíamos brindar nuestra opinión para dejar en evidencia las reacciones que generan entre los copartidarios cuando no les son favorables.
En el 2018 presentamos un par de veces la Ley de Financiamiento en la que habíamos empezado a trabajar desde antes de llegar al gobierno con un equipo que le ayudé a coordinar al ministro. De él hicieron parte Juan Pablo Córdoba, Natalia Salazar y tantas otros profesionales de altísimo perfil y gran trayectoria.
La radicamos a finales de octubre y fue avasalladora. El debate fue realmente durísimo, nos tumbaron lo que presentamos del IVA. Al ministro no le ha gustado hablar en medios, entonces me correspondió defenderla hasta diciembre. Pero la Corte Constitucional la tumbó por un tema de procedimiento que nos obligó volverla a pasar.
En el 2018 montamos la segunda misión de mercado de capitales. La curiosidad está en que el ministro recordó la columna que yo había escrito y le había enviado, entonces me animó a trabajar en ese tema. Esta misión la dirigió Roberto Rigobón y con la participación de José Ignacio López, Diego Jara, Alberto Bernal, De Bedout, Torres, Galarza, Ana María Prieto, Felipe Lega.
En otra ocasión me habló de los temas territoriales invitándome a revisarlos al ser yo de las regiones. Trabajamos entonces en impuestos territoriales con la asistencia técnica en cabeza de Hernando Zuleta y el CEDE. Yo presidí esta y la otra misión de la que acabo de hablar gracias al voto de confianza del ministro. En esta colaboraron Ana María Villa, Eduardo Wiesner como una segunda parte de la misión que lleva su nombre, Alejandro Gaviria, Roberto Junguito quien fue muy cercano, disponible para aclarar dudas, abierto.
En el Ministerio me encontré personas que había conocido en la Universidad Nacional y en mi trayectoria profesional. Uno de ellos fue Juan Sebastián Betancur quien me había reemplazado en Naciones Unidas; Diana Escobar; Oscar Valencia quien era el director de política macroeconómica, venía de ser el director de macro de Mauricio Cárdenas, nos conocimos en la Nacional, aunque él iba más adelante, me dio posada en Toulouse donde coincidimos.
Oscar Valencia me contó que el viceministerio no tenía una estructura clara. Había una división de macro donde el director lideraba a un ejército de profesionales. Las otras, como la de Protección Social, cuentan con subdirectores y equipos más específicos. Entonces trabajamos en estructurarla, lo que no se había podido adelantar por lo difícil que es reformar el Estado. Tuve la satisfacción de crear la subdirección de modelos macroeconómicos, la de política fiscal. El primer subdirector de macro fueron Daniel Wills a quien traje de la vida académica, no fue fácil convencerlo de que dejara los Andes. El primero de política fiscal fue Juan Sebastián Betancur quien acababa de llegar de Columbia.
Fui representante del Ministerio en la negociación salarial, en la que nos fue bastante bien desde el punto de vista de responsabilidad e impacto fiscal. Esto hizo que el presidente conociera más de cerca mi trabajo.
Alberto Carrasquilla ha sido para mí un padre intelectual, me dio una gran oportunidad profesional. Es un hombre de pocas palabras, pero no necesita hablar mucho, aunque con esto pueda parecer distante. Es supremamente puntual, con lo que demuestra el respeto que siente por la gente, por sus equipos, por su tiempo. También es transparente, uno sabe con qué cuenta. Él lidera, da línea, confía y promueve.
PLANEACIÓN NACIONAL
En medio de mis funciones se abrió la vacante en Planeación Nacional. Yo llevaba trece meses como viceministro de Hacienda cuando me dieron la oportunidad de dirigir Planeación Nacional. Este cargo lo desempeñé durante dos años con Carrasquilla como ministro.
Comenzar es difícil, me sentía tranquilo, respetaba la Institución, pero yo venía de Hacienda lo que generaba una duda de si esta sería una oficina adicional del Ministerio, pues yo era team (sic) Hacienda, tenía la camiseta puesta, obsesionado con la regla fiscal y demás. En Planeación hay otra concepción, sus funciones son otras.
Dejé ocupando sus cargos a gran parte de las personas que venían, ascendí a algunas, cambié al subdirector general, invité a Daniel Gómez, extraordinario profesional a quien no conocía, pero sí a su papá Hernando José. Con el equipo retomamos los CONPES presenciales, solicitud explícita (sic) que le había hecho al presidente Duque y que aceptó. Pedí que montáramos una campaña que destacara a los anteriores directores de Planeación, excluyéndome, por supuesto.
Resulta que yo había escrito una columna proponiendo y sugiriendo que, si efectivamente el Presupuesto General de la Nación tiene que estar dividido en funcionamiento e inversión, en el que Planeación tiene una decisión de inversión y el Ministerio una de funcionamiento y de techo fiscal, que es como está, debe eliminarse la duplicidad en el trámite presupuestal con posibilidades de eficiencia.
Entonces, debido a esto percibí reticencia al llegar al cargo porque se preguntaban si me proponía implementar mi proyecto del que había sido vocal en diferentes escenarios. El Fondo Monetario, en el Artículo 4 de 2019 explícitamente nos hace la recomendación de mejorar ese proceso, y yo comulgaba con eso. Al final el Congreso decidió que debía mantenerse tal como estaba, sin dar el debate, lo que respeté con seriedad.
Todo evolucionaba muy bien, pero llegó la Pandemia que cambió todo. Inicialmente las cosas se centraban en lo técnico, a partir de este punto comenzó una emergencia social de enormes proporciones.
Recuerdo que el presidente nos habló, al ministro de Hacienda y a mí, cuando cruzábamos un pasillo para preguntarnos cuántas personas recibían transferencia monetaria en Colombia. Eran más de dos millones seiscientos hogares los que recibían un subsidio. Entonces el presidente dijo que debíamos llegar a tres millones más.
Quedé congelado, pensé que sería imposible de lograr. Si Colombia se ha demorado veinte años trabajando en estos temas con las mentes más brillantes que han pasado por Hacienda, por el DPS y por Planeación, no creí posible materializar un plan tan ambicioso.
Pero Carrasquilla me invitó a sentarme a revisar bases de datos, porque lo creyó alcanzable a través de la emergencia económica que facilita los procesos haciéndolos más ágiles y priorizándolos, y al no tener que pasar por el Congreso. Así nació Ingreso Solidario, el que lideramos, lo montamos y en tres semanas ya estábamos haciendo giros, aunque el primer día tuvimos problemas con la página web. También lideramos la auditoría que evaluaba que los recursos hubieran quedado bien asignados, bien focalizados.
Me presenté a casi treinta debates en el Congreso en el que las afirmaciones eran que yo me había robado los subsidios de la gente. Pero la realidad es que los giros estuvieron a salvo todo el tiempo.
De la Ley de Financiamiento que se había caído en el 2018 había quedado pendiente la conversación de la devolución del IVA, impuesto técnicamente regresivo, pues, básicamente, terminamos dándoles subsidios a los hogares que tienen mayores ingresos al no cobrarlo. Teórica y matemáticamente, el equilibrio general es muy sencillo, pero en la realidad se cayó el IVA, quedó su compensación que implementamos durante la Pandemia y que se conserva hasta el día de hoy y que hizo que recibiéramos felicitaciones de la OCDE, de The Economics, del Fondo Monetario. No dudo que en futuros debates se pueda reformar el sistema del IVA en Colombia.
Así Planeación mostró las capacidades que históricamente ha tenido, aunque llevada a otro nivel. Es a lo que conducen las crisis, porque durante la pandemia anterior Planeación no se había creado.
Trabajar con el presidente Duque fue un honor, le guardo profundo agradecimiento. Fue todo un privilegio trabajar con un presidente joven que le brindó la oportunidad a muchos jóvenes de trabajar en su gobierno. Si no hubiera sido en esas circunstancias y bajo la tutela de alguien tan experimentado como Carrasquilla, es posible que yo no hubiera ocupado el cargo siendo el viceministro técnico de Hacienda más joven, el primero egresado de la Universidad Nacional y el primero de la Costa Caribe.
Me retiré a finales de julio de 2021 después de la caída de la reforma, lo que ocurrió en marzo de ese año. Pasó de todo en el país y en el gabinete, se fue Carrasquilla. En ese momento yo me sentía agotado física, emocional y mentalmente.
Me pareció muy injusto el debate con Carrasquilla, quien no estaba haciendo nada diferente a presentar una reforma, pero lo masacraron. A mí me molestó toda esta situación, me agotó. Llegó al ministerio José Manuel Restrepo que reencausó la reforma radicando una nueva que iba en contra de lo que nosotros proponíamos por razones de política económica. Entonces me fui del gobierno, muy tranquilo.
Durante la Pandemia nació mi primera hija, Alicia, a quien quise dedicarle tiempo. Ella, recién nacida, fue de las primeras bebés que tuvo COVID en el país, por supuesto, seguramente yo se lo transmití, pues con mis constantes viajes me vi muy expuesto, no tenía forma de cuidarme al estar en la línea de acción.
CONSULTORÍAS
Fue cuando volví a la consultoría en temas económicos. Estuve muy cerca de Alberto Carrasquilla como candidato a la gerencia del Banco de la República y de la CAF. Hice parte de conversaciones del gobierno.
CANDIDATO A CONTRALOR GENERAL DE LA REPÚBLICA
Decidí tomar una de las decisiones más arriesgadas y duras en mi carrera profesional. La razón principal para aplicar al cargo de contralor General de la República, fue la de que yo conocí la historia de la Contraloría de personas como Antonio Hernández Gamarra quien consideraba que la Contraloría debía dar debates económicos aunque estos influyan en la responsabilidad fiscal.
Para esa época, 2022, se iban a cumplir los primeros cien años de la institución y yo quería concentrarme en esa celebración. Estaba preparado, documentado. Consideré que venía de ser un funcionario público exitoso, que sabía enfrentarme al Congreso teniendo, para ese momento, tan solo treinta y cuatro años.
Se trató de un concurso examen. Hice la campaña, me presenté al examen y saqué de los mejores puntajes. En mi experiencia, ganar un examen era positivo. Aquí empezaron a sugerir que me habían amañado los resultados por venir de trabajar con el gobierno Duque.
Comenzaron cualquier tipo de señalamientos, no solo por este buen resultado, sino por la asignación de regalías en instancias en las que nunca participé y con las que no tenía que ver. Fue realmente doloroso estar expuesto a esto. Esta etapa fue muy difícil.
Pero nunca renuncié a mi aspiración, pese a los mensajes que recibía diciendo que debía hacerlo pues de lo contrario me iban a sacar otra cosa a la luz pública. Hicieron pública una investigación que les había tomado supuestamente seis meses, pero nunca me consultaron para corroborar datos o hechos o ideas.
Sacaron también la construcción de mi casa, con una exageración en el relato, desconociendo el origen de los recursos, pues, quien era mi esposa en ese momento, también aportó fondos. La casa era grande, pero lo parecía más por encontrarse en una zona no habitada y costó mil setecientos millones de pesos. Pero yo me sentía tranquilo.
Un juez dijo que yo no debía haberme inscrito por edad, que para ser elegido tenía que haber cumplido treinta y cinco años. Pero, la mayoría de abogados a quienes consulté como expresidentes de la Corte Constitucional, del Consejo de Estado, exprocuradores, exfiscales, coincidieron en que lo del juez era absurdo, dijeron que yo podía interponer una tutela que me devolviera al proceso, aunque decidí no hacerlo.
Con el paso del tiempo entendí que estos comportamientos hacen parte de la política, un escenario completamente diferente al que yo conocía, en el que me había movido. Igual no tengo ninguna restricción legal ni inhabilidad para volver al sector público, si así lo quisiera. Me han invitado a participar en elecciones regionales a diferentes cargos, pero no he querido aceptar.
Tengo muchas personas a quienes agradecer su respaldo y la fuerza que me brindaron para afrontar estos momentos difíciles. Menciono a unos de mis hermanos, Fernando Rodríguez, quien me rodeó. También a Diana Silva Londoño, amiga abogada, quien jugó un papel fundamental en esa etapa de mi vida en la que yo no encontraba un camino.
MIT
Por invitación de un amigo, en el 2023 fui a trabajar a MIT como visiting fellow. Viví ese año en Boston haciendo investigación y tomándome un tiempo de reconstrucción personal, porque, además, me había divorciado de mi esposa después de haber nacido mi hija menor.
EMPRESA DE TECNOLOGÍA
Actualmente tengo una empresa de tecnología con José Linares. Proveemos información de asuntos económicos y regulatorios a nuestros clientes corporativos de América Latina. Lo hacemos usando inteligencia artificial y todo nuestro conocimiento logrado con la experiencia profesional de estos años. Y sí he tenido que dar explicaciones a clientes cuando me preguntan si es verdad que tengo quinientos mil millones de pesos, o tanto en dólares, guardados en una casa. Son muchas las horas que he dedicado con mis abogados a esto, sin que yo sea culpable de lo que se me acusa.
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