Maribel Lopera Sierra

MARIBEL LOPERA SIERRA

Las Memorias conversadas® son historias de vida escritas en primera persona por Isa López Giraldo.

Soy una inconformista, conciliadora, perfeccionista, testaruda, alguien quien busca ser una mejor persona. Me salgo de la zona de confort para perseguir mis sueños. Me define la perseverancia. No soy capaz de hacer las cosas rápido, porque me detengo en los detalles. Tengo alma de investigadora. Para enamorarme necesito admirar. Vivo enamorada de la vida, feliz con ella. Estoy llena de dudas y busco resolverlas.

ORÍGENES

Mi ascendencia es sefardita. Personajes de nuestra familia salieron de España a finales de mil quinientos.

RAMA PATERNA

Israel Lopera Medina, mi abuelo, tuvo una empresa de carpas para camiones que le permitió un modo de vida relativamente cómodo. En su pobreza fundó una asociación que dedicó a ayudar a sus vecinos de barrio, por encontrarse en mejor situación. Murió a sus tempranos setenta, cuando yo tenía siete años, precisamente en la sala de la casa de una de las familias que se beneficiaba de su generosidad. Llegó, se sentó, le ofrecieron un café, esperándolo respiró fuerte y murió.

María Meza Restrepo, mi abuela, perteneció a una familia de terratenientes, pero al morir sus padres, el único hermano hombre dejó a sus hermanas sin herencia. Se casó con mi abuelo para llevar una vida humilde. Vivieron en Aragón, corregimiento de Santa Rosa de Osos, Antioquia, y tuvieron dieciocho hijos de los cuales mi papá era el quinto.

Mi papá dice que nunca supo cuándo su mamá estaba en embarazo y cuándo no; su hermana menor nació cuando él tenía veintiún años, la abuela planchó hasta las once de la noche para dar a luz a las cuatro de la mañana, que fue cuando él escuchó llorar a un bebé.

Pancracio de Jesús Lopera Mesa, mi papá, es un mito para mí. Fue diferente en todo sentido. El nombre que habían reservado sus padres para el primogénito, tomado de la novela La Fabiola, debió asignarse a quien bautizaron Jaime, al segundo lo llamaron Héctor, entonces fue mi papá quien lo recibió, por lo mismo fue objeto de burlas por muchos años.

Supe que, siendo niño, tanto mi papá como sus hermanos no usaban zapatos durante la semana y solo se los ponían para asistir a la misa de los domingos. Esto hizo que se le engrosaran las uñas, por las niguas.

Tuvo una voluntad férrea, fue siempre un comprometido con sus proyectos. Estuvo muy cerca de ordenarse como sacerdote, entonces aprendió a hablar latín, pero lo echaron del Seminario: resulta que los hicieron formar bajo el sol por mucho rato y, al considerar mi papá que esto era injusto, hizo romper las filas pasando en bicicleta por entre los seminaristas. Finalmente se licenció en Ciencias sociales y Filosofía, y aprendió mucha historia.

Mi papá fue muy generoso. Con su salario les salvó la casa a los papás, pues la tenían hipotecada y la iban a perder. Su recompensa se la dio el universo cuando se ganó dos veces una lotería.

RAMA MATERNA

Erasmo Sierra Galeano, mi abuelo materno, murió en un accidente de ferrocarril cuando mi mamá tenía dos años dejando a mi abuela con cinco hijos. Tuvieron un matrimonio bonito: mi abuela siempre habló bien de él.

Julia Rosa Uribe Monsalve, mi abuela, fue muy rebelde. Se escapó de su casa a los catorce años y rápidamente quedó en embarazo estando soltera. Después conoció a Erasmo, mi abuelo. Ellos vivieron en Puerto Berrío, pero al enviudar, mi abuela se trasladó a Medellín. Estando aquí, para sacar a sus hijos adelante, trabajó como obrera: atendía dos turnos, por lo mismo, dejaba a los niños solos todo el día.  

De ella tengo muy buenos recuerdos, fue quien me acompañó durante más tiempo. Aunque dejó de llevarme a los paseos porque me oriné en la cama hasta los ocho años. Murió a sus noventa y cuatro.

Ruth María Sierra Uribe, mi mamá, fue una persona muy inquieta, con unos principios fuertísimos, con unas ganas de superación enormes y con muchos traumas. Nació y creció solita. Recuerda de su primera infancia (desde sus dos años) que quien las cuidaba era el hermano de ocho años, no el mayor pues se había volado de la casa. Permanecía encerrada durante todo el día en una habitación con rejas en las ventanas y una cantina cercana que ponía tangos a todo volumen haciéndola sentir muy mal.

Vio siempre a una mamá ausente, muy nerviosa, a quien no le podía hablar y quien le pegaba por cualquier cosa. La abuela sufrió de hipertiroidismo, lo que vuelve a las personas irascibles.

A mamá no le gustó esa vida y se propuso a salir de ella hasta lograrlo. Tuvo muchas inquietudes espirituales e intelectuales. Fue la única de sus hermanos que estudió. En su salón se destacó como la mejor estudiante, escribió el discurso de grado. Era desordenada, no combinaba un zapato con una falda, pero muy linda de rostro.

SUS PADRES

Mi papá fue profesor de mi mamá durante el bachillerato. Papá se encantó con mi mamá cuando en una clase ella, a sus catorce años, le preguntó sobre el rosacrucismo.

También eran vecinos, mi papá vivía en el mejor sector del barrio; sus hermanas, a los ojos de mi mamá, eran lindas, respetuosas, responsables, educadas, y eran compañeras de clase. Las llamaban las pancracias. En algún momento mi mamá pensó que le gustaría pertenecer a esa familia y decidió enviarle una tarjeta a papá, fascinándolo aún más con esto.

A sus veintiún años, en 1970, mi mamá comenzó a estudiar medicina en la Universidad de Antioquia. En segundo semestre se retiró para casarse, decisión de la que se arrepintió siempre al considerar luego que una mujer nunca debe entregarle su independencia a un hombre.

CASA MATERNA

Crecí con dos padres muy presentes, aunque hicieron muy pocas cosas juntos. Mis padres se mantuvieron firmes en el matrimonio y con inquietudes espirituales muy sólidas.

Mi papá fue el ejemplo irreprochable de generosidad, honestidad, dedicación al hogar, solidez, nos dio mucha seguridad, y fue un apoyo incondicional frente a lo que mamá nos decía, aunque no siempre estuviera de acuerdo. En algún momento mi papá se comprometió con una doctrina budista que hizo que mi mamá se sintiera muy sola, desestabilizándola. Ella lo empezó a seguir, siendo muy católica con todos los vacíos que esta religión le dejaba. Siempre hemos creído en la reencarnación, entonces, decía mi papá que mamá en otra vida había sido una monja de convento de clausura.

Mamá siempre soñó con tener seis hijas mujeres, pero renunció a su sueño cuando, siguiendo a mi papá, cambió de religión. Tuvo dos hijas y se dedicó con alma, vida y corazón a nosotras. Diría que bordeaba los límites de la paranoia: con el estudio, con la salud, con la higiene: nos cepilló los dientes, tres veces al día, hasta los siete años.

Mi mamá, de una moral muy fuerte, era quien decidía qué se hacía, era quien daba los permisos, porque tuvo la potestad de decisión sobre nosotras. No nos enseñó a cocinar, decía que teníamos que estudiar.

A ella le debo el que, antes de que cumpliera cuatro años, yo estudiara en una academia de baile. Asistí a otras actividades extracurriculares: ballet, piano, solfeo, guitarra, coro, gimnasia. Nos educaron haciéndonos ganar las cosas, nunca tuvimos en exceso.

Mi mamá, como buen médico bioenergético y especializada en medicina alternativa, nos hizo las niñas diferentes, pues en la lonchera nos enviaba comida saludable y nunca nos dio carnes rojas ni embutidos.

Magali, mi hermana, fue en términos prácticos mi gemela. Nacimos con diez meses de diferencia, ella un diez de abril y yo un diez de febrero del año siguiente. Estudiamos en el mismo curso, nunca peleamos, compartimos habitación, ropa, juegos. Es muy generosa, una buena persona, enamorada de la vida, entusiasta. Estudió enfermería profesional. Recientemente fundó Merkaorgánico.

ACADEMIA

Comencé el colegio en segundo de primaria, pues mi mamá ya me había enseñado a leer. Estudié en escuela pública, a media cuadra de la casa, luego en la Presentación y terminé en un liceo de quintos y sextos. Fui la mejor del curso hasta graduarme a mis quince años.

Lo que yo más deseaba en la vida, que era viajar, conocer, estudiar por fuera y al aire libre, no se me dio porque mi mamá decía: “Los hijos lejos de casa se corrompen”. Entonces, mientras esperaba el concurso para entrar a la Facultad de Medicina en la Universidad de Antioquia, tomé un curso de inglés por un año.

DANZA

Bailo desde mis cuatro años. Inicié en la Academia de María Elena Uribe. En 1992 integré el Ballet Folclórico de Antioquia por invitación de su director y durante mi carrera le dediqué cinco horas al final del día.

El baile para mí fue una ventana al mundo, sinónimo de crecimiento y libertad. Siendo mi mamá tan estricta, lo que yo hiciera en ballet para ella estaba bien, incluso hacer giras internacionales.

REINADO NACIONAL DEL BAMBUCO

Una de las experiencias más lindas que me regaló el ballet, además de hacer mis primeros viajes a Europa, fue la de haberme llevado a ser reina en el Reinado Nacional del Bambuco en 1997.

Un concejal del Huila me invitó a participar después de verme bailar en una de las funciones. Albeiro Roldán, exdirector del ballet, me animó, y la Corporación de Belleza de Antioquia me dio el aval para participar con patrocinios de la Compañía Nacional de Chocolates, la Fábrica de Licores de Antioquia.

Recuerdo a Albeiro, la noche anterior a la velada de coronación, pegando perla a perla al tocado. Me decía: “Tú tienes que brillar”. Uno de los jurados fue Paola Turbay, y mi parejo un bailarín muy cotizado. Antes del baile final, las piernas no me daban, realmente me asusté, pero todo salió muy bien.

La coronación coincidió con mi grado de medicina al que asistió mi papá para recibir el título y hacer el juramento hipocrático por mí. En ese momento yo me encontraba en desfile de traje de baño cuando escuché el mensaje que me enviaban de felicitación.

La semana siguiente mi papá me celebró el grado, aunque parecía más un reconocimiento por mi triunfo en el reinado, por la exhibición del vestido, de la corona, del cetro, de la banda y de la película. Pero Albeiro Roldán no llegó, cuando había sido mi padrino en todo este proceso, alguien realmente muy importante. A mí me pareció extraño. Dos días más tarde supimos de su muerte. Nunca se esclareció la situación. Me sentí huérfana.

Comenzó una etapa muy difícil para mí en el ballet. Todos cambiaron conmigo, se acabaron los permisos que me otorgaban dado el rural de la Universidad, también los privilegios pese a mi trayectoria. Me convertí en la reina tapa huecos, me usaron para que hiciera lo que los otros descartaban, para darle tiempo a los otros mientras se cambiaban. En adelante no hubo presentación en la que no me pusieran a bailar el Sanjuanero. A donde iba, llevaba mi vestido que pesa dos kilos.

Mi año de reinado coincidió con el de Claudia Elena Vélez y con ella asistí a todos los consejos comunales que organizó Álvaro Uribe como gobernador de Antioquia. Recuerdo que en las tertulias que armaba donde hablaba de política, el presidente recitaba de memoria las cartas que Simón Bolívar les escribió a las Ibáñez, para pasar inmediatamente a atender temas de seguridad de última hora.

MEDICINA

Como mencioné, hice la carrera y bailé. Recuerdo que llevaba los artículos médicos para leerlos durante los descansos de los ensayos. Para ese momento apenas estaba llegando Internet al país, por lo mismo todo era en papel.

Me gradué con la idea de irme al exterior. El ballet me abrió en cierto modo esa puerta, me permitió conocer lugares y gente, lo que facilitó materializar mi proyecto. Entonces en 1998, cuando me gradué, decidí viajar a Alemania, pero no me gustó el clima y me faltó el calor humano al que estaba acostumbrada, por lo que regresé al país.

INSTITUTO EUROPEO DE ONCOLOGÍA

En el 2000 viajé a Francia donde hice un máster en medicina aeroespacial al tiempo que estudiaba el idioma. Mientras visitaba a un amigo en Milán, en el metro me encontré un aviso de periódico en el que el Instituto Europeo de Oncología, reconocido a nivel mundial, buscaba a un asistente de investigación en medicina nuclear.

Yo poco conocía del tema, pensé que se trataba de una subespecialidad de oncología, pero igual envié mi hoja de vida con una nota diminuta al final que decía que, como afición, era bailarina profesional de tango y asistente de un maestro.

Para mi sorpresa me llamaron a entrevista en la que me defendí en italiano. Me entrevistó Giovanni Paganelli, me entregó tres o cuatro artículos en inglés que él había publicado y me dijo: “Léalos, y si le gusta el tema, vuelva”. Aunque no los entendí, volví.

Giovanni Paganelli creyó en mí, se convirtió en mi maestro y es a quien le debo mi especialidad y el hecho de que yo esté donde me encuentro en la vida. Un tiempo después me dijo: “Una de las cosas que a mí me llamó la atención de su currículo fue la anotación diminuta de bailarina, algo que le criticaron a él por haberme llamado.

Como resultado de esa entrevista, recibí una beca por tres meses como asistente de investigación. Siendo médico, debía tomar todos los datos, hacer análisis de estudios clínicos, evaluar a los pacientes, entre varias otras funciones. Lo único que no se me permitía era inyectar radiofármacos, pues se necesita una licencia para suministrar productos radioactivos. El hecho es que hice las veces de interno, alguien a quien le asignan funciones hasta el cansancio como mano calificada, pero barata.

MÉDICA NUCLEAR

Con el tiempo me ofrecieron otra beca, pues quería hacer la especialidad. Las cosas se me complicaron al no ser europea, sino extracomunitaria: lo que equivale a ser hija de un dios menor.  Entonces, Giovanni me dijo: “Te doy la beca yo”. Pero se presentó otro obstáculo: la homologación del título.

Con mucho esfuerzo logramos completar un dossier, presenté tres exámenes en la Universidad de la Sapienza, que fueron el todo o la nada: medicina interna, cirugía y medicina legal. Estas materias son las biblias de la medicina, pero me fue bien, salí idónea. Había pasado ya tres años en Europa, era diciembre de 2003. Al año siguiente presenté y pasé el concurso para estudiar medicina nuclear.

Tuve que afrontar otro obstáculo: el permiso de residencia. Hasta ese entonces había contado con uno para estudio, pero, como iba a ser una estudiante de especialización, que trabaja y que asume responsabilidad médica, requería otro tipo de autorización. No podía tener visa de estudio, pero no me podían dar visa de trabajo, y, como iba a trabajar, no me servía la visa de estudio.

El tema se resolvió pidiendo un permiso para trabajo autónomo, independiente, que no fue fácil de conseguir. Era un permiso muy reductivo, en el que tenía que encasillarme. Para conservar el derecho, tenía que facturar más de cinco mil euros al año, pero para continuar estudiando y conservar la beca del Ministerio (que me entregaba menos de setecientos euros al mes al inicio), no podía pasarme de cinco mil trescientos. Todo un malabar financiero.

Terminé la residencia y tuve la suerte de llegar al hospital, uno de los tres en el mundo que hacía este tipo de terapia. La medicina nuclear por tradición ha sido de diagnóstico, casi como la radiología, con muy poca aplicación terapéutica. Aquí se tenía en cuenta el concepto de terapias inteligentes, personalizadas para el paciente y para el tipo de tumor, no estándar.

Giovanni Paganelli comenzó a trabajar de manera directa con el hospital de Rotterdam, Holanda. Con él hice escuela por casi diez años desde el 2001, inicialmente como becaria, luego como asistente de investigación y finalmente como residente durante mi especialidad. Adquirí mucha experiencia en este tipo de terapia, la misma que tiene unos resultados increíbles. Teníamos una lista de espera de hasta tres meses de pacientes con tumores raros que esperaban ser tratados.

ADVANCE, ACELERETOR, APLICATIONS – AAA

En el 2009, en un congreso de terapia en medicina nuclear que tuvo lugar en Cartagena, Giovanni me presentó a Stefano Buono, físico nuclear quien acababa de fundar una industria farmacéutica que producía radiofármacos y quien más adelante se convertiría en mi esposo.

En ese momento Stefano estaba buscando un médico nuclear para que trabajara con él y su equipo, pero no éramos tantos y menos aún los que teníamos experiencia en este tipo de terapia.

Como médico aprendí que la industria farmacéutica es la mala del paseo, que está para ganar plata. Al comienzo no acepté, pero con la experiencia entendí que debemos trabajar juntos, no como ruedas sueltas.

CÓNSUL GENERAL DE COLOMBIA PARA EL NORTE DE ITALIA Y SAN MARINO

Es un honor ser llamado para ser cónsul. Fue un desafío que acepté, entonces tuve que renunciar a mi ejercicio profesional durante el tiempo que estuve en el cargo. Este fue un trabajo que amé, una responsabilidad enorme, una misión de voluntariado, aunque sin ninguna clase de poder. Pero tuve la mayor voluntad para ayudar a los conciudadanos en problemas durante casi dos años. Adoré el trabajo con los detenidos, con las comunidades que construyen un tejido de ayuda.

Ejerciendo mis funciones de cónsul se estrecharon los vínculos con Stefano. Nos casamos una vez me retiré del cargo cuando ya teníamos dos niñas.

TERAPIA DE MEDICINA NUCLEAR

Estando en el Consulado, Stefano me dijo: “Ahora que no puedes trabajar en el hospital, puedes ayudarnos como consultora externa”. Y acepté. Tuve entonces la oportunidad de conocer más a Stefano, quien me deslumbró con su personalidad y con su fuerza intelectual. Me convenció cuando me dijo que pasar a la industria farmacéutica, no era quedar al lado de los malos, sino de quienes podían hacer realidad el sueño de que esta terapia fuera accesible a todos los pacientes sin distingos de clase.

Tuvimos que surtir el proceso ante las autoridades. Decidimos registrarnos en los Estados Unidos primero que en Europa. Continuamos con el estudio de Fase III cuando ya contábamos con más de dos mil pacientes tratados con este tipo de terapia, sin que fuera garantía de nada.

Las aplicaciones avanzadas de los aceleradores permitían generar el fármaco, la molécula del tratamiento. En la Fase III se hacía el estudio comparativo con grupos de pacientes comparables entre sí, uno con el tratamiento estándar y el otro con la terapia en investigación para evaluar los resultados. Debíamos demostrar que nuestro tratamiento no solo funcionaba, sino que su eficiencia era mayor a la de los que ya se conocían. Solo nos exigieron un estudio de dos, pues el tumor que tratábamos era muy raro y con incidencia muy baja.

Trabajé en su diseño como director médico, en la farmacovigilancia, con el entusiasmo de saber que lograríamos cambiarles la vida a estos pacientes. Y los resultados lo confirmaron.

En el 2015 hicimos la plenaria del Congreso Europeo de la Sociedad de Oncología en Madrid, donde presentamos nuestros primeros resultados comparativos: el tiempo libre de progresión de los dos grupos.

NASDAQ

La curva se separaba enormemente, los libres de progresión iban disparados, los del estándar no mostraban mejora. Cuando expusimos esto ante un auditorio experto en este tipo de estudios, se generó en la audiencia una voz de sorpresa. Con estos resultados cotizamos en el índice Nasdaq de la Bolsa de Nueva York en el 2015. La acción se disparó: iniciamos en cuarenta y un dólares por acción y cerramos en ochenta y dos.

ESTOCOLMO

Estando en Estocolmo recibimos una llamada del Data Center Board, mesa que integraban cuatro especialistas mundiales en este tipo de terapias y de tumores, los únicos que podían acceder a los avances de los resultados de nuestro tratamiento. Nosotros debíamos estar ciegos a su eficacia para no crear desequilibrios en los análisis. Recibimos un comunicado súper secreto, top confidencial, que decía: “Pedimos urgentemente parar el estudio. Los pacientes de terapia estándar deben pasar al brazo activo, por eficacia aplastante”. Celebramos en la fiesta del Congreso, no dábamos crédito de la dicha.

Terminé publicando los resultados de nuestro estudio en el diario de medicina más prestigioso del mundo. Con Stefano cambiamos la historia de la medicina nuclear. A partir de ese momento, los grandes inversionistas financiaron los pequeños proyectos que le apostaban a este tipo de terapias.

NOVARTIS

En el 2018 Novartis, una de las farmacéuticas más importantes del mundo especializada en este tipo de tumores, se fijó en nosotros y nos compró por casi cuatro mil millones de dólares. Nosotros siempre habíamos privilegiado el que se sumara más gente y que creciera en el proyecto, por lo mismo, no éramos los únicos propietarios, teníamos el 6%. A muchos les cambió la vida, pues los empleados eran dueños de acciones.

INDUSTRIA CINEMATOGRÁFICA

Teníamos una cantidad de sueños guardados en el cajón. Uno de ellos era apoyar una producción cinematográfica. Produjimos Fátima, película que no es religiosa, sino una realización histórica en la que se cuentan las vicisitudes humanas de los tres niños y sus familias de Portugal después del regicidio.

En Fátima asumí un pequeño rol. No fue mayor, dado que en ese momento mi mamá se enfermó gravemente y yo necesitaba tener disponibilidad para viajar en cualquier momento.

La banda sonora estuvo a cargo de Andrea Bocelli con quien programamos la premier en la St. Patrick, catedral de Nueva York, pero que se frustró por el COVID. Participaron actores famosos como Harvey Keitel, Sonia Braga, Joaquim de Almeida, Lucía Moniz, Joana Ribeiro. En Colombia se puede ver en HBO y en Amazon Prime.

Ahora invertimos, bajo la firma Elysia Productions, en otra película de la que ya se tendrán noticias.

VUELTA AL MUNDO

Otro de los proyectos de Stefano era darle la vuelta al mundo en barco. Para esto, ordenamos la construcción de un catamarán en fibra de carbono. Coincidió nuestro viaje con el encierro por pandemia, lo que nos permitió conocer lugares magníficos de manera única, con exclusividad, por encontrarse deshabitados. En estos recobré mi esperanza en el mundo, en que no se va a acabar.

FUNDACIÓN BUONO LOPERA

Creamos un family office para manejar los veintisiete proyectos en los que invertimos. Entre ellos, la Fundación Buono Lopera, brazo no profit que se ocupa de los proyectos de beneficencia, de impacto social.

MERKA ORGÁNICO

Invertimos en Merka Orgánico, con el lema de hacer posible que la sostenibilidad sea sostenible. Promueve la producción ecológica y responsable de alimentos orgánicos y artesanales enfocados en el medio ambiente. Mi hermana está al frente como responsable de lo que desde hace mucho fuera su idea de negocio.

FAMILIA

Stefano Buono es una de las personas que yo más admiro, un soñador, alguien capaz de desafiar al mundo y de tomar decisiones asumiendo la responsabilidad. Dejó su zona de confort para perseguir su sueño. Siempre tuvo el sueño de producir energía nuclear limpia para el mundo, algo en lo que está concentrado para hacerlo realidad.

A mis veinte años decidí que sería mamá primeriza de mujer y que se llamaría Eloyse. Es inteligente, perseverante, testadura, líder, organizada perfeccionista, quiere ser la mejor en todo. Está componiendo canciones que interpreta. Toca el violonchelo, estudia teatro musical, danza. Tiene once años. Su signo es Leo. Cursa sexto grado. Habla tres y medio idiomas. Es muy su papá.

Arianna, la menor, tiene nueve años. Es muy metódica, inquieta, generosa. Ama el peligro, no lo ve, no lo puede calcular, como yo. Le gusta la matemática, la gimnasia. Estudia violín. Tiene los ojos del papá y un gran corazón.

Soy una enamorada de mis hijas. Tengo un matrimonio espectacular al lado de mi ideal de hombre.